en torno a los
orígenes del radicalismo entrerriano: elencos políticos y construcción
partidaria (1890-1914)
NICOLÁS DANIEL
MOTURA
PolHis, Revista Bibliográfica Del
Programa Interuniversitario De Historia Política,
Año 14, N°
28, pp.27-54
Julio- Diciembre
de 2021
ISSN 1853-7723
Fecha de recepción: 29/03/2021 - Fecha de aceptación: 03/08/2021
Resumen
El presente trabajo es un intento de dar cuenta de una experiencia provincial de conformación partidaria: la del radicalismo entrerriano. La misma, abordada de manera lateral por la historiografía nacional, analiza las coincidencias, así como las diferencias, entre el radicalismo nacional y provincial en el pasaje de la República Posible a la República Verdadera a finales del siglo XIX y principios del XX. Si bien el tema ya ha sido tratado en otras investigaciones, la dinámica provincial de Entre Ríos ha sido escasamente abordada por la historiografía política.
Palabras
Clave
Radicalismo - elencos políticos- partidos políticos -
trayectorias - Entre Ríos
on the
origins of radicalism In entre ríos: political groups and party construction
(1890-1914)
Abstract
This
article attempts to provide an account of a party construction experience: that
of radicalism in the province of Entre Ríos. Despite never having been a
central topic in national historiography, the experience analyzes the
similarities and differences between the national and provincial radicalisms in
the passage from the “Possible Republic” to the “True Republic” in the late
19th and early 20th centuries. Although this topic has already been discussed
in previous research, the provincial dynamics of Entre Ríos have been scarcely
addressed by political historiography.
Keywords
Radicalism
- political groups- political parties- political careers- Entre Ríos
en torno a los
orígenes del radicalismo entrerriano: elencos políticos y construcción
partidaria (1890-1914)
Introducción
El radicalismo junto
con el peronismo, no solo constituyen las fuerzas políticas de mayor presencia
territorial y pervivencia temporal de la Argentina, sino que también han sido
el objeto de estudio de innumerables trabajos, tanto del ámbito académico,
político como de divulgación. Basta echar un vistazo al Manual Bibliográfico de la Unión Cívica Radical, compilado por
Edith Gallo y Carlos Giacobone (1989), para mensurar la enorme cantidad de
referencias que el “primer partido de masas” ha concitado en la comunidad
historiadora.
Sin embargo, hasta
finales del siglo XX prevalecieron interpretaciones que tendieron a centralizar
y a homogeneizar las representaciones sobre el radicalismo (Oyhanarte, 1916;
Del Mazo, 1951; Etchepaborda, 1951; Luna, 1964).
Muchas de ellas, provenían de los mismos espacios partidarios y de divulgación,
que propugnaban una narrativa uniforme que aglutinara las heterogeneidades
provinciales en un mismo relato de origen. Con la renovación historiográfica
operada desde 1990, han venido desarrollándose trabajos que han puesto un
fuerte énfasis en la dimensión local y sus contradicciones con lo nacional.[1] Esta puesta en cuestión de las interpretaciones
canónicas, junto al auge de perspectivas de análisis regional, ha colocado el
foco en los actores, sus prácticas y las representaciones en pugna en espacios
específicos.[2]
El presente trabajo
es un intento de dar cuenta de una trayectoria abordada de manera lateral por
la historiografía: la del radicalismo
entrerriano.[3] Para ello analizaremos el contexto de surgimiento de esa
agrupación, el perfil de sus primeros dirigentes y las estrategias de
conformación partidaria que desplegaron desde 1890 hasta las reformas
electorales de 1912-1913, cuando el partido ocupa el centro de la escena
política a nivel nacional y provincial.
1. La Unión Cívica de la Juventud y el surgimiento del
radicalismo
A finales de la década
de 1870 en Entre Ríos, al igual que en otras provincias, se conformaron elencos
de notables dirigentes que dominaron la escena pública local hasta la sanción
de la ley Sáenz Peña en 1912. Tal como explicó la historiografía del período,
esto fue posible gracias a un consenso político que estableció un sistema de
acceso y rotación del poder que perduró varias décadas. Este régimen,
denominado Orden Conservador (Botana,
1977), ponía gran énfasis en la decisión del presidente y los gobernadores,
quienes seleccionaban a sus sucesores en una intrincada trama de apoyos,
intereses y recursos.[4]
Entre 1883 y 1887
Entre Ríos fue gobernada por Eduardo Racedo, un experimentado militar que logró
aunar los apoyos de diferentes grupos políticos desperdigados por la provincia,
en favor del núcleo asentado en la costa del Paraná. Reforma constitucional
mediante, este dirigente centralizó e institucionalizó el poder político,
eliminando cualquier vestigio del antiguo urquicismo
que, desde mediados del siglo XIX, había torcido la balanza en favor del
oriente entrerriano (Schmit, 2010; Bressan, 2018).
Como reconocimiento y
también por la amistad que lo unía a Miguel Juárez Celman, en 1886 Racedo fue
designado Ministro de Guerra de la Nación, cargo al
que accedió un año después. Una alianza entre los diferentes grupos
provinciales le permitió al mandatario saliente ungir a Manuel Crespo como
reemplazo. La intención de Racedo era mantener los hilos de la provincia bajo
su control. Paradójicamente, a los pocos meses, Crespo murió y fue sucedido por
su vicegobernador, Clemente Basavilbaso, quien
rápidamente desconoció su jefatura y se autonomizó.
Desplazado del
escenario local y posteriormente alejado del Ministerio a finales de 1888,
recompuso relaciones con el diputado nacional Miguel Laurencena,[5] con quien permanecía distanciado desde 1887, cuando vetó
su candidatura a gobernador. La contienda electoral provincial de 1890 fue la
oportunidad de recuperar la centralidad perdida a finales de la década.
Los preparativos para
la elección a gobernador del 15 de julio se entremezclan con los movimientos
que desembocaron en la Revolución del Parque del 26 de julio en Buenos Aires.
La cercanía entre Laurencena y Francisco Barroetaveña,[6] uno de los fundadores de la Unión Cívica de la Juventud,
pronto asoció al binomio opositor con la nueva fuerza política surgida a
finales de los ochenta.[7]
El hostigamiento de
las fuerzas policiales para con los opositores, obligó a la alianza electoral a
abstenerse de participar. Como resultado la formula Sabá
Z. Hernández – Faustino Parera fue proclamada ganadora (Reula,
1969, p. 178). Consumada la renuncia de Miguel Juárez Celman a la presidencia
de la república, diversos comités partidarios de la Unión Cívica (UC) se
instalan en la costa del Uruguay sobre la base de los clubes del Partido
Popular (PP).[8]
Rápidamente el
oficialismo provincial, ante la crisis de gobernabilidad que se abría con la
renuncia del presidente, tendió puentes con el ex general a los fines de
sumarlo a sus filas. Como consecuencia, el radicalismo abandonó definitivamente
la alianza opositora y se reincorporó al oficialismo provincial. Laurencena se
convirtió así en el jefe local de la nueva agrupación política comandada por
Leandro N. Alem a nivel nacional: La Unión Cívica Radical (UCR).
Combinación de
miembros excluidos de la élite y de los nuevos sectores medios en ascenso, el
radicalismo entrerriano adquirió desde sus comienzos tintes conservadores que
lo asemejaban al oficialismo gobernante. Gran parte de sus cuadros, eran
figuras descontentas con el régimen que decían condenar, pero del que habían
sido parte en el pasado. Personalidades como Miguel Laurencena, Vicente Morán[9] o José Lino Churruarín,[10] poseían una trayectoria previa que usaron como capital
al momento de disputar los espacios partidarios. A esto se sumaron
personalidades salientes de las localidades que lograron hacerse de fortuna y
reconocimiento, siguiendo los parámetros de ascenso social de las elites
conservadoras.
Carente de un
programa predefinido, pero con un discurso de firme defensa de los principios
republicanos como la autonomía, la
división de poderes y la crítica a la corrupción, el radicalismo apeló a
diversas prácticas para volverse competitivo.
Para evitar la
dispersión, la UCR –imitando la forma de organización de los partidos
norteamericanos— creó instancias de reunión, donde los representantes de las
provincias y las localidades (los delegados) acordaban acciones y dirimían sus
diferencias (Rock, 1977). Estas convenciones fueron configurando una estrategia
global a lo largo de los años, ya que daban contención a sus miembros al
pertenecer a un agrupamiento mucho más amplio que sus límites jurisdiccionales
(Gallo, 2009). Aunque también el contexto y las oportunidades provinciales
determinaban qué estrategia adoptar al momento de las elecciones.
En 1893, en ocasión
de la revolución radical, la UCR Entre Ríos no promovió el levantamiento armado
(Urquiza Almandoz, 1993). La principal razón fue la llegada de cientos de
Guardias Nacionales para la vecina Santa Fe al mando del general Ayala, que
hicieron inviable cualquier intento de insurrección.[11] En 1894, el radicalismo participó de la contienda
electoral provincial con la fórmula Vicente Morán – José Lino Churruarín, aunque perdió a manos del oficialismo.
Tras la muerte de su
referente nacional, Leandro N. Alem, en 1896, la UCR recorrió un camino
zigzagueante entre las tendencias impulsadas por Bernardo de Irigoyen que
promovía la concurrencia a los comicios, y las abstencionistas defendidas por
Hipólito Yrigoyen. La situación de tensión entre ambas tendencias,
llevó a la ruptura irreconciliable entre las diferentes líneas internas en
1897, muchos de sus miembros se diseminaron en agrupamientos menores. En el
plano nacional, resultan ilustrativos los casos de Francisco Barroetaveña que
dio el salto al oficialismo conservador, llegando a ser electo diputado
nacional por Buenos Aires en 1900 o el de Adolfo Mugica,[12] que ocupó cargos legislativos y llegó a ministro nacional
en 1911. Tal fue la magnitud del desgaste de la interna radical, que algunos de
sus adversarios decretaron su extinción de la arena pública.
El radicalismo no tiene
levante y acelera su marcha vertiginosa hacia la nada. Va a desaparecer sin
haber creado nada útil y dejando atrás de sí, las huellas de sus pasos,
sangrientos unas veces, irrisorios otros y siempre destructores … Los que
fueron hombres de alguna importancia en el radicalismo de Entre Ríos, han
abandonado la triste bandera para pensar en mejores días y más sanas luchas
populares.[13]
No obstante, la participación activa de elementos del radicalismo local en
elecciones municipales, algunas veces solo y otras veces en coalición, así como
en eventos revolucionarios nacionales (1893, 1905) y provinciales (1898,1900)
permitió mantener la militancia de sus cuadros que, con posterioridad, abonaron
a la reconstrucción partidaria.[14] Esta última postura fue duramente criticada por la
prensa oficial, que calificó a estas alianzas de formas de “degeneración política”.
así lo diría Alem; quien, si
se levanta de su tumba, caería indignado por la degeneración vergonzosa a que
toca el radicalismo, como componente de esa agrupación [la Coalición Popular]
cobijada a la sombra de una bandera descolorida, o de color indefinido, al
menos.[15]
2. Las (re) organizaciones del radicalismo entrerriano
Luego de la muerte de
Leandro N. Alem en 1896 y el llamado a la abstención electoral en la Convención
Nacional de 1897,[16] el radicalismo entrerriano sufrió una verdadera diáspora
de muchos de sus cuadros. Esta situación, advertida por el espectro político de
principios de siglo XX, llevó a que sus detractores lo declararan “muerto” o
“desaparecido”. En tono irónico, una referencia del periódico El Entre Ríos de 1902 expresaba:
Buen rato hace que negamos la
existencia como fuerza organizada del partido radical en la república. Y cada
vez que así hemos hablado, el que fue órgano y más ardiente defensor de ese
partido entre nosotros, nos salía al cruce y nos decía: “No! El partido radical
no ha muerto y ni morirá jamás, sus principios son inmutables y su bandera
flameará por siempre agitada por las brisas de la libertad. En cambio, ¿qué
dice ahora? Que el partido radical es hoy una hermosa tradición; que su
reorganización no pasa de ser una grosera mitificación; que está deshecho por
las distintas tendencias que han minado su organismo”. Cosas de estos tiempos.[17]
Sin embargo, pese a
no utilizar el sello partidario, varios radicales continuaron su militancia en
otros agrupamientos, ya sea participando en elecciones locales para cargos
municipales, donde la posibilidad de fiscalización y control era más efectiva,
o en coalición con desprendimientos del oficialismo.
Entre 1898 y 1900, varios correligionarios se sumaron a
la facción creada por el exgobernador Sabá Z.
Hernández, denominada Coalición Popular, con miras a organizar los
levantamientos contra el gobierno provincial y provocar la intervención
nacional. Sofocadas las revueltas, y ante la negativa de su fundador de
distanciarse del Partido Autonomista Nacional (PAN), los radicales entrerrianos
decidieron alejarse de la coalición y se repartieron en dos agrupamientos que
casi los llevaron a la extinción: el Partido Independiente y el Partido
Radical, este último comandado por Miguel Laurencena y Lino Churruarín.
Desde las páginas de El Argentino se
expresaba:
Hace algún tiempo lo anunciamos. Los elementos antagónicos que constituían la Coalición Popular de Entre Ríos, unidos para oponerse momentáneamente a la imposición del actual gobernador Echagüe, no podían seguir amalgamados en lucha larga y activa, porque los choques eran inevitables.[18]
Cuando en 1901 y 1903
se hizo el llamamiento nacional a la reorganización partidaria, con miras a la
elección presidencial de 1904,[19] los referentes entrerrianos reactivaron nuevamente la
militancia.[20] Una de las primeras tareas a las que se abocaron los
radicales que reorganizaron el partido, fue la de instalar elementos y símbolos
que identificaran a sus miembros. Al despliegue territorial de comités afines,[21] le incorporaron conmemoraciones que buscaban crear un
imaginario radical, que pretendían que se confundieran con el de la nación
(Reyes, 2016). Actos por la Revolución del Parque, en conmemoración de Leandro
N. Alem,[22] o discursos ante la muerte de algún dirigente,[23] se sucedieron de manera ininterrumpida desde esa fecha.
La labor periodística
también complementaba y, en algunos momentos, suplió el accionar partidario en
el espacio público de los radicales.[24] En la capital provincial, vio la luz El Argentino (1902) en clara referencia
a la publicación nacional con el mismo nombre, editado por parte de Miguel
Laurencena, Enrique Arigós y Mariano Olleros. Este
último, en 1905 fundó El Paraná, ante
la desaparición de la primera publicación.
En 1906 nació La Lucha,
dirigido por Eduardo Laurencena, y en 1909 la primera versión de El Diario, futura publicación radical,
dirigida por Luis Lorenzo Etchevehere, que apoyó la
candidatura a gobernador de Prócoro Crespo (Vázquez, 1970; p. 152).
Un año antes de la
elección que consagró presidente a Roque Sáenz Peña (1910), la dirigencia
nacional encabezada por Hipólito Yrigoyen convocó a una Convención Nacional
para definir si concurría o no a los comicios. Las disputas internas del
radicalismo, entre las que destaca el intercambio epistolar entre Pedro Molina
e Yrigoyen (Pavoni, 2016; Fernández Seffino, 2017) también tuvieron su correlato en la
provincia. La prensa de aquellos días resalta la “existencia de hondas
disidencias”[25] al interior del radicalismo provincial, entre las
tendencias que propugnaban por mantener la estrategia abstencionista, y
aquellos que pretendían la concurrencia.[26]
Pese a la victoria en
la Convención Provincial del mandato por la abstención,[27] el
1° de septiembre de 1909 Leopoldo Melo[28] junto a otros correligionarios dieron a conocer un
manifiesto en el cual consideraban “una errónea obstinación” la actitud asumida
por el radicalismo. Afirmaban que “el personalismo” de Yrigoyen, sustentado en
“frases enigmáticas” y una ausencia de programa, atentaba contra las
aspiraciones de una agrupación que había nacido para regenerar los males de la
política (Delgado, 2005, p.399).
La Convención Nacional, que sesionó desde el 28 de diciembre de 1909 hasta el 1° de enero de 1910, resolvió entonces no concurrir a los comicios al constatar, luego de entrevistas con Figueroa Alcorta y su Ministro del Interior, que no estaban dadas las garantías para la participación electoral, pese al descontento de varios correligionarios que decidieron alejarse.[29] El movimiento a favor de la concurrencia iba ganando cada vez más adeptos, y la intervención federal a la vecina provincia de Santa Fe en 1911 fue la oportunidad para presionar en esa línea.[30]
En una Argentina que
acentuaba su perfil agroexportador y modernizaba los resortes del Estado, la
presencia de profesionales y de personalidades de prestigio y riqueza se
convirtió en una condición ineludible para todo aquel que optara por la
profesión de la política. Como bien ha señalado Marcela Ferrari (2008), los
elencos políticos de la Primera República
se nutrieron de personalidades provenientes del mundo empresarial, cultural y
profesional, al igual que lo habían hecho los conservadores años atrás.
No obstante, es
importante señalar que las jerarquías al interior de la maquinaria radical,
pese a reproducir la lógica notabiliar de finales del
siglo XIX, brindaron oportunidades de ascenso a otras figuras que no provenían
de la elite. La participación en los eventos revolucionarios, así como la
presencia en los momentos fundacionales, también contribuyeron a distribuir los
espacios dentro del partido que, lejos de diferenciarse de sus pares
conservadores, se asemejaba a ellos.
A continuación, y
valiéndonos de la prosopografía para realizar perfiles de conjunto a partir de
la reconstrucción de trayectorias individuales (Ferrari, 2010; 2012),
analizaremos a “grosso modo” el recorrido de los elencos del primer radicalismo
previo a la gobernación. En esta reconstrucción, cabe señalar, que los
diccionarios biográficos, como el de Enrique Pereira (1992; 2012), y los
trabajos de Filiberto Reula (1969; 1971) y Celomar Argachá (1998; 2020),
junto a la prensa del período, constituyeron los insumos principales.
Cuadro 1. Miembros de la Primera Convención Provincial
del Radicalismo (11/08/1891)
Círculo |
Delegados |
Concepción del
Uruguay |
Ricardo López
Jordán y Agustín Carosini |
Paraná |
Miguel Laurencena |
Colón |
Martín Mabragaña y Amilcar Gaillard |
Gualeguaychú |
Juan Jorge |
Villaguay |
Juan Hermelo y José Molina |
Rosario del Tala |
Eliseo Iturriaga |
Gualeguay |
Juan Bonicalzi y Celso Paredes |
La Paz |
Julián Gorlero |
Fuente: Pereira E. (1992, p.
85)
Como se puede
observar, dentro de la primera Convención Provincial (primera nómina de
radicales disponible), predominan los nombres de las personalidades notables de
los departamentos de la provincia, y de los que, con contadas excepciones,
tenemos poca información. Con posterioridad, estas figuras irán cediendo lugar
a nuevas incorporaciones que vendrán con un bagaje mayor de redes de relaciones
y experiencia de gestión.
Esto irá
constituyendo una diferenciación al interior del partido entre una “primera
línea” compuesta por antiguos políticos desplazados o de poco renombre del
elenco conservador, con capital económico y social que les permitía vivir para
la política (Offerlé: 2001, p.90), y una “segunda
línea” compuesta por personalidades de menor capital económico, poca o nula
experiencia política previa y sin título universitario.
Entre los militantes
de “la primera línea”, seleccionamos de manera introductoria a diez que
ocuparán las posiciones más importantes del partido en las Convenciones y en
los cargos electivos desde 1912. Entre ellos se destacan Miguel Laurencena,
José Vicente Morán, José Lino Churruarín, los
hermanos Marcó y Mihura. También Leopoldo Melo y Martín Torino. Todos ellos
tenían fuertes vínculos empresariales y sociales, y varios contaban con un
recorrido político partidario realizado durante el Régimen Conservador. Muchos de ellos, a su vez, poseían títulos
universitarios que los posicionaban como los más aptos para la profesión de la
política (Ferrari, 2008, p.147).
Cuadro 2. Primera línea del radicalismo entrerriano hasta
1912
Apellido y Nombre |
Nac./ Def. |
Localidad |
Profesión |
Cargos políticos
previos |
José Lino Churruarín |
1835-1906 |
Gualeguaychú |
Abogado |
Ministro Provincial
(1875). Miembro del Poder Judicial (1875 a 1881 y 1883 a 1884) |
Miguel Laurencena |
1851-1928 |
Paraná |
Abogado |
Diputado nacional
(1886-1890) y Ministro Provincial (1883-1886) |
José Vicente Morán |
1852-1909 |
Gualeguay |
Hacendado |
Diputado nacional
(1886-1890) |
Ramón Mihura |
1861-1944 |
Gualeguay |
Hacendado |
No posee |
Martín Torino |
1863-1955 |
Gualeguaychú |
Médico |
Diputado por Buenos
Aires entre 1895-1896 |
Celestino Marcó |
1864-1940 |
Gualeguay |
Abogado |
No posee |
Emilio Mihura |
1868-1943 |
Gualeguay |
Ingeniero |
No posee |
Leopoldo Melo |
1869-1951 |
Diamante |
Abogado |
Concejal por
Capital Federal en 1898 |
Cipriano Marcó |
1876-1950 |
Uruguay |
Abogado |
No posee |
Luis Jaureguiberry |
1877-1961 |
Concordia |
Ingeniero |
No posee |
Fuente: Elaboración propia a
partir de Pereira (1992; 2012); Argachá (1998; 2020);
Abad de Santillán (1956); Reula (1969; 1971).
Entre las “segundas
líneas” podemos señalar a Ricardo López Jordán (n), Juan Villalba, Enrique y
Agustín Carossini, Amaro López y Enrique Spangenberg, entre otros. Estos radicales, oficiaban de
mediadores entre la primera línea y la militancia de base, gracias a sus
conexiones en espacios de la sociabilidad de la época y el mundo del trabajo.
Al igual que los casos elegidos anteriormente, la selección de nueve
personalidades responde a un criterio aleatorio y de disponibilidad de
información en las fuentes analizadas.
Estos radicales, pese
a ser señalados con recurrencia, no lograron escalar en la estructura
partidaria por varias razones. Pocos poseían experiencia política previa y a su
vez, pocos tenían título universitario o riqueza que los catapultara dentro de
la jerarquía establecida. No obstante, se convirtieron en agentes
indispensables (Rein, 1998, p.34) en la estrategia de
inserción y despliegue de este primer radicalismo a nivel local, dado que
intervinieron en espacios y desempeñaron ocupaciones de gran llegada a los
sectores subalternos, según se desprende de los documentos trabajados.
Cuadro 3. Las segundas líneas del radicalismo entrerriano
Apellido y Nombre |
Nac./ Def. |
Localidad |
Profesión |
Cargos políticos
previos |
Amaro López |
s/d-1924 |
Diamante |
Profesor |
No posee |
Juan Villalba |
1848-1912 |
Paraná |
s/d |
No posee |
Enrique Spangerberg |
1859-1913 |
Gualeguay |
Militar |
No posee |
Antonio Fayó |
1859-1926 |
Paraná |
Periodista |
No posee |
Agustín Carossini |
1860-1940 |
Uruguay |
Procurador |
No posee |
Fermín Uzín |
1862-1922 |
Paraná |
Profesor |
No posee |
Alberto Carossini |
1862-1944 |
Uruguay |
Periodista |
No posee |
Ricardo López
Jordán (n) |
1864-s/d |
Paraná |
Empleado |
No posee |
Santos Lescano |
1886-1942 |
Diamante |
s/d |
No posee |
Fuente: Elaboración propia a
partir de Pereira (1992; 2012); Argachá (1998; 2020);
Abad de Santillán (1956); Reula (1969; 1971).
Finalmente, en el
resto de la militancia destacan dirigentes locales que ocuparon posiciones
menos relevantes en el gobierno a partir de 1914 o en espacios partidarios de
escasa importancia. Estos fueron los que, con posterioridad, ocuparon los
lugares en seccionales, comités y convenciones; aunque algunos de ellos también
accedieron a puestos estatales dentro de la estructura provincial y municipal.
3. Radicales y conservadores ante la reforma electoral
El movimiento a favor
de la reforma electoral, pese a ser sacralizado con posterioridad por la
historiografía militante (Oyhanarte, 1916; Del Mazo, 1951; Etchepareborda,
1951; Cárcano, 1963; Luna, 1964), encontró dentro de las filas radicales
defensores y detractores en igual medida. La estrategia abstencionista y
revolucionaria propiciada por Hipólito Yrigoyen, poco a poco fue imponiéndose
luego de la muerte de Alem en 1896, provocando fuertes tensiones entre los
referentes del partido.
No obstante, el radicalismo
entrerriano encabezado por Laurencena y Churruarín,
si bien acataba las resoluciones de las Convenciones Nacionales, muchas veces
dio importante margen de acción a sus partidarios para participar en elecciones
municipales y en algunos casos provinciales, integrando listas del oficialismo.[31]
Luego de la asunción
de Roque Sáenz Peña a la presidencia en 1910, los radicales entrerrianos
ejercieron presión para salir de la abstención, formando el grupo de
convencionales que propugnaba por la concurrencia a los comicios (Gallo, 2009).
El 3 de mayo de 1911 el vicepresidente del Comité Nacional, Miguel Laurencena,
secundado por Delfor del Valle, Ricardo Caballero e
Ignacio Iturraspe, se reunió con el presidente Sáenz Peña, con motivo de
acordar las garantías para la elección santafesina de principios de 1912. Le
solicitaron la incorporación del padrón militar e imparcialidad en los
comicios. Meses antes el presidente se había reunido en secreto con Yrigoyen y
le había prometido la inminente discusión de una nueva ley electoral que
garantizase la transparencia en los comicios (Cárcano, 1963).
Una nueva Convención
Nacional se renió el 28 de mayo en Buenos Aires, para
decidir si se autorizaba a la UCR de Santa Fe a participar de las elecciones
provinciales de marzo de 1912. Pese a la reticencia de Yrigoyen, el órgano
máximo del partido dio luz verde al pedido dadas “las amplias garantías” que la
intervención nacional ofrecía. Esta decisión, repercutió en varios espacios
provinciales, como el entrerriano que también comenzó a prepararse para las
futuras contiendas electorales. La resolución de la Junta de Gobierno de la UCR
entrerriana, con las firmas de Juan Villalba, Amaro López, Antonio Fayó, Santos Lescano y Miguel
Laurencena, estableció:
1° Proceder a la reorganización del partido en toda la Provincia.
2° Fijar como término máximo para la reorganización hasta el 31 de diciembre próximo, debiendo quedar constituidas las autoridades departamentales y superiores para ese día o antes si fuera posible.
3° Comunicar esta resolución a los comités departamentales y comisiones provisorias, encareciéndoles la necesidad de proceder al cumplimiento de esta resolución con toda la decisión y actividad posible, dando cuenta de los trabajos que se realicen en ese sentido. [32]
La ola de adhesiones
al radicalismo se multiplicó desde finales de 1911, así como los reproches
dentro de las filas oficialistas por la inminencia en la sanción de la ley
electoral.[33] En este marco, y al igual que lo hizo el presidente con
Yrigoyen, el gobernador Prócoro Crespo se entrevistó con una delegación radical
encabezada por Laurencena, en la localidad del Espinillo.[34] En esta reunión se le reclamó al mandatario la
protección para los cada vez más numerosos clubes radicales que se estaban
instalando en la provincia y que en varias ocasiones habían sido intimidados
por la policía en nombre del gobernador. A su vez, se instó a acelerar las
gestiones para la adecuación de la normativa electoral provincial a la
nacional. Dada la proximidad de la contienda legislativa nacional, el
radicalismo obtuvo el compromiso del gobernador de su “prescindencia”, a cambio
de la participación en los comicios. Esta actitud generó serios problemas
dentro de las filas conservadoras en los meses sucesivos.
a. Las incorporaciones al radicalismo
A grandes rasgos, el
sistema de partidos en Entre Ríos reproducía el existente en otras provincias:
un partido oficial fuerte y pequeños desgajamientos que oficiaban de oposición,
pero que no logran hacerse del poder. Partido Independiente, Partido
Provincial, Partido Popular, Partido Coalicionista eran nombres para denominar
las facciones de la elite que disputaban las candidaturas. Desde 1883 hasta
1912 inclusive, las versiones locales del PAN ganaron las elecciones de manera
ininterrumpida.
Frente a la
perspectiva de la sanción de la ley electoral y sus anunciados efectos, varios
dirigentes de renombre que se encontraban trabajando lateralmente dentro del
elenco conservador, empezaron a sumarse al radicalismo.[35] La mayoría de estas “nuevas” incorporaciones pertenecía
al sector social más selecto, pero tenía vedadas sus posibilidades de acceder a
lugares de importancia dentro del gobierno. Por otro lado, ascendentes
personalidades que venían siguiendo los parámetros de ascenso social de las
elites también se sumaron a esta nueva fuerza política.
Resulta interesante
el modo en que se producían esas adhesiones y sus repercusiones: cada una de
ellas era motivo de un mitin, un respectivo festejo y la posterior publicación
en la prensa periódica para darle difusión, siempre dependiendo de quién fuera
la personalidad incorporada. Las palabras del presidente del partido a nivel
provincial, Amaro López, en ocasión de la incorporación de dirigentes locales,
iban en ese sentido:
El hecho que celebremos, es trascendente para la vida del radicalismo de Entre Ríos, y si digo que sus consecuencias se reflejarán aún fuera de la provincia, tal vez no me equivoco. Tanta trascendencia no se le asigna porque se nos incorporen hombres de primera categoría en honradez, ilustración y altruismo, que la opinión pública sabe bien, sino porque el hecho probará ampliamente, inconfundiblemente y de un modo absoluto, que la Unión Cívica Radical tiene las puertas abiertas de par en par para recibir a todos los buenos sin prevenciones, sin egoísmos y sin celos. Esto todavía es discutido por los que no conocen el organismo por dentro, y sin reflexionar que la época pasada, que llamaríamos la de conspiración del partido, imponía procederes al parecer anormales, pero muy justificados cuando se trataba de la salvación de la patria.[36]
La estrategia de
conversión al radicalismo en tiempos en los que el oficialismo conservador
comenzaba a mostrar sus debilidades, no era una acción
aislada ni extraordinaria. Otras personalidades, tanto en Entre Ríos como en
otras provincias, apelaron al “pasaje” de una fuerza política a otra como forma
de mantener su capital político o acrecentarlo.[37] Podemos mencionar el caso de Dalmiro Basaldúa, quien
ocupó diversos lugares como concejal de la ciudad de Paraná en la primera
década del siglo XX, participó en la Convención Constituyente de 1909 y llegó a
ser en 1912, presidente del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos, cargo
al que renunció ese año para sumarse a las filas radicales. Similares son los
ejemplos de Antonio Sagarna[38] y Ramón Arigós, destacados
juristas de la provincia que, al igual que Basaldúa, abandonaron el Superior
Tribunal en 1912 para incorporarse a la oposición. Francisco Mihura, Luis
Lorenzo Etchevehere,[39] Misael Parodi y Miguel Ruiz, también contaban en su
historial con una activa militancia conservadora previa a su pasaje.[40]
Otros dirigentes que
habían sido parte importante en la formación partidaria en sus comienzos y que
luego se habían alejado en la primera década del siglo, hacia 1912/1914
decidieron retornar al radicalismo. Son los casos de Leopoldo Melo y Eduardo
Laurencena.[41] Estos personajes no solo poseían recursos económicos
sino también títulos universitarios que los volvía importantísimos para el
proyecto político del radicalismo (Ferrari, 2008, p. 120). Esta traducción del
capital simbólico a capital político permite hablar de una suerte de multiposicionalidad
(Boltanski, 1973), estrategia predilecta de muchas
personalidades en las primeras décadas del siglo XX.
b. Las derivas del conservadurismo y la elección de 1914
Ya desde mediados de 1911 el diputado provincial Sabá Z. Hernández había propuesto a sus camaradas la
conformación de un partido único que hiciera frente a la maquinaria radical. Su
idea era unificar al Partido Provincial con el Partido Independiente que él
encabezaba, a los fines de crear una única agrupación dotada de carta orgánica
y mecanismos de selección adaptados a los nuevos tiempos. Con esa intención, el
10 de marzo de 1913 se conforma la mesa directiva del Partido Unión Provincial
(PUP), presidida por Alejandro Carbó y Eduardo Sobral.
Luego de sancionada
la ley electoral, en noviembre de 1913, los conservadores convocaron a una Convención de Notables para los primeros
meses de 1914, con la intención de empezar a discutir las candidaturas a la
gobernación. La misma se desarrolló el 1 de febrero de 1914, donde se
proclamaron las candidaturas a diputados nacionales de Emilio Marchini, Agustín Redoni y
Cupertino Otaño. Sin embargo, no se llegó a un acuerdo por las candidaturas a
la gobernación del mes de junio.[42]
En las elecciones de
diputados nacionales del 22 de marzo los radicales se alzarán con el triunfo.
Leopoldo Melo, Celestino Marcó y Emilio Mihura accedieron a la Cámara joven.[43] Los conservadores solo tuvieron que conformarse con
elegir senador nacional, dado que controlaban la Legislatura provincial.[44] La prescindencia del gobernador Prócoro Crespo[45] y la designación de Enrique Carbó como Ministro de
Hacienda por parte del presidente Victorino de la Plaza, avivaron la interna
provincial.[46] Intentando sacar rédito de esta situación, una facción
oficial lanzó la candidatura de Alejandro Carbó a la gobernación.[47] Esta decisión inconsulta y contraria a los intereses de
sectores afines al parerismo, llevó a la renuncia de
Faustino Parera y Emerio Tenreyro
al partido. Como consecuencia el PUP se disolvió definitivamente, quedando
únicamente con el nombre de Unión Provincial (UP).[48]
Por su parte, el
radicalismo celebró el 12 de abril su Convención Provincial que proclamó las
candidaturas a la gobernación de Miguel Laurencena y Luis Lorenzo Etchevehere, políticos reconocidos y de trayectoria de la
costa del Paraná. La prensa de la época reflejó la sorpresa que provocó la
elección.
En cuanto a la designación del doctor Laurencena no nos sorprende, su candidatura gozaba de incuestionable ambiente en el Partido Radical, el cual no ha hecho más que consagrar la personalidad de un veterano del partido y uno de sus dirigentes más caracterizados en la provincia de Entre Ríos.
Ha producido sin embargo una sorpresa, la proclamación del doctor Etchevehere, pues no figuraba entre los posibles candidatos lanzados a la publicidad. Representa este candidato el elemento joven del partido, y es innegablemente por su preparación y ecuanimidad caballeresca apto para el puesto que le destinan sus partidarios. El doctor Etchevehere ha militado casi siempre en las filas de la oposición, y es de esperar, que si sus amigos le llevan al gobierno, sepa hacer efectivas en el poder, su criterio manifestado en la oposición.[49]
A raíz de esta
situación los representantes de la costa del Uruguay se sintieron perjudicados
por la composición del binomio proveniente en su totalidad de la costa del
Paraná. Encabezados por Juan José de Urquiza, movilizaron una escisión dentro
de la Convención que culminó con la renuncia al partido del senador provincial
en fuertes términos.
Me retiro creyendo sinceramente que el partido radical, o sus hombres dirigentes, han cometido un grave error al proclamar cuatro diputados nacionales de un solo departamento de seis que se elegían, no tomando en cuenta los sacrificios que han hecho algunas localidades luchando valientemente contra los gobiernos y con las policías electorales para sacar triunfantes sus candidatos … También creo que el partido radical que, con tanta entereza ha luchado y que actualmente pretende gobernar a la heroica Entre Ríos, lo debería hacer con hombres que presentaran las dos costas pues, en una perfecta democracia, todos deben tener idéntica representación para mejor fiscalizar los intereses generales y propender al progreso armónico regional de la provincia.[50]
Aprovechando esta
disidencia, y teniendo en cuenta el poco tiempo disponible para los trabajos
electorales, los representantes de la UP encabezados por Enrique Carbó
negociaron con Urquiza su incorporación como candidato a vicegobernador de la
fórmula conservadora.[51]
Pretendían mermar el caudal electoral del radicalismo en la costa del Uruguay,
apelando a los recelos que desde tiempos de la independencia existían entre
ambas orillas. La campaña adquirió un tono bastante virulento, con acusaciones
cruzadas, que se expresó en la prensa y en los mítines partidarios convocados
por ambos bandos.[52]
Dada la trascendencia
de la elección, el mismo Hipólito Yrigoyen, acompañado de Camilo Crotto,[53] llegó a la provincia en el marco de la campaña para
apoyar a los candidatos.[54] La elección se desarrolló en aparente tranquilidad
durante la jornada del 7 de junio. Las denuncias de fraude y atropellos se
formularon con posterioridad, al momento del escrutinio, pues tanto de un lado
como del otro hubo denuncias e intentos de impugnación.[55] Finalmente, y pese a la paridad de ambos contendientes,
la UCR obtuvo 42 electores (24.974 sufragios) frente a los 12 de la UP (23.192
votos).
El 30 de julio de
1914, el Colegio Electoral de Entre Ríos proclamó vencedora a la fórmula
Laurencena- Etchevehere sobre el binomio Alejandro
Carbó- Juan José de Urquiza de la Unión Provincial.[56] Iniciaba así una seguidilla de triunfos locales que
permitieron el ascenso del radicalismo al gobierno, que se ratificaría dos años
después con la elección de Hipólito Yrigoyen a la primera magistratura del
país.
4. Algunas reflexiones finales
La ley electoral 8871
había sido pensada como una forma de traducción de un principio de legitimación
que tenía su centro en la referencia a la soberanía popular. Constituía, en la
mirada de sus contemporáneos, el final de un ciclo de reformas que daba paso a
la República Verdadera que la elite
gobernante había prometido a mediados del siglo XIX cuando puso en marcha la República Posible (Halperin
Donghi, 2000).
La Unión Cívica
Radical (UCR) había nacido como una escisión conservadora que, imbuida de un
discurso regeneracionista, pretendía volver a la situación previa a la llegada
del roquismo al poder, a través de la revolución (Alonso, 2000). Si bien nació
en Buenos Aires, rápidamente se expandió por el resto del país y Entre Ríos no
fue la excepción.
La doble cara de
partido nacional, pero también de organización local, posibilitó una rápida
expansión territorial del aparato partidario que combinó rasgos provenientes de
modernidad política con viejas prácticas decimonónicas (Sigal y Gallo, 1963;
Rock, 1977; Sabato, 1990; Pucciarelli,
1993; Halperin Donghi, 2000; Alonso, 2000). Sobre la
base de una dirigencia proveniente del arco conservador -que desde finales de
la década de 1880 había sido desplazada del poder- la UCR de Entre Ríos imitó
las formas organizativas de las facciones políticas tradicionales, incorporando
la novedad de las Convenciones y las Juntas de Gobierno como espacios de
deliberación institucionalizados. No obstante, la lógica facciosa y notabiliar siguió gravitando en el interior del radicalismo:
eran las personalidades de vieja prosapia quienes predominaban en la estructura
partidaria y muchas veces las discusiones internas se traducían en alejamientos
y enconados enfrentamientos personales.
Pero también el
radicalismo entrerriano fue la puerta de entrada de agentes provenientes de
otros sectores sociales. Las segundas y terceras líneas eran en su mayoría
personalidades de renombre en sus localidades, pero que carecían del capital
cultural o económico para convertirse en dirigentes con mayor proyección.
También fue -en vísperas de la reforma electoral nacional y provincial- el
trampolín de trayectorias políticas laterales dentro del elenco conservador,
que se sumaron a la UCR a partir de 1912. Su experiencia política previa, así
como la posesión de títulos universitarios, necesarios para la futura labor de
gobierno, los posicionó como referentes ineludibles que poco a poco fueron
hegemonizando el partido. Este es el caso de Luis Etchevehere,
Leopoldo Melo o Antonio Sagarna, solo por mencionar algunos.
Entre Ríos fue la
segunda provincia donde el radicalismo llegó a la gobernación. Al igual que
Santa Fe, dos años antes, anunció las características que posteriormente
tendrían el radicalismo nacional y los radicalismos provinciales electos desde 1916.
A saber, una propensión al internismo dentro de sus filas, por la convivencia
de elementos antagónicos, y una tendencia a deslegitimar a la oposición (Mustapic, 1984; Halperin Donghi,
2000).
Dado el carácter
introductorio de este trabajo, quedará para futuras investigaciones el análisis
de la mutación del personal político iniciada en 1912, así como las modalidades
de ascenso e inserción de los nuevos actores sociales en un contexto marcado
por la democratización.
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[1] Entre los antecedentes
que comenzaron a cuestionar la uniformidad del radicalismo a nivel nacional
podemos señalar los trabajos de Ezequiel Gallo y Silvia Sigal (1963), Luis A.
Romero (1969) y David Rock (1977). No obstante, la renovación más acentuada se
da a comienzos del siglo XXI de la mano de las investigaciones de Paula Alonso
(2000), Ana Virginia Persello (2004, 2007), Marcela Ferrari (2008) y Francisco
Reyes (2016)
[2]
Entre los trabajos regionales señalaremos: Celso Rodríguez (1979), Gardenia
Vidal (1994), Pablo Lacoste (1995), Roy Hora (2001), María del Mar Solís
Carnicer (2009, 2019), Susana Piazzesi y Bernardo Carrizo (2013) y Bernardo
Carrizo (2020); y el campo sigue en desarrollo
[3]
Existen pocos trabajos específicos referidos al radicalismo entrerriano: los
más antiguos son la Historia de Entre Ríos del profesor Filiberto Reula (1969,
1971) y un artículo de Todo es Historia de Carlos R. Altinier (1973). Otros dos
trabajos de la década de 1990 fueron realizados por sendos militantes: nos
referimos a las compilaciones de Enrique Pereira (1992; 2012) y de Celomar
Argachá (1998; 2020).
[4]
Ver: Botana (1977), Gallo y Ferrari (1980), Oszlak (1982), Gallo y Cortes Conde
(1986) y Alonso (2010).
[5]
Miguel Laurencena (1851-1928) nació en Buenos Aires y pasó su infancia en
Gualeguay, donde realizó sus estudios primarios. Posteriormente, regresaría a
la ciudad de Buenos Aires para cursar sus estudios secundarios y
universitarios, graduándose de abogado en 1877. En 1881, fue electo intendente
de Gualeguay y en 1883 diputado provincial. En ese mismo año fue designado
Ministro de Gobierno de la provincia por Eduardo Racedo. Siendo diputado
nacional en la Capital se integró a la Unión Cívica en 1889 siguiendo a Leandro
N. Alem. Adhirió a la Revolución del Noventa y fue uno de los fundadores de la
Unión Cívica Radical en 1891, en cuyo periódico, El Argentino, participó
activamente. Organizó el radicalismo en la provincia de Entre Ríos. Participó
de las Revoluciones de 1893 y 1905. En esta última resultó detenido y
encarcelado. En 1914 fue elegido gobernador de la Provincia de Entre Ríos. En
Pereira E. (2012; pp.238-242).
[6]
Francisco Barroetaveña (1856-1933) fue un abogado y político entrerriano, y uno
de los fundadores de la Unión Cívica de la Juventud. Se hizo famoso por su
artículo publicado en el diario La Nación el día 20 de agosto de 1889, titulado
"¡Tu quoque juventud! En tropel al éxito", uno de los antecedentes de
la Revolución del Parque de 1890. Dentro de la UCR apoyó a Leandro Alem y
Marcelo T. de Alvear y se opuso tenazmente a Hipólito Yrigoyen. Ver: Ojeda
Silva y Gallo (2014) y Pereira (1992; 2012).
[7] La
amistad entre ambos referentes políticos venía de la juventud, dado que ambos
eran oriundos de Gualeguay. Instalado en Buenos Aires por su cargo de diputado,
Laurencena entró rápidamente en contacto con su antiguo comprovinciano y sus
intenciones de conformar un movimiento regenerador que desembocó en la creación
de la Unión Cívica. Cf. Argachá (1998, p.25)
[8]
El Partido Popular (PP) era una escisión conservadora cuyo referente máximo era
Eduardo Racedo. Nació en 1882 para promover su candidatura y permaneció activo
hasta 1890 cuando se disolvió por decisión de su líder, quien se abstuvo de
participar de las elecciones a gobernador del 15/07/1890 y se reincorporó al
oficialismo provincial.
[9] José
Vicente Morán (1852-1909) fue un hacendado y periodista de la localidad de
Gualeguay. Fue diputado nacional del PAN entre 1886 y 1890, y junto a Miguel
Laurencena impulsó la amnistía de Ricardo López Jordán. Fue uno de los
fundadores de la UCR de Entre Ríos y su primer candidato a gobernador en 1893.
Ocupó cargos partidarios nacionales y provinciales hasta su muerte en 1909. En
Pereira E. (2012, p. 99).
[10]
José Lino Churruarín (1835-1906) nació en Gualeguaychú y cursó sus estudios en
el Colegio Histórico del Uruguay por pedido directo del Gral. Urquiza a su
padre. Fueron sus compañeros Julio A. Roca, Hilario Lagos, Eduardo Racedo y
otros que se distinguieron como militares. Luego se trasladó a Buenos Aires,
recibiéndose de abogado. Ya en Gualeguaychú se desempeñó como secretario de
policía, profesor del Colegio Histórico y luego como jefe de policía, oficial
mayor del Ministerio de Gobierno durante el gobierno de Urquiza. En 1863
instaló en la ciudad de Paraná su estudio de abogado y después de una pausa en
la que ocupó el cargo de presidente del Superior Tribunal de Justicia, retomó
su actividad en 1887. En ausencia del Ministro General de la provincia, ejerció
dicho cargo en dos oportunidades. Candidato a gobernador en 1878 y 1894 esta
última por la UCR. Concejal varios períodos y presidente municipal en Paraná, a
pesar de ser opositor. Amigo directo de Leandro N. Alem a quién acompañó en la
revolución de 1890, fue uno de los fundadores de la UCR de Entre Ríos. En
octubre de 1901 la Convención Nacional del Partido Radical lo nombró
presidente. Cf. El Argentino, Gualeguaychú, 24/07/2017.
[11]
“Ayala en Entre Ríos” en La Opinión, 22 de septiembre de 1893.
[12]
Adolfo Mugica (1868-1922) fue un farmacéutico, abogado, docente y periodista
oriundo de Gualeguaychú. Cercano al radicalismo entrerriano en sus inicios, decidió
sumarse a las filas conservadoras tras la irrupción de Yrigoyen en la
organización partidaria. Fue concejal de la Capital Federal, diputado por la
provincia de Buenos Aires y por la de Entre Ríos entre 1906 y 1911. El
presidente Roque Sáenz Peña lo nombró Ministro de Agricultura en diciembre de
1911, cargo que ocupó hasta que el vicepresidente Victorino de la Plaza
reorganizó el gabinete, en febrero de 1914. Alejado de la política, decidió
reincorporarse tras la victoria de Yrigoyen en 1916. Fue abuelo del sacerdote
tercermundista Carlos Mugica. Cf. Abad de Santillán (1956)
[13]
“En las últimas”, en El Entre Ríos, 19 de noviembre de 1896.
[14]Son numerosas las
referencias de militantes radicales en las elecciones municipales. El Entre
Ríos 1900-1906
[15] “La
coalición y el radicalismo ¿qué es lo que quieren?”, en El Entre Ríos, 31 de
agosto de 1900.
[16] La
Convención de 1897 fue un intento del mitrismo y de una fracción de la UCR,
liderada por Bernardo de Irigoyen para crear una oposición que pudiera hacer
frente a la candidatura de Julio A. Roca, en las elecciones presidenciales de
1898. Ambos candidatos participarán de los comicios con la misma fórmula,
postulando a Mitre como presidente y a Irigoyen como vice. Si bien esta
posición fue aprobada por la Convención, Hipólito Yrigoyen se opuso,
produciéndose una fractura dentro del partido. Los seguidores de Bernardo de
Irigoyen constituyeron la UCR Moderada, mientras que los partidarios de
Hipólito Yrigoyen crearon la UCR intransigente. Luego de los comicios, y de la
victoria de Roca, los moderados fueron desapareciendo, absorbidos por el PAN.
La "política de las paralelas", como lo denominó Pellegrini, provocó
la división en la oposición y un sensible debilitamiento del radicalismo en su
conjunto.
[17] “Cosas
de estos tiempos” en El Entre Ríos, 21 de agosto de 1902
[18]
“División de la oposición entrerriana”, en El
Argentino, 16 de octubre de 1901.
[19] Se constituyó nuevamente el Comité Nacional, disuelto en 1897, y entre
los delegados entrerrianos figuraban: José Lino Churruarín, Miguel Laurencena,
José Morán, José Pujato, Enrique Spangemberg y Emilio Mihura.
[20] Se
llegó inclusive a deslizar una alianza electoral entre republicanos (mitristas)
y radicales para las elecciones de 1904, que al final no terminó de
concretarse. “Radicales y republicanos”, en El Entre Ríos, 18 de junio de 1903.
[21]
“El radicalismo de Paraná”, en El Argentino, 16 de octubre de 1901.
[22]
“Alem”, en El Entre Ríos, 2 de julio de 1906.
[23]
“Discurso del Dr. Laurencena en la tumba del Dr. Churruarín”, en El Entre Ríos,
4 de mayo de 1906.
[24] Cabe
señalar que la primera publicación identificada como radical fue La Juventud de
1896, de escasos meses de vida. Gallo E.
(2006, p. 143) y Ojeda Silva N. (2012)
[25] “El
partido radical”, en El Entre Ríos, 30 de abril de 1909.
[26]
“El partido radical. Su reorganización”, en El Entre Ríos, 17 de mayo de 1909.
[27]
“Abstención electoral”, en El Entre Ríos, 31 de mayo de 1909.
[28]
Leopoldo Melo (1869-1951) fue un importante dirigente de la UCR y lideró la
oposición a Hipólito Yrigoyen, llamada anti personalista. Fue diputado
nacional, dos veces senador por Entre Ríos y presidente provisional del Senado
en representación del radicalismo. En 1924 formó la Unión Cívica Radical Anti
personalista y fue candidato a presidente de la Nación por dicho partido en
1928, siendo derrotado por el propio Yrigoyen. En 1931 apoyó la candidatura de
Agustín P. Justo y se sumó a la Concordancia con la Unión Cívica Radical Anti
personalista, siendo designado Ministro del Interior. En Pereira E. (1992, p.
158) y López (2020).
[29] Entre
los que se distancian de la conducción del radicalismo provincial destacan el
mismo Leopoldo Melo, su hermano Carlos y el hijo de Miguel Laurencena, Eduardo.
[30] “Conflicto
en Santa Fe”, en El Entre Ríos, 13 de abril de 1911.
[31] Son
muchas las referencias de listas radicales en elecciones municipales: véase El
Entre Ríos, 1896-1900
[32]
“Resolución Junta de Gobierno”, en El Entre Ríos, 14 de agosto de 1911.
[33]
“La ola avanza”, en El Entre Ríos, 10 de agosto de 1911.
[34] “Conferencia
de la delegación Radical con el Gobernador”, en El Entre Ríos, 15 de septiembre
de 1911.
[35] “Ley
Electoral. Proyecciones”, en La Acción, 12 de agosto de 1913.
[36] “Discurso de Amaro López”, en La Acción, 20 de septiembre de 1912.
[37] Para
el caso cordobés Gardenia Vidal (1994), para Santa Fe, Ana V. Persello (2004) y
para la provincia de Buenos Aires, Marcela Ferrari (2008) analizan esta estrategia de conversión
de las elites.
[38]
Antonio Sagarna (1874-1949) oriundo de un hogar modesto de la localidad de
Nogoyá, escaló en el partido gracias a su conocimiento del Derecho y su
capacidad técnica para la gestión pública. Ejerció como Ministro de Justicia e
Instrucción Pública durante la presidencia de Alvear (1923-1928) y fue juez de
la Corte Suprema de Justicia (1928-1947). Es recordado como uno de los autores
de la doctrina sobre los gobiernos de facto, que justificó losl golpes
militares de septiembre de 1930 y de junio de 1943. Fue destituido por un
juicio político en 1947 durante el peronismo. Pereira E. (2012, p. 99).
[39]
Luis Lorenzo Etchevehere (1875-1935) era un abogado oriundo de Diamante, que se
incorporó al radicalismo en 1912. De gran capacidad negociadora y legislativa,
fue vicegobernador (1914-1918), ministro provincial (1919-1921) y senador
nacional (1925-1931). Llegó a ser gobernador entre 1931 y 1935, en un período
atravesado por el intervencionismo estatal durante la Gran Depresión. Pereira (1992, p.121)
[40]
“Acta y Exposición del Partido Unión Cívica Popular”, El Entre Ríos, 26 de mayo
de 1905.
[41] “Situación
de Entre Ríos. Aprestamiento de los contendientes”, en La Acción, 4 de
septiembre de 1912.
[42]
“Fracaso de la concentración”, en La Acción, 3 de febrero de 1914.
[43]
“El triunfo del radicalismo”, en La Acción, 31 de marzo de 1914.
[44] “Reuniones
en el PP”, en La Acción, 7 de abril de 1914.
[45] “Prescindencia
del gobierno provincial”, en La Acción, 14 de febrero de 1914.
[46] “El
nuevo ministerio”, en La Acción, 19 de febrero de 1914.
[47]
“Lanzan la candidatura de Alejandro Carbó”, en La Acción, 10 de abril de 1914.
[48]
“Disolución del PP”, en La Acción, 18 de abril de 1914.
[49]
“La Convención del Radicalismo. Nuestra opinión”, en La Acción, 14 de abril de
1914.
[50] “Renuncia
completa del senador Urquiza”, en La Acción, 26 de abril de 1914.
[51]
“Fórmula gubernativa de la UP”, en La Acción, 17 de mayo de 1914.
[52] “Movimiento
Político”, en La Acción, 13 de mayo de 1914.
[53] Camilo Crotto (1864-1936) fue un
histórico dirigente de la Capital y la provincia de Buenos Aires. Participante
de todas las revoluciones radicales (1890, 1893,1905), ocupó importantes cargos
partidarios en la primera década del siglo XX hasta ser elegido senador por la
Capital en 1912. En 1918 fue gobernador de la provincia de Buenos Aires luego
de su intervención. Distanciado de la conducción partidaria, en 1921 renunció
cayendo en el ostracismo. Pereira E. (2012, pp. 256-259)
[54] “Visita de Yrigoyen y Crotto”, en La
Acción, 31 de mayo de 1914.
[55] “Fallas de la Ley Electoral”, en La
Acción, 11 de junio de 1914.
[56] “El Colegio
Electoral proclamó a los candidatos”, en La Acción, 30 de julio de 1914.