Santiago Garaño, Deseo de combate y muerte. El terrorismo de estado como cosa de hombres. Buenos Aires: Fondo De Cultura Económica, 2023, 440 pp.
Por Daniela Godoy
Instituto de Filosofía, Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad De Buenos Aires
Buenos Aires, Argentina
PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,
Año 17, N° 33, pp. 171-173
Enero- Junio de 2024
ISSN 1853-7723
Este libro de Garaño se destaca por un abordaje poco frecuente del terrorismo de Estado, centrado en el Operativo Independencia (1975-1977) como caso paradigmático donde se desplegó por primera vez el dispositivo de desaparición forzada, instalación del terror y acción psicológica que se extendió a partir de 1976 a todo el país. El trabajo, que se inscribe en el giro afectivo, explora el rol que tuvieron emociones y sentimientos como el odio y el deseo de venganza en el compromiso de los participantes de la represión con la comisión de delitos de lesa humanidad. El estudio de las masculinidades, otro hallazgo de la investigación que dialoga con las dedicadas al ejercicio generizado de la violencia estatal, le permite vincular los mandatos institucionales para el sujeto militar, la exaltación de la hombría en términos de coraje, valentía y heroísmo, con el sacrificio como deber por los camaradas caídos, para configurar una masculinidad capaz de cometer atrocidades como “tarea de machos”.
El argumento central del libro es que el teatro de operaciones del monte tucumano constituyó algo más que el montaje de una “guerra”, la cara “visible” de la represión cuyo reverso era la instalación de los primeros centros clandestinos de detención ilegal. El monte fue un espacio de modulación afectiva y emocional que expuso a militares y a conscriptos a la posibilidad de matar y de morir, a ser afectados visceralmente por la muerte de sus compañeros y a mancharse las manos de sangre, sellando un compromiso afectivo con el terrorismo de Estado.
Si la Doctrina de Seguridad Nacional o la contrainsurgencia francesa fueron influencias para la habilitación del terror estatal contra el “enemigo interno”, la dimensión corporal y la intensidad afectiva involucradas también lo fueron para la impronta nacional que el Ejército argentino le dio a su ejercicio, y para el perdurable “pacto de silencio” militar.
Junto con las memorias de campaña, materiales castrenses y de la guerrilla que reúne el autor en el corpus testimonial, cabe destacar las entrevistas a protagonistas del Operativo Independencia: a los oficiales que exaltan la experiencia, a los ex gendarmes que presenciaron secuestros y torturas, y a los ex conscriptos que reconstruyen experiencias de violencia extrema en el monte y denuncian desapariciones de compañeros.
El libro se estructura en tres partes. En “Afectos, emociones y sentimientos”, en el capítulo uno se aborda “El caso Viola”, episodio que impactó en la “familia militar” alentando la venganza contra la guerrilla rural. Desde las actas judiciales de la investigación del atentado, se constata la anuencia de la policía tucumana con las prácticas represivas anteriores a 1975. El capítulo dos hilvana la estrategia de acción psicológica del ejército para involucrar al personal con la represión ilegal, el código moral militar que exigía sacrificar la propia vida, con testimonios de oficiales y suboficiales, en los cuales se expresa el deseo de combatir en la “guerra” contra la subversión. El siguiente capítulo 3 despliega la atmósfera afectiva del paso por el monte, como una vivencia corporal y colectiva que cohesionó a los uniformados durante el “rito de iniciación” represiva, el Operativo Independencia.
La segunda parte, “Mostrar y Ocultar” se inicia con un apartado que examina las formas elementales del terrorismo de Estado en Argentina: el ejercicio directo de la violencia en la zona de operaciones del monte tucumano, y la rotación de personal y de otras fuerzas que aplicaron por primera vez técnicas contrainsurgentes. El capítulo cinco detalla la puesta en escena de la “guerra” que la retórica vinculaba a la Independencia nacional, mientras se ocultaba la existencia de los primeros centros clandestinos de detención. Se analiza allí la usina de rumores que acrecentó el temor y el odio a un enemigo escurridizo. El capítulo siguiente presenta los testimonios de gendarmes y soldados, testigos privilegiados de la represión y de la desaparición forzada de personas.
La última sección, “Entre fuleros, héroes y traidores” se compone de tres capítulos. El siete, que aborda la cultura del terror desde la acción psicológica del Ejército para construir la peligrosidad de la guerrilla rural y las denominaciones deshumanizantes del enemigo. El capítulo ocho, que explora la lógica héroe/traidor vinculada a la sospecha de infiltración hacia dentro de la tropa como dispositivo de regulación de las relaciones entre oficiales, suboficiales y conscriptos. Y, finalmente, el capítulo nueve que examina la creación de cuatro pueblos con el nombre de militares caídos y la reubicación de la población, que se interpreta como un gesto de dominio del Estado en la zona disputada.
Cierra la obra un epílogo que detalla la participación del autor como testigo de contexto en el juicio de lesa humanidad que en 2016 juzgó algunos delitos abordados en su tesis doctoral y dimensiona el aporte de las ciencias sociales a la comprensión del pasado reciente, a la memoria y a la justicia.