PRÁCTICAS SEMEJANTES Y TRADICIONES DISIMILES DE “ORTODOXOS” Y “RENOVADORES” FRENTE A LA FRUSTRADA INTERNA DE 1985 DEL PARTIDO JUSTICIALISTA EN TANDIL
JUAN PABLO FOSSATI
Instituto de Estudios Histórico-Sociales
Facultad de Ciencias Humanas - Universidad del Centro de la provincia de Buenos Aires
Tandil, Buenos Aires
Argentina
PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,
Año 17, N° 33, pp. 109-144
Enero-Junio de 2024
ISSN 1853-7723
Fecha de recepción: 11/12/2023 - Fecha de aceptación: 06/05/2024
Resumen
El Partido Justicialista (PJ) de la provincia de Buenos Aires había convocado a elecciones internas con el objeto de renovar sus autoridades en agosto de 1985. Sin embargo, en abierto conflicto respecto a las listas presentadas para competir y a pocos días de los comicios, la convocatoria fue anulada por decisión del Consejo Nacional Justicialista. Este acontecimiento poco examinado por los textos que abordaron el fenómeno peronista en la década del ochenta, fue central para entender el porqué de la fractura del PJ bonaerense en la elección legislativa de noviembre del mismo año. En este artículo no buscamos solamente resaltar este evento, sino que procuramos analizar las tradiciones y las prácticas políticas ensayadas por los peronistas de cara a la frustrada interna partidaria en Tandil. En la previa de la suspensión electoral, los sectores “ortodoxos” y “renovadores” del justicialismo local se alistaron y emprendieron acciones para reclamar y disputar la representación de los afiliados. En este trabajo buscamos examinar que los diferenció en cuanto a los modos de “hacer” política en Tandil durante un momento de intensificación de la vida partidaria, como fue la frustrada elección interna de 1985.
Palabras Clave
Partido Justicialista; elección interna 1985; política interna; partido político; liderazgo político.
SIMILAR PRACTICES AND DISSIMILAR TRADITIONS OF "ORTHODOX" AND "RENOVATORS" IN THE FACE OF THE FRUSTRATED 1985 INTERNAL PARTY OF THE JUSTICIALIST PARTY IN TANDIL
Abstract
In August 1985, the Partido Justicialista (PJ) of the province of Buenos Aires had called for internal elections to renew its authorities. However, due to open conflict with the lists presented to complete, the call was annulled by decision of the National Justicialist Council a few days before the elections. This event, which has received little attention in the literature on Peronism in the 1980s, was pivotal in understanding the reasons behind the schism within the PJ of Buenos Aires in the November legislative election of that same year. In this article, we aim to highlight this event and analyze the political traditions and practices employed by Peronists to face of the internal party crisis in Tandil. Previous to the cancellation of the election, the "ortodoxos" and "renovadores” factions of the local Justicialist Party mobilized and undertook measures to claim and dispute the representation of the party affiliates. In this paper, we seek to examine what distinguished them in regards to their approaches to their pollical practices in Tandil during a period of heightened party activity, such as the 1985 internal election.
Keywords
Justicialist Party; 1985 Internal Election; Internal Politics; Political Party; Political Leadership.
PRÁCTICAS SEMEJANTES Y TRADICIONES DISIMILES DE “ORTODOXOS” Y “RENOVADORES” FRENTE A LA FRUSTRADA INTERNA DE 1985 DEL PARTIDO JUSTICIALISTA EN TANDIL
Introducción
El presente artículo analiza la tradición política y las prácticas ensayadas por los dirigentes peronistas que se prepararon para competir en la elección interna de 1985 del Partido Justicialista en Tandil. En aquella ocasión se debía elegir autoridades provinciales, distritales y delegados al congreso de partido, sin embargo, poco antes de la fecha estipulada la votación fue anulada por decisión del Consejo Nacional Justicialista. Esta resolución impidió que las tensiones existentes en el justicialismo bonaerense y local se canalizaran por dentro de la estructura del partido. El efecto fue que quienes vieron frustrados sus deseos de participar en las elecciones internas determinaron competir por fuera del Partido Justicialista (en adelante PJ) en las legislativas del mismo año
Pese a no concretarse la elección partidaria los sectores internos igualmente se alistaron para participar, esto significó que emplearon acciones con el objetivo de disputar la conducción de la estructura orgánica. Por lo tanto, los peronistas hicieron numerosas reuniones partidarias, seleccionaron candidatos y realizaron campañas proselitistas en pos de obtener la representación de los afiliados. Este momento es considerado como parte del tiempo de la política (Palmeira, 2003) esto es, cuando la dinámica interna adquiere mayor intensidad y los sectores en confrontación son claramente reconocibles y llevan a cabo acciones para imponerse unos a otros. En este texto se propone analizar las prácticas políticas ensayadas por los dirigentes tandilenses de cara a la elección interna de 1985. Así, se pretende examinar los modos de “hacer” política del sector “ortodoxo” y “renovador” en esta instancia de intensificación política. Asimismo, se tiene en cuenta la reivindicación que hicieron los peronistas de diferentes elementos de la tradición política para justificar sus acciones y decisiones durante el enfrentamiento interno.
Respecto de las producciones académicas que estudiaron el PJ en el periodo, se destacan investigaciones que examinaron las transformaciones hacia el interior de la coalición dominante, los cambios en torno a las reglas organizativas y la capacidad de adaptación del partido al ambiente exterior. En estos textos se ha señalado que durante la década del ochenta el sindicalismo fue desplazado por los políticos de la conducción partidaria (Gutiérrez, 1998; Levitsky, 2005). En cuanto a la forma organizativa y las reglas, se subrayó que el ascenso de la Renovación Peronista a la dirección partidaria fue el mayor intento por institucionalizar el funcionamiento del PJ (Arias, 2004). En cambio, se consideró que el cuerpo orgánico logró institucionalizarse producto de la ausencia física de Juan Domingo Perón, esto habilitó una nueva forma de legitimación fundada en la masa de afiliados (Mustapic, 2002). De forma similar se sostuvo que la muerte del líder significó el eclipse de la “regla de gobierno” basada en las decisiones que en última instancia tomaba el mismo de Perón. En ausencia de este, los renovadores sepultaron la anterior “regla de gobierno” e impulsaron una nueva asentada en el voto directo de los afiliados (Cavarozzi, 2009).
A su vez, a partir del análisis del discurso y de los cambios identitarios que experimentó el justicialismo durante la reconstrucción democrática,[1] se afirmó que la Renovación Peronista regeneró la identidad política, la cual se redefinió a partir de la alteridad forjada hacia el interior del partido con la “ortodoxia” y el exterior con el alfonsinismo (Carlés, 2001). También se describió la renovación representada en Cafiero como promotora de un proyecto político que buscaba recuperar la mayoría perdida y guiada “por la idea”, logrando introducir reformas que dotaron de mayor democracia interna al PJ (Altamirano, 2004).
Pero el estudio más sistemático sobre la organización partidaria fue la compilación de Marcela Ferrari y Virginia Mellado (2016) de nuevo casos subnacionales. Allí, cuestionaron los pares dicotómicos y homogéneos como “ortodoxos”- “renovadores”, “sindicalistas”- “políticos” y “autoritarios”- “democráticos”, los cuales fueron utilizados para describir el peronismo de la época. En cambio, las experiencias subnacionales exhibieron una amplia heterogeneidad en cuanto a la composición de la dirigencia peronista, lo cual demostró el inconveniente de los pares dicotómicos para explicar el posicionamiento de los actores en la vida partidaria. Respecto de la introducción del voto directo para designar autoridades y candidatos, los trabajos reunidos en la compilación expusieron que correspondía a un intento por democratizar el partido, a la vez, señalaron que estos cambios en las reglas orgánicas exhibieron un uso instrumental por parte de los dirigentes que buscaron sostener o remover a la conducción partidaria. Sobre la corriente renovadora en la provincia de Buenos Aires, mostraron que se conformó con la participación de un vasto grupo de dirigentes que adhirieron a la necesidad de democratizar el partido, en parte por convicción y parte porque entendían que era la forma de desplazar al oficialismo partidario (Ferrari, 2016a).
El acontecimiento que se recupera en este artículo fue ignorado por la mayoría de las producciones historiográficas. Sin embargo, analizarlo permite comprender la división posterior del PJ bonaerense en la elección legislativa de noviembre de 1985. Así lo recordó en uno de sus libros Antonio Cafiero: “como en la provincia de Buenos Aires Herminio Iglesias anuló las elecciones internas que estaban fijadas para el 25 de agosto, no me quedó otra opción que presentarme por fuera del PJ” (Cafiero, 2011:407). De modo similar, el dirigente renovador Manuel Torres resaltó el hecho como puntapié de la corriente renovadora: “se inicia en Buenos Aires, cuando se nos niega la posibilidad de ejercer el voto directo del partido, al suspender las elecciones” (Gordillo y Lavagno, 1987, p.145).
Entonces, la anulación de los comicios internos del justicialismo bonaerense fue lo que provocó la competencia de dos listas peronistas en la legislativa de 1985. Una de ella fue el Frente Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI) y la otra el Frente para la Justicia, Democracia y Participación (FREJUDEPA). La primera respondía al sector liderado por el titular del partido, Iglesias, y la segunda representaba a la oposición interna que reclamaba por la renovación de nombres y métodos partidarios, la cual germinó de un vasto abanico de dirigentes y más tarde halló en Cafiero el principal exponente. En segundo orden, atender a esta elección en el espacio local posibilita conocer a un conjunto de actores partidarios regionales que también colaboraron en la construcción y promoción de las corrientes internas. En este sentido, procuramos distinguir el papel que tuvieron las segundas y terceras líneas en la vida partidaria bonaerense y que también fueron resaltadas en la compilación de Ferrari y Mellado (2016). Además, compartimos la idea que ubica a los líderes nacionales de la renovación en papeles secundarios durante los primeros momentos de oposición a la “ortodoxia” (Meler, 2019). Por ello, consideramos que examinar a los actores partidarios que intervinieron en espacios locales permite reconocer a otros dirigentes que también tuvieron roles destacados en la dinámica interna del partido.
Y en último lugar, el objetivo es analizar y comparar las prácticas políticas de los dirigentes que conformaron los dos principales sectores internos del justicialismo. En este sentido, se procura observar si estos grupos en franca “lucha por el espacio” (Ferrari, 2007) y que se presentaban incompatibles en sus discursos, se diferenciaron al momento de prepararse para competir por la conducción del PJ en Tandil. Los trabajos existentes se concentraron en la disputa por el control del órgano partidario y por la composición de la dirigencia, pero no en examinar y comparar los modos de “hacer” política que pusieron en práctica “ortodoxos” y “renovadores”. Según la literatura, la Renovación Peronista introdujo una nueva “regla de gobierno” basada en la legitimidad de los afiliados (Mustapic, 2002; Cavarozzi, 2009), esta iniciativa guiada por “la idea” (Altamirano, 2004) o por la lucha por el espacio (Ferrari, 2007)o por una coexistencia de ambas (Ferrari, 2016a; Ferrari, 2016b),invita a pensar que los “renovadores” habrían empleado prácticas políticas más “democráticas” o plurales al momento tomar decisiones relevantes, como podría ser la selección candidatos. En cambio, el sector “ortodoxo” se habría caracterizado por realizar prácticas menos “democráticas” o, como indicaron las acusaciones de los “renovadores” -muchas veces reproducidas en los textos académicos-, plagadas de trampas fraudulentas. Nuestra hipótesis es que pese a la discrepancia que enunciaron los actores, tanto “ortodoxos” como “renovadores” ensayaron un repertorio de prácticas políticas comunes. Por lo tanto, sostenemos que estos sectores no se diferenciaron en los modos de “hacer” política, pero sí apelaron a elementos disímiles de la –difusa- tradición política para justificar sus acciones en la disputa partidaria.
Para poner a prueba esta hipótesis analizamos las prácticas políticas de los justicialistas en Tandil. El universo local permite advertir con mayor precisión quiénes fueron los dirigentes al frente de los sectores internos y, en especial, observar y comparar las acciones de “ortodoxos” y “renovadores”. De este modo, reparamos en las reuniones partidarias, la selección de candidatos y en la campaña proselitista que llevaron a cabo. Asimismo, reconocemos la posibilidad que brinda el análisis local para captar las relaciones y tramas que configuraron la dinámica política de los dirigentes y sectores articulados por el PJ local (Serna y Pons, 2002). Además, el distrito de Tandil se caracterizó por albergar liderazgos que lograron extender su influencia más allá de la frontera local. En cuanto a los "renovadores" locales, se destacaron por su temprano reclamo de voto directo para elegir autoridades partidarias y cargos electivos, y por conformar el grupo opositor a Iglesias en el orden provincial. A su vez, se distinguieron por ganar la elección legislativa de 1985 y luego la intendencia en 1987, en una zona de la provincia donde la Unión Cívica Radical (en adelante UCR) triunfó en la mayoría de los distritos.[2] Asimismo, Luis María Macaya, el líder de la corriente renovadora local tuvo un rol importante en la provincia de Buenos Aires, inclusive, fue electo vicegobernador en 1987 cuando acompañó a Cafiero en la fórmula. Teniendo en cuento estas particularidades del lugar es que consideramos el espacio local como terreno de producción de lo político (Aelo, 2010), aunque sin desatender la relación con los otros niveles donde los dirigentes también actuaron.
Para realizar esta investigación relevamos los diarios comerciales de Tandil: El Eco de Tandil y Nueva Era. A través de estos periódicos reconstruimos la dinámica política del justicialismo durante el periodo y recogimos datos sobre las prácticas políticas realizadas por los dirigentes y sectores que dinamizaron el partido local. A su vez, para narrar lo referido al PJ relevamos un diario de tirada nacional como La Nación y utilizamos la bibliografía que investigó la temática. Además, se examinó el semanario del sector renovador, La Palabra, del cual se extrajo información de composición de la dirigencia tandilense y sobre el comportamiento de los dirigentes durante reuniones partidarias, selección de candidatos y actos proselitistas. También se entrevistó a dirigentes con el objeto reconstruir su actividad en el partido e indagar en los modos de “hacer” política, a su vez, también se recogieron testimonios de mujeres que participaron de la reorganización de la Rama Femenina durante 1984.
Para pensar nuestro problema reparamos en la propuesta de Julio Melón Pirro y Nicolás Quiroga (2014) sobre de la tradición partidaria, las prácticas políticas y las modalidades organizativas que emplearon los peronistas en distintas épocas y lugares. Se comparte la idea de que en determinados momentos partidarios los dirigentes acuden a un repertorio de acciones comunes que se articulan y se resignifican en objetivos y prácticas nuevas. Este repertorio habría ido construyendo una borrosa tradición política, la cual se formó menos por una ideología definida y más por rituales y prácticas. (Melón Pirro, Quiroga y Ladeuix, 2009). En este sentido, reconocemos que la interna anulada de 1985 fue uno de esos momentos en los cuales “ortodoxos” y “renovadores” recurrieron a los modos de “hacer” política que formaban parte del repertorio de prácticas al que aluden Melón Pirro y Quiroga. Además, en gran medida la actividad política de los dirigentes que analizamos comenzó en etapas previas al periodo aquí estudiado. Por lo tanto, pensamos que acudieron a formas conocidas para seleccionar candidatos, llevar adelante la campaña proselitista, emitir comunicados, abrir unidades básicas y estructurar grupos que reclamaran tipos particulares de representación, jerarquías y afinidades (Melón Pirro y Quiroga, 2014). Asimismo, utilizamos el concepto de vida partidaria de Quiroga (2011, 2012, 2014, 2015), el cual se aleja de definiciones taxativas de partido y posibilita el análisis de diversas prácticas políticas articuladas en el PJ o sus organismos supralocales.
En primer lugar, se reconstruye el justicialismo tandilense desde la reorganización iniciada a finales de 1982, asimismo, se presentan los principales dirigentes y sectores que integraron la vida partidaria hasta 1985. En la segunda parte, se describen las prácticas políticas que ensayaron los “ortodoxos” y “renovadores” locales de cara a la frustrada elección interna. Por último, se comparan tales prácticas y se analiza a qué elementos de la tradición política acudieron los sectores internos para justificar sus acciones en la lucha partidaria.
El escenario previo a la frustrada elección interna de 1985
Con el desenlace de la guerra en las Islas Malvinas la Junta Militar que gobernaba el país desde marzo de 1976 entró en su etapa de descomposición. En este contexto, la salida democrática se convirtió en una alternativa posible y los partidos políticos se prepararon para recobrar sus actividades. En agosto de 1982 el gobierno militar fijó un cronograma electoral, en él se establecía que todas las fuerzas políticas debían normalizar sus estructuras partidarias para participar en las futuras elecciones.
En Tandil este proceso giró alrededor de la figura de Francisco Vistalli, quien contaba con una dilataba trayectoria en la vida partidaria justicialista y para entonces había transitado por numerosos cargos partidarios y públicos. En su biografía política se destaca su paso entre abril y agosto de 1944 como comisionado municipal; más tarde, con la emergencia del peronismo se afilió al Partido Peronista, aunque su papel no fue preponderante en la etapa inicial (Gayol, Melón, Roig, 1988). Pero para la primera mitad de la década de 1960 se convirtió en un hombre central dentro del justicialismo, esto le permitió integrar el consejo partidario bonaerense y ser electo diputado provincial en 1965 (Marcilese, 2023). En la década siguiente, fue candidato a consejero en el orden provincial durante el tortuoso proceso de reorganización del PJ bonaerense iniciado en 1972 de aquel año (Ladeuix, 2014).[3] En simultáneo a la labor política, Vistalli fue reconocido en la comunidad por ser el director del diario Actividades y dirigente de numerosas entidades deportivas y civiles de la ciudad, cosa que lo dotaba de un prestigio y reconocimiento más allá de su actividad partidaria. [4]
Para finales de 1982 Vistalli fue nombrado como interventor partidario de la quinta sección electoral por la Junta Reorganizadora del PJ bonaerense, mientras que, en Tandil, el triunvirato a cargo de la reorganización estuvo integrado por personas cercanas al interventor seccional.[5] Las reuniones se realizaban en la sede del partido, inmueble que pertenecía al mismo Vistalli. Allí, asistían dirigentes de diversas extracciones y trayectorias con el propósito de preparar a las fuerzas peronistas para participar de las próximas elecciones de octubre de 1983. Pero antes, y como lo indicaba el estatuto sancionado por el gobierno militar, el PJ debía normalizase y elegir a sus autoridades.[6]
El 14 de agosto de 1983 el justicialismo bonaerense y el tandilense escogieron mediante el voto directo de los afiliados a consejeros provinciales y consejeros de distritos. En el plano local se impuso por una amplia ventaja la lista Azul Unidad 9 de julio, la cual iba encabezada por el propio Vistalli y adhería a la corriente liderada por Iglesias en el orden provincial. La lista conformada por Vistalli supo reunir a un conglomerado amplio de sectores internos; allí estuvieron agrupados gremialistas de la Confederación General del Trabajo República Argentina (CGT RA) locales, peronistas de larga trayectoria y dirigentes jóvenes que se habían incorporado durante la reorganización partidaria. De este modo lo expresaba uno de los dirigentes que integraba este sector:
Esta agrupación está formada por el viejo y nuevo peronismo que ha trabajado durante largos años y que hoy sale a luz convertido en un cúmulo de actos y proyectos … ha incluido a los hombres con sabiduría, de la generación intermedia y que también incluyen a los jóvenes se lanzan desde esta agrupación … aceptamos, sin beneficio de inventario la conducción natural del movimiento peronista tandilense, personificada en el compañero Francisco Vistalli, como síntesis del peronismo histórico. [7]
Sin embargo, la lista conformada por Vistalli no fue la única que compitió en las elecciones internas de agosto. En segundo lugar, aunque muy lejos en votos, quedó la lista representada por referentes del Movimiento de Unidad, Solidaridad y Organización (MUSO) y otros dirigentes que adherían a la candidatura a presidente de Raúl Matera.[8]
Luego de la elección interna el justicialismo llevó adelante diferentes acciones proselitistas de cara a la elección del octubre de 1983. El desenlace de los comicios en el ámbito local coincidió con la derrota del PJ ante la UCR en el espacio provincial y el nacional. Aunque en la elección para intendente municipal los justicialistas tandilenses cosecharon mayor adhesión, en ese orden fueron derrotados por apenas 794 votos de un total de 51.946 votos emitidos.[9]
La derrota produjo un cimbronazo y desazón en el conjunto de los peronistas. En Tandil, los días siguientes a la elección fueron de gran agitación, así, se sucedieron asambleas de afiliados que estaban a mitad de camino entre la participación orgánica y la espontánea.[10] En estas congregaciones se exigió la renuncia de las autoridades de Consejo de distrito que habían sido electas en agosto último, como también, de los dirigentes que habían asumido en los cargos legislativos locales y provinciales. Con el correr de los días estas propuestas se disiparon, aunque el documento que circuló en la prensa como resultado de las asambleas reclamó por la remoción completa de los dirigentes integrantes del Consejo Nacional y del Provincial, los cuales eran señalados como responsables del revés electoral.[11]
Detrás de esta última propuesta estaba un sector que había integrado la lista Azul, este conformaba el Consejo de distrito y ocupaba la mayoría de las bancas justicialistas en el Concejo Deliberante de Tandil. Se trataba del grupo liderado por Macaya, quien convocó a dirigentes que carecían de participación partidaria relevante en la etapa democrática anterior al golpe militar, la mayoría de estos se incorporaron de manera decisiva con la reorganización iniciada en 1982.[12] Respecto del documento que reclamaba la remoción de las autoridades partidarias nacionales y provinciales, Vistalli, titular del PJ en Tandil, no adhirió ni firmó el documento que exigía las renuncias. Esto implicó que pese al resultado electoral y los reclamos del grupo liderado por Macaya, Vistalli se mantuvo alineado con Lorenzo Miguel e Iglesias, vicepresidente primero del PJ y presidente del PJ bonaerense respectivamente.[13]
Los eventos que ocurrieron en los días siguientes a la derrota demostraron una situación disonante entre los sectores que habían conformado la lista Azul en las últimas internas. Sobre todo, el asunto del documento expedido por el grupo de Macayay la negativa por parte de Vistalli de legitimar con su firma el pedido de renuncias significaban una fisura dentro del justicialismo tandilense. Para la primera mitad de 1984 la fisura se convirtió en una fractura irremediable. En mayo del mismo año, el sector de Macaya abrió un local partidario denominado la Casa Peronista, este espacio aspiraba a convertirse en el hogar del justicialismo tandilense en detrimento de la sede oficial de Vistalli.[14] Asimismo, el sector agrupado en la Casa Peronista comenzó a editar su semanario denominado La Palabra, órgano de difusión donde los "renovadores" tandilenses vertían sus opiniones e ideas respecto a la vida interna del justicialismo. Para entonces, las críticas al titular del PJ de Tandil eran cada vez más habituales en las páginas del semanario.
Otro hecho significativo de 1984 fue la reorganización de la Rama Femenina. Entre los últimos días de mayo y los primeros de junio María Estela Martínez de Perón visitó el país por segunda vez desde el retorno democrático. Durante su estadía, Isabel mantuvo varios cónclaves con dirigentes justicialistas y con el presidente Alfonsín, con este último firmó el Acuerdo de Convivencia Institucional.[15] A su vez, la señora del líder creó el Comando Superior del Movimiento Nacional Justicialista, un cuerpo plagado de figuras afines a Isabel y que funcionó en simultáneo al Consejo Nacional del PJ.[16] Antes de retirarse a España, la expresidente le encomendó al nuevo órgano la reorganización de la Rama Femenina. En Tandil las mujeres peronistas venían desde hacía meses organizándose y reclamando por mayor participación en las decisiones del partido. Las nuevas directrices permitieron acelerar el proceso que habíase iniciado antes de la llegada de Isabel.[17]
Cada distrito debía elegir tres mujeres con mandato provisorio para promover tareas de adoctrinamiento y la realización de un censo de mujeres peronistas. Además, este triunvirato tendría la misión de representar al distrito en la sección electoral correspondiente. En Tandil se conformó una comisión de cinco mujeres para organizar y llevar adelante la nominación de las representantes locales. Luego de varias reuniones, en agosto de 1984 se realizó una elección para elegir a las mujeres que formarían parte del triunvirato de la Rama Femenina local.
El resultado de la votación arrojó una amplia victoria para la lista asociada a la Casa Peronista, mientras que en segundo lugar quedó la vinculada con conducción local del PJ. Así, el triunvirato local que representó a las mujeres peronistas quedó integrado por Mabis González, Adela Castronovo y Nora Chiacchio. Este enfrentamiento por la dirección de la Rama Femenina significó un indicio más de la ruptura entre los sectores habían integrado la lista Azul el año anterior. [18]
A su vez, la dinámica interna del PJ bonaerense incidió en la división de del justicialismo en Tandil. El año 1984 estuvo plagado tensiones y conflictos internos entre el sector liderado por Iglesias y los disidentes que intentaban desplazarlo. Una de las razones del enfrentamiento era la caducidad del mandato de Iglesias: según él, este debía concluir el 30 de octubre de 1985, mientras que sus adversarios sostenían que terminaba un año antes (Ferrari, 2016a; Meler, 2019). Ambos sectores se referían a distintos artículos de la Carta Orgánica del partido para justificar su posición; nunca hubo acuerdo entre las partes. Lo cierto es que para el polo opositor el mandato de Iglesias concluía el 30 octubre de 1984, por tanto, de allí en adelante lo desconocieron como presidente del PJ bonaerense. Este conflicto se plasmó en distintos congresos partidarios que se realizaron durante 1984. Pero los opositores a Iglesias nunca tuvieron éxito en los reiterados intentos por desplazarlo de la conducción del partido.[19]
La dinámica interna del justicialismo provincial profundizó la división en el PJ local. A Tandil le correspondieron tres congresales provinciales, los cuales eran Juan Estanga, Vistalli y Macaya. Los dos primeros respondieron a los intereses de Iglesias cada vez que fue necesario, mientras que el tercero formó parte y organizó la disidencia al presidente del partido provincial. Entonces, la disonancia entre el sector de Vistalli y el agrupado en la Casa Peronista no solo respondía a elementos locales, sino a también a lealtades, indisciplinas y alineamientos dispares dentro del PJ bonaerense.
Para el día 15 de diciembre de 1984 el Consejo Nacional convocó a un Congreso Nacional. Una semana antes Iglesias por intermedio del Congreso Provincial modificó la nómina de congresales nacionales correspondiente a Buenos Aires. [20] De esta manera, la mayoría de sus opositores perdieron su condición de delegados, por tanto, cuando quisieron ingresar al Congreso Nacional realizado en el teatro Odeón de la Capital Federal se les negó la participación. Este conflicto más el descontento de diez jefes provinciales con la conducción nacional provocó que un número significativo de congresales se retirasen del recinto.[21] Pese a esto, el congreso continuó en sesión y nombró a Isabel Perón en el cargo de presidente, José María Vernet, vicepresidente primero, Lorenzo vicepresidente segundo, e Iglesias secretario general como nuevas autoridades.[22]
Poco después, el 2 de febrero en Río Hondo, provincia de Santiago del Estero, quienes se retiraron del teatro Odeón se convocaron en un nuevo Congreso Nacional. Allí, designaron a una conducción partidaria a cargo de Isabel Perón como presidente, Oraldo Britos como vicepresidente primero, el sindicalista Roberto García, vicepresidente segundo, Olga Rituour de Flores vicepresidente tercero y José de la Sota como secretario general. Además, determinaron la intervención del PJ de la provincia de Buenos Aires, la cual estaría a cargo de Luis Salim. Esta medida no fue aceptada, ni reconocida por Iglesias, de tal modo que en los siguientes meses el conflicto interno proliferó en el plano político y judicial. [23]
En esta coyuntura crítica dónde el justicialismo tenía dos conducciones paralelas, Iglesias declaró que convocaría a elecciones internas en el PJ bonaerense (Meler, 2019).[24] Esto era lo que también esperaban los disidentes bonaerenses del interventor riohondista. De tal modo, parecía que por distintos caminos se convocaría a elecciones para renovar autoridades provinciales. Sin embargo, no significaba lo mismo que la organización de los comicios quedara en manos de Iglesias o del interventor. La diferencia radicaba en cómo se conformaría la junta electoral, el órgano que convocaba a los comicios y tenía la tarea de actuar de veedor y fiscalizador del proceso eleccionario.
Esta disyuntiva se resolvió cuando el juzgado federal con competencia electoral ubicado en La Plata, a cargo de Manuel Blanco, declaró nula la intervención partidaria del Congreso de Río Hondo.[25] Entonces, el Consejo Provincial dirigido por Iglesias llamó a elecciones para el 25 de agosto de 1985. Los miembros de la junta electoral fueron electos por el Congreso Provincial, una instancia donde las fuerzas de Iglesias eran mayoritarias.[26]
La frustrada elección interna del PJ bonaerense, una mirada desde Tandil
Con la contienda partidaria estipulada para el 25 de agosto de 1985, los actores que conformaron la vida partidaria iniciaron actividades políticas con la finalidad de obtener la representación de los afiliados peronistas. En esta ocasión se debía designar a través del voto directo a integrantes de Consejo de distrito correspondiente a cada municipio, a dos consejeros por sección electoral para luego formar el Consejo Provincial y a congresales provinciales.
El sector de Vistalli se renombró Doctrina y Trabajo, y durante el mes junio se congregaron dirigentes de varios distritos de la quinta sección electoral en Tandil. En este encuentro el líder local ofició de anfitrión y contó con la participación de los consejeros provinciales leales a Iglesias: Teodoro García y Miguel Landín. En la reunión se resolvió la creación de una comisión de acción política con la potestad de deliberar y seleccionar a los candidatos partidarios y electivos de la sección. Además, durante el encuentro se sucedieron varios discursos que aludieron a la idea de “unidad” entre los peronistas. Pese a esto, los disidentes “renovadores” dentro del partido fueron foco de numerosas críticas. La más reiterada se basó en acusar de divisionista a los miembros de la Casa Peronista, en cambio, se resaltaban las acciones propias como fieles a la doctrina justicialista. De esta manera lo afirmaba Vistalli en la reunión:
… acá está reunido el peronismo que nunca se apartó de la doctrina ni de Perón; acá están los trabajadores quienes hacen triunfar las banderas justicialistas y no están los que, empleando metodología y frasecitas de Marx o Lenin, pretenden “renovar” el peronismo para dividirlo y despedazarlo.[27]
De este encuentro también participaron dirigentes que integraban el Consejo del PJ de Tandil, estos eran quienes sostenían a Vistalli en el cargo de presidente. Otra acción empleada por este sector fue la inauguración de dos nuevas unidades básicas, una en María Ignacia Vela y la otra en Gardey, ambas localidades pertenecientes al distrito de Tandil. Esta acción respondía a la necesidad de contrarrestar a la Casa Peronista en esas dos ciudades vecinas.[28]
Para principios del mes de agosto, Doctrina y Trabajo presentó la nómina de candidatos para el Consejo de partido local. Vistalli encabezó la lista como presidente, como vicepresidente lo acompañó el titular del gremio de camioneros Estanga y como secretario general se ubicaba Roberto Ciappa, quien mantenía ese cargo desde agosto de 1983.[29] Este sector iba enrolado en la lista Unidad color Azul ligada a Iglesias en el orden provincial. Pese a la caracterización que los miembros de la Casa Peronista se encargaron de difundir sobre Vistalli y su equipo – en alusión a sus modos caudillistas y poco democráticos- la presentación de la lista, la apertura de dos unidades básicas y las demás las acciones realizadas de cara a la elección demuestran la pretensión de este sector por competir en las elecciones internas.
Respecto de las actividades que promovieron los dirigentes de la Casa Peronista, al igual que su oponente local este sector efectuó encuentros provinciales y seccionales para organizar a la fuerza opositora a Iglesias. La principal reunión se llevó a cabo en Mar del Plata, en la cual participaron dirigentes de todas las secciones electorales. Allí, se nombró una mesa colegiada de cinco nombres para estructurar a este sector en una sola lista interna. Los electos para integrar este cuerpo fueron Cafiero, Eduardo Duhalde, Jesús González, Roberto Navarro y el tandilense Macaya.[30]
En simultáneo, los principales referentes de la Casa Peronista realizaron actos proselitistas en distintos puntos de Tandil. Incluso, anunciaron la apertura de una unidad básica en el barrio "Las ranas".[31] En la mayoría de estos eventos los oradores insistían en la necesidad de hacer valer el voto de los afiliados y se presentaban como los verdaderos peronistas que mediante la renovación del movimiento recuperarían la mayoría perdida.
Este sector conformó la lista Blanca denominada Renovación y Unidad. Los candidatos a Consejo de distrito fueron Macaya como presidente, Nicolás Pizzorno como vicepresidente y Roberto Mouilleron como secretario general. Además, Macaya fue candidato a consejero provincial por la quinta sección electoral junto al sindicalista marplatense Roque Di Caprio. La lista Blanca era la confluencia de diversos sectores que se habían opuesto a la conducción de Iglesias desde mediados de 1984.[32]
Luego de que la publicación de los candidatos de la lista Blanca, trascendió a través de la prensa la indignación del MUSO local por no ocupar ningún espacio en la nómina. Este sector estaba alineado con Cafiero y asistía con frecuencia a las instancias provinciales donde se edificaba la oposición a Iglesia. Con su exclusión de la lista no pudieron representar en el nivel local a su referente provincial. De allí, el reproche público que hicieron en contra de la Casa Peronista por no incluirlos en la lista.[33]
En el orden provincial se presentaron tres listas: la Azul impulsada por Iglesias, la Blanca por Cafiero y la Marrón por Eduardo Setti (Meler, 2019).[34] No obstante, la Junta electoral presidida por Carlos Sorrentino solo avaló la lista promovida por Iglesias, el argumento era, que solo la Azul alcanzó el número de avales correspondiente al diez por ciento del padrón electoral.[35] Ante esta resolución la lista Blanca denunció la no validez de la impugnación de su lista y caracterizó como fraudulento al procedimiento de la Junta electoral.[36] Mientras los integrantes de la lista Azul celebraron ser los únicos habilitados para los comicios, los referentes de la Blanca señalaron que participarían del acto electoral del 25 de agosto pese a la resolución de la Junta electoral. La situación alcanzó una conflictividad que parecía no tener retorno.
Un mes antes de la fecha estipulada para la elección se produjo un tercer Congreso Nacional “de unidad” en la ciudad de Santa Rosa, provincia de La Pampa. En esta cita sectores que habían impulsado la reunión en Río Hondo acordaron la reunificación del PJ con la conducción erigida en el Odeón. Allí, las autoridades electas fueron Isabel Perón como presidente, Vicente Saadi como vicepresidente primero, Jorge Triaca como vicepresidente segundo, Alberto Rodríguez Saá vicepresidente tercero e Iglesias como secretario general (Meler, 2019).[37] De este modo, la esperanza que había despertado el congreso de Río Hondo para los “renovadores” se disipaba luego de las resoluciones tomadas en Santa Rosa.
El nuevo Consejo Nacional estableció la intervención del PJ bonaerense a cargo de una junta formada por Anibal Sotullo, Lucio Otegui, Hugo Curto y Esperanza Reguera. En principio este cuerpo colegiado estaría a cargo de confeccionar las listas de cargos electivos para las próximas votaciones legislativas, por ende, no se entrometería en el proceso en marcha para definir una nueva conducción partidaria.[38] Pero a raíz de la situación generada por las listas aceptadas e impugnadas para los comicios provinciales, la junta interventora anuló las elecciones internas.[39] Esta decisión contó con el respaldo del Consejo Nacional, que intentó dirimir el enfrentamiento con la promoción de una lista de unidad entre ambos sectores para las elecciones legislativas venideras.[40]
En Tandil, la derogación de los comicios generó distintas reacciones que provocaron el aumento de la tensión interna. Pocos días después Vistalli fue designado como interventor del PJ en Tandil, esto lo colocaba en una posición dominante en cuanto a la confección de la lista de concejales para la elección legislativa del 3 noviembre.[41] Ante esto, la Casa Peronista rechazó la intervención, exclamó por la realización de las elecciones del 25 de agosto y desestimó todo tipo de acuerdo.[42]
La tensa situación llegó a un punto de no retorno entre el sector liderado por Iglesias y sus contrincantes. Por tanto, de cara al vencimiento de plazos para presentar nóminas de candidatos para las legislativas de noviembre de 1985, la lista “Renovación y Unidad” decidió competir por fuera del PJ. El sector de la Casa Peronista apoyó esta decisión luego de realizar una asamblea entre afiliados y simpatizantes.[43] En un acto proselitista Pizzorno lo había adelantado:
…si no nos dan las internas formamos un frente y nos expresaremos en él, si así lo definen los afiliados en una asamblea, pero que no digan que nos vamos, lo que haremos es usar herramienta distinta a la que quieren usar los mariscales de la derrota. Nosotros usaremos el canal de expresión donde el afiliado se sienta representado y con un proyecto político que lo exprese como conjunto.[44]
La lista blanca conformó el FREJUDEPA junto a la Democracia Cristiana y otros partidos. En la vereda opuesta, se reeditó (FREJULI), en esta oportunidad sin la densidad que había tenido cuando Perón accedió a la tercera presidencia; ahora, la alianza era entre el sector oficial del PJ bonaerense, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), el Frente de Izquierda Popular (FIP) y otros partidos menores (Ferrari, 2016a).[45] El resultado de la elección en la provincia de Buenos Aires le dio el triunfo UCR, pero en la interna que exteriorizó el justicialismo, el FREJUDEPA superó con el 27% al FREJULI que obtuvo 10% (Ferrari, 2016a). En el orden local los “renovadores” no solo se impusieron por amplio margen ante los “ortodoxos”, sino que alcanzaron la victoria electoral dejando en segundo lugar a la UCR.[46]
Prácticas políticas semejantes y reivindicaciones dispares de la tradición peronista
Hemos reconstruido la dinámica política del PJ en Tandil en los años previos a la elección anulada de 1985. A su vez, señalamos los hechos que evidenciaron la ruptura entre los grupos que integraron la lista Azul Unidad 9 de julio en 1983. Por último, describimos las prácticas políticas de los dirigentes de Doctrina y Trabajo y de la Casa Peronista de cara a los comicios de agosto de 1985. A continuación, se examinan y comparan los modos de “hacer” política que emplearon los sectores internos que reclamaban para sí la representación de los afiliados. Con esto, pretendemos indagar si a la hora de alistarse para competir en las elecciones existieron prácticas políticas diferenciadas entre “ortodoxos” y “renovadores”.
Siguiendo la idea de Melón Pirro y Quiroga (2014) se atiende a las prácticas empleadas por los peronistas a instancias de conformar una organización que les permita participar en elecciones y estructurar una fuerza política que reclame por tipos particulares de representación, jerarquías y afinidades. Pues, a esto se dedicaron los sectores que pretendieron a asistir a la interna partidaria, pero esta panoplia de acciones no fue ajena a los modos de “hacer” conocidos y asimilados por los dirigentes peronistas.
En el análisis del tiempo de la política (Palmeira, 2003), tanto Doctrina y Trabajo como la Casa Peronista emplearon acciones semejantes. Ambos grupos impulsaron y participaron de reuniones provinciales y seccionales con la finalidad de estructurar diversas fuerzas en una sola lista. A su vez, los dos desarrollaron actividades proselitistas en unidades básicas, inclusive, propiciaron la apertura de estos espacios durante campaña. En cuanto a la selección de candidatos tampoco se observaron grandes disparidades. Se podría señalar como más horizontales y plurales las instancias de decisión de la Casa Peronista, dado que realizaron asambleas de afiliados. Pero como se indicó más arriba, el reclamo público que hicieron los dirigentes del MUSO local sobre la exclusión de la lista Blanca, en manos de la Casa Peronista, invita dudar del grado de deliberación y pluralidad que tuvieron tales asambleas.
El sector “renovador” acusó de “no democráticas” a las prácticas ensayadas por Doctrina y Trabajo, y este grupo señaló de “divisionista y poco doctrinarias” a las de la Casa Peronista, pese a estas imputaciones de los actores partidarios, las acciones políticas se asimilaron entre ambos sectores. Se observa que los modos de conducta de “ortodoxos” y “renovadores” se asemejaron al momento de competir por la representación política. Así, los dos sectores internos locales revitalizaron el repertorio de prácticas políticas sedimentadas y conocidas por los peronistas.
No obstante, existió un rasgo disonante en la comparación, este se relaciona con la diferente elección y ponderación que hicieron ambos sectores de los elementos de la tradición política. Esto se observa en los nombres que llevaron las nóminas de candidatos justicialistas para el orden provincial y local. La lista que promovió Vistalli se denominó “Unidad”, una clara reivindicación ante los adversarios acusados de “divisionistas”. La apelación a la “unidad” era un concepto utilizado con frecuencia por parte de los dirigentes, esta idea significaba aglutinar a las disgregadas fuerzas peronistas en una estructura que permitiera lograr mayor espacio de representación política. Pues, era lo que estaba en juego en las próximas elecciones legislativas, por lo tanto, para albergar las mayores posibilidades electorales la “unidad” debía prevalecer ante las divisiones domésticas. Además, se trataba de la conducta dictaminada por el Congreso Nacional realizado en Santa Rosa, donde se procedió a la reunificaron de las dos conducciones emergidas en el Odeón y en Río Hondo.
En el nombre de la lista Blanca que conformó la Casa Peronista también estuvo la palabra “Unidad”. Entonces, los renovadores locales no eran tan “divisionistas” como habían sido acusados por los “ortodoxos”. Sin embargo, previo al término “Unidad” la lista contenía el concepto “Renovación”, esto significaba que antes de la unidad habría que atravesar un proceso de renovación partidaria. Lo que implicaba convalidar los títulos obtenidos, es decir, elegir mediante el voto directo de los afiliados a nuevas autoridades partidarias y candidatos para ocupar cargos electivos en las próximas elecciones. Este reclamo era expresado de la siguiente manera por Mario Pedersoli, un dirigente renovador de Tandil
… bregaremos incansablemente para que la unidad del Movimiento Nacional se defina en elecciones cristalinas, donde todos revalidemos nuestros títulos y donde ningún peronista por más antigüedad que tenga pretenda hacer valer sus influencias para practicar un amiguismo que en la mayoría de los casos se desconecta de la verdadera tradición y pensamiento peronista.[47]
Esta demanda era denominada por la Casa Peronista como la “renovación de la metodología” o como la estructuración del partido “de abajo hacia arriba”.
En este sentido, la modalidad organizativa que la lista Blanca promovía era la que Mustapic (2002) y Cavarozzi (2009) definieron como la “nueva regla” de gobierno que asumió el PJ para tomar sus decisiones durante la reconstrucción democrática. Ambos autores reconocieron que ante la ausencia de Perón, quien tenía bajo su control las decisiones finales, se dio paso a una “nueva regla” legitimada en la masa de los afiliados. Desde este punto de vista, la desaparición física del líder habría habilitado una “nueva regla” de gobierno, la cual rigió como precepto de las prácticas políticas que reclamaron y desarrollaron los peronistas en este periodo.
Se podría aceptar esta idea para explicar la modalidad organizativa que reclamaron los “renovadores”. Sin embargo, en concordancia con la historiografía que investigó el partido peronista en periodos anteriores, sabemos que el polo carismático convivió con el polo democrático.[48] De acuerdo con lo anterior, la nueva regla que habría guiado la conducta de los peronistas en la década del ochenta no gozaba de plena novedad. Incluso, la idea de organizar el partido “de abajo hacia arriba” había sido puesta en práctica en la primera etapa de vida partidaria. Y poco después, a mediados de los años sesenta era reclamada por una facción interna que compitió por el control del partido.[49] Entonces, la “nueva regla” fundada en la legitimidad de los afiliados formaba parte de la tradición política de los peronistas desde hacía años. Además, se debe agregar que, según la carta orgánica del justicialismo bonaerense, la conformación del Consejo de distrito se mantuvo siempre mediante elección directa de los afiliados.
En suma, en los nombres “Unidad” y “Renovación y Unidad” se observa la ponderación y la elección que cada sector hizo de diferentes sedimentos de la tradición política. Mientras la lista Azul recurrió a la “unidad” para transitar los próximos desafíos que el PJ debía enfrentar, la Blanca ponderó otro elemento de la tradición que se sintetizaba en el concepto de “renovación”. Este último no implicó una innovación en los modos de “hacer”, dado que había estado presente en épocas previas y perduró en el espacio local. En todo caso, podría afirmase que fue una reivindicación y una revitalización de un antiguo elemento de la tradición traducido en una práctica, el cual fue resignificado en nuevo contexto caracterizado por la ausencia de un liderazgo con consenso suficiente, la primera derrota en elecciones libres, la disputa con el sector “ortodoxo” y el clima de reconstrucción democrática.
Pero, ¿por qué el sector de la Casa Peronista priorizó la “renovación” por sobre la “unidad” dentro de la tradición política? En el periodo analizado se evidenció que, mediante la reorganización partidaria iniciada luego de Malvinas, emergió una nueva generación de dirigentes liderada por Macaya. Luego de la derrota de 1983 este grupo comenzó a realizar acciones para desplazar del partido al jefe histórico de justicialismo tandilense. De este modo, el conflicto en el espacio local se tradujo entre los recién incorporados a la vida partidaria y los dirigentes de larga trayectoria. Este clivaje coexistió solapado con la dinámica del PJ bonaerense, la cual ayudó a delinear la alineación e identidad de los sectores internos del PJ en Tandil. En sintonía con lo planteado por Ferrari y Mellado (2016), se considera que la adhesión a la “renovación” de nombres y métodos que promocionó la Casa Peronista fue un instrumento seductor y dúctil para los dirigentes que confrontaron con los “ortodoxos” en el seno del partido. Así, para la nueva generación de dirigentes tandilenses que ocupaban una posición subordinada, participar, impulsar e integrar la Renovación Peronista les permitió enfrentar a los rivales locales que albergaban una larga trayectoria partidaria (Ferrari, 2016a; Ferrari, 2016b; Ferrari y Mellado, 2020).
Palabras finales
Con este artículo recuperamos un episodio escasamente analizado en los textos académicos como fue la anulada elección interna del PJ en la provincia de Buenos Aires. Insistimos en la relevancia de este acontecimiento para comprender la división que se concretó para la elección legislativa de noviembre de 1985, donde participaron dos listas peronistas. A su vez, examinar cómo se prepararon los justicialistas en Tandil –con intervenciones a nivel regional y provincial- para competir en los comicios, permitió conocer a otros dirigentes que también contribuyeron en el desarrollo las corrientes internas de la vida partidaria.
También se procuró observar las prácticas políticas de los dirigentes en Tandil que se dispusieron a participar de la elección interna. Sobre lo expuesto se puede sintetizar que, pese a que “ortodoxos” y “renovadores” en Tandil se presentaron inconciliables en sus alocuciones, el análisis y la comparación de las prácticas políticas de cara a la elección interna demostró que los dos sectores se comportaron de forma similar. Sin embargo, para justificar su posición en la interna seleccionaron y ponderaron elementos diferentes de la tradición política peronista, esto se evidenció en las denominaciones de las listas presentadas. Entonces, si las prácticas políticas no actuaron como mecanismos divisorios entre los sectores locales del partido, sostenemos que fue la lucha por el control del partido entre los recién llegados y los antiguos dirigentes, sumada al diferente alineamiento partidario a nivel provincial, lo que explica el enfrentamiento entre “ortodoxos” y “renovadores” del PJ en Tandil. Por tanto, reforzamos la idea que la adhesión a la Renovación Peronistas por parte de ciertos dirigentes respondió a una estrategia para desplazar al oficialismo partidario (Ferrari, 2016a; Ferrari, 2016b; Ferrari y Mellado, 2016).
Asimismo, la observación de la dinámica política justicialista en Tandil posibilitó tensionar algunas representaciones reiteradas sobre la “ortodoxia” y la “renovación”. Como vimos, los primeros se prepararon para participar de la interna a nivel local y en ningún momento objetaron la elección como mecanismo para designar autoridades partidarias. A su vez, los segundos, habitualmente presentados como más “democráticos”, fueron recriminados por el MUSO tandilense de ser poco plurales cuando controlaron la confección de la lista “Renovación y Unidad”. Por ende, esto matiza la idea que los “renovadores” fueron más “democráticos” en su conducta y que los “ortodoxos” solo acudieron al fraude y la violencia para controlar los recursos partidarios.
A continuación, procuramos problematizar si, al igual que en Tandil, fue la lucha por el espacio lo que determinó la división interna en el orden provincial. En principio, si solo consideramos la disputa por el poder político quizás la respuesta sea sí. Ahora bien, si atendemos a otros aspectos para examinar lo que diferenció a “ortodoxos” y “renovadores” podríamos combinar con otras explicaciones. Desde el análisis local podemos aseverar que en las prácticas políticas no se hallaron las causales principales de lo que separó a estos dos sectores. Quizás más que los modos de “hacer” política y la lucha por el control de órgano partidario, lo que también estaba en juego entre “ortodoxos” y “renovadores” era la decodificación e interpretación de la tradición política del peronismo. De este modo, podría recuperarse la noción de “lucha por la idea” (Altamirano, 2004) pero no para asociarla únicamente a las formas organizativas y reglas partidarias, sino con el sentido y significado que debía cobrar el movimiento peronista en la nueva coyuntura. En otras palabras, la “lucha por la idea” no se traducía únicamente en la introducción de métodos que habilitasen la elección de autoridades y cargos electivos por la vía directa, sino que se expresaba en la interpretación que los dirigentes hacían del contexto y la propuesta de orientación futura del peronismo que esgrimían.[50] También acordamos sobre la preponderancia que albergó la lucha interna: como afirmó Ferrari, ganada “la lucha por el espacio”, “solo ella permitió avanzar en la lucha por la idea” (2007, p. 25). Entonces, podría pensarse que para los dirigentes la finalidad no solo fue controlar el órgano partidario, sino imponer su idea sobre el sentido, el significado y la orientación que debía tomar el peronismo en esta nueva era.
Siguiendo con lo anterior, podría decirse que el enfrentamiento significaba una disputa por el sentido que debía cobrar el “ser peronista” en una etapa caracterizada por la ausencia de Perón y la primera derrota en elecciones libres, ante una UCR que comprendió mejor la Argentina de la reconstrucción democrática. Para seguir indagando en esta clave, los trabajos de Mariana Garzón Roge (2021) podrían ser una herramienta fértil. Según la investigadora, a los peronistas de la primera hora les preocupaba demostrar y legitimar su condición de peronistas, en los ochenta podría haber ocurrido algo similar, pero ahora al compás de identidades facciosas que se disputaban por el significado de lo que implicaba ser un “verdadero peronista” y por la orientación que debía asumir el partido. Tanto los “ortodoxos” como los “renovadores” todo el tiempo reclamaron mediante distintas estrategias ser los únicos intérpretes del legado de Perón. Los primeros cuando abogaban que eran el “peronismo que nunca se apartó de la doctrina, ni de Perón" y los segundos cuando apelaban a la idea de “Perón dijo: mi único heredero es el pueblo. Sobre esa base construiremos un verdadero peronismo. El pueblo peronista es quien deberá conducir, el que gana lleva adelante las ideas y el que pierde acompaña a los dirigentes que conducirán”.[51] Por lo tanto, sostenemos que este asunto del “ser peronista” también habría operado en el principal enfrentamiento que caracterizó al justicialismo durante buena parte de periodo.
Para finalizar, desde análisis en Tandil afirmamos que las diferencias entre los sectores internos no residieron en las prácticas políticas. Pero sí en otros aspectos que podrían estar presentes en la definición que brindó Cafiero sobre la Renovación Peronista: “El cambio de personas, de metodologías, de actualización doctrinaria y autocrítica forman las bases de lo que podemos decir que es la renovación” (Gordillo y Lavagno, 1987, p.16). Podría traducirse que el cambio de personas se denominó la “lucha por el espacio”(Ferrari, 2007) , que la metodología para asegurar la participación directa de los afiliados se nombró como la “nueva regla” de gobierno (Mustapic, 2002; Cavarozzi, 2009), y la autocrítica yactualización doctrinaria sería la “lucha por la idea” (Altamirano, 2004) y lo que aquí llamamos la revisión del significado del “ser peronista”, mientras se atravesaba una época signada por la ausencia de Perón y la búsqueda de mayor competitividad electoral para recuperar la mayoría perdida.[52] Entonces, el nuevo escenario de reflexión sobre la orientación futura del movimiento habilitó la reivindicación, resignificación y revitalización de antiguos elementos de la tradición política del peronismo. Por tanto, esta operación se convirtió en una acción válida para la justificar las prácticas políticas en la inédita y conflictiva situación que atravesaron los peronistas durante la reconstrucción democrática.
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[1] Utilizamos el concepto de reconstrucción democrática propuesto por Marcela Ferrari y Mónica Gordillo (2015) dado que se diferencia de las visiones que perciben a este proceso como un lugar de arribo hacia la consolidación democrática. Asimismo, porque se despega de un enfoque estrictamente institucional y amplía la mirada hacia los partidos políticos, movimientos sociales y pugnas de clase, y también porque reconoce la existencia de tensiones, conflictos y consensos entre los actores durante el proceso de reconstrucción democrática.
[2] Junta electoral de la provincia de Buenos Aires, recuperado de https://www.juntaelectoral.gba.gov.ar/mapa-provincia-bsas.php
[3]Nueva Era, 8 de junio de 1989; El Eco de Tandil, 5 de junio de 1972.
[4]Nueva Era, 6 de junio de 1989; El Eco de Tandil, 3 de agosto de 1999.
[5]Nueva Era, 13 de agosto de 1983.
[6]Nueva Era, 1 de marzo de 1983.
[7]Nueva Era, 9 de agosto de 1983.
[8]Nueva Era, 18 y 22 de julio, 15 de agosto de 1983; El Eco de Tandil de agosto de 1983.
[9] Junta electoral de la provincia de Buenos Aires, recuperado de https://www.juntaelectoral.gba.gov.ar/resultados/1983111.pdf
[10]El Eco de Tandil, 5,8 y 11 de noviembre de 1983; Nueva Era, 8 de noviembre de 1983.
[11]El Eco de Tandil, 9 de noviembre y 10 de diciembre de 1983; Nueva Era, 8 de noviembre de 1983.
[12] Hasta entonces ninguno había ocupado cargos partidarios en Tandil, no obstante, varios de ellos militaron en Capital Federal y el Gran Buenos Aires entre finales de los años sesenta y principios de los setenta.
[13]El Eco de Tandil, 12 diciembre de 1984.
[14]Nueva Era, 26 de mayo de 1985.
[15]La Nación, 22, 23, 24 y 28 de mayo y 8 de junio de 1984.
[16]El Eco de Tandil, 8 de junio de 1984; La Nación, 9 de junio de 1984.
[17]El Eco de Tandil, 12 de julio de 1984; La Palabra n° 32, 1984.
[18]Nueva Era, 20 de agosto de 1984; El Eco de Tandil, 30 de agosto de 1984. La reorganización de la Rama Femenino continuó hasta constituir autoridades provinciales. Según las fuentes observadas, en noviembre de 1984 se eligió a Titulares: Nelly Bety Cobain (sexta sección); Gladys Zamponi (segunda sección); Ana María Rusa (octava sección), Suplentes: Adela Castronovo (quinta sección); Nélida Varela (séptima sección); Jorgelina Bibiloni (cuarta sección). Según la crónica, en la primera y la tercera sección el conflicto interno impidió la selección de representantes para el Consejo Provincial (El Eco de Tandil, 6 de noviembre de 1984; La Palabra, n° 49, 1984 p. 10). Sin embargo, en una entrevista realizada a Castronovo, contó que entre las representantes de las secciones electorales del interior bonaerense acordaron para ubicarse en los principales cargos y dejar afuera a las mujeres de las secciones del Gran Buenos Aires.
[19]El Eco de Tandil, 26 de junio, 6 y 29 de octubre y 6 de diciembre de 1984; Nueva Era, 12 de mayo y 25 de junio de 1984; La Palabra, n° 30, 1983, n°48, 1984.
[20]La Nación, 8 y 9 de diciembre de 1984.
[21]La Nación, 15 de diciembre de 1984.
[22]La Nación, 16 y 17 de diciembre de 1984; Nueva Era, 17 de diciembre de 1984.
[23]La Nación, 1, 2 y de febrero de 1985; El Eco de Tandil, 5 y 12 de febrero de 1982.
[24]El Eco De Tandil, 14 de febrero de 1985; Nueva Era, 22 de febrero de 1985.
[25]Nueva Era, 22 de marzo de 1985.
[26]Nueva Era, 21 de junio de 1985; El Eco de Tandil, 21 de junio de 1985.
[27]El Eco de Tandil, 10 de junio de 1985.
[28]El Eco de Tandil, 5 y 13 de agosto de 1985.
[29]El Eco de Tandil, 2 de agosto de 1985.
[30]El Eco de Tandil, 20 de junio de 1985; La Palabra, n° 82, 1985.
[31]El Eco de Tandil, 19 de agosto de 1985.
[32]El Eco de Tandil, 30 de julio y 7 de agosto de 1985; Nueva Era, 31 de julio de 1985.
[33]El Eco de Tandil, 8 de agosto de 1985.
[34]La Nación, 3 y 5 de agosto de 1985; Nueva Era, 3 de agosto de 1985; El Eco de Tandil, 3 de agosto de 1985.
[35]La Nación, 7 de agosto de 1985; Nueva Era, 6 de agosto de 1985.
[36]El Eco de Tandil, 7 de agosto de 1985; La Palabra, n° 87, 1985.
[37]Nueva Era, 8 de julio de 1985.
[38]La Nación, 2 de agosto de 1985; El Eco de Tandil, 2 de agosto de 1985.
[39]La Nación, 9 y 11 de agosto de 1985; El Eco de Tandil, 9 y 13 de agosto de 1985.
[40]La Nación, 21 de agosto de 1985; Nueva Era, 12 de agosto de 1985.
[41]El Eco de Tandil, 17 de agosto de 1985; Nueva Era, 17 de agosto de 1985.
[42]Nueva Era, 10 de agosto de 1985; El Eco de Tandil, 24 de agosto de 1985.
[43]El Eco de Tandil, 26 de julio de 1985; Nueva Era, 26 de julio de 1985.
[44]La Palabra, n° 89, 1985.
[45] La Nación, 22 y 24 de agosto de 1985.
[46] Acta de resultados electorales 1985, Junta electoral de la provincia de Buenos Aires, recuperado de: https://www.juntaelectoral.gba.gov.ar/resultados/poranio/1985.pdf.
[47]El Eco de Tandil, 19 de junio de 1985.
[48] Véase Mackinnon, M. (2002).
[49] Oscar Aelo (2016) detalla que en la primera organización del Partido Peronista, según la carta orgánica de 1947, los peronistas estructuraron su fuerza en una dirección de “abajo hacia arriba”. Asimismo, José Marcilese (2017; 2023) narra la lucha entre facciones en el Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires entre los años 1965 y 1966. Allí, señala que el sector interno denominado “vandorista”, rechazaba las digitaciones “desde arriba”, y en cambio reclamaba por la estructuración del partido de “abajo hacia arriba”.
[50] Para pensar que la “lucha por la idea” no solo se expresó en las formas organizativas, es interesante el testimonio dirigente renovador tandilense Rubén Sentís, quien mencionó “que la doctrina si debe cambiar, actualizarse. Producirse definitivamente el trasvasamiento generacional y sin perder la esencia ideológica, modernizar la doctrina y ubicarse en el país de hoy y aquí o nos superan los tiempos” (El Eco de Tandil, 9 de mayo de 1986). Antes, el renovador local Mario Perdersoli había expresado que la ortodoxa se desconectó de la “verdadera tradición y pensamiento peronista” (El Eco de Tandil, 19 de junio de 1985) Asimismo, también es interesante lo señalado por el sindicalista renovador Roberto García acerca de las diferencias entre “ortodoxos” y “renovadores”: “esta división pasó esencialmente por lo metodológico. Se inició así. Pero hablar de que solo es la metodología lo que no se separa es un argumento que sirve para no profundizar, no sobre la identidad de la doctrina, pero sí del uso que cada uno hace de esa doctrina” (Gordillo y Lavagno, 1987).
[51] La primera oración fue dicha por el “ortodoxo” e histórico líder del peronismo tandilense, Francisco Vistalli y la segunda por el dirigente renovador e intendente entre 1987-1991, Nicolás Pizzorno. El Eco de Tandil, 10 de junio y 6 de noviembre de 1985.
[52] También fue el mismo Altamirano (2017) quien expresó que la experiencia renovadora, entre otras cosas, significó devolver al peronismo una competitividad apta para los nuevos tiempos. A su vez, la idea de mayoría perdida se desprende de un libro, publicado en 1985, donde Cordeu, Mercado y Sosa indagaron sobre las razones de la derrota electoral del peronismo.