Un Nuevo Momento de Reformas:
Santa Fe y la Consagración del Ciudadano de a Pie (1983-2005)
Tesis de Maestría. Universidad
de San Andrés, 2019. Directora: Sabrina Ajmechet.
Por Sebastián Cortesi
Universidad de San Andrés
Universidad de Buenos Aires
Buenos Aires, Argentina
PolHis, Revista Bibliográfica Del
Programa Interuniversitario De Historia Política,
Año 13, N° 26, pp. 499-503
Junio-Diciembre de 2020
ISSN 1853-7723
Entre 1983 y 2005, la Argentina experimentó un
total de 33 reformas constitucionales y otras 57 reformas electorales a nivel
de sus provincias. Sin embargo, la historiografía aún no ha reparado en las
características ni las implicancias de un proceso que transformó el mapa
institucional argentino. La presente tesis busca dar los primeros pasos en ese
sentido a partir de un estudio de caso centrado en la provincia de Santa Fe y
atento a las sinergias con la nación así como también con las demás provincias.
El trabajo se estructura alrededor de dos hipótesis principales. En primer
lugar, sugiere que el período analizado constituyó un nuevo momento reformista
en la historia electoral del siglo XX, comparable al peronismo clásico y al
período de reformas coronado por la ingeniería saenzpeñista. En segundo lugar,
se ofrece una lectura unitaria de las reformas efectuadas en la provincia de
Santa Fe. Las transformaciones institucionales analizadas no son un agregado de
resultados coyunturales; por el contrario, la tesis argumenta que las mismas
integran, en virtud de sus ideas políticas, un conjunto coherente al que
denomina “reformismo santafesino”.
A
modo de propedéutica, la tesis comienza con un capítulo que sitúa el régimen
electoral de Santa Fe en una perspectiva de larga duración. De la reforma
constitucional de 1856 en adelante, las instituciones provinciales constituyen
un terreno privilegiado en la lucha de elencos políticos facciosos, siendo el
origen territorial de los mismos uno de los principales clivajes ordenadores
del conflicto. Lejos de revestir un punto de inflexión, la intervención
presidencial de Sáenz Peña y sus posteriores reformas constituyen un intento
más de acabar con las prácticas que atentan contra la libertad del sufragio.
Obtenida en un grado razonable a partir de las transformaciones realizadas
durante el gobierno demoprogresista de Luciano Molina (1932-1935), la
gobernabilidad se convierte en la problemática que acapara el interés de los
elencos santafesinos. Ya sean radicales, justistas o peronistas, durante buena
parte del siglo XX los gobiernos provinciales deben lidiar con fracciones
díscolas que, secundadas por la oposición, paralizan la legislatura o inducen
otras formas de conflicto institucional. Redactado en las postrimerías de la
presidencia de Frondizi, el texto constitucional de 1962 intentó acabar con
esta dinámica al establecer un sistema electoral destinado a producir gobiernos
dotados de un sólido respaldo legislativo.
Una
vez historizado el objeto, la tesis aborda el proceso que condujo a la adopción
de la ley electoral más difundida desde el retorno democrático; es decir, la
ley de lemas. Generalmente retratada por la literatura politológica como una
astucia institucional de los gobernadores justicialistas, las fuentes
provinciales -diarios de sesiones y la prensa capitalina- invitan a trazar un
recorrido más intrincado. El estatuto Bignone, reproducido por la mayoría de
las provincias, otorgó a los partidos el monopolio de las candidaturas. Como
contrapartida, los obligó a dictar una carta orgánica y a superar un umbral de
afiliados. La intensa campaña de afiliación que tuvo lugar durante 1982 condujo
al análisis político a augurar el advenimiento de una democracia de partidos en
la Argentina.
Sin
embargo, una mirada desde Santa Fe permite reconocer que el malestar de la
ciudadanía con la representación política y, en especial, con los partidos fue
prácticamente coetáneo al propio retorno democrático. A pesar de contar con un
régimen electoral orientado a la gobernabilidad, los gobiernos justicialistas
de José María Vernet y Victor Revilgio atravesaron crisis de gabinete al calor
de la desindicalización del partido. En vez de capitalizar la situación, los
partidos opositores se sumieron en conflictos internos motivados por la
expectativa de suceder al justicialismo. No obstante, los episodios de
corrupción que tuvieron lugar durante 1989, en especial el affaire de los juguetes -que culminó en el juicio político del
vicegobernador Antonio Vanrell-, llevaron a Santa Fe por el camino inaugurado
por San Luis apenas tres años antes. Tanto en la prensa como en el recinto, los
elencos santafesinos presentaron la reforma electoral como el corolario de una
autocrítica pública. Las desventuras económicas y los casos de corrupción eran
el resultado de una “clase política” que no obtenía su mandato de la ciudadanía
sino de las cúpulas partidarias que digitaban las internas. En otras palabras,
el poder electoral del “ciudadano de a pie” era erosionado por una especie de
colegio electoral sui generis. Al privar a los partidos de la selección de
candidatos, la ley de lemas prometía otorgar al ciudadano un rol central en la
conformación de su representación. La efectividad argumental del diagnóstico
fue tal que incluso los detractores de la ley de lemas en el Congreso
argumentaron estar defendiendo los verdaderos intereses del “ciudadano de a
pie”.
La
política santafesina afectó notablemente el entramado electoral nacional. Luego
de examinar los efectos de la ley de lemas sobre la competencia a nivel
provincial y municipal, el tercer capítulo pone el foco en las consecuencias de
las polémicas elecciones de 1995. El régimen de competencia inaugurado en 1990
incentivó a la oposición a agruparse en un único “superlema” -La Alianza
Santafesina, precursora de su homónimo nacional- con el objeto de derrotar a un
justicialismo dividido entre las candidaturas de Jorge Obeid, delfín gobernador
Carlos Reutemann, y el ex-socialista Héctor Cavallero, apoyado por el
presidente Menem. El escándalo desatado por la caída del sistema informático
durante el recuento provisorio de votos obligó al gobierno nacional a rever la
administración electoral. Como consecuencia, el tópico de la reforma política,
hasta entonces atendido únicamente por las provincias, ingresó en la agenda
política nacional. Luego de la fallida experiencia del Programa de Apoyo a la
Reforma Política durante el gobierno de La Alianza, el justicialismo
santafesino -al igual que oficialismo de otras nueve provincias- aprovechó el
contexto provisto por el Acuerdo Federal propiciado por Duhalde para reformar
una vez más la legislación electoral. Las fuentes obtenidas del archivo privado
del legislador provincial Eugenio Malaponte permiten entretener la hipótesis
según la cual la reforma a la ley de lemas ya había sido concebida con
anterioridad y que el contexto político nacional simplemente proporcionó una
oportunidad para implementarla.
Esa
ley permitió a Jorge Obeid acceder en dos ocasiones a la máxima magistratura de
su provincia ¿Que lo motivó a impulsar su derogación? El capítulo cinco ofrece
una respuesta a un interrogante caro a la historia provincial reciente. Si bien
la presión ejercida por las organizaciones de la sociedad civil fue
considerable, la derogación de la ley electoral más duradera del siglo XX
santafesino debe comprenderse en el marco de una disputa por la conducción del
justicialismo. Con el objetivo de enfrentar la hegemonía reutemanista, Obeid
abandonó su férrea defensa a la ley de lemas y puso a disposición del
recientemente electo presidente, Néstor Kirchner, un importante grupo de
intendentes de cara a las legislativas nacionales. De esta manera, Obeid se
congració con los reclamos de la sociedad civil y neutralizó a la oposición,
que se vio forzada a respaldar la iniciativa oficialista. No obstante, el
proceso legislativo por el cual la ley de lemas fue reemplazada por el sistema
de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) fue en extremo
dificultoso. Al igual que en el Congreso Nacional durante 2003, el
justicialismo -en especial los senadores reutemanistas- agotó los recursos parlamentarios
en defensa del sistema electoral vigente.
Si
bien la ley de lemas fue finalmente derogada, el ideario sobre el cual se
sustentaba permaneció intacto. En sus intervenciones públicas, el gobernador
Obeid destacó que la adopción de esa ingeniería electoral había democratizado
la selección de candidaturas. Sin embargo, los abusos perpetrados por los
aparatos partidarios habían desvirtuado su espíritu. Las PASO evitarían esas
argucias sin comprometer en absoluto la injerencia que “el ciudadano de a pie”
había ganado en 1990; es decir, la nueva ley electoral desempeñaría la misma
función de un modo más eficiente.
A
modo de cierre, el epílogo ofrece una reflexión en la cual se compara el
período analizado por la tesis con los otros dos momentos reformistas que
caracterizaron el siglo XX. Ese ejercicio permite identificar problemas
recurrentes en la cultura política argentina, como el hiato insalvable que
separa a los partidos existentes del modelo deseado, así como también rasgos
específicos del objeto, siendo una de las más salientes la presencia de teorías
científicas -provistas por la institucionalizada ciencia política- acerca de
los efectos de la legislación electoral sobre el comportamiento de los partidos
políticos. Por último, la comparación invita a señalar una serie de problemas e
interrogantes que integran una agenda de investigación futura.