Miranda Lida y
Mariano Fabris (coords.), La revista Criterio y el siglo xx argentino.
Religión, cultura y política. Rosario: Prohistoria ediciones, 2019, 215 pp.
Por Sabrina Emilia Asquini
CONICET - Universidad de Buenos Aires.
Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani".
Buenos Aires, Argentina.
ISSN 1853-7723
A
principios del siglo XX, a contramano de los discursos que aún resonaban contra
la modernidad, el catolicismo argentino se fue adaptando a los tiempos que
corrían y lo hizo a través de la apropiación de diversos formatos de
organización y de comunicación. La revista Criterio y el
siglo XX argentino. Religión, cultura y política coordinado por Miranda
Lida y Mariano Fabris recorta una serie de problemas que ofrecen una vía de
ingreso para comprender históricamente el impacto de esta iniciativa. Desde
diversas perspectivas y periodizaciones, se aborda la trayectoria de una
revista central en la cultura católica argentina y en la historia política e
intelectual del país.
Recorrer
la historia de esta publicación desde sus orígenes en la década del veinte
hasta la recuperación democrática en los años ochenta, es una tarea ambiciosa
que aquí se realiza de manera efectiva. Sus autores, vale advertirlo, no han
pretendido abarcar todos los temas y aspectos que la revista desplegó en cada
etapa y en sus más de noventa años de circulación. Ante todo, se han propuesto
aportar a una historia del catolicismo argentino desde el estudio de una
empresa editorial original, cuya composición interna, formato, estilo y
preocupaciones se transformaron al ritmo de los principales cambios sociales,
políticos y religiosos. Así, Criterio
aparece como un actor complejo, que reflejó y motorizó una secularización
interna de la Iglesia, con márgenes variables de independencia respecto de la
jerarquía eclesiástica, interés en la pluralidad de voces y una reconocible
apertura a las teologías europeas.
Dirigida
a una elite intelectual de laicos y consagrados, se trató de un intento de
conciliación entre la alta cultura y el pensamiento católico. En su historia,
tuvo diversos elencos editoriales; los 9 artículos de este libro se detienen en
varios de ellos, su composición y principales características, como así también
en el ánimo y la actuación de sus principales directores, Atilio Dell´Oro
Maini, Gustavo Franceschi y Jorge Mejía. Asimismo, se explora el pasaje de
posiciones reaccionarias, nacionalistas y del integrismo católico a la
reconciliación —posterior a 1945— con los valores de la democracia occidental,
aunque no sin reservas. Queda, en cierto modo, implícita en los textos la
pregunta respecto de qué elementos representaron una ruptura con su espíritu
primigenio y cuáles, por el contrario, significaron continuidades.
Los
primeros dos trabajos estudian los orígenes de la revista: en línea con sus indagaciones previas sobre el nacionalismo,
Fernando Devoto recorre las principales características del grupo y proyecto
iniciales, sus alcances y limitaciones a partir de los objetivos que se
plantearon. Diego Mauro repasa la experiencia de la Universidad Católica
(1910-1922) y reconstruye el surgimiento de una nueva generación de
católicos fuertemente influenciados por la guerra y la Reforma Universitaria.
La década del treinta, momento central de la revista, es abordada íntegramente
por Olga Echeverría, quien da cuenta de los principales temas y polémicas
sostenidos en el semanario. La trayectoria de Franceschi —artífice de la
influencia que ganó Criterio— y la transformación de la revista en los
años cuarenta fue abordada por Lida. Sin dejar de hacer notar las continuidades
en el pensamiento de Franceschi, la autora identifica un quiebre en el año
1945, tras la derrota definitiva de los regímenes totalitarios europeos y el
ascenso del peronismo. En esa coyuntura, comienza el trabajo de José Zanca
sobre el lugar que Franceschi le dio a la nouvelle
théologie, las expectativas que generó en Criterio la convocatoria
al Concilio Vaticano II y su posición ante los conflictos que se abrieron en el
mundo católico latinoamericano a fines de los sesentas. Por su parte, María
Alejandra Bertolotto muestra en la sección de críticas de cine el
desdoblamiento entre una evaluación de los aspectos técnicos y estéticos,
específicos del campo artístico, y los aspectos religiosos y morales; y cómo
esto último se iría desdibujando. El periodo en que fue dirigida por Jorge
Mejía, representó, según muestra el trabajo de Sebastián Pattin, una transición
entre el catolicismo integral de principios de siglo y el contestatario de la
década del setenta. Asimismo, la renovación
religiosa que atravesaba la revista contrastó con un consolidado autoritarismo
político, lo que daba cuenta de la presencia de reticencias y desconfianzas
respecto de la instalación de una democracia pluralista. En la etapa siguiente,
Martín Vicente analiza el interés de esta misma redacción por las industrias
culturales y las nuevas teorías que intentaban interpretar los fenómenos
comunicativos masivos. Desafío que la revista asumió con el método de la
pluralidad de voces que la había caracterizado. Por último, Fabris estudia las
posturas de la revista durante la transición democrática respecto del pasado
reciente argentino y los procesos judiciales contra las juntas militares, el
llamado “destape”, la ley de divorcio y el congreso pedagógico, y observa un
alejamiento de la jerarquía y una búsqueda por reubicar a la Iglesia en el
marco de una sociedad plural.
El
libro está escrito esencialmente por especialistas en historia de la Iglesia,
vinculados en su mayoría a una importante renovación historiográfica en el
área. La obra propone una agenda de ejes y debates para construir un nuevo piso
común sobre el cual seguir edificando su historia. De un modo más general, esta
producción quizás debería ser entendida como parte de un incipiente proceso de
síntesis del campo.