Gabriel Entin
(editor), Rousseau en Iberoamérica. Lecturas e interpretaciones entre monarquía
y revolución. Buenos Aires: SB Editores, 2018, 206 pp.
Facultad de
Ciencia Política y Relaciones Internacionales;
Consejo de Investigaciones
de la Universidad Nacional de Rosario
Rosario,
Argentina
ISSN 1853-7723
Este libro reúne diversos esfuerzos para
deshilvanar y reconstruir con sus complejidades y dilemas, la recepción, usos,
circulación y traducción de la obra de Rousseau en Iberoamérica entre fines del
siglo XVIII y principios del XIX. Como telón de fondo, la preocupación que
recorre las páginas de este volumen es una pregunta más vasta sobre las vetas
de la difícil modernidad republicana de los nuevos regímenes post
revolucionarios.
A partir de Rousseau, con Rousseau y en Rousseau,
los académicos coinciden en una intención metodológica, un programa intelectual
más allá de la historia de ideas para plasmar una reflexión colectiva sobre las
transfiguraciones posibles de un nuevo lenguaje sobre la Ley, la Soberanía y la
República en espacios culturales católicos y progresivamente hispanófobos.
Conceptos conocidos pero que, a través del prisma Rousseau, tendrán un sentido
nuevo, una capacidad pedagógica de construcción de lo político, tal como lo
entrevió el primer traductor de Del
Contrato Social en América del Sur, Mariano Moreno.
Ciertas
preguntas hilvanan los capítulos. ¿Por qué Rousseau? porque sus
postulados sobre la voluntad general y la soberanía del Pueblo permiten pensar
con un lenguaje político novedoso la legitimidad necesaria para un nuevo orden
político republicano, que como bien se señala, no venía desde un inicio a
contraponerse punto por punto a la Monarquía, sino a pensar un nuevo lazo
social basado en una ley no divina y en una nueva fuente de autoridad.
¿Cuál Rousseau? ya que su recepción no sólo estaría
marcada por el catolicismo como horizonte de experiencia de los actores
involucrados, lectores más o menos fragmentarios del ginebrino sino, también,
por la censura. Este es un punto nodal. La censura como institución
inquisitorial, técnica de prohibición u aparato represivo del Estado pero,
sobre todo, como un modo de sociabilidad, de estar en el mundo, impondría, sin
dudas, una disciplina de circulación secreta y oculta del saber que
condicionaría, incluso, el sentido monolítico de “obra” de Rousseau. Este
punto, debemos señalarlo, no siempre es considerado en toda su magnitud.
Es interesante lo que señala Jorge Myers en su
prólogo- capítulo: no se trataba sólo de los textos de Rousseau sino también de
la figura Rousseau, la “marca” Rousseau, el autor maldito, amado y odiado a la
vez; el popular novelista que con la Nouvelle
Héloise supo interpelar una nueva sensibilidad romántica ya antes de que su
Contrato Social naciera censurado en
1762.
Así, la noción de república como gobierno de las
leyes, la cuestión del catolicismo, la censura y la obra de Rousseau, son ejes
comunes de los trabajos aquí reunidos, pero además, cada capítulo penetra, por
decirlo así, en diversos estratos de análisis de Rousseau y, en especial, de su
Contrato Social. En el primer
capítulo Cathèrine Larrère demuestra que en Rousseau conviven el lenguaje
iusnaturalista y republicano de los derechos cuyo nexo es la generalidad de la
ley. Portillo Valdés se pregunta por los modos de apropiación del liberalismo
católico de los postulados de Rousseau durante los debates en las Cortez de
Cádiz, en especial el concepto de soberanía nacional y de nación.
El tercer capítulo intenta documentar la
introducción del ginebrino en el mundo de censura de Nueva España antes de 1808
a través de los periódicos donde esa “distorsión” es más visible, como lectura
indirecta. Sarah Bak- Geller hace un análisis original respecto a la incidencia
de Rousseau en el discurso sobre la dieta patriótica en México. El texto de
Clément Thibaud sostiene que la causa de la autoridad de Rousseau en las
repúblicas de Tierra Firme se debió a su renovada concepción del derecho
natural y a sus reflexiones sobre la necesidad de la religión civil. Por su
parte, Ángel Rafael Almarza Villalobos y Nicolás Oranza dan cuenta de la
circulación de Rousseau en Venezuela y Chile, respectivamente.
Por último, el libro incluye dos trabajos
imprescindibles, el de Noemí Goldman, que despeja dudas sobre la famosa
traducción de Moreno y el del compilador, Gabriel Entin, que rescata el aspecto
dinámico del acto político fundante en Rousseau: el contrato social como
autoinstitución de lo social.
Cada capítulo nos deja una tarea que podemos
proseguir, un hilo para deshilvanar que no conduce, necesariamente, a la teoría
política de Rousseau pero sí a sus conceptos y a la fuerza performativa de su
nombre como cita de autoridad en el proceso revolucionario e independentista de
Iberoamérica. La potencia de Rousseau se vuelve entonces en este libro un
desafío trasnacional y transdiciplinario para pensar no sólo el derrotero de
“¿la obra?” de Rousseau sino el modo de lectura de un lenguaje que es hablado,
que es puesto en acto, que crea una dinámica política que no siempre es lineal
ni fácilmente tangible.