Francisco
Longa, Historia del Movimiento Evita. Buenos Aires: Siglo XXI Editores
Argentina, 2019, 264 pp.
Por Martín Birman Kerszenblat
ISSN 1853-7723
“Historia del Movimiento Evita...” es una obra del politólogo y Doctor en Ciencias
Sociales (U.B.A.), Francisco Longa. Este investigador del CONICET ha
concentrado sus estudios en la relación entre las organizaciones sociales y el
Estado. Para el abordaje de esta temática se vio favorecido por su trayectoria
en la militancia barrial.
Longa
dialoga con otros estudios que han analizado la incorporación del Movimiento
Evita al Estado durante los “gobiernos kirchneristas”. Entre ellos, un primer
grupo ha postulado que se trató de un proceso de “cooptación” y
“desmovilización” de los movimientos integrados. En este sentido, tanto para
Luis Oviedo, como para Beatriz Rajland y Raúl Zibechi, esta cooptación
implicaba el fin de la construcción de nuevas políticas desplegadas durante los
años noventa. Contra ellos, Longa sostiene que la falta de registros empíricos,
la postura normativa acerca de lo que un movimiento “debería ser”, y cierta
subestimación de la capacidad de decisión por parte de los movimientos
debilitan los argumentos de esos estudios. Un segundo grupo de trabajos ha
sugerido que la adhesión de los movimientos al Gobierno era fruto del
acompañamiento ideológico antes que de la obtención de recursos. Entre quienes
sostuvieron esto se encuentran, por ejemplo, Ana Natalucci y Marcelo Gómez.
Longa considera que, aunque se trata de enfoques más comprensivos que han
tenido en cuenta los argumentos esgrimidos por los protagonistas, por motivos
de recorte temporal no llegaron a contemplar el ciclo completo de la
integración de las organizaciones al kirchnerismo.
Su
hipótesis principal, entonces, puede resumirse como “ni tan cooptados, ni tan
autónomos” (p. 21). Así, el autor describe características de un movimiento
esquivo a las etiquetas. Longa presenta al Evita como una organización con penetración
en barrios populares, consolidada como fuerza parlamentaria y que se
caracteriza por la lejanía de las grandes discusiones ideológicas y la falta de
proyectos político-ideológicos sofisticados. De este modo, el libro estudia la
novedosa relación producida por el ingreso del Evita al Estado durante el
kirchnerismo -que se suele resumir como estar “de ambos lados del mostrador”
(p. 21) y aborda los horizontes ideológicos e identidades políticas de
militantes del movimiento. Aquí indaga sobre el lugar del Evita en el proyecto
kirchnerista, incluyendo la difícil relación con sus organizaciones y
dirigentes, el desarrollo de un proyecto propio y diferenciado y la
problemática relación de apoyo a cambio de recursos. En definitiva, explica la
“institucionalización en movimiento” (p. 128) de una organización que articula
acción barrial con poder estatal.
Esta
historización se sirve de observaciones y entrevistas en profundidad, así como
de sistematización de datos históricos. Longa se concentró en los cuadros
medios del movimiento, aunque también conversó con sus principales dirigentes.
Por su parte, las observaciones de campo se centraron en el desarrollo
territorial del Evita, dado que su “sector más numeroso y dinámico (...) es el
barrial (...) a la vez que resulta el más interesante para observar la
articulación con el Estado” (p. 24).
Esta
investigación empírica le permitió al autor comprobar la hipótesis de que la
entrada del Evita al Estado no puede ser catalogada como cooptación, ni como
fruto de una decisión autónoma. A su vez, sostiene que el movimiento continuó
en las calles, conformó de una agenda propia vinculada a la “economía popular”
y a denunciar la “violencia institucional”, desarrolló un “ethos” ligado a preservación de poder y encarnó lo que Michael
Lipsky llama “burocracia de calle”. El libro destaca la interdependencia entre
un Estado que no siempre logra hacer efectivas sus políticas y las
organizaciones sociales que requieren de recursos estatales para desarrollar
sus prácticas territoriales.
Historia del Movimiento Evita es una obra original, que da palabra a militantes,
pero a su vez la contrasta con observaciones y datos, rompiendo la linealidad
de los significados. De ese modo, el autor no habla por sobre los militantes,
ni toma sus dichos como pura realidad. Si algo se le puede objetar es la falta
de desarrollo sobre el devenir de otros movimientos sociales, que dificulta la
contrastación de los planteos realizados.
En suma, se trata de un aporte fundamental a diversas
temáticas actuales, como el abordaje del rol de las llamadas “burocracias
territoriales y sindicales” y las características de la presencia de los
movimientos sociales en “los dos lados del mostrador”, hecho de actualidad dada
la conformación reciente de un gremio de trabajadores/as de la Economía
Popular, y la presencia de muchos de sus cuadros en cargos gubernamentales de
la actual presidencia del Frente de Todos.