Eiris, Ariel. Un letrado en busca de un Estado. Trayectoria jurídico-política de Pedro José Agrelo (1776-1846), Rosario: Prohistoria, 2021, 481 pp. 

Por Hernán Fernandez

Instituto de Filosofia, Universidad Nacional de San Juan –

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

San Juan, Argentina

 

PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,

Año 15, N° 29, pp. 136-138

Enero- Junio de 2022

ISSN 1853-7723

 

 

En las últimas décadas el campo historiográfico vivenció un renovado interés por las biografías. Fruto de ello fueron, por ejemplo, la serie de publicaciones efectuadas por reconocidos historiadores e historiadoras sobre figuras de la talla de Mariquita Sánchez, Bernardino Rivadavia, José de San Martín, Juan Manuel de Rosas, etc. En dicha línea se incorpora Un letrado en busca de un Estado. Trayectoria jurídico-política de Pedro José Agrelo (1776-1846) de Ariel Eiris.

El libro aborda la vida Agrelo con la hipótesis de que, a pesar de los convulsos sucesos acaecidos por la disolución del orden colonial, esta figura buscó y consiguió permanecer en la dirigencia política de Buenos Aires. El investigador pone en juego diversos abordajes teóricos-metodológicos –conjugando historia política con la nueva historia intelectual, el enfoque microanalítico y la historia de los conceptos- para inquirir una nutrida multiplicidad de fuentes –cartas, periódicos, memorias, documentos judiciales, etc.-.

La obra se desarrolla en diecisiete capítulos, agrupados en cuatro apartados. En el primer apartado, partiendo de los lazos familiares de Agrelo –era sobrino nieto de Posadas y primo político de Alvear-, y las redes comerciales y políticas, el autor presenta al personaje inserto entre los “vecinos” de Buenos Aires. Asimismo, vemos el modo en que el biografiado pretendió fortalecer su pertenencia a la “gente decente” mediante la formación educativa. Decidió, en consecuencia, estudiar en Chuquisaca –donde forjó amistad con Mariano Moreno-. En este periodo, a raíz del vínculo con José Calvimontes –padre de Isabel, futura esposa de Agrelo- logró convertirse en funcionario, actuando contra las acciones revolucionarias y participando del proceso seguido a Monteagudo.

En el segundo apartado aborda cómo, producidos los acontecimientos de Mayo, Agrelo adhirió a la revolución. De esa manera lo hallamos junto a Moreno, Monteagudo, Alvear, en la Logia Lautaro y la Asamblea del Año XIII. Dichas intervenciones las complementó con publicaciones en La Gazeta de Buenos Ayres o contribuyendo en textos jurídicos como el Decreto de Seguridad Individual. Además, según explica Eiris, el letrado exhibió en la Asamblea planteos en torno a la concepción moderna de ciudadanía y favoreció la adopción de medidas independentistas –por ejemplo, la aprobación de símbolos y monedas patrias-

El tercer apartado muestra a Agrelo, luego de la caída de Alvear en el Directorio, aliado con Dorrego, French y Manuel Moreno y, al mismo tiempo, distanciado del poder por la abierta oposición a Pueyrredón. La situación lo llevó al exilio en Estados Unidos –donde afianzó su preferencia por el sistema federal. Posteriormente, el letrado regresó a Buenos Aires y editó El Abogado Nacional procurando ganarse el favor de Pueyrredón. Previamente Agrelo había dado a conocer El Independiente –periódico que reflejaba la predilección por un gobierno republicano liberal- y El Manifiesto del Congreso –publicación hecha en el país del norte pero con amplia circulación en territorio bonaerense-.

Finalmente, el cuarto apartado expone a Agrelo marginado de la política por tomar las armas contra el gobernador Martín Rodríguez. Alejado de su ciudad natal, luego de integrar la gestión de Mansilla en Entre Ríos, el letrado volvió luego para ocupar cátedras en la Universidad de Buenos Aires –circunstancia por la cual no actuó en los sucesos desatados a raíz del Congreso de 1824-. Fue nombrado por Viamonte Fiscal General de la provincia, cargo en el que redactó el célebre Memorial Ajustado, y fue ratificado en la función durante la primera gobernación de Rosas. Pero esa suerte no se repitió en el segundo mandato del “restaurador” producto de la pertenencia del biografiado al grupo federal “sismático”. Exiliado en Montevideo, escribió América Meridional y murió en 1846.