“ESCENARIOS DEL PODER LOCAL. LA DIRIGENCIA POLÍTICA DE JUJUY ENTRE LA AUTONOMÍA PROVINCIAL Y LA ORGANIZACIÓN NACIONAL (1835-1862)”
TESIS DE DOCTORADO EN HISTORIA. UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA, FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES, 2021. DIRECTORA: DRA. VALENTINA AYROLO
PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,
Año 14, N° 28, pp. 170-174
Julio- Diciembre de 2021
ISSN 1853-7723
La tesis tiene como objeto estudiar la dirigencia política de Jujuy entre la Autonomía Provincial y la Organización Nacional (1835-1862), con la finalidad de comprender qué estrategias emplearon los dirigentes para acceder al poder y cómo lo hicieron. Esto nos lleva a indagar diferentes episodios y prácticas políticas a través de las cuales podemos observar redes de relaciones, alianzas, motivaciones, identificaciones y conformación de grupos.
La investigación se inicia en 1835, momento en que la jurisdicción de Jujuy se convertía en provincia independiente, autonomizada de Salta, entidad a la que había permanecido subordinada hasta ese entonces. Este proceso de separación jurisdiccional es un punto de partida interesante ya que nos permite analizar las prácticas y los discursos de los políticos locales en la creación de la provincia.
Para observar el posicionamiento de la novel provincia en la laxa Confederación (1835-1852) y los vínculos entablados con las otras que la componían, es necesario considerar a los dos grandes grupos políticos que lucharon por el poder en el espacio rioplatense: unitarios y federales. Desde el punto de vista doctrinario estos alineamientos clarificaron en el Congreso Constituyente de 1824-1827 y tenían como problema de fondo la forma que debía adoptar la soberanía en el nuevo Estado nacional. Los unitarios abogaron por la Unidad de régimen basado en la indivisibilidad de la soberanía. Los federales, en cambio, postularon que las provincias debían retener para sí su soberanía.
En la época se denominó federalismo a la forma confederal de gobierno. El Pacto Federal de 1831, firmado primero por Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes y al que luego se fueron adhiriendo el resto de las provincias, fue el instrumento legal que dio surgimiento a la Confederación Argentina. Se trató de un sistema político que unía a las provincias, y en el cual cada una de ellas reservaba sus atribuciones soberanas, en tanto delegaba el manejo de las Relaciones Exteriores de Paz y Guerra en el gobierno de Buenos Aires, a cargo de Juan Manuel de Rosas (1835-1852), por lo que la Confederación fue denominada rosista. Con la consolidación del régimen rosista el uso de esta facultad permitió al gobernador de la provincia más poderosa interferir, en muchos casos, en la vida política de las otras. En la tesis mostramos que tal injerencia en el caso de Jujuy, resultó una presión intermitente, pues en varios momentos el poder porteño fue menos importante.
Unitarios y federales, no fueron bloques homogéneos y cerrados, por el contrario, tuvieron matices y variaciones. Considerar estas últimas es la forma más adecuada para comprender el accionar de los actores que buscaron alcanzar los resortes de poder. De la misma manera, el estudio en profundidad de determinadas coyunturas explica mejor las condiciones en la que sucedieron los fenómenos políticos.
Lo cierto es que, con los años, el debate doctrinario tendió a perderse. Particularmente, cuando el régimen federal rosista se consolidó en la provincia de Buenos Aires y fue extendiendo su influjo a otras provincias. Unitario y sus variantes semánticas, pasaron a adoptar significados negativos. Esta situación hizo que, con el tiempo, quienes adhiriesen a esta opción política asumieran y actualizaran su postura levantando otras banderas como la defensa del liberalismo político y la sanción de una Constitución Nacional.
El punto de llegada de la investigación es 1862 porque entendemos que es pertinente observar cómo se reposicionó la dirigencia de Jujuy que actuó desde 1835 en el nuevo horizonte nacional abierto entre 1853 y 1862. Como se sabe, la caída del régimen rosista en 1852 habilitó un nuevo escenario de organización política que articuló y negoció con las provincias que antes habían sido independientes.
La tesis se estructura siguiendo un orden cronológico (1835-1862). Entendemos que la sucesión de procesos permite calibrar las comparaciones entre un período y otro, así como las definiciones en el escenario político. A su vez, y dado que pretendemos ver la forma que los dirigentes gobernaron y llegaron al poder y los conflictos / tensiones que debieron enfrentar, cada uno de los cinco capítulos está organizado en dos partes. La primera referida al ejercicio del gobierno y la segunda a diferentes momentos de tensión y conflicto.
En el capítulo 1 indaga la conducta política de los dirigentes entre 1835 y 1841. Es un período compacto por la sucesión explicativa de hechos: la separación política de Jujuy, el Protectorado del gobernador de Tucumán Alejandro Heredia (1836-1838) del que Jujuy formó parte, la guerra en contra de la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839) y la Coalición del Norte (1840-1841). Analizamos hechos políticos a partir de la identificación de grupos y sus comportamientos, así como observando trayectorias significativas que explican la acción política.
El capítulo 2 se concentra en analizar el trabajo realizado por la Sala de Representantes entre la autonomía política y la Coalición del Norte. El tratamiento particular en un capítulo se sostiene desde varios puntos de vista. Primero porque el espacio legislativo reunía a la dirigencia de toda la provincia. Segundo, fueron años intensos de deliberación, dado que por entonces se forjó la ingeniería institucional. Tercero, la Sala debió responder a diversos cuestionamientos interprovinciales que pusieron en duda la separación política de la provincia. De esta forma, la primera parte del capítulo está dedicada a abordar el personal político que ocupó las bancas, mientras que la segunda a examinar diversos y tensos debates vinculados a la organización del orden político.
Las páginas del capítulo 3 narran el proceso político iniciado con la caída de la Coalición del Norte hasta la sublevación antifederal de 1849. Este recorte es consistente en tanto permite observar vinculaciones y disputas surgidas por la reconfiguración de la política luego de vencida la Coalición. La primera parte del capítulo focaliza la lente en los aspectos institucionales del gobierno y la construcción de vínculos interprovinciales, así como en algunas prácticas de legitimación simbólica. En tanto, la segunda parte examina diferentes momentos de tensión y oposición al gobierno federal, lo que nos permite analizar espacios conspirativos y la vinculación entre política e intereses económico-patrimoniales.
El capítulo 4 estudia el accionar de la dirigencia hacia el final del período rosista. La intensidad de los conflictos desatados entre 1849 y 1852 amerita que dediquemos un capítulo al abordaje de esta problemática. La primera parte del mismo trata las gestiones de gobierno y sus bases de poder, mientras que la segunda muestra diferentes espacios donde se viabilizó la oposición. Focalizamos la lente en el grupo de poder antifederal de la provincia que logró controlar la Sala de Representantes exhibiendo las consignas del liberalismo político y que, entre otras cosas, usó el teatro público como un medio para proyectar su ideario. Pudimos reconstruir la participación de fuerzas milicianas de Salta en 1849 y 1851, que resultaron clave para restaurar el orden federal en Jujuy.
Finalmente, el capítulo 5 examina el proceso político de la década de 1850. Nos interesa observar las prácticas que persistieron o se reformularon en el nuevo orden político abierto con la caída del rosismo. Este capítulo dialoga con la tesis de Gustavo Paz, que interpreta el accionar político y las prácticas a partir de los entramados familiares. Sostenemos que igual o más importantes que las conexiones familiares en el sostén de un gobierno fueron las negociaciones entabladas con personajes locales de los departamentos que controlaban las elecciones a diputados -tanto provinciales como nacionales- y a electores del Colegio Electoral que a partir de 1855/56 empezó a designar al gobernador de la provincia. Contar con el apoyo de los notables locales, varios de los cuales estaban al frente de las guardias nacionales, era de vital importancia.
De esta forma, nuestro argumento central es que, la dirigencia política de Jujuy, entre 1835 y 1862, al mismo tiempo que ganaba experticia en asuntos de gobierno, fue moldeando el sistema político provincial, a partir de la vinculación tanto entre los actores que confluían en el ejercicio del poder local como con otras entidades políticas soberanas y sus dirigencias. Esta afirmación se sostiene en tres dimensiones: a) en el apoyo recibido por otras provincias, en especial las del norte de la Confederación, b) en las prácticas políticas de la dirigencia de Jujuy para controlar las instituciones locales a través de la movilización asamblearia, los procesos electorales y las alianzas con los diputados de la Sala de Representantes y c) en la articulación con las jefaturas departamentales, la más de las veces andamiadas en solidaridades económicas. En este complejo escenario se manifestaron diferentes formas de identificarse y posicionarse en los entramados políticos.
Los hombres que tomaron los resortes políticos en la década de 1850 capitalizaron estilos de negociación que se fueron forjando desde 1835. Esto les permitió anudar alineamientos con jefes del Interior, entablar acuerdos con la oposición y proyectarse en el nuevo orden político nacional abierto en 1853.