conflictos, prácticas y discursos en el peronismo chubutense: un análisis de las disputas internas
entre 1971 y 1973
JESSICA MURPHY
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Puerto Madryn, Argentina
GABRIEL CARRIZO
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco
Universidad de la Patagonia Austral
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Comodoro Rivadavia, Argentina
PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,
Año 14, N° 28, pp.207-228
Julio-Diciembre de 2021
ISSN 1853-7723
Fecha de recepción: 14/07/2021 - Fecha de aceptación: 17/11/2021
Resumen
El trabajo abordará los principales discursos, prácticas y conflictos que atravesaron al peronismo chubutense durante la interna partidaria con vistas a la competencia electoral del año 1973. En este contexto, al interior del movimiento peronista convivían distintos sectores: por un lado, un ala peronista más tradicional y ortodoxa y, por otro lado, tendencias vinculadas a una renovación generacional y juvenil del movimiento, o afines a esta, con un discurso y prácticas opositoras a la dictadura. Teniendo en cuenta este marco y a los sectores que pugnaron por encarnar el “verdadero y auténtico” peronismo, analizaremos la forma en que se dirimió la interna, las disputas identitarias que suscitó y finalmente, cómo se conformaron las listas provinciales y se desarrolló la campaña electoral del peronismo en 1973 en Chubut. El trabajo se nutre de entrevistas a militantes del período y de la prensa regional.
Palabras Clave
Identidad- peronismo chubutense- elecciones desde 1973 - prácticas- discursos
CONFLICTS, PRACTICES AND SPEECHES IN CHUBUTENSE PERONISM: AN ANALYSIS OF INTERNAL DISPUTES BETWEEN 1971 AND 1973.
Abstract
This paper explores the main discourses, practices and conflicts of Peronism in the Chubut province in the party’s internal dispute for the 1973 electoral race. In this context, different sectors coexisted within the Peronist movement: on the one hand, there was a more traditional and orthodox wing and, on the other hand, there were trends related to a generational and youthful renewal of the movement, whose discourse and practices opposed the dictatorship. Taking into account this framework and the sectors that struggled to embody the "true and authentic" Peronism, we will analyze how the dispute was solved, what identity disputes it created, and finally, how the provincial lists were built and how the 1973 Peronist campaign developed in Chubut. This paper draws on interviews with party supporters at the time and publications in the regional press.
Keywords
Identity- Peronism In Chubut - 1973 elections - practices - discourses
conflictos prácticas y discursos en el peronismo chubutense: un análisis de las disputas internas entre 1971 y 1973
Introducción
En marzo de 1971, la Junta de Comandantes desplazó del gobierno al general Roberto M. Levingston y transformó al jefe del Ejército, general Alejandro Lanusse, en el tercer y último mandatario de la autodenominada Revolución Argentina. Para abril del mismo año se anunció oficialmente el Gran Acuerdo Nacional (GAN), estrategia política pensada para reponer la legitimidad del Estado e iniciar el regreso a la legalidad política y democrática, evitando así la confluencia entre protesta social y política (De Riz, 1981; Tortti, 2014).
Con respecto a esta última etapa de la Revolución Argentina, son numerosos los avances historiográficos que en los últimos años han intentado entender y explicar su complejidad, sobre todo en cuanto a los reacomodamientos que experimentó el peronismo durante la misma. Una de las líneas interpretativas se vincula a los estudios que indagan en torno a los conflictos y luchas políticas intra-peronistas del período en las provincias (Servetto, 2010; Antúnez, 2015; Auzoberría, 2016). La revisión de estos procesos, las principales prácticas y el campo discursivo que suscitó esta rivalidad han llevado a nuevas preguntas y a un conocimiento más profundo y complejo de lo que analíticamente conocemos como izquierda y derecha peronista. Si bien estos conflictos también acontecieron en las provincias patagónicas, notamos que -a excepción del caso santacruceño con la gobernación de Jorge Cepernic-[1] existen pocos estudios que los hayan abordado específicamente, permaneciendo aún inexplorados en el caso de Chubut.[2]
El primer apartado de este artículo se subdivide en dos partes, en primer lugar, describiremos los principales bloques -facciones- del peronismo; los sectores que los conformaron, y el mapa político interno delineado en los inicios de la reorganización del Movimiento Nacional Justicialista (MNJ) y la normalización partidaria en 1971. Y en segundo lugar, pondremos énfasis en los dos espacios identificados como rivales políticos que configuraron la interna partidaria y detallaremos al respecto los grupos, actores y liderazgos que los nutrieron. También reconstruiremos algunos conflictos que tuvieron como protagonista al movimiento peronista en esta etapa, dado que los mismos nos permiten observar las prácticas y estrategias de los actores en pugna. En el segundo apartado, reflexionaremos sobre los discursos legitimadores y las disputas identitarias y de sentidos en torno a la campaña de 1973.
Las hipótesis que guían este análisis son dos: por un lado, sostenemos que la incorporación de las juventudes radicalizadas al peronismo (o “infiltradas”, para los sectores de la derecha político sindical) y sus esfuerzos por disputar la herramienta partidaria y el escenario electoral fueron para el caso de Chubut un vehiculizador del disenso y del conflicto intra peronista. Y, por otro lado, afirmamos que para comprender el conflicto interno, los actores en pugna y las disputas identitarias que se dieron en el movimiento peronista del período, es necesario analizar la confluencia entre elementos coyunturales locales y conflictos de largo alcance, vinculados con la dinámica propia de cada provincia y región.[3] Subsidiariamente a ambos planteos, consideramos que volver sobre el escenario que inaugura la apertura democrática y observar en este el rol que tuvieron las juventudes radicalizadas del peronismo y algunas de sus prácticas contribuye a enriquecer aquellos análisis historiográficos que se distancian de la perspectiva violentológica para analizar a estos actores.[4]
En nuestro estudio utilizaremos distintas fuentes de manera triangulada y complementaria. Por un lado, fuentes orales, en particular entrevistas en profundidad de realización propia. Y, por el otro, fuentes documentales escritas: notas periodísticas y materiales correspondientes al Archivo de la Comisión Provincial por la Memoria, y entrevistas publicadas por otros autores en investigaciones anteriores o referencias autobiográficas. Respecto de la recolección de las fuentes documentales, resulta pertinente aclarar que, debido a la fuerte represión y persecución a los militantes, se destruyó todo tipo de materiales que pudiera involucrarlos con referencias a su activismo y participación política. De este modo, profundizamos en el estudio de comunicados, noticias y publicaciones que fueron divulgadas por la prensa de la época.
Una aproximación al mapa político peronista en Chubut
A partir del lanzamiento del GAN, tanto el partido peronista como las demás expresiones políticas[5] comenzaron a reorganizarse teniendo que adaptarse a los imperativos de las trasformaciones políticas y sociales ocurridas en el país desde la década del sesenta (Servetto, 2010). No obstante, la normalización partidaria y la reorganización del movimiento peronista con la vuelta a la legalidad de su partido, tras dieciocho años de proscripción, implicaron un proceso mucho más arduo y complejo que para las restantes fuerzas políticas (Ladeuix, Melon y Quiroga, 2014). Las reconfiguraciones identitarias y, en particular, la aparición en la escena política de las juventudes como un actor relevante y cuarta rama del MNJ, fueron aspectos cruciales en la dinámica que adquirió la reorganización del peronismo (Carnagui, 2008; Friedemann, 2019).
En Chubut, durante la gestión de Jorge D. Paladino como secretario general y delegado de Juan Perón, se impulsaron las delegaciones y la Junta Promotora del Movimiento, con la particularidad de contar en la provincia con un delegado por región: por la costa y valle, el secretario y delegado del Movimiento fue David P. Romero; por la cordillera, Benito Fernández; y por Comodoro Rivadavia, Ramón Lorenzo[6]. En segundo orden, se dinamizaron las Juntas Promotoras y de Acción Política locales o municipales. Estas tenían como objetivo tanto consolidar en las distintas regiones las cuatro ramas, como promover las afiliaciones partidarias.
Para noviembre de 1971, Perón decidió el reemplazo de Paladino[7] por Héctor Cámpora, encomendándole finalizar la reorganización del Consejo Superior del MNJ y darle impulso a la apertura electoral y al acercamiento de la juventud (Besoky, 2016, p. 197). La llegada de Cámpora en noviembre de 1971 inició el segundo período de la normalización partidaria, el cual, si bien estuvo marcado por la intensificación de la pugna interna, terminó en la definitiva legalización del partido (Ladeuix, Melon Pirro y Quiroga, 2014, p. 17). Una vez cumplidos estos objetivos, veremos que los conflictos se fueron suscitando a partir de la definición de las distintas candidaturas con vistas a las elecciones de 1973.
El peronismo chubutense se encaminó desde entonces hacia una división en dos principales alineamientos y bloques internos, que sería una simplificación definir como izquierda y derecha peronista. Entendemos que para delimitar con más precisión a las dos facciones enfrentadas electoralmente en la coyuntura específica de 1972-73, es pertinente corrernos de dicho binarismo, o de lo que Humberto Cuchetti (2011) define como una utilización “partisana” del clivaje, evitando así hacer una homogeneización derechista o izquierdista de ambas fracciones. Por el contrario, las dos categorías resultan fructíferas a la luz del objeto, en este caso, si son pensadas y utilizadas como un continuum (Friedemann, 2018).
En los reinicios de la actividad política legal chubutense identificamos un primer bloque que dentro del continuum izquierda–derecha peronista podemos situar más próximo al clivaje analítico de derecha peronista. Este contenía tanto a sectores de la derecha político-sindical[8] como a un conglomerado más diverso de grupos, organizaciones y trayectorias insertas en las diferentes ramas del movimiento. La oposición y enfrentamiento con la infiltración juvenil “marxista” y/o “comunista” se presentó de diferentes maneras al interior de este espacio; no obstante, fue uno de los elementos que cohesionó y permitió configurar una alianza circunstancial a nivel partidario y electoral.[9]
Un segundo espacio se sitúa más cercano al clivaje analítico de la izquierda peronista (IP). Sin embargo, también la excedió, dado que componían esa facción desde líneas políticas partidarias que veían con buenos ojos el ascenso e incorporación de la juventud en el movimiento pero que no formaban parte de las redes y grupos vinculados a la IP, hasta militantes de las Unidades Básicas y jóvenes peronistas que sí se vincularon a esta. Jotapesistas o grupo Romero-Miele fueron las definiciones nativas que les asignaron sus adversarios y la prensa. La oposición a la dictadura y ciertas posiciones y prácticas compartidas ante cuestiones sensibles del período, fueron, entre otros, los “polos magnéticos” (Carnagui, 2008) que posibilitaron este agrupamiento circunstancial.
El llamado a elecciones, tanto dentro del partido como posteriormente a comicios provinciales y nacionales, inauguró la pugna entre distintos proyectos peronistas y relegó a un segundo plano los matices de identificación que podían existir en el interior de las dos facciones destacadas. En un primer momento, la disputa entre ambos bloques giró en torno a los roles y cargos partidarios y, en un segundo momento, alrededor de la conformación de las listas y candidaturas. Posteriormente, en el tramo final de la campaña, el conflicto se desarrolló en torno a qué fracción representaba la auténtica y verdadera identidad peronista.
En relación con las primeras rencillas encontramos como un hito la elección de David P. Romero como delegado reorganizador y secretario del partido del MNJ en el Valle de Chubut y representante de la Junta Promotora Provincial del PJ. En palabras de Romero: “se convoca a una Asamblea y los peronistas -como corresponde- estaban todos peleados entonces dijeron ‘Che, que sea el hijo del viejo Romero’”.[10] Y ahí empecé todo el proceso, en 1970 yo era el delegado del Movimiento de acá”.[11]Más allá del respaldo que le daban el apellido y su pertenencia familiar, Romero no contó con un consenso absoluto respecto de su rol y el cargo a ocupar.[12] En noviembre de 1971 la prensa replicó distintos comunicados que traslucían la tensión que despertó la elección de su figura como delegado, por lo que él representaba para algunos sectores del sindicalismo y la rama femenina (era considerado un dirigente dispuesto a “abrir las puertas” del movimiento a foráneos). Finalmente, en esta etapa la enemistad política, o más bien la negación de la otredad entre peronistas, no tomó la forma de un enfrentamiento absoluto. Esto hizo que Romero ocupe efectivamente dicho cargo,[13] pero la calma tendría como fecha de vencimiento el congreso partidario provincial para la elección de candidatos.
El proceso que inauguró la normalización partidaria hasta la campaña electoral y las elecciones de marzo de 1973 estuvo caracterizado por diversas tensiones, pujas y negociaciones que atraviesan a toda identidad política entre elementos sedimentados y formas de actualización (Grimson, 2011). A pesar de ello, la disputa interna del peronismo fue mutando desde 1971 a 1973 y en adelante. A continuación, analizaremos el contexto electoral intentando dar cuenta de por qué no fue posible conformar una lista de unidad en el peronismo chubutense.
Hacia las elecciones de 1973 y el armado de las listas
Durante los primeros meses de 1972 hubo un trabajo coordinado entre los comandos estratégico –Perón- y táctico –Cámpora y el Consejo Superior del Movimiento Peronista- para aglutinar el mayor número de fuerzas políticas y sociales (Antúnez, 2015, p. 36). Perón impuso las listas únicas con el objetivo de cubrir los puestos de conducción partidarios, digitar las candidaturas y manejar las cuotas de reparto de los cargos para las ramas del movimiento (Servetto, 2010).
Con el escenario de definición de las candidaturas abierto, las pugnas y diferencias internas se volvieron explícitas en el movimiento peronista chubutense. Asimismo, la “masacre de Trelew” y la pueblada de octubre (Trelewazo) que le siguió,[14] fueron dos cuestiones sensibles del período que pusieron sobre la mesa las diferencias entre peronistas de posiciones más dialoguistas y otros más confrontativos con la dictadura. Este complejo escenario, configurado entre octubre y noviembre de 1972, dificultó el armado de listas únicas.[15] A este proceso conflictivo debemos sumarle que las juventudes- en particular la JP de la VII Regional de la Tendencia Revolucionaria- disputaron la orientación y definición de las candidaturas.
El congreso partidario que hacia fines de 1972 definiría la nómina de candidatos para la presentación de la lista el 2 de enero de 1973 y la constitución del Frente Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI),[16] denotó la imposibilidad de lograr acuerdos electoralistas entre las dos facciones mencionadas. El conflicto peronista se desató tanto puertas adentro -en los congresos partidarios que determinarían los candidatos[17]- como puertas afuera, en una disputa simbólica por la nominación legítima, por representar al “verdadero y auténtico peronismo” y ganar las elecciones.
En los días previos al congreso, expresiones de distintos peronistas fueron encontrando eco en la prensa y se fueron publicando algunos posicionamientos y lecturas previendo los escenarios. La Confederación General del Trabajo (CGT), Regional Trelew, emitió una declaración en la que exigía una participación proporcional para poder designar a los hombres que a su juicio debían integrar la nómina de candidatos. En ese marco, advertían públicamente que no tolerarían “infiltrados bolcheviques en sus filas y que al designar a sus hombres ofrecían la garantía más absoluta de que estos no sustentaban extremismos ideológicos de los que habría que arrepentirse cuando ya fuera demasiado tarde”.[18] Notamos que la idea del “infiltrado” como expresión de la lucha de poder interna e identitaria fue, en este caso, de más largo aliento y anterior al momento en que Perón invirtió el discurso reactivo sobre la violencia que había sostenido durante el exilio (Slipak, 2015).
Por otro lado, el 15 de diciembre de 1972 la prensa replicó un comunicado de la JP de Chubut firmado por José Cugura en el que se anunciaba la promoción de la candidatura de David P. Romero y se repudiaba la actitud de congresales que se “autoeligen”. Asimismo, se exigía al congreso que “el 100 por ciento de los candidatos que postule sean capaces de implementar el cambio de estructuras que el país necesita”[19].
En definitiva, el 15 y el 16 de diciembre de 1972 sesionó el congreso en la sede de la UOCRA, en la ciudad de Trelew. Los congresales de entonces se alinearon alrededor de dos candidatos[20]: por un lado, Benito Fernández,[21] de la ciudad de Esquel, y por otro, David P. Romero, impulsado centralmente por las juventudes recientemente incorporadas al movimiento. Finalmente, la votación designó como ganadora a la lista de Benito Fernández, con veinte votos a favor sobre dieciséis en contra. Una vez que se supo el resultado, la sesión se vio interrumpida mediante el ingreso de la juventud al recinto.[22] Esto obligó a un cuarto intermedio, un intento de reanudación y finalmente la suspensión y reprogramación del mismo. Al respecto se describía en la prensa local:
Todo iba encarrilándose y al reanudarse el congreso con las listas semipreparadas, se acuerda en formar tres comisiones: una por el valle, otra por la cordillera y la tercera por Comodoro Rivadavia, integradas cada una por las cuatro ramas del movimiento. Sucede entonces el llamado desde Buenos Aires del doctor Juan Manuel Abal Medina, quien le pide a Fernández su renuncia invocando su lealtad partidaria a la vez que le anuncia que el candidato del Consejo Superior era el Dr. Romero[23].
Asimismo, una vez transcurrido el congreso emergieron algunas declaraciones que posteriormente circularon a raíz de los intentos de la juventud por impulsar sus candidatos: “Se afirmó ‘con esta gente, en caso de imponer sus candidatos nombrarían de jefe de la policía a Santucho y ministro de gobierno a Tosco’. Se destacó que ellos no representaban el peronismo auténtico”.[24]
De acuerdo con nuestro análisis, la discusión y la falta de acuerdo por la nómina de candidatos evidenciaron tres cosas. Por un lado, una rama política dividida, que se ordenó fragmentariamente alrededor de los dos candidatos mencionados, gran parte de la rama sindical que apoyaba a Benito Fernández, y los sectores radicalizados de la juventud que acompañan a David P. Romero. Cabe aclarar que en este marco se subdividió la rama juvenil del MNJ dando inicio a una disputa por el significante de las siglas JP entre los sectores vinculados a la TR, que acompañaban la lista de Romero, y los que apoyaban a Benito Fernández[25]. En segundo lugar, si bien Benito Fernández (siguiendo las coordenadas de Buenos Aires) renunció inicialmente a su candidatura, el sector que lo apoyaba se opuso a esta directiva. Por el contrario, reafirmaron su postulación como gobernador y revocaron a David P. Romero como apoderado partidario. El intento de intervenir en el conflicto desde la conducción nacional -con el llamado de Abal Medina- permite pensar que el fenómeno peronista como entramado partidario, pero también como movimiento, no debe ni puede quedar reducido a una estructura orgánica que se regía por la verticalidad de manera unidireccional. Más bien, es más factible pensar esta relación con márgenes de autonomía relativa de las provincias frente a las conducciones nacionales; y asimismo como interacciones que son a la vez negociaciones. Siguiendo a Cristóbal Dell'Unti (2017, p. 19) cuando aborda el caso de la provincia de Buenos Aires, coincidimos en que la imposibilidad o posibilidad de participar de los comicios con una lista unificada del peronismo y de consumar o no el FREJULI, estuvo más definida por la injerencia y decisiones de los agentes locales que por la mera y simple aceptación de la jefatura o conducción nacional de una élite.
Finalmente, el congreso inconcluso derivó en dos llamados. Por un lado, el del sector señalado por la prensa como “legalista”, que convocó a un segundo encuentro en Esquel en el que reafirmó la candidatura de Benito Fernández.[26] Y, por otro lado, en Comodoro Rivadavia sesionó el 30 de diciembre el sector denominado “disidente”. En este último se resolvió la formula gubernamental con David P. Romero y la inclusión de José Manuel Bolaño como candidato a vicegobernador.
El caso nos permite revelar que en Chubut la JP que se vinculó a la VII Regional de la TR contribuyó a construir, en articulación con otros peronistas, una instancia partidaria “disidente” en la que establecieron acuerdos tácticos y definieron sus candidaturas. Al menos en esta etapa notamos que hubo una primacía de la política y una apuesta por disputar la herramienta partidaria y el escenario electoral.
La campaña electoral de 1973: la disputa por el “verdadero y auténtico peronismo”
La campaña electoral comenzó oficialmente el 23 de enero de 1973 y en Chubut compitieron nueve fórmulas, entre ellas las peronistas con sus dos candidatos a gobernador.[27]
Más allá de las expectativas del peronismo alrededor de esta coyuntura, el mapa político interno se tornaba cada vez más complejo. Como vimos, la unidad no llegó a concretarse y, en ese marco, se inició una abierta y explicita confrontación entre los sectores enfrentados electoralmente. Se desplegaron distintas estrategias de legitimación de la identidad peronista y de interpelación, intentando absorber desde las dos opciones electorales los votos que a nivel nacional iban hacia la fórmula de Cámpora y Solano Lima[28].
Repasando la conformación de las listas encontramos que la de Benito Fernández tuvo como principal base de apoyo y movilización a sectores ortodoxos y de la derecha político-sindical (la CGT del Valle y las “62 Organizaciones”), a otros peronistas de la rama política femenina y la JP de Esquel y de Puerto Madryn. De Comodoro Rivadavia brindaron su apoyo: la Asociación Obrera Textil, Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas, Asociación Empleados de Farmacia, Asociación de Trabajadores de Sanidad, Petroleros Privados, Unión Tranviarios Automotor, Movimiento Celeste del SUPE, Centro de Empleados de Comercio y la Unión Obrera Metalúrgica.[29]
Por su parte, la lista encabezada por David P. Romero en acuerdo con el Partido Revolucionario Cristiano, que llevó las siglas del FREJULI, expresó la alianza entre sectores de la rama política, con trayectoria partidaria en algunos casos, y de las juventudes ligadas a la JP Regionales. En el marco de los reacomodamientos y alianzas coyunturales, Rudi Miele, subdelegado de la VII Regional, una vez resuelta la interna afirmaba que en ambos sectores había “elementos del régimen y del sistema infiltrados y enquistados” que participaban de la elección del 11 de marzo y que estos estaban representados por “vandoristas, paladinistas, participacionistas y/o los agentes de los servicios”[30].
Esta afirmación confirma que, más allá del peso que tuvo la JP Regional en la promoción y concreción de esta lista y la candidatura de Romero, no se trató de una alianza electoral homogénea ni hegemonizada por las juventudes del movimiento. De hecho, notamos que hubo sectores de la rama sindical que trasladaron sus internas a las elecciones,[31] y también quienes por conveniencia en el reparto de los cargos se alinearon a una u otra opción.
Algunos testimonios destacan a Romero como un referente clave, que supo mancomunar esas diversidades y amalgamar los distintos intereses y horizontes políticos encabezando el armado. En algunos relatos es reconocido como una suerte de mediador entre los sectores juveniles y aquellos peronistas que, si bien formaban parte del acuerdo electoral, no compartían la misma identificación con el peronismo ni los idearios vinculados al socialismo nacional. Al respecto el siguiente testimonio destaca:
Con Romero si, con Romero andábamos bien, porque además era un tipo prudente viste, porque había algunos compañeros de Trelew principalmente que íbamos a alguna reunión y lo único que sabían era hablar de tiros y bombas, y balazos y ajusticiarlo a fulano. (…) Ellos allá tenían esa prédica, Rudi Miele.[32]
La JP Regional desarrolló diversas acciones a los fines de difundir a David P. Romero como candidato, no ocuparon demasiados cargos en la lista, sus intervenciones tuvieron que ver principalmente con el despliegue territorial de la campaña y la movilización en los actos políticos. Es de destacar que fue en gran medida su posición intransigente con la dictadura, su rol como abogado defensor de presos políticos y su visión aperturista hacia este sector, lo que le valió a Romero el apoyo y el alineamiento de los mismos alrededor de su figura.
La campaña se llevó a cabo acompañada de un debate y disputa por la representación del “verdadero peronismo”. Mediante una intervención del Juzgado Electoral se le asignó la representatividad del partido provincial a la lista de Fernández mientras que la facción de Romero se presentó a elecciones bajo el sello partidario del Partido Revolucionario Cristiano (PRC), pero utilizando las siglas del FREJULI mediante una resolución judicial que los amparaba. No obstante, ambas sostenían en el orden nacional la fórmula Cámpora-Solano Lima. Ahora bien, al no contar con el sello del PJ ni el aval de las autoridades del partido, sumado a la “campaña confusionista” del sector al que se enfrentaban, la militancia que apoyaba a Romero debió recurrir a otras estrategias para dar cuenta de su condición peronista[33]. Al respecto destaca el siguiente testimonio:
Se plantean dos candidatos a gobernador y que en realidad por qué peleaban, peleaban por quedarse con la sigla del Partido Justicialista (…) Bueno, en ese momento, la lucha por el partido, por la sigla partidaria la gana Benito Fernández porque tiene la apoyatura de los sectores del PJ a nivel nacional.[34]
El sector que llevó a Benito Fernández como candidato esgrimía como principal prueba de la falta de condición y legitimidad peronista de sus adversarios, el hecho de que no se presentaban a elecciones con el sello del PJ. Las propagandas de campaña que se publicaron en el diario Jornada dan cuenta de ello.[35]
Para la facción del peronismo que llevó como candidato a gobernador a Benito Fernández, el modo aceptable de “ser peronista” estaba representado por el aval y sello partidario, dado que no cumplir con esta premisa era ir en contra de la verticalidad y ser un traidor. Y en segundo orden, el “verdadero peronismo” implicaba confrontar con los dos tipos de imperialismos, el yanqui y el soviético. A diferencia de sus adversarios internos, este alineamiento resaltaba en el discurso de campaña la oposición a la “infiltración marxista”[36].En este fragmento de un comunicado firmado por el presidente del PJ J.J. Otero (facción Fernández) encontramos algunas alusiones al respecto:
Pretenden dar una imagen de divisionismo a una lucha de depuración realizada internamente, para impedir que el comunismo infiltrado en nuestro Partido tome la conducción del Movimiento y para ello están usando nombres de peronistas respetables, que equivocadamente se prestan al juego, ya sea por desconocer el peligro de copamiento, o bien por creerse desplazados al no haber sido promocionados como candidatos. (…) Por todo ello declaramos: No somos responsables de los desmanes que con el nombre de nuestro Movimiento realizan los integrantes del grupo ROMERO-MIELE.[37]
Notamos así que algunos de los peronistas que fueron parte del armado que encabezó Fernández distinguían entre “peronistas respetables” e “infiltrados comunistas”, o entre quienes, en otras palabras, eran de la JP vinculada a la IP -sectores hacia los que debía orientarse la depuración- y quiénes se “prestaban al juego” o “desconocían el peligro”.
David P. Romero como candidato y los sectores juveniles que lo acompañaron disputaron la definición del aparato simbólico que conformaba la identidad política peronista vinculando su lista y proyecto con el FREJULI, como parte de la estrategia frentista promovida por Perón.[38] En palabras de Romero durante la campaña:
En primer lugar, quiero aclarar que soy candidato por el Frente Justicialista de Liberación. Hemos creado el frente en la provincia los peronistas y los revolucionarios cristianos, y el Frente existe de hecho, aunque la justicia del régimen diga lo contrario (…) no necesitamos otra legalidad que la del Movimiento Nacional. [39]
No asistir a elecciones con el sello del partido tuvo sus implicancias no solamente en términos simbólicos sino también al momento de interpelar al electorado. En ese marco, uno de los testimonios destaca: “Se determinó ponerle a la boleta electoral un símbolo, que pudiera identificar el afiliado peronista el Sol, el ponchito de los pobres … Jugamos con eso. Nos significó un doble trabajo porque tuvimos que salir a aclararle a la gente por qué íbamos con la Democracia Cristiana”.[40] Por otro lado, los sectores que iban con David P. Romero como candidato (y él mismo) recurrieron -como principal prueba de la falta de condición y legitimidad peronista de sus adversarios internos- a la carencia de combatividad. En una entrevista dicho candidato cuestionó las acciones y posiciones de peronistas que habían tendido puentes con el régimen y que lo seguían haciendo en vísperas de elecciones[41]. Construyó un relato de su lista como aquella que representaba a un peronismo no “amansado”, ni “dócil” o carente de combatividad[42]:
El otro grupo que ha recibido como regalo el rótulo partidario (…) ha centrado su propaganda confusionista en “que ahora no quedan dudas”, aludiendo al dictamen de la justicia. Si su mayor elemento de convicción es el respaldo del régimen ¿a quién van a convencer de que están enfrentados con ese mismo régimen?[43].
Se buscó de esta manera, y en el marco de la disputa con la otra lista de peronistas, representar a un peronismo combativo y antidictatorial. Daniela Slipak (2015) sostiene que analizar lo que un grupo o facción delimita como amenaza o alteridad tiene implicancias necesariamente en esa comunidad pretendida. De este modo, el conjunto de actores que configuraron la lista jotapesista buscaron cimentar sus exclusiones respecto del peronismo amansado y dócil que contaba con el apoyo del régimen.
Finalmente, el peso en la composición del voto peronista de la opción electoral que encabezó Romero terminó siendo escaso, quedando en un cuarto lugar en las elecciones. La primera vuelta de la elección de Chubut fue, junto con la de Córdoba, una de las más ajustadas a nivel nacional. De un total de 72.253 personas que votaron para gobernador, los resultados dieron a Benito Fernández como ganador con 21.320, mientras que la lista de Romero quedó en cuarto orden con 7.792. Aun así, a la primera no le alcanzó y tuvo que asistir a segunda vuelta enfrentándose al PACH, que obtuvo 13.418 votos[44].
Conclusiones
A lo largo del trabajo analizamos la configuración del mapa político peronista a comienzos de los setenta para delimitar así las distintas facciones que protagonizaron el conflicto intra peronista en la interna y en la posterior campaña de 1973.
También buscamos incorporar nuevas claves histórico-políticas para entender la complejidad del proceso que inauguró el fin de la autodenominada “Revolución Argentina”, como asimismo las tensiones y conflictos que se suscitaron a partir de que se levantó la prohibición del peronismo, con la llegada de Lanusse al poder. De manera secundaria, el trabajo nos sirvió para reconstruir la heterogeneidad de prácticas y estrategias desplegadas por las juventudes nucleadas alrededor de la JP-Regionales en este marco. Sobre estas, notamos que se sumergieron activamente en las disputas partidarias y la definición de candidatos de 1973, y fueron para el caso de Chubut un vehiculizador del disenso y del conflicto intra peronista, el cual a partir de 1974 alcanzaría niveles inéditos de violencia y represión. Esto, a los fines analíticos, reafirma la importancia de descentrar la perspectiva violentológica en el análisis de estos actores, para dar lugar así a nuevas perspectivas e interrogantes.
Volver sobre la diversidad de actores, tensiones internas y la disputa intra peronista a nivel regional resulta de suma utilidad a los fines de complejizar el análisis sobre la dinámica centrífuga que adquirió el peronismo entre 1973 y 1976 y sus clivajes más importantes. En este período “los posicionamientos centristas perdieron efectividad y los extremos recurrieron a la exclusión identitaria del otro” (Friedemann, 2015, p. 62); ahora bien, para el caso que nos ocupa, notamos que esto se produjo y fue resultado de conflictos de más largo alcance. Los mismos se vinculan con la normalización partidaria y la reorganización del MNJ con vistas al regreso a la legalidad, con la interna partidaria, la definición de las candidaturas, y las posiciones y prácticas que asumieron los peronistas ante algunas cuestiones sensibles del período en la zona. Cabe aclarar que estas diferencias eran difíciles de saldar teniendo en cuenta la disposición manifiesta “desde arriba” a conformar listas unitarias.
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[1]La gobernación de Jorge Cepernic es un caso disruptivo en la historia política patagónica de los setenta, no sólo por haber sido el mandatario provincial más cercano a la izquierda peronista, sino además por proponer acciones radicalizadas tales como su intención de ejecutar la expropiación de tierras en manos de compañías inglesas. Para más detalles, véanse los trabajos de Servetto (2010), Antúnez (2015), Auzoberría (2016).
[2] Encontramos un único trabajo sobre el tema, de orden descriptivo en: Musacchio, Oriola y Fernández Vecino (2016).
[3] Clave interpretativa que se puede ver en el estudio de Alicia Servetto (2010).
[4] Durante mucho tiempo el campo historiográfico sobre estos temas ha estado orientado predominantemente por un enfoque que Omar Acha denominó “violentología”, es decir, una perspectiva interpretativa centrada en la violencia política como clave explicativa del proceso político argentino de los años setenta (Acha, 2010). Entre estos estudios se destacan Ollier (1986), Sigal y Verón (1986), Hilb y Lutzky (1984).
[5] Hasta ese momento formaban parte del escenario político en Chubut: la Unión Cívica Radical (UCR), el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), el Partido Justicialista (PJ), el Partido Demócrata del Chubut (PDCH), el Partido Socialista Popular (PSP), el Partido Revolucionario Cristiano (PRC), el Partido Demócrata Progresista (PDP) y el Partido Acción Chubutense (PACH).
[6] Romero fue abogado y apoderado de presos políticos, apoderado de la Junta Promotora Provincial del Partido Justicialista y Secretario Delegado de este en 1971 y parte de 1972. A los 34 años fue candidato a gobernador impulsado por la JP en 1973. Ramón Lorenzo, militante del peronismo histórico en Comodoro Rivadavia, uno de los referentes y propulsores de la resistencia peronista en esta ciudad, Delegado al Consejo Nacional Justicialista (1971). Benito Fernández, abogado de la ciudad de Esquel y Juez Federal (1948-1953), referente del peronismo cordillerano, miembro del Consejo Superior en 1955 y candidato a gobernador por el PJ en 1973.
[7] Asediada por la mayoría de los sectores del movimiento, la delegación de Paladino concluyó en un rotundo fracaso. Las críticas vertidas en torno a su cercanía con el poder militar propiciaron su debacle (Ladeuix, et.al 2014: 17)
[8] Fueron los sectores del sindicalismo pertenecientes a este espacio los que a posteriori “se apropiaron del discurso isabelista”, según uno de los testimonios, “sobre todo de la mano de petroleros privados en Comodoro Rivadavia y Textiles y la UOM en el Valle” (Alejandro Fernández, vecino, entrevista realizada por Jessica Murphy, Esquel, 1 de octubre de 2020).
[9]Algunos militantes de este armado habían ocupado cargos durante la gestión dictatorial. Se autoproclamaron como un peronismo que luchaba contra los dos tipos de imperialismos: el yanqui y el soviético.
[10] Su padre era ferroviario, proveniente de la Rioja, y fue determinante en su acercamiento al peronismo. El peronismo era algo cotidiano en la atmosfera de su hogar, de hecho, en la entrevista realizada, señala que en el mismo funcionó una Unidad Básica en la que se militó y afilió para la Unión Popular.
[11] David P. Romero, entrevista realizada por Jessica Murphy, Trelew, 25 de julio de 2019.
[12] La rama femenina fue uno de los espacios que emitió uno de los comunicados, planteando diferencias con quienes, apoyados por Romero, conformaron la junta promotora de la JP de Trelew.
[13]“Políticas. Conciliación en el justicialismo”, en Jornada, 4 de diciembre de 1971.
[14] El 15 de agosto de 1972 un grupo de presos políticos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y Montoneros efectivizó un plan de fuga preparado durante meses desde adentro y fuera del penal de Rawson. El 22 de agosto, en Trelew, se produjo la masacre y el fusilamiento de diecinueve presos políticos de distintas organizaciones político-militares por parte de la Armada Argentina. Debido al contexto represivo y de militarización que este hecho inauguró en la zona se dio un breve período de reflujo en la militancia. No obstante, a casi dos meses de ocurrido el hecho, el 11 de octubre se concretó el “Operativo Vigilante”: un contingente de diversas fuerzas represivas llegó por sorpresa a la región, secuestrando a un numeroso grupo de militantes. Esto suscitó asambleas, marchas y huelgas que adquirieron el nombre genérico de “Asamblea del Pueblo” y posteriormente “Trelewazo”. Cabe aclarar que las movilizaciones de rechazo a esta política represiva y la demanda de liberación de los presos tuvieron un saldo favorable, lográndose su libertad.
[15] El peronismo presentó más de un candidato en Chubut, Formosa, Neuquén, Salta, Santa Fe, Santiago del Estero y Tucumán.
[16] En julio de 1972 Perón organizó con otros partidos el Frente Cívico de Liberación Nacional (FRECILINA), el que ampliado un poco más tarde se convirtió en el Frente Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI) en donde el PJ era su núcleo aglutinador.
[17] Los primeros días de 1972 inician la campaña de afiliaciones al Partido.
[18] En alusión evidente hacia el sector al que representaba David P. Romero (“Justicialismo: No a la penetración bolchevique”, en Jornada, 1 de diciembre de 1972).
[19]“Juventud Peronista”, en Jornada, 15 de diciembre de 1972.
[20] En el diario Jornada se publica una nota en la que desnudan anónima e informalmente algunos conflictos. En esta destacan que la conducción de Romero en el Justicialismo es cuestionada por un grupo de militantes que lo acusan de haber abierto las puertas de la sede partidaria a jóvenes, cuya ideología transitaría caminos ajenos a la doctrina justicialista. (“¿Jugamos al partido?”, en Jornada, 9 de diciembre de 1971).
[21] Quien en contraposición a Romero es señalado por la prensa con el calificativo de “añeja figura”, lo que da cuenta de su referencia como peronista de mayor recorrido y trayectoria (¿“Qué pasó en la semana?”, en Jornada, 17 de diciembre de 1972).
[22]La JP había contado con la posibilidad de que asistan al congreso dos delegados pero sin derecho a voto ni participación activa. (“Condena la C.G.T la infiltración marxista”, en Jornada, 23 de diciembre de 1972 y “El Doctor Benito Fernández fue elegido candidato a Gobernador de Chubut. Un triste episodio empañó el acto”, en Crónica, 20 de diciembre de 1972).
[23]“Radiografía de un Congreso”, en Jornada, 23 de diciembre de 1972.
[24]“Desagravio a la Unión Obrera de la Construcción en Trelew”, en El Patagónico, 27 de diciembre de 1972.
[25]Entre ellas estaban, la Juventud Obrera Peronista “Timoteo Vandor”, la JP de Pto. Madryn, un sector de Comodoro Rivadavia y una JP de la cordillera. “Políticas. Condenan la agresión a la sede gremial de la UOCRA”, en Jornada, 23 de diciembre de 1972.
[26]Sobre treinta y nueve congresales que acreditarían la totalidad de asistencia, se requería la presencia de trece al menos. En aquella oportunidad asistieron veintidós congresales completando el tercio necesario para el cuórum.
[27]FREJULI: David P. Romero y Bolaño; Partido Demócrata Progresista: Ferreira-González; Frente de Izquierda Popular: Sotelo-Nievas; Nueva Fuerza: Rappallani-Tiscornia; UCR: Altuna-Saig; MID: Cruz-Mehaudi; Partido Demócrata del Chubut: Germain-Romero; PJ-Fernández –Campelo; Partido de Acción Chubutense: González-Williams.
[28] La división que se produjo entre las dos listas tuvo su impacto en cada región o ciudad donde los peronistas fueron definiendo u ocupando cargos en una u otra. Ejemplo de ello es el divisionismo en Comodoro Rivadavia entre “lorencistas y corchuelistas” (tal como lo catalogó la prensa) en relación con la candidatura de Hebe Corchuelo Blasco a senador nacional por la lista que encabezaba Romero y de Ramón Lorenzo por la de Fernández.
[29]No obstante, el secretario general de las 62 Organizaciones de Comodoro Rivadavia, Marcial Paz de la UOCRA, fue como candidato a diputado nacional por la fracción de Romero. (“Sindicatos de Comodoro Rivadavia Adhieren a la Fórmula Fernández- Campelo”, en Jornada, 5 de enero de 1973).
[30]“Juventudes Peronistas”, en Jornada, 14 de abril de 1973.
[31] Por ejemplo, el SUPE de Comodoro Rivadavia tenía al movimiento y lista celeste que fue con Benito Fernández y la lista verde con Romero.
[32] Ángel González, entrevistado por Jessica Murphy, Rawson, julio de 2019.
[33] El PJ –fracción Benito Fernández— una vez oficializadas las listas por parte del Tribunal Electoral, solicitó que se prohibiera a la fracción de Romero utilizar la mención al FREJULI en su propaganda proselitista. El pedido fue rechazado.
[34] Alejandro Fernández, vecino, entrevistado por Jessica Murphy, Esquel, 1 de octubre de 2020. Alejandro es hijo de Benito Fernández, fue funcionario de su gobierno durante 1973-1974 y diputado provincial entre 1983 y 1987.
[35] “Espacio de publicidad”, en Jornada, 8 de febrero de 1973.
[36] Representada en un sector, principalmente las juventudes, que acompañaban la candidatura de David P. Romero.
[37] “Partido Justicialista. Distrito Chubut”, en Jornada, 23 de enero de 1973.
[38] Quienes asistieron con la sigla del PJ tuvieron varios intentos de formalizar un frente con el MID, pero no lograron conformar el FREJULI y cada uno fue con candidatos propios. El MID en segunda vuelta llamó a votar y apoyó al PJ.
[39] “Hablan los candidatos. Partido Revolucionario Cristiano: David P. Romero”, en Jornada, 10 de marzo de 1973.
[40] Testimonio disponible en Bau (2009, p.27).
[41]Consideramos que este cuestionamiento se arrastraba como argumento de división interna desde la llegada de los presos políticos. Ante esta cuestión sensible en la zona, la mayoría de los sectores que participaban de la lista de Romero se posicionaban solidarizándose con los familiares y los presos, en algunos casos siendo apoderados de los mismos, entre otras acciones compartidas. Mientras que al ala del sindicalismo que acompañaba a Fernández como por ejemplo la CGT del Valle, la presencia de los presos políticos, más que despertarles solidaridad, les ocasionó cierto malestar. A su vez, compartían y justificaban en ocasiones la acción del gobierno que –consideraban- “se ha visto obligado al traslado de tropas policiales a Rawson y a convertir a la ciudad capital en una especie de fuerte" (Wester, De Otto y Fernández Pícolo, 1991, p. 25).
[42] En palabras de otro entrevistado: “(…) la Justicia electoral era la justicia del régimen. Asi que cualquier discusión que hubiera entre Benito y Romero la justicia iba a fallar a favor de Benito Fernández.” (Ángel González, entrevistado por Jessica Murphy, Rawson, julio de 2019.).
[43] Ángel González, entrevistado por Jessica Murphy, Rawson, julio de 2019.
[44] “Escrutinio definitivo de Chubut”, en Jornada, 21 de marzo de 1973.