BRUNO, PAULA, VIDA
INTELECTUAL Y DIPLOMACIA, MARTÍN GARCÍA MÉROU. BUENOS AIRES: UNIVERSIDAD
NACIONAL DE QUILMES, 2019, 211 PP.
Por JUAN PABLO FASANO
Universidad de Buenos
Aires,
Buenos Aires, Argentina
ISSN 1853-7723
El libro de Paula Bruno capitaliza toda la experiencia de la autora en
torno a esa compleja trama intelectual canonizada como “generación del ‘80” para
adentrarse en la trayectoria de una figura de segunda línea de esa
constelación: Martín García Mérou. Tradicionalmente evocado en su faceta de
crítico literario, Bruno recorre el conjunto de su variopinta producción para
rescatar la mirada acaso oblicua que, sobre una serie de preocupaciones de su
generación, García Mérou lanzó desde ese lugar algo secundario de la escena
intelectual criolla del fin-de-siècle. En efecto, aún sin llegar al juicio
despectivo de Viñas que Bruno no deja de evocar, forzoso es reconocer que
García Mérou no ocupó el centro de la escena intelectual (ni porteña, ni
americana, ni en sus distintos destinos), aunque tampoco dejó de cosechar el
interés y los elogios de sus contemporáneos. Bruno rescata sobre la trama de
ese paisaje conocido una peculiaridad que la peripecia vital de García Mérou le
impuso a su obra, a saber: el impacto de su vida diplomática sobre su
producción.
El trabajo de Bruno, que prologa una selección realizada por la misma
autora de fragmentos del escritor, crítico y diplomático, recorre una serie de
nudos temáticos, combinando una relectura de la literatura disponible sobre el
período y sus avatares intelectuales centrada en la figura del escritor, un
recorrido por la obra édita de García Mérou y una exploración combinada de los
documentos (particularmente, correspondencia) del Archivo del Ministerio de
Relaciones Exteriores y Culto.
Los nudos temáticos construidos por la autora son tres: las miradas y
estudios sobre las dinámicas culturales de las naciones americanas, su
cartografía de la vida intelectual argentina en esa misma clave con la que
analizó las extranjeras y finalmente, los análisis de García Mérou sobre la
reconfiguración del escenario geopolítico americano y sus ecos en la vida
intelectual en el cambio de siglo.
Sin duda, su tránsito por Colombia y Venezuela como secretario de Cané
-que plasmó la misma experiencia en su más célebre En viaje- y sus largos
destinos en Brasil y los Estados Unidos resultan mojones ineludibles a la hora
de delinear ese derrotero intelectual. En particular, su “Brasil intelectual” y
su lectura disonante -respecto de la mirada hegemónica en las élites de la
época- sobre los Estados Unidos y sus iniciativas panamericanas son las piezas
fuertes de las facetas de la trayectoria intelectual de García Mérou que Bruno
viene a subrayar. Ambos revelan cierta peculiaridad que, sin renegar de los
moldes del “clima de época” al que Viñas lo acusaba de adecuarse con una
eficacia esterilizante, hacen que la relectura de sus ensayos revista interés.
La lectura en tríptico de la trayectoria de García Mérou que Bruno
propone se nutre de las obras surgidas de la experiencia diplomática del
escritor para configurar el primero y el tercer momento. La pieza central, que
gira en torno a sus ensayos sobre la tradición intelectual local (Alberdi,
Sarmiento, Echeverría) y sobre la escena intelectual posterior al ‘80 (la
Revista de Derecho, Historia y Letras, la obra de Groussac, la de Estrada,
entre otros), ocupa en esta lectura el papel de anclaje vernáculo de las
indagaciones de García Mérou. Acaso por eso la faceta de escritor y el crítico,
a las que su nombre fue canónicamente ligado de la mano de sus Recuerdos
literarios, aparecen aquí sagazmente mitigadas.
En el fragmento correspondiente del ensayo inicial como en la
compilación en torno al primer eje, Bruno destaca la meticulosidad de la mirada
de García Mérou sobre las escenas intelectuales a la vez exóticas y
“americanas”. Entretanto, sobre los pasajes dedicados a la lectura del ascenso
de los Estados Unidos en el concierto finisecular de naciones, se aventura a
conjeturar una eventual marginación García Mérou en base a su mirada
complaciente respecto del papel preponderante que el gran país del norte
comenzaba entonces a reclamar para sí -T. Roosevelt y la guerra de Cuba
mediante-, a contracorriente de la posición oficial sostenida por los delegados
argentinos en las primeras Conferencias Panamericanas. Ello no obsta, de todos
modos, para que la autora rescate la puntillosa lectura de las realidades
continentales en las que García Mérou fundaba sus juicios.
El temprano deceso de García Mérou, a poco de arribar a la capital
alemana, impide elucubrar respecto de su eventual agudeza en la lectura de los
acontecimientos europeos en las vísperas de la Gran Guerra y, en tanto su
experiencia madrileña coincide con sus obras propiamente “literarias”, no
privilegiadas en la selección de Bruno, circunscribe el periplo intelectual de
García Mérou a su más rica faceta americana en sus vertientes nacional, hispánica
y anglosajona.
Bruno abre, a través del “rescate” de esa obra, un campo de exploración
de la vida intelectual que, si no ha estado completamente ausente en la
producción reciente (vale recordar, entre otras, la tesis de Adriana Amante y
sus pasajes dedicados a la correspondencia de Guido y otros diplomáticos en la
corte carioca) es posible que tenga aún mucho para dar, a saber: el de las
inquietudes y las empresas intelectuales de quienes, desde las funciones
propias del Servicio Exterior, se dieron a la observación crítica y sistemática
y a la búsqueda de un acercamiento entre las realidades y horizontes propios de
sus lugares de destino, y aquellos de la aún proteica República cuyos intereses
se les encargaba representar ante gobierno extranjeros.
En suma, el libro reúne en pocas páginas las virtudes de un sólido
manejo del campo, la curiosidad -transmitida a quien lee- sobre la potencia
desfamiliarizadora de una mirada subalterna en el panteón intelectual frente a
las cuestiones de la época y la apertura a un caudal parcialmente inexplorado
de fuentes y perspectivas (las diplomáticas) para enriquecer el campo de la
historia intelectual.