Silvina Cormick (ed.). Mujeres intelectuales en América Latina. Buenos Aires: SB, 2022, 290 pp. 

Por Paula Bruno

Grupo de Estudios sobre Mujeres y Sociedad en América Latina,

Universidad Torcuato Di Tella

Buenos Aires, Argentina

 

PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,

Año 16, N° 31, pp. 298-300

Enero- Junio de 2023

ISSN 1853-7723

 

 

En la introducción de esta obra, la editora señala que “el presente libro se propone abordar la participación de las mujeres intelectuales en la vida pública de América Latina entre finales del siglo XIX y mediados del XX” (p. 17). Explicita, también, que el libro fue concebido como un complemento de la Historia de los intelectuales dirigida hace unos años por Carlos Altamirano y publicada en dos tomos en 2008 y 2011 (p. 16). Algunas de las plumas convocadas, de hecho, ya han escrito en ese proyecto colectivo, como Jorge Myers, Maria Alice Rezende de Carvalho, Rafael Rojas, Heloísa Pontes, y el prologuista de la obra aquí reseñada, Claudio Lomnitz. El libro parece tener así un objetivo preciso: hacer visible una parte del panorama de la vida letrada latinoamericana e ilustrar (vocablo utilizado por la editora, p. 19) por medio de trayectorias e ideas de mujeres facetas de la vida pública de la región.

Con estas premisas e intenciones, en el título del libro se recorta con claridad el objeto “mujeres intelectuales” y se ofrece, a lo largo de los capítulos, una galería de semblanzas de las siguientes figuras: Cecilia Grierson (a cargo de Flavia Fiorucci), Paulina Luisi (estudiada por Inés de Torres), Carmen Lyra (contribución de Dennis Arias Mora), Gabriela Mistral (abordada por Silvina Cormick), María Rosa Olivier (capítulo de Cecilia Macón), Amalia de Castillo Ledón (aporte de Gabriela Cano), Nahui Olin (Dina Comisarenco Mirkin), Blanca Luz Brum (firmado por Jorge Myers), Nydia Lamarque (estudiada por Laura Prado Acosta), Mirta Aguirre (texto de Rafael Rojas), Zélia Gattai (presentada por Maria Alice Rezende de Carvalho), Gilda de Mello e Souza y Victoria Ocampo (comparadas por Heloísa Pontes).

A diferencia de otros libros, como Mujeres intelectuales: feminismos y liberación en América Latina y el Caribe (antología compilada por Alejandra de Santiago Guzmán, Editha Caballero Borja y Gabriela González Ortuña en 2017 y publicada por Clacso en acceso abierto), el libro no pone el énfasis en recuperar voces latinoamericanas “silenciadas” o poco conocidas. Tampoco intenta mostrar elencos de mujeres que se inscriban en franjas culturales específicas (la vida artística, la cultura de izquierdas, por ejemplo). A su vez, no replica modelos que han dado frutos en otras geografías para pensar en agrupamientos de mujeres asociadas a un quehacer, como el del ya clásico libro de Rita Levi Montalcini sobre las mujeres de la ciencia titulado Las pioneras. Presenta, en cambio, perfiles de mujeres intelectuales que revelan algunos aspectos de la vida intelectual desde fines del siglo XIX y en el transcurso del siglo XX.

Al leerlo, se podrán, entonces, encontrar casos que permiten visualizar grandes temas que cuentan ya con décadas de desarrollo en el campo de la historia de las mujeres, como la participación pública y política de las mujeres, los caminos zigzagueantes de algunas profesiones que requerían formación universitaria, las formas de ruptura o continuidad con los mandatos familiares y sociales preconcebidos, las estrategias de posicionamiento en el campo literario o artístico, las intervenciones ante coyunturas revolucionarias o bélicas, entre otros.

En la obra se detecta una preferencia en el estudio de mujeres intelectuales asociadas a la cultura de izquierdas -antiimperialistas, comunistas, socialistas- y a ciertas perspectivas progresistas -sufragistas, mujeres comprometidas con la liberación de las costumbres-. Quizás pueda pensarse en otro volumen que recoja voces de mujeres que tuvieron formas de intervención en la vida intelectual más asociadas a otras franjas, muy diversas entre sí, como, por ejemplo, intelectuales “conservadoras” o afrodescendientes.

Por último, considero que el libro propicia debates y diálogos sobre dos cuestiones. En primer lugar, si las trayectorias aquí presentadas – y sustentadas en excelentes investigaciones- suman nuevas preguntas para analizar los panoramas de la vida intelectual latinoamericana o refuerzan consensos ya conocidos. Como lectora, considero que abre nuevos interrogantes. Por ejemplo, se pueden pensar algunas trayectorias transnacionales de mujeres que pueden poner en jaque interpretaciones que responden a nacionalismos o regionalismos historiográficos. Complementariamente, se podrían interrogar estos itinerarios analizando los conflictos, disputas y competencias entre mujeres, evitando así visiones que naturalizan lazos de afinidad femeninos.

En segundo lugar, retomando las reflexiones de Linda Jerber, en Toward an Intellectual History of Women, invita a pensar cuándo y cómo se generan escenarios propicios para que comiencen a proliferar estudios sobre mujeres que atiendan a interrogantes generales y específicos en distintos contextos de la vida social, política y cultural. La publicación del libro aquí comentado -y de otros de los últimos años- sobre mujeres latinoamericanas invita a interrogarnos sobre el estado actual de los espacios académicos latinoamericanos -y de estudios latinoamericanistas- y las nuevas posibilidades de indagación sobre ciertos objetos de estudio y temas que hasta hace un tiempo parecían ausentes. Celebro, entonces, que libros como el editado por Silvina Cormick lleguen para propiciar diálogos y debates.