La participación estudiantil en la recuperación democrática: la formación de los Centros y la Federación en la UNCuyo

 

RODRIGO TOUZA

Universidad Nacional de Cuyo

Mendoza, Argentina

 

PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,

Año 15, N° 30, pp. 47-104

Julio-Diciembre de 2022

ISSN 1853-7723

 

Fecha de recepción: 04/08/2022 - Fecha de aceptación: 30/12/2022

Resumen

El proceso de normalización de las universidades iniciado en 1983 tuvo su particular capítulo en los procesos de institucionalización de la participación estudiantil. En la UNCuyo la formación de los centros de estudiantes y la Federación Universitaria de Cuyo se concretó con tensión. Los debates en el interior del movimiento estudiantil evidenciaron diferencias profundas en torno al rol de las organizaciones estudiantiles, como así también la función misma de la Universidad. Pero a pesar de estas diferencias iniciales, el proceso de democratización tuvo algunos puntos en los que las organizaciones estudiantiles convergieron en posiciones similares. Intentaremos reconstruir el mapa de las organizaciones estudiantiles en el contexto de los debates políticos e institucionales del momento. Para esto, se analizan tanto sus trayectorias, como sus representaciones del pasado y las expectativas de futuro que condicionaron su actuación durante dicho periodo y marcaron nuevas modalidades de participación.

Palabras Clave

UNCuyo - Movimiento Estudiantil - Centros de Estudiantes.

Student participation at the UNCUYO at the Return of Democracy: the re-found of the Students Unions and the University Federation

 

Abstract

The normalization process of the universities started in 1983 had its own chapter in the processes of institutionalization of student participation. At UNCuyo, the formation of Student Unions and the University Federation were not materialized without tension. The debates within the students’ movement evidenced profound differences regarding the role of students’ organizations, as well as the function of the University itself. But despite these initial differences, the student´s organization converged on similar positions of specific points of the democratization process. Through these differences we will try to reconstruct the map of students’ organizations in the context of the political and institutional debates of that moment. For this purpose, both their trajectories and their representations of the past and the expectations of the future that conditioned their actions during that period and marked new ways of political involvement will be analyzed.

 

Keywords

UNCuyo - Student Movement - Student Unions

 

La participación estudiantil en la recuperación democrática: la formación de los Centros y la Federación en la UNCuyo

 

Introducción

En este artículo abordamos el proceso de construcción de las organizaciones estudiantiles en los albores de la recuperación democrática durante los años 1983 y 1984. Con él retomamos una línea de trabajo iniciada tiempo atrás sobre el movimiento estudiantil universitario de Mendoza entre 1983 y 2000 en función del interés creciente sobre los movimientos estudiantiles dentro de la historia de las universidades argentinas y los aportes que puede realizar el caso mendocino. 

A partir de la recuperación de nuevas fuentes orales y de materiales documentales sistematizados en el marco de un proyecto de investigación sobre historias y memorias de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), pretendemos mostrar algunos aspectos que revelan la conflictividad política existente en la universidad mediante la reconstrucción de los procesos de organización y participación estudiantil. Atenderemos a los cambios sustanciales que se dieron entre la etapa de represión del movimiento estudiantil en los setenta y los primeros tiempos de la democracia.

El tema nos impuso el desafío de obtener documentación sobre el movimiento estudiantil de la década de 1980. Por lo general, quienes fueron militantes y dirigentes estudiantiles han guardado ese material con el cual tienen un lazo afectivo, aunque esté sujeto a pérdidas o deterioro. A través de los vínculos establecidos con entrevistados y entrevistadas, no solo hemos podido reconstruir pistas e indicios significativos en torno a las formas de accionar del movimiento estudiantil, sino que accedimos a una cantidad importante de documentación, insumos fundamentales para el presente trabajo.

El artículo tiene dos partes. En la primera analizaremos el contexto en el que se constituyeron los centros de estudiantes. Hemos elegido comenzar con el clima opresivo que se vivía en la UNCuyo desde un tiempo antes de que se iniciara la última dictadura militar para explicar, al menos parcialmente, el fuerte desarrollo de una corriente estudiantil conservadora. En la segunda parte desarrollaremos concretamente el proceso de constitución de los centros de estudiantes y de la Federación Universitaria de Cuyo. Nos detendremos en los debates sobre sus roles y estructura, y cómo a través de ellos se expresaba la mirada de los/as estudiantes respecto a la universidad y al momento histórico. Estos debates dividieron en dos al movimiento estudiantil de la UNCuyo entre sectores progresistas y sectores autodenominados independientes, ligados a quienes habían regido la UNCuyo en el período dictatorial, más allá de las diferencias que existían al interior de cada grupo.

Primera parte: el contexto universitario

El 10 de diciembre de 1983 asumió la presidencia de la República Argentina Raúl Alfonsín. Contra todo pronóstico, el candidato de la Unión Cívica Radical triunfó en las elecciones realizadas el 30 de octubre de ese mismo año. Con su victoria y asunción terminaron siete años de la dictadura más feroz que se había conocido hasta entonces. El gobierno de facto había dejado una estela de miseria, pobreza, desocupación y endeudamiento, además de la derrota en Malvinas. Había dejado, también, miles de muertos/as, torturados/as, encarcelados/as, exiliados/as y desaparecidos/as.

No es el objeto de estas páginas hacer un recorrido exhaustivo por el terrible legado en la universidad del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, sobre el cual se ha escrito mucho y aún se sigue investigando (Buchbinder, 2005, 2016; Kaufmann, 2003; Orbe, 2014; Rodríguez, 2015, entre otros). Pero es necesario para este artículo hacer una breve reseña de lo que ocurrió en la UNCuyo durante el período dictatorial (Aveiro, 2014; Bravo, Molina Galarza, Baigorria, Tealdi y Erreguerena, 2014; Vélez, 1999).

El golpe de Estado se produjo el 24 de marzo de 1976. A los pocos días, la UNCuyo[1] fue intervenida y un militar de la Aeronáutica fue designado rector interventor el comodoro Héctor Ruiz. Su gestión duró solo unos meses, del 29 de marzo hasta el 15 de septiembre de 1976, y fue una suerte de continuidad de la intervención rectoral anterior, es decir, la de Otto Burgos. Con este último había aparecido el terror en la universidad, encarnando lo que se conoció como “Misión Ivanissevich".[2] Su objetivo había sido eliminar la “infiltración marxista” de las universidades. Habían aparecido las “patotas”, grupos parapoliciales que golpeaban o se llevaban personas y actuaban con impunidad en los edificios de la Universidad. Con el comodoro Ruiz la represión se profundizó y sistematizó: durante la dictadura, en la UNCuyo fueron cesanteados/as 238 docentes y 290 estudiantes (Gallardo y Falcone, 2015). En este mismo período —y, previamente, durante la Misión Ivanissevich— hubo 62 universitarios/as desaparecidos/as, 44 de los/as cuales eran de la UNCuyo (Bravo et al., 2014).[3]

Al comodoro Ruiz lo sucedió en el rectorado Pedro Santos Martínez, quien ocupó el cargo entre el 15 de septiembre de 1976 y el 20 de mayo de 1981. Santos Martínez era un académico con cierto renombre. Con él, la mayoría de las medidas de control continuaron: ambas gestiones estuvieron marcadas por la represión, la aplicación de sanciones por motivos políticos (expulsiones y suspensiones), el cierre de carreras, la elaboración de listas negras y los fuertes controles para el ingreso a los edificios, entre otras. Además, en junio de 1976 la UNCuyo había establecido un sistema inédito hasta ese momento: los/as alumnos/as expulsados/as serían puestos a disposición de los Consejos de Guerra (Rodríguez, 2014). El tercer rector del “Proceso” fue Enrique Zuleta Álvarez, cuya gestión se extendió desde mayo de 1981 hasta diciembre de 1983 y tuvo características diferentes a las dos anteriores. En esta última etapa, los controles —sin extinguirse— se relajaron.[4]

Pero ¿cuál era el proyecto universitario de la dictadura y como se manifestó en la UNCuyo? Quienes asumieron el gobierno durante la dictadura tenían un diagnóstico del “problema universitario” centrado en dos ejes: la infiltración comunista en los claustros de las altas casas de estudio y el sobredimensionamiento de las instituciones universitarias (Seia, 2019b).

Para llevar adelante la detección de esa "infiltración comunista" se instrumentó la Operación Claridad (Molina Galarza, 2014). Esta promovía la adopción de medidas político-administrativas, tendientes a erradicar la subversión en sus distintas manifestaciones y promover el desarrollo, divulgación y consolidación de los valores éticos, morales, espirituales e históricos como modo de reafirmar la esencia del ser nacional”.[5] Fue parte del plan sistemático de desaparición de personas y de bienes culturales que, según el criterio de la dictadura, promovían la “subversión marxista”. A su vez, se incorporaron contenidos curriculares y se fomentaron “buenos educadores”, al tiempo que se montó un sistema de inteligencia en los ámbitos educativos para identificar y delatar a posibles opositores/as. Esta política de inteligencia estuvo vigente durante toda la etapa dictatorial y contó con recursos del Ministerio de Educación de la Nación. Se confeccionaron “listas negras” de todos los claustros y las personas allí señaladas tuvieron distintas sanciones: según el caso, podían ser suspendidos/as por diferentes períodos de tiempo o, directamente, expulsados/as.

Para enfrentar la politización se crearon igualmente otros instrumentos. Uno de ellos fue la Ley 21260[6], que habilitó el despido de trabajadores/as del Estado Nacional por razones de seguridad, es decir, quien “de cualquier forma” se encontrara “vinculado a actividades de carácter subversivo o disociadoras” (Molina Galarza, 2014). Con este instrumento se expulsó a profesores/as o, en el caso de docentes bajo contrato, simplemente no les fue renovado.

Como parte de la política de seguridad para el ingreso a las instalaciones de la universidad se desplegaron diversas medidas para controlar a los/as estudiantes: los colectivos que ingresaban al campus universitario eran detenidos, se hacía bajar a los/as pasajeros/as, se los/as “cachaba” y se pedían sus documentos. La entrada a los edificios de las facultades también era vigilado: los/as estudiantes tenían que pasar por un retén de seguridad, en general con personal vestido de civil, donde se chequeaba que no ingresara nadie previamente sancionado/a. Pero también tenía el objetivo de controlar que estuvieran “adecuadamente” vestidos/as y con los estándares estéticos definidos por la intervención. 

Como hemos mencionado, otro de los objetivos de la dictadura fue atacar lo que consideraba uno de los problemas de la universidad: su masividad. Para ello se propuso, entre otras cosas, reducir la matrícula. Se cerraron carreras como Sociología (esta medida cumplía el doble propósito de disminuir la matrícula y de eliminar una carrera que, pensaban, promovía la “subversión”) y se implementaron cupos y restricciones al ingreso académico en paralelo al arancelamiento de los estudios de grado.

Así es que en 1976 la UNCuyo tenía 9673 estudiantes. Dos años después la matrícula bajó más de un 20 %, llegando a la cifra de 7594. De ahí se fue recuperando muy lentamente hasta que, recién en 1983, la cantidad de estudiantes superó a la del inicio del golpe.

 

 

 

Fuente: elaboración propia a partir del documento “Información Estadística 2000”, Universidad Nacional de Cuyo, Secretaría Académica, Departamento de Estadística, 2000.

 

¿Hubo resistencia de parte del movimiento estudiantil al modelo planteado por la dictadura en la UNCuyo? En algunas universidades existió una resistencia más o menos organizada (Seia, 2019a), pero no parece haber sido el caso de la UNCuyo, al menos hasta donde hemos podido registrar. Desde la “Misión Ivanissevich” se había instalado el terror y nos arriesgamos a decir que frente al golpe ocurrió una suerte de “desbande”. En los primeros tiempos de la dictadura, aparentemente lo que primó fue más bien salvar la vida.

De acuerdo con nuestros relevamientos, promediando la dictadura se realizaron algunas acciones que dieron cuenta de, al menos, cierta rebeldía. Así, se generaron, por ejemplo, algunos espacios recreativos por iniciativa estudiantil. Se formaron también grupos de discusión sobre los planes de estudios e, incluso, circuló en forma clandestina una revista de humor, todas actividades impensadas para los primeros años del gobierno de facto.

Segunda parte: la constitución de los centros de estudiantes y la Federación Universitaria de Cuyo

Después de la derrota en la guerra de Malvinas, sumada a la grave crisis socioeconómica, el gobierno de facto comenzó a derrumbarse y buscó una salida política mediante la convocatoria a elecciones para octubre de 1983. Se reorganizaron los partidos políticos y la juventud se incorporó masivamente a la participación política en general, y a los partidos en particular.

La crisis de la dictadura y las anunciadas elecciones para finales de 1983 generaron un clima social de gran expectativa por lo que la democracia podría lograr. Surgió un interés masivo por la política, especialmente entre la juventud que, entre otras cosas, promovió la afiliación a los partidos políticos, particularmente a la Unión Cívica Radical y al Partido Justicialista. (Romero, 2007). Además, conforme se iban conociendo los horrores del Terrorismo de Estado (desapariciones, tormentos, asesinatos, robos de bebes, etc.) creció el rechazo a las prácticas del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Pero asimismo, los actos y las movilizaciones que se produjeron entre el 82 y el 83 en favor del retorno de la democracia tenían un carácter alegre, pacífico, de ilusión por la democracia venidera.

El 30 de octubre triunfó Raúl Alfonsín, candidato de la Unión Cívica Radical. Asumió la presidencia el 10 de diciembre y el 13 del mismo mes intervino todas las universidades mediante el decreto 154.[7] Esta normativa dispuso la “aplicación de los estatutos universitarios vigentes al 29 de julio de 1966” y la conformación de órganos de gobierno (Consejos Académicos Normalizadores Consultivos en cada Facultad y Consejos Superiores Provisorios) integrados por docentes, graduados/as y por representantes estudiantiles. El rector designado para la UNCuyo fue Isidoro Busquets, abogado y dirigente radical, quien había sido interventor de la provincia de Mendoza tras el golpe que derrocara al segundo gobierno de Juan Domingo Perón en la llamada “Revolución Libertadora” de 1955.

A diferencia del consolidado bipartidismo nacional, en Mendoza eran tres las corrientes políticas con una presencia electoral significativa. Estas eran -y lo siguieron siendo hasta entrados los 2000- el Partido Justicialista (PJ), la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Demócrata (PD).

Para 1983 estas tres fuerzas llegaban al proceso electoral con un derrotero particular. El radicalismo a nivel nacional había tenido una fuerte renovación interna, tras el fallecimiento de sus históricos líderes, por un lado, y una vigorosa presencia de la juventud que aportaba la Junta Coordinadora Nacional, por el otro lado. Estos liderazgos, particularmente el de Alfonsín (quien finalmente obtendría la candidatura a presidente por la UCR) fueron los que mejor interpretaron el clima de época. En Mendoza las principales corrientes del radicalismo provincial lograron un acuerdo y se evitó una confrontación interna entre ellas, llevando a Felipe Llaver como candidato a la gobernación (Mellado, 2005). Llaver era miembro de “Renovación y Cambio”, poseía una larga trayectoria en el radicalismo y estaba vinculado al sector vitivinícola. José Genoud, miembro de “Causa Nacional”, fue el candidato a la vice gobernación.

Por su parte, el justicialismo presentó un gran fraccionamiento interno. Sin un liderazgo claro y con fuertes tensiones internas se hizo difícil la campaña electoral. A su vez, no logró interpretar el momento histórico, reflejando una imagen reñida con la convivencia democrática cuyo emblemático ejemplo fue la “quema del cajón''[8] en el acto de cierre de campaña en Buenos Aires. En Mendoza no pasaba algo diferente: la fragmentación y las disputas generaban un clima interno de “desorden” y “confusión” (Mellado, 2005).

El Partido Demócrata tampoco transitaba su mejor momento. Con orígenes en el siglo XIX y de carácter conservador, el PD administró la provincia durante la década de 1930 y la de 1960 obteniendo triunfos electorales, aunque en tiempos de fraude electoral o de proscripciones de fuerzas políticas populares. Tras el golpe de 1976 varios de sus dirigentes participaron en la gestión administrativa y política del gobierno del Proceso de Reorganización Nacional. Si bien no fue el único partido que aportó cuadros a la dictadura, la presencia de los demócratas fue muy visible.[9] Y aunque el PD intentó distanciarse adjudicando la participación de sus dirigentes en el gobierno militar como una decisión personal y no orgánica, esto no fue suficiente.

El 30 de octubre de 1983, junto a las elecciones nacionales, se realizaron los comicios en la provincia en los que triunfó la UCR por un pequeño margen sobre el PJ. Por su parte, el PD alcanzó un pobre desempeño.
En la UNCuyo, desde los primeros meses de 1983 tomaron forma las iniciativas para la constitución de los centros de estudiantes, impulsados, fundamentalmente, por los/as alumnos/as vinculados/as a los partidos políticos: la UCR, el PJ, el Partido Intransigente (PI) y el Partido Comunista (PC), entre otros. También se involucraron en su formación grupos de estudiantes estructurados alrededor del rechazo a la participación de los partidos en las organizaciones estudiantiles. Estos grupos tenían una composición heterogénea, aunque en algunos de ellos primaba una identidad católica y conservadora. Su formación, podría decirse, fue una reacción ante el surgimiento de agrupaciones vinculadas a los partidos políticos.

De esta manera, el movimiento estudiantil se configuró en dos grandes bloques: uno autodenominado progresista y el otro independiente. Los dividían profundas diferencias en relación a lo que cada sector entendía que debía ser el rol de los centros de estudiantes y, con ello, también el de la universidad misma.

El sector “independiente” lo constituyó un conjunto de agrupaciones de diferentes facultades: Arco Iris en Filosofía y Letras, Pucará en Ingeniería, Agrupación de Estudiantes Independientes (ADEI) en Ciencias Políticas y Sociales, Integración Universitaria en Ciencias Económicas y Participación Universitaria (PAUN) en Agrarias. Hubo otras expresiones organizativas, pero no constituyeron alternativas electorales. También surgieron grupos similares en las universidades privadas y en la Facultad Regional Mendoza de la UTN (FRM-UTN).

Pucará es un caso interesante de analizar. A diferencia de las agrupaciones conservadoras fundadas durante 1983, trascendió más allá del período de la intervención normalizadora (1983-1986) y gravitó por más de una década en la política estudiantil. Tuvo un fuerte contenido conservador y promovió una estructura de Centro de Estudiantes (CE) para su facultad que persistió hasta no hace mucho tiempo. Pucará surgió como reacción explícita a lo que se consideraba una intromisión de los partidos políticos. La aparición de militantes partidarios/as en la Facultad de Ingeniería representaba para este espacio una molestia que venía a perturbar la tranquilidad de la unidad académica. La idea de que en la facultad se debatieran temas como la política de derechos humanos, por ejemplo, era —de mínima— una fuente de preocupación.

[Los] partidos políticos empezaron a, en cierta forma, molestar la tranquilidad de la Facultad de Ingeniería... no nos interesaba que gente de partidos políticos empezara a hablar sobre los desaparecidos, o sobre el ingreso irrestricto, o sobre la incorporación de los no docentes en los claustros universitarios... Nosotros nos opusimos a entrar en debate con respecto al tema de los desaparecidos en el ámbito de la facultad. Nos opusimos al ingreso irrestricto.[10]

Según el relato de algunos de sus principales referentes de entonces, la agrupación se había constituido como un grupo fundamentalmente relacionado al deporte, pero tenían igualmente vínculos previos y compartían la sensación de que la dictadura no los había afectado negativamente. Estos vínculos anteriores se forjaron en la amistad de sus padres y madres, no solo en el caso de Pucará, sino también en varias agrupaciones con la misma orientación. Algunos/as de estos padres y madres habían sido docentes y funcionarios/as de la gestión de la UNCuyo durante la dictadura. Tal vez el caso más notorio fue el de la Facultad de Ingeniería (FI). Pablo Ojeda, primer presidente del Centro de Estudiantes de Ingeniería (CEI) desde la recuperación de la democracia, era hijo del último decano de la FI en dictadura.

Podemos advertir que las autoridades no buscaron impedir la formación de los CE que, para esa altura, ya parecía inviable. Más bien lo que pretendieron algunos/as decanos/as fue incidir en la creación de su estructura y en la definición de sus autoridades.

Para algunos espacios del “progresismo”, el vínculo entre las agrupaciones “independientes” y las autoridades era más que evidente. El Movimiento de Orientación Reformista (MOR) de Filosofía y Letras señaló:

[Las autoridades universitarias del] “ el proceso” trató de digitarlo [a la constitución de los CE], lo cual en la mayoría de los casos no fue posible gracias a la movilización del estudiantado democrático. Sin embargo, en muchos casos lograron dejar su “cría”, representada en organizaciones que surgieron en el año 83, los cuales por lo general se declaraban independientes y apolíticos, proponían reivindicaciones superficiales y eran acérrimas enemigas de la Asamblea [el subrayado es del original] como órgano soberano del estudiantado.[11]

Una parte importante del sector “progresista” lo constituyeron las agrupaciones vinculadas a los partidos políticos. Surgidas al calor de la primavera democrática, fueron alimentadas por la marea juvenil que vio en la política la herramienta necesaria para producir el anhelado cambio social.

Lo integraban espacios como la Juventud Universitaria Intransigente (JUI), identificada con el PI; la Federación Juvenil Comunista (FJC), vinculada orgánicamente al PC; el peronismo universitario que, para 1983, estaba débil y con poca coordinación, y Franja Morada (FM), brazo universitario de la UCR, entre otros espacios. La JUI, FJC y el peronismo promovieron la conformación de agrupaciones amplias, denominadas así para destacar la pluralidad política de su composición.

Por esos años, Franja Morada era la agrupación con más fuerza dentro del movimiento estudiantil. Tenía expresiones en la mayoría de las facultades (Filosofía y Letras, Ingeniería, Medicina, Ciencias Políticas, Artes y Diseño y Ciencias Económicas) y una alta coordinación entre los diferentes núcleos.[12] El crecimiento no vendría sin tensiones internas: ese mismo año Franja Morada sufrió una ruptura importante. El núcleo de Medicina se apartó de la Mesa Regional pretendiendo un mayor grado de autonomía. Pero para la conducción de la Franja este desmembramiento fue el producto de una puja entre líneas internas de la Juventud Radical. Con el paso del tiempo el núcleo de Medicina, y luego también el de Odontología, se desvincularon completamente del radicalismo y formaron el Movimiento Universitario Reformista Autónomo (MURA).

Las agrupaciones vinculadas a los partidos políticos promovieron para los Centros de Estudiantes una estructura que hoy podríamos llamar tradicional: asamblea general de estudiantes como órgano de mayor jerarquía, una comisión directiva dividida en presidencia y secretarías —elegida en elecciones regulares anuales, con distribución de cargos a través de algún sistema de reparto proporcional según los votos obtenidos por cada lista— y una asamblea de delegados de curso de carácter consultivo y propositivo.

En algunas facultades las agrupaciones de corte conservador estaban de acuerdo con esta estructura, pero no en lo referente a la asamblea general. ¿Por qué se oponían a este órgano? Pablo Ojeda, primer presidente del CEI entre 1983 y 1984, lo ilustra así: “Y, las asambleas eran hiper manipulables. Vos sabés que a una asamblea la citan a las cuatro de la tarde y se vota a las tres de la mañana. La asamblea la manejan como quiere” (Touza, 2003, p. 374).

La posición en la Facultad de Ingeniería fue tan fuerte que no llegó a realizarse una asamblea ni siquiera para debatir o aprobar la creación del CE, algo que sí sucedió en las demás unidades académicas, aunque no sin resistencias. En esta facultad, finalmente se aprobó un estatuto que no contemplaba en su organización a las asambleas estudiantiles. Además, quedó estipulado que los/as titulares de la Comisión Directiva (CD) se elegirían individualmente. Es decir, no habría distribución proporcional de cargos en la Comisión Directiva según la obtención de votos. Las distintas agrupaciones debían proponer una persona para cada secretaría o alguna/s de ellas, y los votos se contaban por separado. De esta manera, una agrupación podía obtener todos los cargos de la CD sin tener una clara mayoría en el escrutinio general. También podía presentarse una lista únicamente para una secretaría en particular y ganarla, como en algún momento ocurrió. El CE de Ingeniería fue el único que estableció esta estructura.

En Filosofía y Letras también hubo una fuerte resistencia a las asambleas. Señalaba el MOR en un documento de la época: “Saludamos la realización de la ASAMBLEA [resaltado del original], que luego de largas discusiones se constituyó en SOBERANA, triunfando de esta manera la concepción de la DEMOCRACIA”.[13]

Franja Morada también sentó su posición: “reconocemos a la Asamblea como único órgano soberano del estudiantado, donde se expresan abiertamente, en un marco de orden y respeto, las diferentes ideas”.[14]

Por su parte, en junio de 1983 la Unión y Participación Estudiantil (UPE) de la Facultad de Ciencias Políticas dejó sentado su posicionamiento frente al debate sobre los estatutos: “ASAMBLEA GENERAL [el destacado es del original]: Constituye la MÁXIMA FORMA ORGÁNICA DECISIÓN ESTUDIANTIL, lo que posibilita la dirección, control y de los destinos del Centro, en manos de cada alumno".[15]

Otro debate presente durante la conformación de los estatutos fue la autonomía o independencia del Centro de Estudiantes respecto a la política en general y a los partidos políticos en particular, aunque había coincidencia en cuanto a que la organización estudiantil no debía estar “partidizada”. El sector “progresista” acusó al “independiente” de querer promover una suerte de apolitización de los centros. En el fondo había una profunda discrepancia sobre el rol de los CE y, en definitiva, también de la universidad. Las agrupaciones vinculadas a los partidos políticos entendían al CE como una organización que debía involucrarse en el debate social y político. Para ellos/as, el movimiento estudiantil debía ser un actor fundamental en las decisiones de la universidad y protagonista de las luchas sociales. Defendían la independencia del CE, pero no lo concebían como un actor neutro. Es decir, los CE debían ser un actor principalmente político y, paralelamente, un actor gremial.

Por su parte, la agrupación Pucará entendía que el debate político en la universidad alteraba el rol principal de la institución. Tenían como referencia de intromisión de la política en la universidad a lo ocurrido antes de la dictadura, en lo que llamaban la universidad “Montonera”, identificada como una época de desorden.

La gente no estaba preparada en ese momento para politizarse porque aparte había mucho miedo a la universidad montonera. Todo eso, si bien no lo habíamos vivido, lo habíamos escuchado, teníamos relatos... Entonces una universidad politizada a nadie le gustaba. Y los viejos me acuerdo que comentaban... que habían estado en los años 70... lo que tuvo de valiosa la universidad esos años, era estar en una universidad tranquila, se podía estudiar. Entonces nadie quería volver atrás. Queríamos participación, queríamos un montón de cosas, pero no queríamos manipulación, no queríamos intereses de partido.[16]

En definitiva, estaban en discusión dos modelos de universidad. Para los/as “independientes”, de acuerdo al testimonio de Fernando Casucci, militante de Pucará, el modelo que promovían era “una universidad más orientada a lo tecnológico y hacia la globalización, y hacía un principio de subsidiariedad... Y la otra era una universidad un poco más orientada hacia lo social” (Touza, 2003, p. 216).

En la vereda del “progresismo” pensaban que había una “línea divisoria que pasa por el movimiento universitario y que demarca claramente dos proyectos: una, al servicio del pueblo, del país y de la liberación nacional y social; otra, elitista, medieval, oligárquica y al servicio de la dependencia”.[17]

Entre finales de 1983 y principios de 1984 se realizaron las primeras elecciones en el proceso de la recuperación de la democracia de la mayoría de los CE. En los de Filosofía y Letras, Ingeniería, Ciencias Políticas, Agrarias y Ciencias Económicas triunfó el sector conservador, mientras que en Medicina y en la Escuela de Música se impuso Franja Morada. Por último, en la Escuela de Diseño obtuvo la mayoría una agrupación amplia vinculada al peronismo.[18]

Si bien las agrupaciones "independientes" se impusieron en la mayoría de los CE, no existió un espacio que las reuniese, y en donde articular políticas y coordinar iniciativas. Más allá de las facultades a la que pertenecían, no había mayor grado de articulación. Por otro lado, y a pesar del triunfo conservador, Franja Morada obtuvo buenos resultados en las facultades donde no ganó y llegó a ocupar los segundos o terceros lugares. A diferencia del sector conservador, esta última sí tenía un espacio de decisión centralizado, la Mesa Regional, y los núcleos se sentían parte orgánica del radicalismo, lo que les permitía mantener la iniciativa política y coordinar acciones. De esta manera, y a pesar de la fractura con el núcleo de Medicina, la agrupación radical se posicionó como la principal corriente estudiantil de la UNCuyo.

En noviembre de 1984, en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNCuyo se realizó el Congreso Constitutivo de la Federación Universitaria de Cuyo (FUC). Si bien en los años previos al golpe habían existido espacios de articulación entre centros de estudiantes, era la primera vez que se creaba en Mendoza un ente con las características orgánicas que expresaba la FUC.

Su fundación se dio en el contexto organizativo nacional del movimiento estudiantil. En julio de ese mismo año se realizó en Tucumán el XIV Congreso Nacional de la Federación Universitaria Argentina (FUA) y el primero en la recuperada democracia. La formación de las federaciones regionales como la FUC significaba también una necesidad para el proceso de normalización de las universidades iniciado en diciembre de 1983. Según el decreto 154/83 ya mencionado, los Consejos Superiores Provisorios de cada Universidad tenían contemplada la representación estudiantil a partir de delegados/as elegidos/as por las federaciones estudiantiles correspondientes. El artículo 5 del documento rezaba: “Se constituirán Consejos Superiores Provisorios en cada universidad, los que estarán integrados por el rector normalizador y los decanos normalizadores juntamente con el presidente y dos delegados de la Federación de Estudiantes correspondientes”.

Franja Morada y la Federación Juvenil Comunista fueron los espacios que impulsaron con mayor decisión el proceso de organización de la FUC. Para su estructura interna promovieron un esquema semejante a otras federaciones del país: constitución de un plenario con delegados/as surgidos/as de las elecciones de CE según la cantidad de votos obtenidos por cada agrupación. Este plenario, a su vez, elegiría a la Mesa Ejecutiva para la conducción del organismo. De esta manera, se entendía que habría más diversidad en su composición y estarían representados todos los sectores.

Si bien las reuniones para la organización de la FUC se realizaron desde principios de 1984 y todos los CE participaron en la Comisión Pro-Federación, no todo el movimiento estudiantil se entusiasmó con la idea de la creación de este organismo. Llegado el momento del Congreso Constitutivo de la FUC, se produjo un fuerte debate entre los diversos sectores y una actitud dispar en los distintos bloques. El sector “independiente” en general, y algunas de sus agrupaciones en particular, no se opusieron a la constitución de la federación en sí, sino al modo planteado para hacerlo. Pucará propuso crear la federación a partir de la representación de los CE y no de las agrupaciones. Es decir, las comisiones directivas de los CE deberían elegir quién los representaría ante la federación. Y como la convocatoria de noviembre se realizó bajo la modalidad de representación por agrupaciones, acusó al plenario inicial del Congreso de no ser representativo y, por lo tanto, de no poder —o no deber— constituir la FUC. Según su criterio, se necesitaba un mandato especial de los CE, por lo que propuso una nueva convocatoria en abril del año siguiente.[19] La propuesta de Pucará le daba mayor fuerza a las agrupaciones “independientes”, porque estas conducían cinco de siete CE en la UNCuyo. También acusaron a las “agrupaciones partidarias” de llevar adelante diferentes maniobras de manipulación: boicot de reuniones, rechazo a la incorporación de los CE de universidades privadas, manejo discrecional de la acreditación al Congreso, etc. Estos planteos no tuvieron eco en las agrupaciones “progresistas” y, al encontrarse en minoría, los/as independientes retiraron sus delegados/as, dejando al Congreso con una menguada representación.[20]

El Boletín Informativo Crónica Universitaria, editado por la agrupación conservadora Unión Mendocina de Estudiantes, comentó sobre el hecho:

Así contamos con una federación. Pero no la federación de los estudiantes de la UNC, sino de las agrupaciones estudiantiles minoritarias; las que para nada han respetado las reglamentaciones vigentes…. Aunque los oficialistas de la Franja Morada hayan ganado en una sola de las siete facultades de la UNC, a ellos les toca la “muy democrática” [el resaltado es del original] representación.[21]

Pero incluso dentro del bloque “progresista” hubo resistencia. La agrupación Nehuen[22], de Ingeniería, planteó que los/as estudiantes no habían sido consultados/as. Siguiendo la misma línea discursiva, Carlos Russo, del Movimiento Estudiantil Independiente (MEI),[23] sostuvo: “estamos creando una superestructura sin poder real”.[24] También acusó a Franja Morada de “procederes antidemocráticos en el desarrollo del Congreso”.[25]

A pesar de las resistencias, finalmente la FUC se constituyó con el apoyo de Franja Morada, el MOR y poco más. Así las cosas, la primera conducción fue integrada solo por el radicalismo y los espacios auspiciados por el PC. La Junta Ejecutiva[26], órgano de dirección de la Federación, quedó conformada por Néstor Navarro (FM-Ingeniería) y Julio Daher (FM-Artes y Diseño) como vicepresidente.[27]

Se tomó la decisión de dejar cinco cargos vacantes hasta que los sectores no representados en la Junta Ejecutiva decidieran su participación efectiva pensando, fundamentalmente, en la incorporación del peronismo. La FUA reconoció la creación de la FUC y, con el tiempo, se fueron incorporando la mayoría de las agrupaciones. Pucará convocó a un nuevo congreso para principios de 1985, pero no prosperó.

Los CE de Filosofía y Letras, Económicas e Ingeniería presentaron impugnaciones ante el Consejo Superior Provisorio (CSP) argumentando que los/as delegados/as designados/as por la FUC ante el CSP no eran “representativos de la mayoría de los centros, sino de las agrupaciones”.[28] Antonio Barnabó, decano normalizador de la Facultad de Ingeniería, señaló sus dudas sobre la legitimidad de la constitución de la FUC y, por lo tanto, sobre la legitimidad de sus representantes. Teniendo en cuenta que las acusaciones no eran consideradas graves y que los CE que impugnaron fueron tres de un total de siete, el CSP desestimó el planteo de las agrupaciones “independientes”.

De esta manera, en marzo de 1985 se incorporaron al Consejo Superior Provisorio los/as representantes de la FUC: Néstor Navarro, por ser el titular de la federación, Alejandra Civit de la Facultad de Artes y Diseño y Ricardo Estévez de Ciencias Económicas, todos/as de Franja Morada. Poco después, Alejandra Civit renunció y la reemplazó Alfredo Cornejo[29] de Ciencias Políticas y Sociales, también de Franja Morada.

El 19 de noviembre, pocos días después del congreso, el recientemente electo presidente de la FUC firmó un documento dando a conocer la formación del organismo donde analizó el proceso vivido. La consideración sobre el sector conservador fue durísima, al acusarlo de entorpecer todo el proceso y de expresar el “continuismo” de la dictadura:

[Son] los que cabalgaron sobre los ocho años de vaciamiento de la universidad, sobre la prédica del miedo y la discriminación de todo tipo, sobre la represión, asesinato y desaparición de estudiantes... sectores que avalaron lo actuado por los personeros del proceso y que, por tanto, fueron sus cómplices.[30]

El señalamiento respecto a la vinculación del ala conservadora del movimiento estudiantil con el pasado dictatorial no fue casual. Para ese momento empezaba a instalarse el debate sobre los concursos docentes y el rol de los/as profesores/as que habían tenido responsabilidades institucionales y políticas durante la dictadura. El posicionamiento e iniciativas de las agrupaciones estudiantiles fueron fundamentales en ese proceso.

Conclusiones

El proceso de construcción de las organizaciones estudiantiles en los primeros años de la década de 1980 fue complejo y conflictivo. Llama la atención el desarrollo alcanzado por las corrientes conservadoras en la UNCuyo, en medio de la “primavera democrática”. Pero no fue un caso aislado. Si bien en algunas universidades nacionales espacios similares conquistaron CE o alcanzaron resultados electorales importantes, en Mendoza lograron una fuerza inusitada. Podríamos decir que el proyecto del gobierno de facto de promover una universidad “apolitizada” tuvo cierto éxito. Ocho años de represión y la generación de un ambiente opresivo en las aulas y pasillos de la UNCuyo tuvieron su efecto. Buena parte de los/as estudiantes que pudieron ingresar a la universidad en los primeros años de la dictadura, pasando el filtro de los exámenes y cupos de ingreso, y que lograron permanecer pagando los aranceles correspondientes, no conocieron la actividad político-estudiantil y se formaron en el miedo a la autoridad, con un discurso constante sobre los peligros de la política en la universidad.

Pero cuando la política se hizo presente y ya no fue posible impedir la actividad de las agrupaciones, se inició el proceso de formación de los centros de estudiantes. Los años de discursos contra los partidos y la política en la universidad tuvieron cierto éxito dado que en la mayoría de los centros se impusieron electoralmente los sectores conservadores, contrastando con el momento de auge de la participación juvenil en los partidos políticos que en ese momento vivía Argentina.

 

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[1] Por esos días a la actual UNCuyo se la denominaba con la sigla UNC. Esto cambió con la ordenanza 97/83, que incorporó el uso de la forma presente, pero su utilización no fue habitual hasta entrados los añ. Para evitar confusiones en el artículo usaremos siempre la sigla UNCuyo.

[2] Es denominada de esta manera por Oscar Ivanissevich, Ministro de Educación de la Nación entre julio de 1974 y agosto de 1975.

[3] Los/as autores/as de Apuntes para la Memoria advierten que los datos consignados son provisorios, puesto que la cifra podría ampliarse a medida que continúen las investigaciones.

[4]Para las trayectorias de Otto Burgos, Santos Martínez y Zuleta Álvarez, ver Fares (2011). Una versión más completa y actualizada se ofrece en su tesis inédita (2022).

[5]Directiva del Comandante en Jefe del Ejército N° 504/77. Se puede consultar en http://www.desaparecidos.org/nuncamas/web/document/militar/50477.htm. Para el caso de la UNCuyo, ver Molina Galarza (2014).

[6] Publicada en el Boletín Oficial el 28 de marzo de 1976.

[7] Recuperado de www.coneau.gob.ar/archivos/570.pdf

[8] Nos referimos a la quema de una caja con forma de féretro, pintado con los colores, las siglas y el nombre del candidato a la presidencia del radicalismo. El fuego fue iniciado por Herminio Iglesias, candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por el PJ, frente a una multitud que estaba presente en el acto de cierre de campaña y a millones de espectadores/as que seguía las circunstancias del acto por la transmisión televisiva que se realizaba en directo.

[9] Dos destacados dirigentes del PD como Amadeo Frúgoli y Bonifacio Cejuela ejercieron cargos de primer orden. El primero como Ministro de Justicia y Defensa a nivel nacional y el segundo como gobernador de la provincia durante la última etapa de la dictadura.

[10] Testimonio de Fernando Casucci citado en Touza (2003, p. 210).

[11] Aspirantes 84”, volante del MOR, marzo de 1984. Documento cedido por Germán Leyens en el marco de la entrevista realizada el 25 de marzo de 2022 en el CDHyM, UNCuyo.

[12] Dentro de la estructura de Franja Morada se le denomina núcleo a la expresión orgánica de esta agrupación en una facultad.

[13] “Nuestra concepción organizativa”, volante del MOR, 1983. Documento cedido por Germán Leyens en el marco de la entrevista realizada el 25 de marzo de 2022 en el CDHyM, UNCuyo.

[14] “Franja Morada”, volante de la agrupación Franja Morada de la Facultad de Filosofía y Letras, 1983.  Documento cedido por Germán Leyens en el marco de la entrevista realizada el 25 de marzo de 2022 en el CDHyM, UNCuyo.

[15] “Propuesta de UPE para la reconstrucción de nuestro Centro de Estudiantes”, volante de la agrupación UPE de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, junio de 1983. Documento cedido por Germán Leyens en el marco de la entrevista realizada el 25 de marzo de 2022 en el CDHyM, UNCuyo.

[16] Testimonio de Pablo Ojeda citado en Touza (2003, p. 380).

[17] Federación Universitaria de Cuyo, “Documentos”, 1984, p. 1. Documento firmado el 19 de noviembre de 1984 por el presidente de la FUC de ese entonces, cedido por Néstor Navarro en abril de 2022 al CDHyM, UNCuyo.

[18] 1983 fue el único año donde hubo más de un centro en la Facultad de Artes y Diseño. Al año siguiente se unificaron.

[19] Actas del Congreso Constitutivo de la FUC, 9 de noviembre de 1984. Documento cedido por Néstor Navarro en abril de 2022 para el CDHyM, UNCuyo.

[20] Según los documentos que pudimos consultar, los/as congresales/as teóricos/as, es decir, quienes estaban en condiciones de participar del Congreso, eran 59, de los/as cuales 54 se acreditaron y 21 votaron la lista “Democracia y liberación”, la alianza entre Franja Morada y el PC que promovió a Néstor Navarro como presidente de la FUC.

[21] Crónica Universitaria, AñnoII, Número 19, abril de 1985. Documento cedido por Germán Leyens en el marco de la entrevista realizada el 25 de marzo de 2022 en el CDHyM, UNCuyo.

[22] Nehuen, de la Facultad de Ingeniería, era una agrupación amplia vinculada al peronismo.

[23] El MEI, de la Facultad de Filosofía y Letras, era una agrupación amplia con militancia vinculada al peronismo y al PI.

[24] Actas del Congreso Constitutivo de la FUC, 9 de noviembre de 1984. Documento cedido por Néstor Navarro en abril de 2022 al CDHyM, UNCuyo.

[25] “Cuestionan procederes en un congreso estudiantil”, Los Andes, 25 de noviembre de 1984.

[26] En algunos documentos consultados también se la denomina Mesa Ejecutiva.

[27] Secretaría General: Ademar Suquet (Bloque Agrupaciones Amplias-AUNAR, Artes y Diseño; el BAA se constituyó para el Congreso Constitutivo de la FUC principalmente con agrupaciones vinculadas al PC); Secretaría de Cultura: Cecilia Civit (FM, Artes y Diseño); Secretaría de Deportes: Eduardo Aguilar (FM, Económicas); Secretaría de Derechos Humanos: Pablo Masera (BAA-AMOC, Médicas), Secretaría de Extensión Universitaria: Sebastián Touza (FM, Ingeniería); Secretaría de Prensa y Difusión: Nora Cuesta (FM, Filosofía y Letras), Secretaría de Relaciones Obrero-Estudiantiles: Ángel Tello (BAA-MOR, Filosofía y Letras)

[28] Actas del Consejo Superior Provisorio, Acta Nº 3, reunión del 26 de marzo de 1985. Disponible en el Centro de Documentación Histórica de la UNCuyo.

[29] Alfredo Cornejo tuvo posteriormente una importante trayectoria política. Fue intendente del departamento de Godoy Cruz por dos períodos (2007–2011; 2011–2015), gobernador de Mendoza (2015–2019) y presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical (2017-2021), entre otros cargos. Al momento de la redacción de este artículo cumple mandato de senador nacional por Mendoza.

[30] “Primer Congreso Constitutivo de la Federación Universitaria de Cuyo”. Documento cedido por Germán Leyens en el marco de la entrevista realizada el 30 de marzo de 2022 para el CDHyM, UNCuyo.