Marina Franco, 1983. Transición, democracia e incertidumbre. Los Polvorines: Ediciones UNGS, 2023, 191 PP.

Por Daniela Pighin.

Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Universidad Nacional de La Plata

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

La Plata, Argentina

 

PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,

Año 17, N° 33, pp. 189-191

Enero- Junio de 2024

ISSN 1853-7723

 

 

Este reciente libro de Marina Franco visibiliza la centralidad que tuvo el último año de la dictadura para nuestro pasado reciente. Su análisis está enfocado en las turbulencias que atravesó el país durante esos doce meses, atendiendo a un proceso más complejo y de largo alcance.

Franco apela a una interesante problematización de la noción de transición democrática, asumiendo que 1983 fue un año decisivo, pero también indeterminado para los actores que lo protagonizaron y que, si bien, dicho contexto implicó una ruptura con los dolorosos y violentos años que lo precedieron, también estuvo plagado de incertidumbre y continuidades.

A partir de esta mirada, observa que la centralidad del año 1983 se sostiene en el binomio fracaso-triunfo del proyecto instalado por la última dictadura militar. Por un lado, el fracaso entendido por el quiebre de las posibilidades de las Fuerzas Armadas para negociar su salida e intervenir en el juego político, poniendo fin al poder militar en el escenario político y habilitando la posibilidad de cerrar el pasado -al menos por un tiempo- con investigación y justicia.

Pero, por otro lado, “1983” nos invita a pensar el éxito -notable y duradero- de las Fuerzas Armadas para transformar las condiciones estructurales del país, destruyendo a la nueva izquierda y al modelo socioeconómico de industrialización nacional. Asimismo, Franco incluye como parte del éxito del régimen militar el sostenimiento de aspectos autoritarios y la continuidad de imaginarios sociales que demoraron la democratización de la vida política.

El libro cuenta con tres capítulos. El primero aborda el proceso de colapso de la dictadura, asumiendo que el retorno a la democracia no fue consecuencia de la presión opositora, sino que su derrumbe se sostuvo en la propia lógica de gobernabilidad del régimen. Franco atiende al impacto de la crisis provocada por el nuevo modelo de acumulación -factor fundamental de la pérdida de poder militar- y a la crisis política derivada de los conflictos internos de la Junta y del crecimiento de la oposición sindical, cultural y partidaria.

En dicho entramado, también atiende a los efectos del terrorismo de Estado y al impacto de la guerra de Malvinas. Respecto a la represión, Franco indica que, si bien en 1983 continuaba presente en buena parte de la sociedad el reconocimiento de la “lucha antisubversiva”, las organizaciones de derechos humanos habían logrado -de manera lenta, pero progresiva- que sus demandas fueran reconocidas en el espacio público.

En cuanto al intento de recuperar el proyecto autoritario a través de la histórica causa de Malvinas -y su estrepitosa derrota- lo interpreta como el puntapié para acelerar el deterioro del régimen. Para la autora “Todos estos factores se fueron retroalimentando como piezas de un rompecabezas del hartazgo social y político contra la dictadura y contra los militares” (p.74).

Seguidamente, el capítulo dos analiza los intentos construidos durante 1983 para dar respuesta institucional al “problema de los desaparecidos”. A entender de Franco, esto no ocurrió “porque escandalizara a la opinión pública o a los principales actores políticos, sino porque afectaba todos los hilos de las negociaciones para el cambio de gobierno” (p.76). De esta manera, da cuenta de los intentos de autoprotección y reivindicación del régimen, de las demandas de las organizaciones de derechos humanos, y de las estrategias de diversos actores políticos frente a un “problema” que no querían heredar.

Por último, el capítulo tres aborda el proceso cultural y el horizonte social de expectativas que se configuró frente a la crisis de la dictadura a través del estudio del mundo de la música, del cine y del teatro, y de la producción editorial.  La autora atiende tanto al proceso de activación política protagonizado por los jóvenes, como a las características del periodo del “destape”. Para Franco, el análisis de los aspectos culturales resulta central dado que allí se puede observar el impacto político del hartazgo autoritario y el espacio en que se fueron apoyando las reivindicaciones de libertad y democracia.

A partir de una reconstrucción histórica que atiende a múltiples causas, escenarios y actores, Marina Franco nos ofrece un excelente punto de partida para problematizar nuestro pasado reciente y para discutir los alcances y las expectativas ancladas en el sistema democrático. Se trata de un estudio que nos interpela a reflexionar sobre los espacios vacíos de nuestra democracia, factor clave para comprender las resignificaciones construidas en el presente por una sociedad volcada hacia un discurso reaccionario.