Frederique Langue y Maria Laura Reali (coords.). Las ideologías de la nación. Memorias, conflictos y resiliencias en las Américas. Buenos Aires: Prohistoria ediciones, 2022, 274 pp.
Por Sandra Gayol
PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,
Año 17, N° 33, pp. 168-170
Enero- Junio de 2024
ISSN 1853-7723
La nación como idea y proyecto general y el nacionalismo como ideología de amplia y persistente circulación en América latina enhebran las reflexiones de esta compilación, a cargo de Langue y Reali. El libro nos sumerge en el escenario político latinoamericano de la mano de un nacionalismo sui-generis que marida con grupos, movimientos, textos y contextos extraordinariamente diversos. La obra tiene la virtud de incursionar en los vericuetos nacionalistas desde una perspectiva ideológica, así como explorando un conglomerado de actores que se involucran, asimilan, contribuyen, auspician -consciente o inconscientemente- la reproducción de esos nacionalismos.
Chaguaceda y Camero proponen la articulación histórica de tres tradiciones políticas: democracia, republicanismo y populismo. Langue pone el foco en Venezuela, en el siglo XX y XXI, y se interesa por la tensión historia-memoria y la “guerra de las memorias” que se abrió con la llegada de Hugo Chávez al poder. A partir de un análisis sutil de las trayectorias de intelectuales y militantes de izquierda (Américo Martín, Teodoro Petkoff y Douglas Bravo), ilumina las genealogías contrapuestas de la izquierda y el papel de símbolos que esas biografías ofrecen de las desventuras de la democracia venezolana. Tarragoni, por su parte, examina la historicidad del fenómeno populista “puesto de moda” con las revoluciones rosas de principios del siglo XXI. Su eje es Bolivia donde la ideología populista impregna el imaginario nacional desde el Movimiento nacional revolucionario de los años de 1950. El título del libro podría haber sumado la palabra populismo, pues aparece en casi todas las contribuciones. Por ejemplo, Melo y Franzé analizan la apropiación de la obra de Laclau por los principales dirigentes de la agrupación española Podemos. La compilación recompone el abanico de expresiones, usos y experiencias populistas, desde su “seducción” hasta su carácter atávico. Igual de interesante, lejos de plantearse en contraposición a la democracia -liberal y europea occidental- al atender tanto a la cuestión social como a la cuestión nacional, el populismo es pensado como un tipo particular de nacionalismo.
Reali y Borba Eguren reponen el pensamiento de Luis Alberto de Herrera, un dirigente central del Partido Nacional y de la política uruguaya. La eficaz decisión de comprender su pensamiento en relación con las otras fuerzas políticas de su país, con los gobiernos de los países vecinos y con las coordenadas mayores impuestas tanto por las conflagraciones mundiales, la guerra fría o la penetración de Estados Unidos en la región revelan cómo en Herrera conviven conservadurismo social, antiimperialismo y nacionalismo. Este último aflora con vigor en el artículo de Manero sobre el Movimiento carapintada que sacudió los primeros gobiernos democráticos de la Argentina luego de la última dictadura militar. En un doble encuadre centrado en la posguerra fría y la derrota de la guerra de Malvinas, los levantamientos militares de los años de 1980 respondieron a lógicas y coyunturas diferentes, expresaron múltiples cuestionamientos y demandas, y ofrecen un lenguaje nacionalista variopinto y de circulación amigable y fluida con los peronismos, las izquierdas y las derechas. Leído en 2024 los sucesos que analiza Manero “anticipan” en parte la contribución de Morresi, Saferstein y Vicente sobre los diferentes posicionamientos de las derechas argentinas post 2001, con énfasis en la liberal-conservadora. Su vocación de influir en el escenario político se percibe desde el inicio de los gobiernos “rosas” de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner, deseo que no menguó durante el gobierno posterior de Mauricio Macri. Lejos de una visión teleológica animada por el triunfo electoral de la derecha radical y anarcocapitalista encarnada por Javier Milei, los autores muestran en las tres “estaciones” analíticas propuestas, cómo las derechas, política e intelectual, se reformulan, persisten y crecen en visibilidad y poder. También, cómo algunos de los diagnósticos críticos que ellas enarbolaron, confluyeron con diagnósticos muy similares de agrupaciones progresistas.
Los último tres artículos exploran los imaginarios nacionalistas expresados en la tensión entre historia y memoria que declina, por ejemplo, en el derrumbe de las estatuas y en las disputas por el control del espacio público, como se lee en el texto de Gárate Chateau situado en la Chile del estallido social de 2019. Privilegiando el tiempo largo, Peña Angulo se centra en la nostalgia y la epopeya como emociones que encarnan en y son estimuladas por el liderazgo “mesiánico” de Hugo Chávez en Venezuela y, al mismo tiempo, muestra su papel en la conformación de “comunidades emocionales” y “regímenes emocionales”. Finalmente, el ensayo de Rojas retorna a la guerra fría y al inicio de las políticas de memoria en el continente que relaciona con la revolución cubana y la guerrilla posterior, así como con las dictaduras y el autoritarismo. Las políticas expresadas en memoriales y monumentos a las víctimas de las dictaduras militares habilitan, a su turno, la escenificación de la liturgia cívica de las nuevas democracias latinoamericanas.
La introducción y los diez trabajos, que conforman esta reflexión a “varias manos”, articulan con éxito reflexiones teóricas en torno a conceptos con agudos análisis de casos y bibliografía muy actualizada que convierten la lectura en amena y necesaria.