Jimena Tcherbbis Testa. La causa de la libertad. Cómo la política moderna nació en tensión con el poder de la iglesia. Buenos Aires: Siglo XXI Ediciones, 2023, 254 pp.
Por Pierre M. Delpu
Université Libre de Bruxelles
Bruselas, Bélgica
PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,
Año 17, N° 33, pp. 154-156
Enero- Junio de 2024
ISSN 1853-7723
Esta obra reconsidera un tema historiográfico antiguo, la secularización de las sociedades católicas, pero lo hace desde una mirada transatlántica que rastrea a lo largo de la primera mitad del siglo XIX. Derivada de una tesis doctoral defendida en 2019 y galardonada con el premio de la Asociación Argentina de Investigación en Historia, argumenta que el papel de la Inquisición fue clave en la elaboración del orden liberal tras el fracaso de la monarquía española en 1808, pues llevó a elaborar la política moderna en un proceso de tensión permanente con la influencia de la Iglesia. A través de una crítica del poder de opresión de aquella, los círculos liberales la erigieron en un contramodelo necesario para pensar el poder civil en el contexto posrevolucionario.
El análisis se fundamenta en un marco historiográfico bien establecido, por ambas orillas del Atlántico, en torno a la revolución en el Atlántico hispánico, a la caída de la Inquisición, a la reelaboración del espacio intelectual posrevolucionario y a la puesta en circulación de los conceptos. La historiadora proporciona una lectura resolutamente dinámica de su objeto y su periodo, que presenta como un viaje con tres etapas principales en la España continental, Lima y el Río de la Plata. La cronología del libro se sitúa en la encrucijada entre la historia política y la de la iglesia. El punto de partida, 1808, fue un hito en la historia de España continental e imperial, que llevó a replantear el contrato social y político del antiguo régimen y, con ello, el papel de la iglesia y la Inquisición. El punto final, 1864, remite a la cronología eclesiástica: la bula “Syllabus” de Pío IX reflejó la evolución reaccionaria de la Iglesia católica, mediante la denuncia moral y teológica de los “errores del tiempo” y, consecuentemente, del liberalismo, considerado como herejía.
Todo ello le permite ofrecer una interpretación amplia y ambiciosa del problema bajo estudio. Al situarlo en la escala de las posesiones atlánticas de la monarquía española, confirma el diagnóstico de otros historiadores, para quienes en 1808 había empezado una crisis territorial de los territorios borbónicos, en un contexto de erosión de la legitimidad de la dinastía. Tcherbbis Testa muestra la influencia variable de los debates, con matices locales, sobre la Inquisición y la libertad, apoyándose en la agencia de los protagonistas y en su papel de intermediarios culturales. Tema de la historia imperial por excelencia, la gestión de la distancia geográfica impactó en las supervivencias locales de la institución, que fueron notables en España continental, pero mucho menos en sus antiguas colonias de América.
El análisis de las configuraciones mediáticas y políticas le permite desvelar el contenido de las críticas a la Inquisición, que se articularon en una dialéctica fundamental entre dos objetivos: revolucionar la religión y cristianizar la revolución. La obra se centra en el aporte de intelectuales americanos, como el chileno Francisco Bilbao, quien fungió como nexo entre los círculos democráticos europeos y rioplatenses y cuya reflexión sobre el evangelismo democrático se radicó en un ámbito intelectual transatlántico. Este planteó que, al encarnar la religión verdadera, el cristianismo fue la religión de la democracia, mientras que el catolicismo fue la de la iglesia. Dicha teoría se enraizó en un proceso de sacralización de la causa liberal que ya habían identificado autores anteriores, como el italiano Benedetto Croce, para quien a principios del siglo XIX había asomado una “religión de la libertad”. Esta se encarnó en figuras heroicas y martiriales que elaboraron un martirologio producido por la iglesia, atestiguando su capacidad histórica de opresión.
El lenguaje de la libertad se plasmó en el de la religión y necesitó remitir a una de las instituciones más emblemáticas de la violencia eclesial, la Inquisición, para pensar la violencia política. En 1834, la abolición definitiva de los tribunales de la fe por el rey Fernando VII abrió nuevas posibilidades: algunos demócratas iberoamericanos, como Sarmiento, plantearon la inquisición como la matriz de las prácticas modernas del mantenimiento del orden, pero otros protagonistas revindicaron el restablecimiento del tribunal. Este vaivén entre lecturas revolucionarias y contrarrevolucionarias del pasado inquisitorial muestra a la secularización como un proceso conflictivo, que no consiguió deshacerse de la huella duradera de la influencia eclesial. Jimena Tcherbbis Testa lo demuestra en un relato convincente, que se inserta en una historia abierta y conectada de la modernización política e ideológica de las sociedades católicas del siglo XIX.