Diego Castelfranco, Dios y libertad. Félix Frías y el surgimiento de una intelectualidad y un laicado católico en la Argentina del siglo XIX. Rosario: Prohistoria Ediciones, 2019, 384 pp.

Por Diego Mauro

CONICET / Universidad Nacional de Rosario (UNR)

Rosario, Argentina.

 

PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,

Año 13, N° 25, pp. 418-420

Enero- Junio de 2020

ISSN 1853-7723

 

 

 

Dios y libertad..., es una versión en formato libro de la tesis doctoral de Diego Castelfranco, defendida en la Universidad Nacional de General Sarmiento en 2018. Centrado en la vida de Félix Frías, el libro combina el registro biográfico –concebido en este caso como un "recurso" para adentrarse en la historia política del siglo XIX– con algunos de los recientes aportes de la historia intelectual. Tanto en lo que atañe a la dimensión sociológica –es decir, la reconstrucción de espacios de sociabilidad y redes de circulación de textos, escritos y personas– como al registro de los denominados "lenguajes políticos". Una perspectiva mucho más enunciada que efectivamente transitada en la historiografía argentina pero que en Dios y libertad...adquiere peso específico.

Castelfranco reconstruye la vida de Frías con el objetivo de desmenuzar y comprender principalmente dos procesos generales que hacen a la historia de la secularización y la Iglesia contemporánea. Por un lado, la crisis del régimen de cristiandad: su progresiva desarticulación y la consecuente emergencia de formas de modernidad religiosa, atendiendo sobre todo al plano de los lenguajes políticos, en especial el lugar del catolicismo y sus resignificaciones. Por otro, tomando distancia de la historiografía confesional, la emergencia de un laicado moderno y más específicamente el surgimiento de una suerte de "proto-intelectual católico". En este punto, Castelfranco no termina de tomar una decisión y siguiendo a Christophe Charle aporta argumentos a favor y en contra del uso del concepto, proponiendo un debate amplio en torno a diversas categorías factibles de ser empleadas en el caso de Frías: hombre de letras, publicista, escritor público, escritor católico, intelectual.

Asimismo, estos debates, se dan sobre el telón de fondo de una noción de secularización saludablemente alejada de las teorías "clásicas", concebida como un proceso múltiple de refundación de lo político por un lado (lo que Castelfranco presenta siguiendo a Elías Palti como el intento por dar respuesta a la incertidumbre voraz abierta por la revolución), y, por el otro, la reconfiguración de lo religioso. La dimensión más explorada desde la historia y la sociología de la secularización. Un registro en el que se hace notar con fuerza la influencia del trabajo de Jean Baubérot.

Sobre esta base teórica, el libro sigue con minuciosidad la progresiva ruptura de Frías con el lenguaje historicista de la generación del 37 y, a su vez, el creciente "reencuentro" con el catolicismo. Primero durante su estancia en Bolivia y Chile, en clave moderada, y luego, en Francia, ya en una perspectiva más ultramontana. De este modo, evitando los peligros de la "ilusión biográfica", Castelfranco nos presenta a un Frías cambiante: ni "esencialmente" católico, como en la historiografía confesional, ni absolutamente reaccionario, como en la visión "canónica" de Halperín Donghi y de algunos de sus contemporáneos. Capítulo a capítulo, el libro muestra cómo ese primer Frías vinculado a la generación del 37 se va transformando en el marco de influencias y desplazamientos. Si en un primer momento entiende que el cristianismo es la base del progreso y postula una suerte de democracia radical –en tanto Dios se expresaría en la voluntad del pueblo–, pronto esas ideas se van debilitando ante la popularidad de Rosas. A partir de los años cuarenta, Frías ya no concibe al pueblo como naturalmente preparado para la democracia y busca diferentes soluciones. En Chile cree encontrarlas en el clero. En Argentina, sin embargo, dado el vínculo con el rosismo, dicho camino resulta intransitable. Se recuesta entonces sobre la idea de una élite ilustrada entendida como un "actor externo" capaz de romper el círculo vicioso del despotismo. En Francia, frente al socialismo, Frías finalmente profundiza la ruptura con la idea de progreso, en la que comienza a ver el peligro del "exceso de civilización", y a reivindicar como salida el catolicismo romano y la figura del papa. Un giro que se da sobre la base del fortalecimiento de una antropología más pesimista, más agustiniana, y de un creciente apoyo al proceso de romanización en marcha. Aunque dichas ideas, como subraya con agudeza Castelfranco, adquieren formas más moderadas en Buenos Aires, empezando por una cuidada selección de los autores de referencia y la coexistencia de argumentos científicos, teológicos y políticos.

En conclusión, se trata de un libro novedoso en el que gracias al recorrido paciente y minucioso de una trayectoria puntual, Castelfranco logra aprehender algunas de las modulaciones atravesadas por los lenguajes políticos a lo largo del siglo XIX. Sin descuidar, además, la dimensión material de esos "lenguajes", mostrando en todo momento la compleja interacción entre conceptos, situaciones, tramas y escenarios.