Mónica Inés Bartolucci y Bettina Alejandra Favero (comps.). En el nombre de la patria. Juventud, nacionalismos cotidianos y emociones patrióticas (Argentina, 1955-1979). Buenos Aires: Teseo, 2021, 264 pp.
Por Nayla Pis Diez
Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales / CONICET
La Plata, Argentina
PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,
Año 15, N° 29, pp. 127-129
Enero- Junio de 2022
ISSN 1853-7723
En el nombre de la patria es un escrito con múltiples puntos de vista sobre las formas de sentir y manifestar la nación, entre los y las jóvenes de la Argentina de los años sesenta y setenta. Propone estudiar grupos, prácticas y experiencias juveniles que construyeron, a su manera, variedades de patriotismo ligadas a diversas cuestiones públicas: la soberanía nacional y las Malvinas, el Servicio Militar Obligatorio, el transcurso del conflicto por el Canal de Beagle; la educación y la investigación científica; el fútbol, la religión y las formas de habitar la Iglesia Católica. Los siete capítulos que hacen a la compilación proponen un abordaje especial para ese tema: las acciones cotidianas, las emociones, las relaciones personales con ese “amor a la patria”, que puede tener tantos significados concretos como habitantes hayan pisado su suelo. Tal como el Prólogo (a cargo del español Xosé Núñez Seixas) y la Introducción señalan, el libro elabora sus preguntas con una perspectiva “desde abajo”, que busca reconstruir la relación de los sujetos con la nación a través de sus acciones concretas (individuales y colectivas), sus emociones y recuerdos, sus creencias, sus miedos y orgullos.
El eje de soberanía, conflictos bélicos y/o prácticas armadas, nos permite agrupar tres capítulos. Mónica Bartolucci reconstruye las tramas organizativas y discursivas del Operativo Cóndor, aquel intento de “recuperar” las Islas Malvinas liderado por Dardo Cabo en septiembre de 1966. Resulta interesante que coloca el foco no solo en el Operativo y su llegada a la isla, sino también en cómo se construyó la noticia en el país: la adhesión masiva del movimiento obrero, el tono heroico que le imprimió el Diario Crónica y las ambigüedades del gobierno militar dieron forma también a los nacionalismos, populares, tradicionales, juveniles. Luego, el capítulo dedicado a reconstruir el Operativo Soberanía (por el cual en 1978, tropas armadas argentinas cruzaron a Chile y ocuparon tres islas del Canal de Beagle) y el enfocado en el Servicio Militar Obligatorio en 1970-1976 basan su análisis en los testimonios de quienes le pusieron el cuerpo: varones jóvenes en todos los casos, imbuidos en una posible guerra sino en una cultura material bélica, viril y autoritaria. Ambos logran capítulos logran transmitir al lector una idea de lo que era la patria para estos jóvenes, allí puestos a defenderla, a través de sus voces, fotografías y recuerdos.
El capítulo El fútbol es una fiesta tiene varios puntos de contacto con los mencionados arriba. El análisis de la ceremonia de inauguración del Mundial 1978 permite observar los símbolos y discursos que el régimen militar buscó trasladar a los cuerpos de los y las 1.500 jóvenes que participaron. La autora nos dice que a través de la ceremonia, una “nueva argentina” quiso mostrarse, corporizada en su juventud ahora saludable, atlética, disciplinada y patriota, alejada de aquella rebelde y “engañada por la subversión”. Entre las reflexiones posibles sobre la relación entre la nación, las creencias y emociones, la religiosidad no debía quedar fuera. El capítulo Prácticas nacionalistas cotidianas, observa las formas como se experimentó el sentimiento nacional el espacio juvenil Oratorio Pequeño Mundo y su iniciativa anual, la Caravana de la Primavera (una bicicleteada de más de veinte kilómetros por la ciudad de Mar del Plata). Si bien es un espacio pequeño, muestra tanto los cambios en las iglesias de los años sesenta, al calor de la Teología de la Liberación y el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, como también la forma en que esos jóvenes que las integraban construían su propia forma de vivir la nación, en diálogo estrecho con toda la simbología de la Iglesia.
En otro plano de análisis se ubican los últimos dos capítulos, dedicados a reflexionar sobre la educación y la ciencia. El titulado La legítima nación analiza los discursos políticos, la normativa y los materiales pedagógicos que hicieron de marco de creación de la asignatura de escuela media, Educación Democrática, en 1956. A través de su contenido, se buscaba construir el “ciudadano ideal” mediante la “reeducación” de las juventudes, antes “contaminadas” en el peronismo, y la formación en la “cultura democrática” y el nacionalismo liberal. Finalmente, el capítulo que lleva el nombre de Ciencia y Nación contextualiza y contrapone las posiciones de dos revistas emblema: Ciencia e Investigación, de 1945, y Ciencia Nueva, de 1970. La autora bien nos muestra cómo el debate en torno al lugar de la producción científica estuvo completamente entrelazado, no solo con el significado de la nación, sino también, y más concretamente, con el de peronismo/anti-peronismo, con el de desarrollo/dependencia y el de imperialismo/modernización; todas esas dicotomías hacían al debate en torno al proyecto de nación buscado. Por ello, si bien estos capítulos no siguen la pauta de los anteriores, los complementan. Aunque no todos los capítulos se encuentren, finalmente, organizados “desde abajo” como posición analítica, resulta uno de los puntos fuertes de la compilación, por su originalidad y esfuerzo para ilustrar lo que pudieron significar los nacionalismos cotidianos, banales, rebeldes o no, oficiales o en disputa.