Diego
Castelfranco, Dios y libertad. Félix Frías y el surgimiento de una
intelectualidad y un laicado católico en la Argentina del siglo XIX. Rosario:
Prohistoria Ediciones, 2019, 384 pp.
Por Diego Mauro
CONICET / Universidad
Nacional de Rosario (UNR)
Rosario, Argentina.
ISSN 1853-7723
Dios y libertad..., es una versión en formato libro de la tesis doctoral
de Diego Castelfranco, defendida en la Universidad Nacional de General
Sarmiento en 2018. Centrado en la vida de Félix Frías, el libro combina el
registro biográfico –concebido en este caso como un "recurso" para
adentrarse en la historia política del siglo XIX– con algunos de los recientes
aportes de la historia intelectual. Tanto en lo que atañe a la dimensión
sociológica –es decir, la reconstrucción de espacios de sociabilidad y redes de
circulación de textos, escritos y personas– como al registro de los denominados
"lenguajes políticos". Una perspectiva mucho más enunciada que
efectivamente transitada en la historiografía argentina pero que en Dios y
libertad...adquiere peso específico.
Castelfranco reconstruye la vida de Frías con el objetivo de desmenuzar
y comprender principalmente dos procesos generales que hacen a la historia de
la secularización y la Iglesia contemporánea. Por un lado, la crisis del
régimen de cristiandad: su progresiva desarticulación y la consecuente
emergencia de formas de modernidad religiosa, atendiendo sobre todo al plano de
los lenguajes políticos, en especial el lugar del catolicismo y sus
resignificaciones. Por otro, tomando distancia de la historiografía
confesional, la emergencia de un laicado moderno y más específicamente el surgimiento
de una suerte de "proto-intelectual católico". En este punto,
Castelfranco no termina de tomar una decisión y siguiendo a Christophe Charle
aporta argumentos a favor y en contra del uso del concepto, proponiendo un
debate amplio en torno a diversas categorías factibles de ser empleadas en el
caso de Frías: hombre de letras, publicista, escritor público, escritor
católico, intelectual.
Asimismo, estos debates, se dan sobre el telón de fondo de una noción de
secularización saludablemente alejada de las teorías "clásicas",
concebida como un proceso múltiple de refundación de lo político por un lado
(lo que Castelfranco presenta siguiendo a Elías Palti como el intento por dar
respuesta a la incertidumbre voraz abierta por la revolución), y, por el otro, la
reconfiguración de lo religioso. La dimensión más explorada desde la historia y
la sociología de la secularización. Un registro en el que se hace notar con
fuerza la influencia del trabajo de Jean Baubérot.
Sobre esta base teórica, el libro sigue con minuciosidad la progresiva
ruptura de Frías con el lenguaje historicista de la generación del 37 y, a su
vez, el creciente "reencuentro" con el catolicismo. Primero durante
su estancia en Bolivia y Chile, en clave moderada, y luego, en Francia, ya en
una perspectiva más ultramontana. De este modo, evitando los peligros de la
"ilusión biográfica", Castelfranco nos presenta a un Frías cambiante:
ni "esencialmente" católico, como en la historiografía confesional,
ni absolutamente reaccionario, como en la visión "canónica" de
Halperín Donghi y de algunos de sus contemporáneos. Capítulo a capítulo, el
libro muestra cómo ese primer Frías vinculado a la generación del 37 se va
transformando en el marco de influencias y desplazamientos. Si en un primer momento
entiende que el cristianismo es la base del progreso y postula una suerte de
democracia radical –en tanto Dios se expresaría en la voluntad del pueblo–,
pronto esas ideas se van debilitando ante la popularidad de Rosas. A partir de
los años cuarenta, Frías ya no concibe al pueblo como naturalmente preparado
para la democracia y busca diferentes soluciones. En Chile cree encontrarlas en
el clero. En Argentina, sin embargo, dado el vínculo con el rosismo, dicho
camino resulta intransitable. Se recuesta entonces sobre la idea de una élite
ilustrada entendida como un "actor externo" capaz de romper el
círculo vicioso del despotismo. En Francia, frente al socialismo, Frías
finalmente profundiza la ruptura con la idea de progreso, en la que comienza a
ver el peligro del "exceso de civilización", y a reivindicar como
salida el catolicismo romano y la figura del papa. Un giro que se da sobre la
base del fortalecimiento de una antropología más pesimista, más agustiniana, y
de un creciente apoyo al proceso de romanización en marcha. Aunque dichas
ideas, como subraya con agudeza Castelfranco, adquieren formas más moderadas en
Buenos Aires, empezando por una cuidada selección de los autores de referencia
y la coexistencia de argumentos científicos, teológicos y políticos.
En conclusión, se trata de un libro novedoso en el que gracias al
recorrido paciente y minucioso de una trayectoria puntual, Castelfranco logra
aprehender algunas de las modulaciones atravesadas por los lenguajes políticos
a lo largo del siglo XIX. Sin descuidar, además, la dimensión material de esos
"lenguajes", mostrando en todo momento la compleja interacción entre
conceptos, situaciones, tramas y escenarios.