sociabilidad y política en la segunda mitad del
siglo xix. el caso del club del orden de santa fe (1853-1903)
NICOLÁS BENASSI
Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral
Santa Fe, Argentina
PolHis, Revista Bibliográfica Del
Programa Interuniversitario De Historia Política,
Año 14, N°
28, pp.03-26
Julio- Diciembre
de 2021
ISSN 1853-7723
Fecha de recepción: 16/03/2021 - Fecha de aceptación: 03/08/2021
Resumen
El objetivo del presente trabajo es analizar el rol del Club del Orden en la disputa por el poder político provincial durante la segunda mitad del siglo XIX. La hipótesis trabajada es que la asociación tuvo un alto grado de incidencia política durante el período más conflictivo de la construcción del Estado, precisamente en momentos donde la lucha por el poder aún dependía de este tipo de espacios de sociabilidad. Asimismo, se sostiene que hacia finales del siglo XIX, con la definitiva consolidación del Estado y los comienzos de la profesionalización de la política, el club perdió relevancia como espacio de disputa del poder. Para la verificación de dicha hipótesis fueron analizadas las actas de las comisiones directivas de la asociación del periodo 1853 y 1903. Paralelamente, se realizó un exhaustivo análisis prosopográfico sobre presidentes y directivos de la institución con el objetivo de examinar su inserción en el campo político.
Palabras
Clave
Sociabilidad – clubes sociales – elites – poder político –
profesionalización política
SOCIABILITY
AND POLITICS DURING THE SECOND HALF OF XIX CENTURY. SANTA FE’S “CLUB DEL
ORDEN” (1853 – 1903)
Abstract
The aim of
this paper is to analyze the role “El Club del Orden” displayed in Santa Fe’s
local political power struggles throughout the second half of XIX century. This
study argues that the association had great political incidence during the most
conflictive time period of the State’s construction,
more precisely, when political practice still relied on this kind of
sociability. Likewise, in the course of XIX century
ending years, along with the definitive consolidation of the State and the
professionalization of political practices, the club lost its relevance as a
place where power was disputed. The empirical sources consulted in order to verify this hypothesis were the Club’s executive
committee documents that go from 1853 to 1903. In addition to this and based on
the analysis of multiple biographies of the executive committee members, it was
examined the part said members took in the political field.
Keywords
Sociability
– social clubs – elites – political power – political professionalization
sociabilidad y política en la
segunda mitad del siglo xix. el caso del club del orden de santa fe (1853-1903)
Introducción
Tras la victoria de Justo José de Urquiza
en la batalla de Caseros (1852), y la consiguiente sanción de la Constitución
Nacional (1853), el país comenzó un largo proceso de organización
político-institucional. En ese contexto, el 27 de febrero de 1853 se fundó el
Club del Orden de la ciudad de Santa Fe, primera asociación de su tipo en el
interior del país. Su creación en esas
circunstancias políticas no fue una mera casualidad, como tampoco lo había sido
la de su antecesor, el Club del Progreso de la ciudad de Buenos Aires, fundado
el 1° de mayo de 1852. Por el contrario, la denominada “explosión asociativa”, de
la cual estos clubes sociales fueron sus primeros exponentes, estuvo
estrechamente vinculada al proceso abierto en 1852 (Di Stefano, 2002). La
organización político-institucional del país fue llevada a cabo por gobiernos
liberales que favorecieron la instalación de asociaciones de tipo moderno, por
considerarlas como escuelas en las que habría de aprenderse y transmitirse los
valores y principios propios del republicanismo (Fernández, 2006).
El Club del Orden supo nuclear a vastos
sectores de las elites santafesinas. Entre la segunda mitad del siglo XIX y
principios del siglo XX podemos encontrar entre sus filas a propietarios de
tierras, empresarios del negocio exportador y de abastecimiento del mercado
interno, colonizadores, políticos y funcionarios de distintas jerarquías y
ámbitos, abastecedores y contratistas del estado provincial, profesionales y
militares de renombre, entre otros. Desde su origen, el club sirvió como un
espacio de encuentro y esparcimiento tanto para los miembros de la asociación[1] como para sus familias. Para ello contaba con amplios
salones dedicados a la recreación, la conversación diaria, y la realización de
tertulias, en las que participaban las familias de los socios
así como también aquellas que las comisiones directivas consideraban dignas de
invitación (Tornay, 2017; Benassi, 2020).
Pero fue la indagación por su rol
político y no todo este abanico de actividades recreativas lo que generó el
interés en el club como objeto de estudio. Tanto en su acta de fundación como
en sus estatutos se dejaba bien en claro la prescindencia política de la
institución. Sin embargo, solo basta una rápida lectura de alguno de sus
documentos para saber que hacia mediados del siglo XIX la política y el club no
solamente no transitaban carriles diferentes, sino que iban de la mano. Después
de todo, sería un poco difícil no hablar de política para referirse a una
asociación que contaba entre sus miembros con los más prominentes líderes de la
dirigencia provincial, tenía por nombre uno de los principales leitmotiv de las elites letradas y
políticas de la época, y además había sido fundada en el contexto de la
denominada “organización nacional”, cuando en la ciudad de Santa Fe estaba
sesionando la Convención que redactaría la Constitución de 1853. En palabras de
Roberto Di Stefano, “en una asociación compuesta por hombres decididamente
comprometidos con una vida política turbulenta –que habrá de derivar en varios
hechos de armas en el futuro- era imposible lograr la armonía que sus
fundadores habían supuesto indispensable para el progreso del país” (2002, p.
77).
Dentro de la
historiografía argentina, es posible afirmar que existe un consenso en cuanto a
la relación entre la sociabilidad asociativa[2] y el proceso de
organización política y estatal que tuvo sus inicios a mediados del siglo XIX.[3] En el caso puntual del Club del Orden, si bien
son varios los trabajos que señalan la existencia de sus estrechos vínculos con
la política, ninguno de ellos hizo de esta relación su objeto principal de
estudio (Benassi, 2018).[4] Por esta vacancia
historiográfica, pero sobre todo por el rol
que sostenemos que tuvo para la política provincial de la segunda mitad
del siglo XIX, es que se ha decidido hacer del club y su relación con la
política el objeto central de esta investigación. En ese sentido, la hipótesis que guía la presente investigación sostiene
que el Club del Orden tuvo un alto grado de involucramiento político durante el
período más conflictivo de la construcción del estado, precisamente en momentos
donde la lucha por el poder aún dependía de este tipo de espacios de
sociabilidad. Asimismo, se sostiene que hacia finales
del periodo, con la definitiva consolidación del estado nacional y los estados
provinciales, y los comienzos de la profesionalización de la política, el club
perdió relevancia como espacio de disputa del poder.
Para el análisis del rol político desempeñado
por el Club del Orden durante la segunda mitad del siglo XIX se dividió el
recorte temporal en dos subperíodos: 1852-1877 y 1878-1903. Dicha división
responde a los cambios operados en la esfera política, en general, y a las
variaciones ocurridas sobre el impacto de la disputa por el poder en la vida de
la asociación y sus comisiones directivas, en particular.
Después de la batalla de Caseros, los
comienzos de la llamada organización nacional coincidieron con la
reorganización política-institucional de Santa Fe. Es así como, en el turbulento escenario de la gestación del
estado nacional, en la provincia se crearon nuevas instituciones, nuevas formas
de hacer política y, consecuentemente, se constituyeron “nuevos” actores
políticos que pujaron por el control del estado provincial durante las
siguientes décadas (Megías, 2010).
El sistema político republicano y liberal
que comenzó a tomar forma en el paíscon la sanción de
la Constitución Nacional de 1853 le asignaba a la votación una función
determinante en la construcción del poder político. En ese sentido, “en la
medida en que la legitimidad de origen se vinculaba cada vez más con la
vigencia de los principios de la representación moderna, quienes estaban en el
poder o aspiraban a alcanzarlo debían someterse al veredicto electoral” (Sabato, 1998; p. 282). Sin embargo, a pesar de los
criterios de universalidad (masculina, claro está), en los regímenes
electorales liberales el voto no se trataba de un mecanismo tendencialmente
automático a través del cual la sociedad lograba su representación política,
sino un espacio en el que los grupos de poder diseñaban estrategias de control
y adquisición de electores (Bonaudo y Sonzogni, 1992). Es decir, las decisiones políticas se
concentraban en manos de unos pocos “notables” y no en el conjunto quienes
tenían la posibilidad de votar. Para concretar sus proyectos políticos, se activaba
en cada coyuntura una compleja trama de relaciones sobre la que se sostenía y
estructuraba el mundo notabiliar. Según Marta Bonaudo (2006), esa trama de relaciones generalmente estaba
dirigida por las figuras “patricias” de un núcleo familiar, que operaban a la
cabeza de toda una estructura de jerarquías considerablemente móvil. De este
modo, junto a las figuras fuertes aparecían otras subordinadas, carentes de
autoridad, pero que resultaban imprescindibles para lograr nuevos apoyos.
Si bien en el marco
de la reorganización político institucional de la provincia los clubes
electorales fueron indispensables para la construcción del poder, su acción
generalmente se vio limitada al terreno electoral, con el objetivo de atraer a
una masa de votantes que diera legitimidad a decisiones que ya se habían tomado
de antemano. Por fuera de estos ámbitos específicos del ciclo electoral, la
política también transcurría por otros espacios que no la tenían como finalidad
explícita. Como el poder se sustentaba en redes familiares ampliadas y vínculos
afectivos de amistad y compañerismo, espacios como la mansión urbana, el casco
de estancia, el colegio, la universidad o el club social, resultaban escenarios
propicios para tomar decisiones, rearticular
adhesiones, medir fuerzas y aumentar informaciones (Bonaudo,
2006). En ese sentido, es posible preguntarse por el rol de espacios de
sociabilidad como los clubes sociales, que si bien se
declaraban abiertamente apolíticos y con finalidad exclusivamente social,
estaban atravesados por la turbulenta vida política del periodo.
En el caso del Club
del Orden, el análisis de las fuentes nos ha revelado una serie de indicios
sobre su vínculo con la política provincial durante la primera mitad de nuestro
recorte temporal. El primer dato a tener en cuenta es
la obtención de cargos políticos por parte de la cúpula directiva del club.
Aunque conocer la trayectoria de los casi 140 directivos que tuvo entre 1853 y
1877 resulta un trabajo que excede a esta investigación, logramos documentar la
participación política de los miembros de algunas de las comisiones de la época[5]. Tal es el caso de la primea comisión directiva
de la asociación, conformada en febrero de 1853 y presidida por Mariano Comas.
De un total de 10 miembros, poseemos registros de que al menos 8 de ellos
obtuvieron uno o más cargos. Hacia el final del periodo, en el caso de la
comisión conformada en febrero de 1876, también sobre un total de 10 miembros,
registramos que por lo menos 6 de ellos obtuvieron algún cargo en el estado
provincial[6]. Si nos enfocamos en las trayectorias de los
presidentes del Club, sobre las cuales disponemos de más información
biográfica, observamos que de los 26 presidentes que dirigieron la asociación entre 1853 y 1877, al menos 25 tuvieron uno o más cargos políticos en los
poderes ejecutivo y legislativo de la provincia.En el caso de Tomás Isla, único presidente sobre el cual no disponemos
suficiente información, suponemos su imbricación en la arena política por el
simple hecho de haber obtenido un alto cargo dentro del poder judicial de la
provincia, cuando este tenía una estrecha y directa dependencia con el poder
político.
Si nos detenemos
puntualmente en los cargos de mayor relevancia, es decir, los que conforman al
poder ejecutivo provincial, observamos aún con mayor claridad la vinculación
entre las comisiones directivas del club y el poder político. Un total de 15 directivos del Club del Orden del periodo
ocuparon -aunque sea temporal o provisoriamente- los puestos de gobernador y/o
vicegobernador. Cambiando la perspectiva, si nos enfocamos en las comisiones
directivas, nos encontramos con que 34 de las 39 comisiones del periodo
tuvieron entre sus filas la presencia de al menos una persona que tuvo a su
cargo el poder ejecutivo de la provincia.
En síntesis, es evidente que una gran
proporción de los directivos del club, así como casi todos sus presidentes del
periodo 1853-1877, tuvieron una activa participación en la política. Sin
embargo, para poder precisar el rol político desempeñado por la asociación no
basta con describir la proporción de sus directivos que obtuvieron algún tipo
de cargo en el estado, sino que es indispensable un análisis crítico de sus
documentos históricos. De este modo, a través del estudio de las actas de
sesiones directivas[7] de la época, pudimos observar un gran número de
manifestaciones sobre el papel ejercido por el Club del Orden en la disputa por
el poder político provincial.
1.1 Orígenes urquicistas (1853-1856)
Durante sus tres primeros años de vida
hubo dentro del club un claro apoyo a la Confederación Argentina y a su
principal líder, Justo José de Urquiza. En consecuencia, el caudillo
entrerriano fue declarado socio honorario, se realizaron tertulias en su honor,
y hasta se adquirió una lámina de la Batalla de Caseros. De la misma manera,
los miembros de la Asamblea Constituyente que estaba sesionando en la ciudad de
Santa Fe fueron declarados socios honorarios y homenajeados en los salones de
la asociación. Por otra parte, el apoyo al proyecto de país encabezado por
Urquiza se evidenciaba también en la colaboración del club con el armado de la
estructura impositiva de la Confederación. La creación de un gobierno central
hacía indispensables nuevos fondos para sus gastos, por más moderados que estos
fueran, lo cual no dejaba de implicar una transferencia de recursos que hasta
entonces estaban en manos de las provincias (Sabato,
2003). Fue en ese contexto que el ministro de hacienda de la Confederación,
Mariano Fragueiro, decidió reunirse con la comisión
directiva del Club del Orden, congregada en nombre del comercio y la industria
de la provincia, para discutir y convencerlos de la necesidad de reformas
impositivas[8].
En cuanto a las relaciones con el
gobierno provincial, que es lo que aquí más interesa, los vínculos de la
política con el club eran aún más intensos. Por empezar, entre 1853 y 1856
fueron gobernadores Domingo Crespo y José María Cullen, ambos socios fundadores
de la institución. Por otro lado, por aquellos años el funcionamiento diario de
la asociación dependía directamente del gobierno, quien a través de aportes
económicos solventaba el pago de sus alquileres mensuales y la realización de
algunas de las tertulias que se llevaban a cabo en sus salones. En ese sentido,
es ejemplificador el hecho de que el primer baile que el Club del Orden realizó
para conmemorar el 25 de mayo de 1853 no sólo contó con la financiación del
gobierno provincial, sino que también fue organizado a pedido de este[9].
Finalmente, puede hacerse una
observación con respecto a la filiación partidaria de los miembros de las
comisiones directivas de esos años. Si bien entre 1853 y la primera parte 1856
existían tensiones dentro de la dirigencia política provincial, que estaban estrechamente
relacionadas con la disputa entre la Confederación Argentina y el estado de
Buenos Aires, todavía no se había producido su ruptura definitiva,
permaneciendo todos sus elementos fieles a Urquiza y apoyando a sus candidatos
en el gobierno santafesino. De este modo, las comisiones del club estaban
conformadas indistintamente
por miembros de los dos principales sectores políticos que iban a
consolidarse luego de la fragmentación de la dirigencia provincial: el grupo federal y el grupo
Cullen[10] (posteriormente grupo liberal). Del primero, se pueden
mencionar a quienes serían algunos de sus principales referentes, como Mariano
Comas, Estanislao y Telmo López, Álvaro Alzogaray,
Rosendo Fraga, y los hermanos Mariano y Tomás Puig. Del mismo modo, integraban
las comisiones directivas del club futuros dirigentes del grupo Cullen, como
Manuel Pujato, los hermanos José y Demetrio
Iturraspe, Cayetano Echague y su hijo José María, Dermidio
Luna y Juan Manuel Zavalla.
1.2 Tiempos de rupturas
(1856-1861)
A partir de la segunda mitad de 1856 la
actividad del Club del Orden se interrumpió y empezó a tener un curso muy poco
regular hasta 1861. Durante esos años cayó drásticamente el número de sesiones
de las juntas directivas así como también la
realización de tertulias y todo tipo de actividades sociales[11]. Paralelamente, se vio afectada la extensión de las
comisiones de la asociación, que hasta entonces había sido de seis meses (según
lo estipulaba el reglamento). Mientras en algunos casos, por motivo de
renuncias, llegaron a durar tan solo un mes, como en las presidencias de Carlos
Seguí y Tomás Islas, en otros se extendían por más de un año, como en el caso
de Estanislao López (h), quién asumió en febrero de 1858 y continuó su mandato
hasta agosto de 1859, doce meses más de lo reglamentado.
La dinámica irregular de las actividades
del Club del Orden no fue mera casualidad, sino que fue consecuencia de la
definitiva escisión de la dirigencia política santafesina. Hacia mediados de la
década de 1850, resultado del incremento de las tensiones entre la
Confederación y Buenos Aires, se agudizaron las diferencias dentro de la
dirigencia provincial. Tal es así que en julio de 1856 una asonada comandada
por el Brigadier Juan Pablo López, hijo del caudillo Estanislao López, concluyó
con el mandato del gobernador José María Cullen. En ese momento terminaron de
consolidarse las dos facciones que se iban a disputar el poder político durante
las siguientes décadas. En torno al gobernador depuesto, se constituyó el
núcleo del grupo Cullen, cuyos miembros empezaron a acrecentar sus vínculos con
Buenos Aires. Por otra parte, Juan Pablo López y sus seguidores continuaron
fieles bajo la órbita de Urquiza y se identificaron como federales. Planteado
de esta manera, no es de extrañar que las diferencias políticas, que ya
existían durante los primeros años de vida del club, se hayan agravado al punto
tal de impedir la continuidad de sus actividades, sobre todo teniendo en cuenta
que en el seno de sus comisiones convivían hombres de diferentes –y ahora
enfrentados- grupos políticos.
Luego de la escisión de la dirigencia
provincial las presidencias del club quedaron en manos del grupo federal,
permaneciendo de esta manera alineadas a la figura de Urquiza y los
gobernadores por él designados. Así lo demuestra el nombramiento de los
gobernadores federales Rosendo Fraga y Pascual Rosas como socios honorarios, y
la colocación de un retrato de Santiago Derqui, presidente de la Confederación,
en el salón principal del club[12]. De este modo, a partir de la segunda mitad de 1856, y
hasta la elección de uno de los miembros del grupo Cullen en 1861, la mayoría
de los presidentes de la asociación fueron reconocidas figuras del grupo
federal, como es el caso de Carlos Seguí, Estanislao López (h), y Manuel Echague.
Sin embargo, no puede decirse que por
aquellos años hayan desaparecido los elementos cullistas
del club. Muy por el contrario, reconocidas figuras del grupo Cullen siguieron
formando parte de sus comisiones, como José María Echague, Domingo e Ignacio
Crespo, Luciano Torrent, Severo Basabilbaso, Julio Busaniche,
Tomás Cullen, entre otros. Por otro lado, la primacía del grupo federal dentro
del Club del Orden era muy precaria, tal como lo demostraba la paralizada
actividad de la asociación y el irregular funcionamiento de sus comisiones
directivas. Esta fragilidad era un reflejo de su debilitada situación en el
gobierno provincial. Durante los años que antecedieron a la batalla de Pavón,
en el medio de las crecientes tensiones entre Buenos Aires y la Confederación,
los dos principales grupos políticos provinciales se trabaron en un complicado
empate. En ese contexto, a los federales no les resultó nada fácil mantener el
control de las riendas de la asociación.
1.3 El interregno liberal
(1861-1864)
Con el triunfo de Quintín del Valle en
las elecciones de febrero de 1861 las presidencias del Club del Orden pasaron a
estar en lo sucesivo en manos del grupo Cullen, por entonces opositor al
gobierno provincial (todavía controlado por los federales). Sin embargo, a
pesar de ser fervorosos opositores en la provincia, en el plano “nacional”, los
miembros del grupo Cullen no terminaban de alinearse con Mitre, al mismo tiempo
que no se despegaban del todo de Urquiza. Esta supuesta paradoja solo es
entendible si tenemos en cuenta que, a pesar del creciente influjo de Mitre,
Urquiza seguía teniendo una enorme influencia política y económica sobre la
provincia (Megías, 2009). Por otro lado, esta ambigüedad en la postura del
grupo Cullen es quizás lo que permite comprender el desenlace de uno de los
conflictos políticos más trascendentales que han sido registrados por las actas
de sesiones de la asociación.
Un par de meses después de la batalla de
Pavón, el 21 de diciembre de 1861, la comisión directiva del Club del Orden
presidida por José María Echague (grupo Cullen) declaró como
socios honorarios a los vencedores Bartolomé Mitre y Venancio Flores. Fue en
ese contexto de efervescencia liberal que se sustrajeron los cuadros de los
presidentes de la Confederación, Justo José de Urquiza y Santiago Derqui, los
cuales se encontraban en las instalaciones de la asociación. Desde la comisión
directiva se acusó como responsables del hecho a dos socios de reconocida
militancia liberal, los hermanos Macario y Macario. A. Torres, quienes fueron
expulsados del seno de la institución[13]. La severidad de las medidas tomadas contra dos militantes
del mitrismo, por parte de una comisión presidida y
conformada mayoritariamente por integrantes del grupo Cullen (que cada vez se
encontraba más alineado con la figura de Mitre), respondía al hecho de que, tal
como se ha mencionado, Urquiza no se había desentendido de la política
santafesina y conservaba fuertes vínculos con el grueso de la dirigencia
provincial, incluso con quienes se habían acercado notablemente al liberalismo
porteño.
La victoria de Buenos Aires sobre la
Confederación trajo aparejado el cambio de gobierno en la provincia de Santa
Fe. Mitre logró colocar como gobernador a un adepto de la política liberal
porteña. Es así como luego de un breve mandato interino de Domingo Crespo, el
23 de febrero de 1862 Patricio Cullen asumió la gobernación de la provincia.
Para la disputa electoral, el grupo de los Cullen se había organizado bajo el
nombre de Club Libertad, en clara referencia al club homónimo de Buenos Aires.
Esta definición política tenía como objetivo consolidar el apoyo del gobierno
nacional, que a pesar de las claras muestras de adhesión que recibía de los
liberales santafesinos seguía desconfiando de sus vínculos con Urquiza. Por su
parte, el Club del Orden, también en manos del grupo liberal, no resultó ajeno
a la búsqueda de un mayor acercamiento con el presidente Mitre. Tan solo un par
de días después de la asunción de Cullen, el 6 de marzo de 1862, fueron
reincorporados los hermanos Torres, fervorosos mitristas
expulsados por la comisión anterior[14]. Sin embargo, los liberales no lograron mantener por
mucho tiempo su primacía dentro del club. Luego de la reorganización electoral
del año 1864, el grupo federal volvió a imponerse en la cúpula directiva de la
asociación.
1.4 Un “trampolín” hacia
el poder (1864-1877)
Bajo la influencia de Urquiza y con el
objetivo de disputar la gobernación, durante el año 1864 se reorganizó el grupo
federal con el nombre de “Club del Pueblo”. La figura destacada del nuevo club
fue Simón de Iriondo, quien en un par de años, y hasta
su muerte en 1883, se convirtió en el centro alrededor del cual giraba la
política de toda la provincia. Pero antes de transformarse en el principal
dirigente de la época, y en el mismo año en que se reorganizó el grupo federal,
Iriondo comenzó a conducir los destinos del Club del Orden. De esta manera,
después de su mandato en 1864, y hasta 1877, la asociación fue presidida por
importantes dirigentes políticos del iriondismo, como
Francisco Torres, Aureliano Argento, Tomás Puig, Mariano Comas, Manuel Echague
y Manuel Pizarro.Pero el Club del Pueblo no solo
retuvo las presidencias, sino también la gran mayoría de los cargos directivos
del periodo. Sin embargo, aunque muy minoritariamente, siguieron formando parte
de las comisiones directivas algunas destacadas figuras del liberalismo, como
Severo Basabilbaso, José María Echague, Julio Busaniche,
José y Carlos Aldao, Isaías Gil, Tomás Cullen, Quintin
del Valle, entre otros. La primacía del grupo federal dentro del Club del
Orden, que bien podría denominarse “primacía iriondista”,
abarcó el periodo 1864-1877 y puede dividirse en dos momentos. Un primer
momento, en el cual el gobierno de la provincia estaba en manos de los
liberales (1864-1868), y un segundo donde el mismo respondía al Club del Pueblo
(1868-1877).
Entre 1864 y 1868, durante los mandatos de
Cullen y Oroño, no observamos indicios de fuertes vinculaciones entre el
gobierno y las comisiones del club. Mientras de parte de la asociación no hubo
declaraciones de socios honorarios para los gobernadores liberales, de parte
estos los aportes económicos fueron casi nulos, habiendo registros de una única
contribución, efectuada para la realización de la tertulia del 25 de mayo de
1864.[15]A su vez, también era evidente en las comisiones
directivas de aquellos años el rechazo a la política del gobierno nacional,
sobre todo si comparamos la forma en que se rindió honor a la figura
presidencial de Mitre con los modos en que se había homenajeado a Urquiza o
incluso a Derqui durante sus mandatos. Mientras que en los primeros años del
club la figura del caudillo entrerriano había sido reiteradamente celebrada y
solemnizada, durante las presidencias iriondistas no
solo no se homenajeo a Mitre, sino que ni siquiera se le organizó una recepción
cuando éste estuvo de paso por la ciudad de Santa Fe. Tal es así que el 12 de
septiembre de 1865, ante el arribo del presidente a la capital provincial, un
grupo de socios allegados al mitrismo debió solicitar
a la comisión directiva del club el permiso para organizar por su cuenta un
baile en honor al primer mandatario, sin la más mínima colaboración de la
institución. La comisión accedió al pedido, pero con el requisito de que no se
le pudiera negar a ningún socio la entrada a esa reunión[16].
Muy distinta fue la situación cuando el
gobierno provincial cambió de color político, hacia 1868. A partir de ese año,
luego de la revolución que derrocó al liberal Oroño, tanto el gobierno como el
Club del Orden estuvieron bajo el ala política de Iriondo. Por lo tanto, no es
de extrañar que las relaciones entre ambos se hayan vuelto intensas y fluidas.
Es así como el gobierno empezó a realizar aportes económicos de manera continua
hacia el Club del Orden, colaborando sucesivamente en fiestas como las de pascua,
25 de mayo, 9 de julio, 30 de septiembre, entre otras[17].
Al estar la asociación y el gobierno en
las mismas manos durante tantos años consecutivos, es en este periodo
(1868-1877) donde más claramente el Club del Orden ofició como una especie de trampolín hacia el poder político
provincial. Así lo prueban las trayectorias de casi todos los presidentes iriondistas, que luego de acceder al puesto más alto de la
institución obtuvieron cargos de suma relevancia dentro del gobierno. Además de
Iriondo, que presidió las comisiones directivas de los años1864 y 1867, y fue
gobernador de la provincia durante los mandatos 1871-1874 y 1878-1882, a modo
de ejemplo, podemos señalar los siguientes casos: Aureliano Argento, tres veces
presidente del club durante la segunda mitad de la década de 1860, ocupó un
ministerio entre 1871 y 1878 y estuvo a cargo del ejecutivo provincial en dos
oportunidades (1871 y 1872); Mariano Comas, presidente de la institución en el
momento en que se produjo la revolución contra Oroño (1868), fue vicegobernador
de la provincia entre 1872 y 1874; Manuel Echague, presidente en cuatro
oportunidades entre 1869 y 1877, estuvo a cargo de la vice gobernación entre
1882 y 1886; y Manuel Pizarro, presidente en dos oportunidades, entre 1875 y
1876, dirigió una cartera de ministros entre 1876 y 1877.
Como se ha observado, la historia del
club y la historia política de la provincia estaban estrechamente relacionadas.
Tal es así que cada acontecimiento político de relevancia repercutió de un modo
u otro en el devenir de la asociación. En ese sentido, todas las disputas de la
dirigencia provincial que tenían su correlato en el seno del Club del Orden,
particularmente en sus comisiones directivas, no solo evidenciaban los
estrechos nexos que existían entre el club y la política, sino que también eran
un claro indicio del rol de la asociación como espacio donde se disputaba el
poder. En otras palabras, no se trataba de un club con una finalidad
específicamente social que, ante la lucha facciosa de la dirigencia provincial,
veía interrumpidas sus actividades, es decir, un espacio simplemente atravesado por la política, sino que se
trataba de un espacio donde se hacía
política. En momentos de intensa politización como la que se vivía durante el
tercer cuarto del siglo XIX, la política no solamente penetraba en la vida de
estas asociaciones, sino que incluso era proclive a utilizar estructuras
tomadas de la sociabilidad para sus propios fines (Agulhon,
2009).
Sin embargo, las asociaciones que
cumplían roles políticos como el Club del Orden no operaban como una máquina
electoral. Es decir, no tenían la simple función de garantizar un voto cautivo,
sino que ofrecían otro tipo de vínculos para la dirigencia política. En ese
sentido, puede afirmarse que los notables del periodo recurrieron ante estas
asociaciones tanto para ingresar como para mantener o acrecentar sus posiciones
dentro de la esfera del poder. (Gónzalez Bernaldo, 2008). El hecho de que para acceder al gobierno
era inevitable la instancia electoral, hacía necesario diversificar sus
relaciones, y para ello los nuevos espacios de sociabilidad podían presentar un
especial interés. De este modo, siguiendo el planteo de Bonaudo
(2006), puede argumentarse que las relaciones de tipo secundario que se daban
dentro del Club del Orden permitían ampliar el círculo de relaciones primarias,
propias de los lazos familiares, que eran la base principal para la
construcción del poder político de la época. En definitiva, en momentos donde
se estaba organizando (y reorganizando) el andamiaje institucional de la
provincia y del país, y junto con ello las bases y fundamentos del poder,
asociaciones como el Club del Orden tuvieron una función relevante en los
nuevos modos de hacer política y, por tanto, en la constitución de una renovada dirigencia provincial.
Con base en lo expuesto, podemos
confirmar la hipótesis planteada sobre que el Club del Orden tuvo un alto grado
de involucramiento político durante el período más conflictivo de la
construcción del Estado, en momentos donde la práctica política no se había
profesionalizado y dependía de este tipo de espacios de sociabilidad. Ahora
bien, resta explicar qué fue lo que sucedió con el rol del club hacia fines del
siglo XIX, una vez que el contexto que le dio vida comenzó a cambiar, cuando
terminó de tomar forma la organización institucional del país y la provincia, y
la política empezó lentamente a profesionalizarse. En otras palabras, se trata
de indagar qué pasó con estos espacios de sociabilidad de elite después de que
comenzó a configurarse un campo político autónomo, regido por sus propias
reglas, donde la disputa por el poder se desarrollaba principalmente en sus
escenarios específicos, los partidos políticos, y a través de agentes
especializados y profesionalizados (Offerlé, 2011).
Ante un primer análisis sobre la
relación entre la política provincial y el Club del Orden entre los años 1878 y
1903, nos encontramos con muchas continuidades respecto al (sub)periodo
anterior. Esto puede constatarse principalmente al considerar la obtención de
cargos políticos por parte de los directivos de la institución. Como en el
apartado anterior, poseemos
registros de las trayectorias de los miembros de algunas de las comisiones
directivas de la época. Tal es el caso de la comisión conformada en 1878 y
presidida por Julio Busaniche, donde documentamos que
al menos 5 de sus 10 miembros obtuvieron uno o más cargos en el estado
provincial. Del mismo modo, registramos que al menos la mitad (7 de 14) de los
miembros de la comisión directiva conformada en 1902, y presidida por José M.
Pérez, ejercieron algún cargo en los poderes legislativo y ejecutivo de la
provincia.
Al enfocarnos en los presidentes de la
asociación, de los cuales poseemos un mayor registro biográfico, observamos que
al menos 16 de los 17 mandatarios que dirigieron el club durante el periodo
1878-1903 ocuparon cargos políticos en algunos de los niveles del estado
provincial. Solamente sobre uno de ellos, Bartolomé Aldao, se desconoce el
ejercicio de algún tipo de cargo público, sin embargo, es sabida la
participación de su familia en la arena política de la época. Sus hermanos
Ricardo y José, ambos dirigentes del club durante el periodo analizado,
obtuvieron puestos de suma relevancia y fueron indiscutidas figuras de la
política santafesina. Por otro lado, al examinar puntualmente el cargo de mayor
importancia de la provincia, documentamos que 21 de las 26 comisiones
directivas del periodo tuvieron entre sus miembros al menos una persona que
ejerció de gobernador o vice, siendo 10 el total de directivos que ocuparon
dichos cargos.
En definitiva, resulta más que evidente
que, al igual que en el periodo precedente, entre 1878 y 1903 una gran
proporción de los directivos del club, así como casi todos sus presidentes,
tuvieron una activa participación en el campo político, logrando acceder a los
más altos cargos dentro del estado provincial. Sin embargo, como ya se ha
mencionado, por sí solo el análisis de la trayectoria de los directivos del
club no es suficiente para un examen en profundidad sobre su vinculación con la
política. Es necesario, tal como se planteó para el primer corte temporal, un
examen detallado de las fuentes históricas relativas a la asociación. Durante
el periodo 1853-1877 los salones del club, y particularmente sus comisiones,
eran un escenario más en donde se daba la disputa política de las facciones de
la época. Sin embargo, el análisis de las actas de sesiones de las comisiones
directivas de las últimas dos décadas del siglo XIX nos muestra un panorama
algo diferente.
A partir de 1878 se abrió para el Club
del Orden una etapa de estabilidad institucional que se prolongó por varios
años. De esta manera, luego de las últimas interrupciones durante los años 1877
y 1878, en momentos de las revoluciones liberales contra el gobernador Servando
Bayo, y hasta el final del periodo analizado, la vida de la asociación
transcurrió casi con total normalidad. La principal razón de esta estabilidad
residía en el hecho de que los grandes acontecimientos políticos ocurridos en
la provincia durante las últimas dos décadas del siglo XIX no tuvieron una
repercusión directa y profunda en el Club del Orden. Es así como vemos
sucederse cambios de gobiernos, e incluso dos revoluciones radicales, sin
encontrar indicios de interrupción esos conflictos en la vida de la asociación
y sus comisiones directivas. Eso no quiere decir que el devenir de la política
provincial no haya impactado en el seno del club, sino que ese tipo de impacto
se diferenciaba cualitativamente del que había ocurrido en el período anterior,
donde hechos políticos de envergadura llegaron a paralizar su actividad y a
interrumpir el normal funcionamiento de sus comisiones.
Podría suponerse que la ausencia de
tensiones o conflictos de índole político-partidaria dentro del club se debía a
que las comisiones directivas estuvieron completamente en manos del oficialismo
provincial, impidiendo el acceso de elementos de la oposición. Pero sería una
conclusión incorrecta, porque a partir de la presidencia de Tomás Cullen en
1877 el oficialismo provincial (por ese entonces aún iriondista)
dejó de monopolizar las presidencias de la institución, las cuales pasaron a
estar en lo sucesivo en manos de hombres de distinto signo político, algunos
pertenecientes al oficialismo, otros a la oposición. Sin embargo, el club no
vio interrumpida su vida social ni se produjeron tensiones o modificaciones en
sus comisiones relacionadas a los cambios de gobierno u otros acontecimientos
políticos de relevancia. Por el contrario, el conjunto de las comisiones
directivas de la época, a pesar de sus distintas orientaciones políticas,
mantuvieron relaciones con todos los gobiernos que se sucedieron durante el
periodo[18].
Sólo si tenemos en cuenta que las
relaciones entre el club y los gobiernos se mantuvieron relativamente estables
a pesar de las diferencias políticas, podemos comprender las continuas
colaboraciones pecuniarias destinadas a comisiones directivas de diferentes
filiaciones partidarias. Es así como gobiernos iriondistas,
como el de Manuel María Zavalla, asistieron económicamente a presidentes del
Club del Orden pertenecientes o afines a la oposición, como Julio Busaniche o José R. Aldao, ambos de extracción liberal[19]. En otras palabras, la relación del club con los
gobiernos dejó de estar atravesada por la lucha electoral y empezó a
perfilarse, cada vez más, como una relación estable con el estado provincial,
más allá del signo político del gobierno de turno.
En definitiva, lo que estaba comenzando
a suceder hacia finales del siglo XIX en los salones del Club del Orden, más
precisamente en sus comisiones directivas, era que estaba reduciéndose la
relevancia de la asociación como espacio de disputa del poder. Sin embargo,
como ese proceso recién había comenzado, más que una pérdida total, se trataba
de una pérdida relativa de su rol
político. De este modo, la relación entre el club y la política provincial
durante las últimas décadas del siglo XIX no estaba caracterizada por la no
injerencia de esta última en los salones de la asociación, sino que se trataba
de una injerencia menor que la del período anterior. En ese sentido, el paso
por las comisiones directivas del Club del Orden seguía aportando un capital considerable
para los dirigentes de la época. Solo así puede entenderse que sus comisiones
continuaron repletas de políticos y que, aunque con menor frecuencia que en la
etapa previa, presidentes de la institución llegaron a ocupar el poder
ejecutivo provincial, como Luciano Leiva y José Gálvez, que dirigieron el club
tan solo un par de años antes de ser nombrados gobernadores.
Este decrecimiento del rol político de
la asociación fue resultado de la definitiva organización institucional de la provincia
y del país, que tuvo como correlato la configuración de un campo político
autónomo, regido por sus propias reglas. En otras palabras, la disputa por el
poder se daba cada vez más en escenarios con finalidades específicamente
políticas, como los partidos, que comenzaron a consolidarse y tomar
características claramente modernas hacia el final del periodo, y cada vez
menos en escenarios típicos de la sociabilidad de elite, como el propio Club
del Orden.
Conclusiones
A lo largo de todo el
trabajo se ha procurado esclarecer la relación entre el club y la política
provincial, tantas veces planteada por la historiografía santafesina, pero
nunca estudiada de forma sistemática. Con este fin, se analizaron las actas de
sesiones de las comisiones pertenecientes al periodo 1853-1903. Al mismo
tiempo, se realizó un exhaustivo análisis prosopográfico con el objetivo
de examinar la trayectoria de sus miembros en el campo político. Como se ha
demostrado, una gran proporción de los directivos de
la asociación, así como casi todos sus presidentes, llegaron a ocupar los más
altos cargos del estado provincial. Sin embargo, hizo falta más que esto para
explicar la relación entre el club y la política.
Al estudiar las actas de las sesiones
directivas, pudimos observar que la disputa por el poder tenía su correlato en
el seno del Club del Orden. Tanto es así que las divisiones dentro de la
dirigencia santafesina y su lucha por el control del gobierno se traducían
directa y explícitamente en las contiendas que los directivos de la asociación
entablaban por el control de las comisiones. En una época de intensa
politización, pero cuando aún la política no se había profesionalizado, los
distintos grupos que se disputaban el poder utilizaron las estructuras de la
sociabilidad para sus propios fines. Lo que es más,
durante algunos momentos, como cuando el club y el gobierno provincial estaban
en manos del iriondismo (1868-1877), las comisiones
directivas de la institución llegaron a oficiar como una especie de trampolín hacia el poder político
provincial. Pero el Club del Orden, como todos los clubes sociales, no operaba
como una simple máquina electoral. En momentos en que los fundamentos del poder
político estaban cambiando, producto del proceso de organización institucional que
estaba atravesando el país, el rol específico del club en la política
santafesina era el de ampliar y diversificar la base de relaciones sociales de
la dirigencia provincial, con el objetivo de mantener o acrecentar sus
posiciones dentro de la esfera del poder político.
Ahora bien, hacia las últimas décadas
del siglo XIX, la relación entre el club y la política se vio modificada como
resultado de la configuración de un campo político autónomo. Por aquel entonces
la disputa por el poder empezó a desarrollarse cada vez más en escenarios con
finalidades específicamente políticas, como los propios partidos, por lo cual
asociaciones como el Club del Orden paulatinamente comenzaron a perder
relevancia. Sin embargo, como se ha mencionado, este proceso de modernización
política recién estaba comenzando, por lo que, más que una pérdida total, se
trataba de una pérdida relativa del
rol político que hasta entonces había tenido la asociación.
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[1]La membresía
del Club del Orden, como la de la mayoría de las asociaciones de la época, era
excluyentemente masculina.
[2] Por el carácter amplio y abarcativo del concepto de sociabilidad, Maurice
Aghulon (2009) propone identificar formas específicas de la misma para hacer de
ellas un estudio en concreto. Es así como decide enfocarse en las asociaciones,
abriendo camino al análisis de una sociabilidad de tipo asoacitiva.
[3]Véase: Di stefano
(2002); Gónzalez Bernaldo (2001); Losada (2006, 2007); Sabato (1998).
[4]Véase:
Bonaudo (2006); Cervera (2011); De Marco (2001); Di Stefano (2002); Fernández
(2006); Megías (1996); Pauli (2018); Tornay (2017).
[5] La
reconstrucción de las trayectorias políticas de los directivos de la asociación
se llevo a cabo a partir de diferentes tipos de registros, como archivos
pertenecientes al propio Club del Orden, diccionarios biográficos relativos a
las elites santafesinas, noticias periodísticas de la época, y un sinfín de
datos reconstruidos a partir de bibliografía secundaria. En ese sentido se
destacan por su aporte los trabajos de Aviles (1961), Cervera (2011), la
Comisión directiva del Club del Orden (1903), De Diego (1990), De Marco (2001),
entre otros.
[6] Con
respecto a este último dato, es necesario no sacar conclusiones apresuradas
sobre una posible disminución de la participación de políticos en las
comisiones del club, ya que no se puede afirmar que los directivos sobre los
que no se tiene suficiente información (ya sea los dos de la comisión de 1853 o
los cuatro de la de 1876) efectivamente no ocuparon ningún tipo de cargos.
Probablemente, la diferencia de datos obtenidos responda a la mayor cantidad de
información disponible sobre las trayectorias de los primeros directivos de la
institución y no a una disminución de la participación de políticos en sus
comisiones.
[7] Las actas de sesiones directivas analizadas abarcan el conjunto del
período 1853-1903 (comprendidas por los Libros de sesiones I, II, III, IV, y
V). Se trata de los documentos mediante los cuales los directivos de la
asociación dejaban constancia de los asuntos discutidos en sus reuniones. De
esta manera, en ellas se pueden encontrar cuestiones relativas a la vida social
del club, su organización institucional, la conformación de sus comisiones
directivas, el manejo de los fondos, el ingreso y egreso de socios, entre otras
temáticas. Estos documentos se encuentran en perfecto estado de conservación y
forman parte del archivo de la asociación (Archivo del Club del Orden, en
adelante ACDO).
[8] ACDO,
tomo I. 1853-1866.
[9] ACDO, tomo I. 1853-1866.
[10] Apesar de sus crecientes
vínculos con Buenos Aires, este grupo toma el nombre de “Liberal” sólo cuando
Bartolomé Mitre logra imponerse sobre Urquiza en la batalla de Pavón y ocupa
militarmente la provincia. Por esta razón, en lo que concierne a momentos
previos a este desenlace, preferimos referirnos a este sector político como
grupo “Cullen”, tal como lo hace Alicia Megías (2010) al considerar la
predominancia de esta familia en su conformación.
[11] ACDO, tomo I. 1853-1866.
[12] ACDO, tomo I. 1853-1866.
[13] ACDO, tomo I. 1853-1866.
[14] ACDO, tomo I. 1853-1866
[15] ACDO, tomo I. 1853-1866.
[16] ACDO, tomo I. 1853-1866.
[17] ACDO, tomo II. 1866-1883.
[18] ACDO, tomo II, III, IV y V. 1866-1903.
[19] ACDO, tomo III. 1883-1891.