Río Negro y la construcción histórica de un nuevo  partido provincial en consolidación desde 2019 

Francisco Camino Vela  

Facultad de Humanidades,

Universidad Nacional del Comahue

Universidad Nacional de Río Negro

Río Negro, Argentina

 

 

PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,

Año 13, N° 26, pp. 309-340

Junio- Diciembre de 2020

ISSN 1853-7723

 

Fecha de recepción: 21/09/ 2020- Fecha de aceptación: 06/11/2020

 

 

Resumen

La provincia de Río Negro se ha destacado por el extenso predominio de la Unión Cívica Radical (UCR) y recientemente por el doble triunfo consecutivo en el poder ejecutivo de un partido político provincial, Juntos Somos Río Negro (JSRN). El objetivo de este artículo es explicar el triunfo y consolidación de este partido provincial desde una perspectiva temporal extensa que lo haga comprensible y muestre sus auténticas raíces históricas. En particular, la existencia de un permanente provincialismo, expresado por un conjunto de fuerzas políticas creadas antes o durante la democracia y con presencia constante, aunque desigual, en el desarrollo político rionegrino, incluyendo aquí a filiales provinciales de partidos nacionales, como el Frente Grande. Para ello analizamos la dinámica política rionegrina durante el predominio de la UCR, el proceso de ascenso al poder de Alberto Weretilneck y la creación de JSRN, y la consolidación de esta fuerza provincial en el ciclo electoral de 2019.

 

Palabras Clave

Elecciones - Río Negro - Partido provincial – JSRN - Democracia


 

Río Negro and the historical construction of a new provincial party since 2019

Abstract

The province of Río Negro stands out for the extended predominance of the Radical Civic Union (UCR) as well as the recent, second consecutive victory of the provincial political party Juntos Somos Río Negro (JSRN) to lead the executive branch. The aim of this article is to explain the victory and consolidation of this provincial party from an understandable, extensive temporal perspective that shows its authentic historical roots. We focus on the existence of permanent provincialism, expressed by a group of political forces that were created before or under democracy and with a constant, though unequal, presence in Río Negro's political development, including provincial branches of national parties, such as Frente Grande. We analyze the political scene of Río Negro during the predominance of the UCR, Alberto Weretilneck's rise to power, and the creation of the JSRN, as well as the consolidation of this provincial force in the 2019 electoral cycle.

 

 

Keywords

Elections - Province of Río Negro - Provincial party - JSRN - Democracy

 

Río Negro y la construcción histórica de un nuevo  partido provincial en consolidación desde 2019

 

Las provincias de Río Negro y Neuquén se han destacado por mantenerse alejadas del “país peronista” aunque desde signos políticos diferentes.[1] Neuquén no ha conocido la alternancia en el poder, controlado hace décadas por el Movimiento Popular Neuquino (MPN). Partido de origen neoperonista, el MPN ha regido los destinos provinciales. Neuquén ha sido el único distrito que ha combinado el predominio absoluto de un partido provincial y la ausencia del justicialismo al frente del ejecutivo hasta la actualidad.

Río Negro, con una matriz más antiperonista, ostentó entre 1983 y 2011 el predominio exclusivo de la Unión Cívica Radical (UCR), incluso superando la crítica coyuntura del 2001, hasta la llegada del primer gobierno peronista desde la restauración democrática. Pero a veinte días de la asunción en el poder, el gobernador peronista Carlos Soria fue asesinado por su esposa y el poder recaló en su vicegobernador, Alberto Weretilneck, líder del Frente Grande (FG).  Weretilneck terminó creando un nuevo partido provincial, Juntos Somos Río Negro (JSRN), con el que ganaría las elecciones de 2015 y 2019. El ejemplo de Neuquén sin dudas estuvo presente en la mente del creador de esta fuerza provincial. Fue durante años funcionario e intendente de la ciudad de Cipolletti[2], gobernador y posteriormente Senador nacional. El exitoso modelo neuquino de predominio provincial, economía rentable de enclave petrolero y política de transacción de intereses con el gobierno nacional resulta sin dudas atractivo. Sin embargo, su sustento rionegrino no radica solo en la voluntad de un líder o un grupo político, sino en la existencia histórica de condiciones previas para su formación. Entre ellas, la presencia de un conjunto de fuerzas provinciales que dirimieron parte de la vida electoral democrática en un plano secundario pero son trascendentes en esta coyuntura (Camino Vela, 2011).[3] En este sentido, Río Negro ha tenido, antes de la llegada de JSRN, varios partidos provinciales creados antes o durante la democracia y con presencia constante. 

El objetivo de este artículo es explicar el triunfo y consolidación en la Provincia de Río Negro de un partido provincial relativamente nuevo, pero desde una perspectiva temporal extensa que lo haga comprensible y muestre sus auténticas raíces históricas. Para ello se necesita un análisis más profundo de la dinámica política de la provincia desde hace cuatro décadas. Además, y en línea con los objetivos del dossier, pretendemos contribuir al conocimiento de la política provincial en Argentina y su relevancia en la política nacional.

Para cumplir con nuestros propósitos utilizaremos un conjunto amplio de investigaciones previas propias, los aportes de la literatura regional publicada, así como diversas fuentes de prensa y los datos electorales necesarios.[4]

En este marco, dedicaremos las primeras páginas a analizar la dinámica política rionegrina durante el extenso predominio de la UCR. A continuación recorreremos el proceso de ascenso al poder de Alberto Weretilneck y la creación de JSRN, para dedicarnos por último a la consolidación de esta fuerza provincial en el ciclo electoral de 2019. Unas breves consideraciones finales cerrarán el artículo. 

 

La dinámica política rionegrina bajo el largo predominio radical

En un sistema político signado por el bipartidismo o por la competencia entre dos grandes coaliciones lideradas por el radicalismo y por el justicialismo, la UCR mostró un predominio histórico en la provincia de Río Negro, salvo en las elecciones presidenciales.

Es posible adjudicar este predominio, como lo hace Daniel Ayala (2008, p. 58), a que las propuestas electorales de cambio surgieron del propio partido gobernante y que el electorado lo haya considerado como un gestor y administrador eficaz, no encontrando alternativas políticas efectivas. También es posible pensar en una cultura política rionegrina de base radical ligada a la historia socio productiva de la provincia, o también en el despliegue de estrategias modernizadoras y prácticas de tipo clientelar, a través del desarrollo de políticas sociales donde el Estado tenía un rol destacado. No obstante, hay una serie de factores, propios de la dinámica intra e interpartidaria, que contribuyen a explicar este predominio.[5]

La UCR supo adaptarse a la mayor transformación de la política argentina del período a partir de su “desnacionalización” o la capacidad de aprovechar el nuevo valor de las estrategias localistas que ofreció el proceso de territorialización o “provincialización” de la política pública (Calvo y Escolar, 2005). Progresivamente el partido se fue “provincializando”, lo que se aceleró, como afirma Juan Carlos Torre (2003), con la caída del gobierno del presidente Fernando De la Rúa (1999-2001).[6] Esta tendencia fue facilitada aún más desde el gobierno nacional a manos del presidente Néstor Kirchner (2003-2007) que consideraba a la UCR no como un partido nacional sino como un conjunto de partidos provinciales con los que era necesario realizar alianzas.[7] La UCR rionegrina supo combinar su carácter de partido tradicional, convertido en profesional-electoral, con una práctica territorializada de sostenimiento del poder, más que una estricta conversión en un partido provincial.[8]

En Río Negro, la UCR se consolidó como una auténtica coalición regional o de agregación de liderazgos, no siempre permanentes, en estrecha dependencia y control del aparato estatal provincial. A estos efectos fue relevante la conquista de los gobiernos locales y el reclutamiento de figuras con poder de convocatoria que emergieron en esos territorios y que no pertenecían a sus filas. Esta práctica se entiende desde una característica estructural de la provincia, reconocida por los líderes políticos y que ha sido recogida en la mayoría de los autores que escriben sobre la región, la desintegración o fragmentación provincial en varias unidades claramente diferenciadas.[9] Nos referimos a la región andina, con San Carlos de Bariloche a la cabeza, la ciudad más poblada de la provincia; el Alto Valle, con Roca y Cipolletti; la región este con la capital, Viedma; y la débil línea sur. Como ya afirmáramos en otros trabajos, más que una provincia, Río Negro funciona como una confederación de ciudades y subregiones.

El radicalismo logró una eficaz distribución territorial del voto vinculado al control de más intendencias, a una penetración más homogénea en el territorio y a un mejor aprovechamiento de los liderazgos surgidos de las terceras fuerzas provinciales y de las fuerzas locales. Para ello resultó central la reforma del sistema electoral a fines de los ochenta que con su sesgo mayoritario distorsionó la traslación de votos a representantes, fomentando la bipolaridad del sistema. Con ello perjudicó a otro componente central de la política provincial, las terceras fuerzas de matriz provincial o regional.[10]

La UCR implementó una exitosa política de alianzas desde principios de los años ‘90 basada en la atracción de numerosas organizaciones políticas de tamaño considerablemente inferior y con una corta trayectoria ejecutiva, que se concentraban en el nivel municipal. Esto le permitía garantizar una rápida satisfacción política con poca pérdida de poder general. Nunca pretendió alianzas con las terceras fuerzas más importantes, sino que su estrategia fue ir desagregándolas, sumándolas por partes, o aliándolas cuando la pérdida de su caudal electoral ya no las convertía en una fuente suficiente de desgaste del justicialismo sino en un riesgo de desgaste propio.

Las inconsistencias y conflictos internos del propio justicialismo aportaron lo suyo a los triunfos radicales. A ello se suma la versatilidad y el pragmatismo radical para convivir y negociar con gobiernos nacionales mayoritariamente de signo adverso. En ocasiones, fruto de la necesidad mutua de estabilidad provincial y nacional, o de concepciones políticas más profundas como la transversalidad política pretendida por el primer kirchnerismo, o por acuerdos absolutamente pragmáticos en la lógica anidada del poder en un sistema político de estado multinivel, el resultado fue siempre el mismo: el sostenimiento del poder radical provincial.[11] Esta eficacia del radicalismo rionegrino también se replicó para el gobierno nacional. Las dos provincias del norte de la Patagonia, Neuquén y Río Negro, le han sido útiles al gobierno nacional en materia de apoyo a sus políticas centrales, quizás más incluso que si hubiera contado con gobiernos de su propio signo político. Ello explica la tendencia a negociar de los gobiernos peronistas nacionales y su menor esfuerzo en alcanzar la conducción de estos ejecutivos provinciales. El pragmatismo, llevado a cabo en Río Negro por la UCR y en Neuquén por el MPN, ha sido bien aprendido y replicado por JSRN.

Se debe resaltar también para el análisis la existencia de una serie de terceras fuerzas y/o de partidos y alianzas provinciales con repercusión permanente en la dinámica política rionegrina, sobre todo desde fines de los ochenta.[12] Esto puede apreciarse en el cuadro N° 1, en el que a través de las elecciones desde 1983 a 2015 se constata la presencia y relevancia de estas fuerzas políticas, que se fueron sucediendo en el tiempo hasta el triunfo de JSRN.

El primero fue el Partido Provincial Rionegrino (PPR), nacido en 1972 de la mano de un gobernador de facto, Roberto Requeijo para establecer una continuidad democrática posterior y competir con los dos partidos históricos. Con un bajo desempeño en la recuperación democrática de los años ochenta, logró una posición importante a fines de esa década, lo que le permitió subsistir a través de alianzas con los dos partidos principales hasta convertirse progresivamente en un sello partidario a disposición de las disputas de otras fuerzas o de la coyuntura política de la provincia. Su principal eje territorial fue el Este rionegrino. Lo sucedería en importancia el Movimiento Patagónico Popular (MPP), fundado a principios de los noventa y que irradió su provincialismo desde el Alto Valle, y con mayor fuerza desde la localidad de Cipolletti. La familia fundadora del partido aportó dos intendentes, uno en los sesenta y su hijo a fines de los ochenta. Pese a su origen progresista vinculado al Partido Intransigente (PI), entre otros afluentes, fue acentuado paulatinamente su pragmatismo, aunque con conductas aliancistas más estables que el PPR, y mantuvo un apoyo estable en el Alto Valle. 

Cuadro Nº 1: Porcentaje en votos obtenidos y posición lograda por los partidos provinciales (*) en las elecciones a Gobernador desde 1983 a 2015

 

1983

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PPR (2 %)

1987

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PPR (21.3 %)

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1991 

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MPP (a) (14.3 %)

CREER (b) (9 %)

-

1995

-

FPO (9.3%)

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-

1999

-

FG (7.9 %)

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2003

-

ER (c) (20.3 %)

MARA (d) (10.3 %)

PPR (e) (8.1 %)

2007

-

PPR  (f) (11.2 %)

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2011

-

PPR (g) (7 %)

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2015

JSRN (52.8 %)

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 (*) Se han tenido en cuenta fuerzas políticas de origen y/o pretensión provincial, más allá de su denominación.  No se han desagregado fuerzas políticas en alianzas, salvo las que se aclaran en las referencias correspondientes por ir como colectoras.   

Partidos: PPR (Partido Provincial Rionegrino); MPP (Movimiento Patagónico Popular); FPO (FREPASO); FG (Frente Grande); ER (Encuentro por los Rionegrinos); MARA (Movimiento de Acción Rionegrina); JSRN (Juntos Somos Río Negro).

Referencias: (a) En esta elección Alianza Movimiento Popular; (b) Alianza que contenía al PPR; (c) Alianza entre el FG y ARI; (d) Alianza que incluía al MPP; (e) Colectora del PJ que quedó segunda; (f) Colectora de la fórmula radical que ganó las elecciones; (g) Colectora del radicalismo que quedó segundo.

Fuente: Rafart y Camino Vela (2018, pp. 133-134 y 138-139). Elaboración propia.

 

Una mención especial merece el Frente Grande, partido que nació con todas las características de los partidos profesionales electorales, como lo muestra la fuerte autonomía de las subunidades del partido. En Río Negro el Frente Grande provocó fuertes contradicciones aliancistas con el nivel nacional a fines de los años noventa.[13] Con la desintegración nacional del partido, la organización quedó vigente en escasos distritos. En Río Negro absorbió dirigentes de los partidos provinciales lo que posibilitó la formación de una alianza circunstancial denominada “Encuentro por los rionegrinos”. Su esquema ideológico inicial en los noventa, más claro y consistente que los partidos anteriores y asociado al peronismo progresista, se diluyó con el cambio de siglo y a través de los dirigentes allí incorporados. En particular, con la llegada del intendente de Cipolletti, Julio Arriaga, integrante del MPP y que por su pragmatismo político sostuvo una amplia política de alianzas a lo largo de su carrera. En su equipo de gobierno incluyó a Alberto Weretilneck, que como intendente posterior de la misma ciudad, sería cofundador del frente electoral con el peronismo que derrotó finalmente al radicalismo.

Durante las tres primeras décadas desde la recuperación democrática, el permanente provincialismo político irradiado desde diferentes subregiones, aunque especialmente desde el Alto Valle, y desde diferentes opciones políticas, tuvo cierto éxito municipal, alguna injerencia en el legislativo y en segundas líneas de funcionarios provinciales. Sin embargo, no logró construir una alternativa política independiente de peronistas y radicales, como sí habían logrado desde hacía décadas en la provincia de Neuquén.[14]  

En Río Negro, el control de recursos políticos municipales constituyó lo que hemos definido en otros trabajos como “liderazgos de negociación”, es decir, dirigentes carismáticos y personalistas que se sirvieron de sellos partidarios o de débiles estructuras organizativas. A partir de sus trayectorias políticas municipales obtuvieron estabilidad y ascenso político en el ámbito provincial (Camino Vela, 2011). Estos liderazgos territoriales cayeron en forma permanente bajo la absorción centrípeta de los dos principales partidos y sus políticas de cooptación y alianzas. No lograron coagular en una unión provincial común. Las elecciones de 2011 confirmaban temporalmente esta situación.

Así se observa un largo predominio radical bajo una dinámica política bipartidista, liderada por radicales y peronistas. Sin embargo, el sistema provincial contaba con la presencia de fuerzas políticas que expresaban un provincialismo aún sin posibilidades de consolidar una expresión electoral con opciones claras de alcanzar el poder ejecutivo.

Alberto Weretilneck y el camino hacia la creación de Juntos Somos Río Negro

En las complejas elecciones presidenciales del año 2007, el radicalismo provincial en el poder apoyó a nivel nacional al kirchnerismo. Para las elecciones de gobernador sumaba en su alianza rionegrina al MPP y como lista colectora al PPR. El Frente para la Victoria (FpV) presentaba para el ejecutivo provincial al senador nacional justicialista Miguel Ángel Pichetto,[15] secundado por el cipoleño Julio Arriaga, en una coalición con el Frente Grande que prometía posibilidades de triunfo. Pero el peronismo fue derrotado una vez más, y en esta ocasión fue clave la falta de apoyo interno en la propia coalición. El intendente de Roca, el peronista Carlos Soria, y el intendente de Cipolletti, Alberto Weretilneck del Frente Grande, recibieron fuertes críticas por parte de los candidatos y de los sectores dirigentes de las dos fuerzas políticas aliadas por no apoyar fuertemente a la fórmula. De hecho, ambos dirigentes habían postergado las elecciones municipales en sus respectivas ciudades, en las que fueron ampliamente reelectos. Al controlar las dos intendencias más importantes del Alto Valle rionegrino empezaron a construir una alianza más sólida con el objetivo de arribar al gobierno provincial en 2011.

El radicalismo intentó, sin suerte, la incorporación en su alianza de Weretilneck, por ese entonces la figura más convocante del Frente Grande y de Cipolletti, que sería el candidato a vicegobernador en la fórmula liderada por Carlos Soria, representante del peronismo más clásico. El poderoso intendente cipoleño tenía la función de sumar el control de un distrito electoral importante, pero también, de equilibrar la fórmula peronista con su perfil asociado a cierto provincialismo equidistante del radicalismo y del peronismo. Esta cualidad devenía necesaria en un distrito esquivo claramente al justicialismo.

Tras 28 años de predominio ininterrumpido y de fuertes liderazgos, el radicalismo afrontaba los comicios de 2007 con sus propias señas de identidad dañadas por la política pragmática de los dos períodos del gobernador Saiz y su cercanía al kirchnerismo.[16] Sin un liderazgo fuerte, había acumulando el desgaste de décadas de control estatal y de sostenimiento de una maquinaria que había recurrido a todas las opciones disponibles para preservar el poder. En las elecciones de 2011, el partido centenario entregó finalmente el poder a manos del peronismo y su alianza con el Frente Grande, organización que alcanzaba una vice gobernación, dato relevante dado el pobre desempeño de este partido en el país. El Frente Grande confirmó su carácter de sello al servicio de los intereses de los liderazgos territoriales.

El peronismo volvía al poder ejecutivo de la provincia tras 38 años, de la mano de un gobernador de carácter fuerte, con mala relación histórica con el kirchnerismo y dispuesto a barrer en cuatro años la estructura estatal largamente construida por el radicalismo para sostenerse en el poder. Una de sus primeras decisiones tomada por el nuevo gobierno, el proyecto de pase a disponibilidad de los empleados de la administración pública central, daba notable cuenta de ello.[17]  Pero todo su proyecto político y el ansiado retorno peronista al poder se frustró tan solo veinte días después de su asunción cuando el gobernador Soria fue asesinado por su propia esposa. Esto llevó, en forma absolutamente inesperada, a que Alberto Weretilneck llegara al ejecutivo provincial.

Desde el principio el peronismo, descontento con entregar el poder a un vice no peronista, ejerció fuertes presiones desde el partido, acompañado por el gobierno nacional.[18] Pero Weretilneck sorteó todas las tensiones, construyó alianzas, modificó el proyecto político original y aprovechó la oportunidad para diseñar y conformar una fuerza política propia con lo que ningún provincialista había tenido anteriormente en sus manos: la disposición de los recursos estatales de la provincia. Las elecciones de 2011 prometían un cambio de rumbo abrupto para la política rionegrina y así fue, pero por una fatalidad hacia un destino imprevisto.

El nuevo gobernador enfrentó la breve herencia conflictiva dejada por su predecesor en relación a los empleados estatales, los fuertes cuestionamientos provenientes del peronismo, el posterior fallecimiento de su propio vice gobernador, y la complejidad de administrar un estado provincial tras décadas de control radical. Las presiones del sector del peronismo conducido por el hijo de Carlos Soria, Martín Soria, aumentaron. Por ello, Weretilneck trabó alianzas con el otro sector en disputa dentro del peronismo, el liderado por el senador Miguel Pichetto, convertido en puente con la Nación, y garante de la gobernabilidad en momentos de tormenta. Ya en ese entonces Weretilneck conducía la provincia de forma similar a los gobernadores neuquinos del MPN, su auténtico modelo, en una relación de intercambio de apoyos entre provincia y nación.[19]   

En las elecciones de medio término de 2013, Pichetto había renovado su banca de senador por la provincia y María Emilia Soria, la hermana de Martín, se convirtió en diputada nacional con el apoyo también del gobernador rionegrino. No obstante, y en el clima del fin de ciclo del kirchnerismo a nivel nacional, esta relación se deterioró en 2014 por los realineamientos preelectorales de cara al 2015. Los principales dirigentes peronistas, Martín Soria y Pichetto, acordaron brindarle a este último una nueva oportunidad de competir por el ejecutivo provincial. Las opciones de Weretilneck para disputar un segundo mandato dentro del peronismo eran nulas. En la disputa nacional, el gobernador decidió su apoyo al Frente Renovador liderado por Sergio Massa, apoyo inicial que no duraría finalmente hasta las elecciones pero que lo desmarcaba del gobierno nacional. Esta decisión motivó la intervención del FG y el pedido de expulsión del gobernador del partido en octubre de 2014.[20]

El peronismo restó apoyo provincial en el legislativo y retiró funcionarios del gabinete, mientras que el gobernador construía apoyos a través de algunos sectores del justicialismo, se apropiaba de la estructura radical y fortalecía sus bases de cara a un proyecto político de renovación de su mandato desde otra estructura. Juntos Somos Río Negro ya estaba en la cabeza de Weretilneck como opción inmediata.

Durante su gestión, el gobernador reeditó los viejos pactos corporativos de gobierno que había utilizado el radicalismo desde los noventa: los acuerdos con los fruticultores del Alto Valle y con los empleados públicos.[21] Fortaleció sus vínculos con el mundo sindical y también con los empresarios. Entendiendo la historia y la morfología política provincial, así como las claves del radicalismo para permanecer en el poder, desplegó una fuerte política territorial-municipal y de absorción de dirigentes. Práctica comprensible siendo él mismo un ejemplo de los liderazgos de negociación y conocedor de la necesidad de construir alternativas políticas sobre redes de liderazgos territoriales. Consciente además del histórico problema de desintegración provincial, recorrió permanentemente la provincia, garantizando mayor presencia y lazos con el núcleo poblacional más importante, la ciudad andina de San Carlos de Bariloche.

Sus políticas y discursos apuntaron también a capitalizar desde el Estado el voto histórico mayoritariamente adverso al peronismo, presente en la ciudadanía rionegrina, pero sin descuidar al mismo tiempo los apoyos y votos de esta opción política con los que ya contaba. Como bien expresaría tras las elecciones de 2015 el ampliamente derrotado ex gobernador y candidato radical, Horario Massaccesi, “el radicalismo hace una clara fuga de gran parte de su dirigencia y de su voto a un sufragio no peronista que evidentemente lo interpretó mejor el gobernador Weretilneck que nosotros”.[22] En las cercanías de las elecciones Weretilneck reforzó además el discurso federal y provincial, interpretando correctamente la construcción exitosa de Neuquén.

Con el objeto de competir en las elecciones ejecutivas y legislativas provinciales de junio de 2015, precedidas en mayo por la mayoría de las municipales, en febrero de ese año nació Juntos Somos Río Negro, alianza conformada por Unidos por Río Negro, Renovación y Desarrollo Social (REDES), Partido de la Victoria Popular y el viejo conocido Movimiento Patagónico Popular. Surgió así una fuerza política independiente formalmente de radicales y peronistas, aunque integrada por miembros de ambas, que recogía las aspiraciones provinciales así como líderes de diferentes extracciones políticas. Esto no era solo fruto de una pragmática necesidad electoral, sino un proyecto político de más largo alcance, con la política neuquina como modelo y con la historia política provincial como sustento. Su líder, Alberto Weretilneck, había sido integrante del Partido Intransigente y funcionario del municipio de Cipolletti a fines de los ochenta. Estas experiencias le permitieron fundar el MPP a principios de los noventa, núcleo que luego se denominó Frente Grande. Construyó en ese recorrido sociedades con sectores del radicalismo y con el peronismo, teniendo siempre relaciones con las fuerzas provincialistas.

La posibilidad de controlar el ejecutivo durante cuatro años le permitió finalmente consolidar un viejo proyecto de pervivencia en el poder capitalizando una identidad rionegrina fragmentada, centro conservadora, localista y dispersa, pero con convicciones provincialistas. El antiperonismo y el hundimiento nacional y provincial del radicalismo, le abrieron posibilidades para formar su propia fuerza. El clásico entramado de negociaciones con el gobierno nacional en un sistema político multinivel le proveyó también de recursos y de cierta independencia bien administrada. También debemos recalcar que en una mirada de larga duración sobre el accionar de los gobiernos nacionales con las provincias del norte de la Patagonia, su objetivo prioritario no ha sido alcanzar el poder desde el mismo signo partidario sino el intercambio de intereses y apoyos cruzados entre los dos niveles. De ello ha hecho buen uso el MPN para negociar los intereses neuquinos y conciliarlos con las necesidades nacionales. Lo mismo hizo el radicalismo rionegrino “provincializado” y acostumbrado a convivir con gobiernos nacionales en manos peronistas. Weretilneck, consciente de estos modelos, no hizo más que perpetuarlos.    

El gobernador asumió un riesgo importante al constituir una fuerza provincial y poner a prueba la “legitimidad de reemplazo” (Serrafero, 2013) construida en su mandato. Este fenómeno vale la pena analizarlo a través de los resultados de las elecciones de 2015. Los comicios se polarizaron: el peronismo ocupó un extremo del arco político, y JSRN el otro, partido que recogió la unión del voto provincialista y no peronista, aunque sumó sectores del peronismo no kirchnerista. La UCR, rememorando los resultados nacionales del partido tras la crisis del 2001, obtuvo en la provincia un bajísimo 3,1%. El Frente Progresista por la Igualdad y la República, alianza liderada por la Coalición Cívica ARI e integrada por un sector del radicalismo, obtuvo el 10,1%. El 86% restante se repartió entre las dos opciones polarizadas. JSRN obtuvo un aplastante 52,8% de los votos, y ganó en todas las grandes ciudades de la provincia, a excepción de Roca. Como rezaba en las propias redes sociales del partido, “Somos el primer partido provincial elegido por la ciudadanía de Río Negro para administrar la provincia”.[23]

La nueva derrota de Pichetto lo alejó definitivamente de la competencia por el ejecutivo provincial. En tanto el radicalismo, con su estructura de pervivencia electoral ahora en manos de Weretilneck, se covirtió en un partido de representación local, afincado en algunas intendencias, situación que esta fuerza política ya venía sufriendo en otros distritos del país. La “reelección” de Weretilneck perpetuaba además la tradición de los dobles mandatos a gobernador, que salvo el primer gobernador electo en 1983, se había producido con los siguientes tres gobernadores radicales.

Por último, es importante señalar que el triunfo anticipado de JSRN en Río Negro supuso una derrota del kirchnerismo de cara a las elecciones nacionales, pero suavizada por el hecho de que no podía ser capitalizada ni por Sergio Massa ni por Mauricio Macri. De hecho, el nuevo gobernador había recibido también un buen porcentaje de votos que luego desembocarían en el Frente para la Victoria, que se impuso en el distrito rionegrino en las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto, en las generales de octubre y en la segunda vuelta de noviembre. Este comportamiento del electorado diferenciando el nivel provincial y acompañando la tendencia general de lo ocurrido en la nación, no es nuevo y ya había ocurrido varias veces durante el predominio radical, con la diferencia de que en esta ocasión, y en la segunda vuelta, se impuso  la opción Cambiemos en el país. 

 

Las elecciones de 2017 y 2019. Hacia la consolidación de Juntos Somos Río Negro

En los comicios legislativos de 2017, Río Negro debía elegir dos diputados nacionales. Se ponían en juego dos bancas del Frente para la Victoria, entre ellas la de María Emilia Soria, quien se presentaba para la reelección de su cargo. En las PASO el FpV se impuso claramente por el 41,27% de los votos válidos, lejos del segundo lugar de Cambiemos con el 19,54% y del tercero de JSRN con el 18,48%. Con estos resultados y en una decisión poco común, JSRN retiró su candidatura para las elecciones de octubre, en las que a nivel país Cambiemos obtuvo un triunfo generalizado (en particular en los cinco distritos más importantes del país confirmando su base territorial afincada en la zona centro y litoral).

La estrategia provincial de JSRN fue poco entendible. En las elecciones de octubre, el FpV ganó claramente con el 49,3% de los votos pese al incremento de Cambiemos que alcanzó el 31,9%: entre  ambos se partieron las dos bancas en disputa.

Palermiti, Raggio y Richmond (2020) intentan explicar el descenso de sufragios de la nueva fuerza provincial en estos primeros dos años teniendo en cuenta varios elementos que restaron eficacia al original discurso provincialista e integracionista. En primer lugar, señalan el vacío programático e ideológico, el exceso de pragmatismo y de cambios de rumbos, en el marco de un fuerte acercamiento al gobierno nacional de Mauricio Macri.[24] En segundo lugar, remiten a la desaceleración económica y, en particular, al sector de la extracción hidrocarburífera, cuyo desarrollo  el gobierno provincial había apostado fuertemente, especialmente en el Alto Valle. Esto provocó una mayor emisión de deuda pública. Y en tercer lugar, destacan el conflicto que se produjo con la decisión de establecer una central nuclear en la costa rionegrina, apoyada por el gobierno nacional, y que cosechó un contundente rechazo popular. De hecho, Weretilneck desistió de este proyecto como consecuencia directa del resultado electoral de las PASO, el cual suponía una inversión de 8.000 millones de dólares y para el cual el gobernador había acompañado al presidente Macri en su viaje a China tres meses antes.[25]

La retirada de JSRN de las elecciones puede explicarse también como fruto de un acuerdo con el gobierno nacional o, sobre todo, comprenderse por el desgaste y la baja eficacia de las fuerzas provinciales en las elecciones legislativas nacionales de medio término en un contexto de polarización. Reafirmando esta última explicación, el caso de la vecina provincia de Neuquén era más que ilustrativo. Allí el MPN quedaba segundo tras Cambiemos y lograba uno de los tres cargos en juego con el 21,4% de los sufragios, sólo un par de puntos porcentuales por encima del tercero. Posiblemente Weretilneck prefirió una mejor relación con Nación a mitad de su primer mandato como fuerza provincial y no dilapidar esfuerzos y recursos en unas elecciones de antemano perdidas. De hecho, la negativa a recibir la planta nuclear había creado ya cortocircuitos con el gobierno nacional, que criticó el abandono del compromiso asumido por el gobernador, aunque las relaciones se mantuvieron estables, en particular en temas muy sensibles para la administración Macri.[26]

Como bien saben los partidos provinciales que han logrado sostenerse en el poder, las legislativas nacionales son importantes pero secundarias frente a las elecciones provinciales. El auténtico objetivo era la renovación en el cargo en 2019. A ello apuntó la novel fuerza y la gestión provincial. El instrumento fue el diseño y puesta en ejecución del denominado “Plan Castello”, considerado por el propio gobierno como “El plan de integración y desarrollo más importante en la historia de la provincia”.[27] Un completo y ambicioso plan de obra pública, integrado por obras de energía, de desarrollo, hídricas, de saneamiento y viales, y aportes a municipios, con cobertura provincial y financiado a través de la colocación de bonos de deuda pública.[28] Obra pública y buena comunicación ya habían sido claves ensayadas con éxito por Weretilneck en su paso por Cipolletti. A esto hay que sumarle la vocación de recorrido permanente por la provincia, a modo de gobernador itinerante,[29] parte de las características reconocidas a los mejores gobernadores de la historia rionegrina en su etapa como territorio nacional y luego como provincia.

Palermiti et al. (2020) conectan el discurso autonomista de JSRN con la necesidad histórica de integración provincial, significante nodal de la política rionegrina. En este marco, se comprende la apelación al nombre del primer gobernador de la provincia, el radical intransigente Edgardo Castello en 1958, que pretendió desde el desarrollismo reconstruir la provincia y resolver sus deficiencias genéticas. De esta manera, JSRN se insertaba en la larga historia provincial y proponía soluciones a un problema estructural, al que apelaron recurrentemente gobernadores previos, pero ahora y por primera vez desde una fuerza provincial. 

Así llegamos al 2019, tras cuatro años de crisis socioeconómica a nivel nacional crisis en permanente aumento en un escenario de buscada polarización. El año estuvo jalonado de elecciones ya que, como suele pasar con varios distritos, especialmente en aquellos conducidos por partidos provinciales, la separación de las elecciones provinciales de las nacionales es un recurso eficaz, del que por motivos diversos hicieron uso las maquinarias provincialistas de Neuquén, en marzo, y de Río Negro, en abril. La ciudadanía rionegrina, además de a las elecciones municipales, concurrió tres veces en el año al cuarto oscuro, incluyendo las PASO de agosto y las nacionales de octubre.

La segunda disputa formal de JSRN por la gobernación tuvo desde el inicio un problema central que remitía al liderazgo de su propia fórmula. La Constitución rionegrina impide la presentación de una tercera candidatura consecutiva al frente del ejecutivo. Weretilneck intentó hacer valer su elección en 2015 como primera presentación, excluyendo su integración en la fórmula de 2011 y sobre todo el ejercicio como gobernador durante casi todo el mandato, salvo los veinte días iniciales. Estas pretensiones, además de ilegales, no tenían un futuro promisorio. El gobernador utilizó y forzó el marco provincial presentando una fórmula en la que acompañado por Arabela Carreras como vice, aspiró hasta último momento a su reelección. Pero la Corte Suprema de Justicia de la Nación inhabilitó su presentación a dieciséis días de las elecciones, lo que suponía entregar la candidatura a dirigentes con mucha menos raigambre y conocimiento público. No obstante, debemos señalar que la perseverancia del gobernador en su candidatura le permitió inundar la provincia con su imagen en la campaña, la que permaneció hasta las mismas elecciones. Incluso, la prohibición le permitió amplificar públicamente su discurso provincialista.  

La inhabilitación representaba un gran problema para JSRN a la hora de competir contra Martín Soria, quién en las elecciones municipales de mayo de 2015 había logrado en Roca un rotundo triunfo con el 71% de los votos. Ya por ese entonces el joven intendente era el candidato más importante del peronismo, con territorio, gestión y pasado familiar. La fracasada candidatura de Pichetto a la gobernación en ese año había sido un acuerdo temporal que no hizo más que reforzar el liderazgo de aquél. En 2019 no quedaba duda alguna de quien debía liderar la candidatura para la gobernación.[30] Con María Emilia Soria reelecta diputada con holgura dos años antes y la crisis del macrismo, la elección parecía tener una alta complejidad para JSRN. 

Finalmente y por decisión de Weretilneck, su inicial compañera de fórmula lideró la candidatura, lo que permitió que por primera vez en la historia política de la provincia una mujer sea electa gobernadora. Como puede apreciarse en el cuadro n° 2, el triunfo no tuvo discusión alguna y prácticamente reeditó los porcentajes de cuatro años antes. El Frente para la Victoria volvía a perder y Soria solo sumaba un punto porcentual a lo obtenido por Pichetto en 2015. Cambiemos logró un magro 5,6% de los votos. La ciudadanía convalidaba así la primera gestión de JSRN y volvía a cerrarle la puerta al peronismo.[31] Parecía que la historia neuquina de éxitos de un partido provincial empezaba a reeditarse también en Río Negro.  

 

 

 

 

 

Cuadro N° 2: Porcentajes de votos positivos obtenidos en las elecciones 2019 en las categorías de Gobernador y Vice y Diputados provinciales, Diputado Nacional, Senador, y Presidente y Vice, en la Provincia de Río Negro.

Partido/alianzas

Gb

DP*

DN

PASO

DN Gen.

SN

PASO

SN

Gen.

Pr

PASO

Pr Gen.

Frente de Todos**

34,97

 

34,61

51,13

45,1

(2 C)

56,33

50,38

(2 C)

56,76

57,23

Juntos por el Cambio ***

5,66

6,38

16,58

18,98

-

-

23,85

28,58

Consenso Federal

-

-

-

 

-

-

7,57

6,35

Juntos Somos Río Negro

52,63

51,68

27,19

32,05

(1 C)

38,25

45,51

(1 C)

-

-

Aclaraciones: Las elecciones provinciales a Gobernador y Vice (Gb) y a Diputados Provinciales (DP) se realizaron el 7 de abril; las de Diputado Nacional (DN), Senador Nacional (SN) y Presidente y Vice (Pr) en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) el 11 de agosto de 2019; para estas mismas tres categorías, las Generales (Gen.) el 27 de octubre. Se resalta en negrita y con sombreado el porcentaje ganador y solo con resaltado en negrita el segundo.

* Datos de representación poblacional.

** Para las elecciones provinciales “Frente para la Victoria”, integrado por el partido Justicialista, Frente Grande, Kolina y Socialista.

*** Para las elecciones provinciales “Cambiemos Río Negro”, integrado por Propuesta Republicana, Coalición Cívica Afirmación para una República Igualitaria y Unión Cívica Radical.

Fuente: Poder Judicial de la Provincia de Río Negro y Atlas Electoral Andy Tow.

 

De cara a las PASO, la imprevista decisión de la ex presidenta Cristina Fernández de acompañar una fórmula presidida por Alberto Fernández, descolocó el escenario previsto por el oficialismo, ya que corría el eje de la polarización, permitiéndole a la ex presidenta retener su alto porcentaje de votos propios y sumar apoyos y votos de otras extracciones o de convicción no kirchnerista. Esto repercutió en Cambiemos, ahora Juntos por el Cambio, que presentó una inesperada fórmula con alto impacto en Río Negro: el vigente presidente de la nación decidió ir acompañado con Miguel Pichetto como candidato a vicepresidente. Pretendía con ello atraer al peronismo no kirchnerista, dado el abierto enfrentamiento del senador con la ex presidenta y sus décadas de conducción partidaria legislativa. Esta incorporación del peronismo era algo ya conocido por Macri, como bien lo muestra la propia composición original del PRO en sus inicios en la ciudad de Buenos Aires,[32] pero no como un arriesgado recurso de emergencia.

Si bien no podemos analizar en profundidad aquí esta definición, el conocimiento provincial de la figura de Pichetto y su carácter de oficialista permanente del justicialismo en el Senado, no lo hacían precisamente referente del cambio ni ofrecía garantía de éxito en disputas ejecutivas. Su duro discurso en materia de seguridad e inmigración o su enfrentamiento ideológico con los candidatos provenientes del kirchnerismo, en realidad sintonizaban con la estructura profunda del PRO y no sumaban más voluntades, como mostró el resultado de los comicios de agosto. El Frente de Todos obtuvo casi el cincuenta por ciento de los votos positivos, dieciséis puntos por encima de la fórmula oficialista. Sorpresa nacional que en Río Negro duplicó la brecha, tal como lo muestra el cuadro n° 2.

Pese a los intentos de atracción del oficialismo nacional, en JSRN se impuso la decisión de ir con boleta corta a estas elecciones, es decir, sin acompañar oficialmente a ningún candidato a presidente y presentando legisladores propios.[33] A ello contribuyó el debilitamiento de Consenso Federal, representantes de la vía del medio no polarizada, horadado permanentemente por el macrismo, sobre todo con la absorción de Pichetto. Sin la opción intermedia de Consenso Federal, las opciones se reducían a  acompañar al oficialismo en una jugada de alto riesgo por la polarización y la mala evaluación general de su gestión, o ir solos, como finalmente se definió, con el propio Weretilneck como candidato a senador.

Hay que señalar que como parte de la estrategia de tener el apoyo formal, o finalmente informal, del líder de JSRN, el oficialismo nacional no presentó lista de candidatos a senadores por la provincia, lo que dado el sistema electoral prácticamente garantizaba el acceso de Weretilneck a la cámara alta.[34] Más que una devolución de cortesías por la retirada de 2017, en una maniobra que se hizo familiar entre JSRN y Cambiemos pero que no es común en el sistema argentino, la no presentación de senadores fue fruto de la relación y los acuerdos entre Pichetto y el gobernador rionegrino. Este último tuvo durante la campaña manifestaciones y gestos claros de apoyo a la fórmula Macri-Pichetto para la presidencia, participando incluso en la ciudad de Viedma de un acto de campaña que contó con la presencia del candidato a vicepresidente por el oficialismo y el gobernador con su gabinete, y en el que ambos declararon el apoyo mutuo y deseos de triunfos, y que incluso contó con la presencia de los candidatos rivales de ambos partidos para la cámara baja.[35] Si bien estos apoyos fueron definidos como personales y no partidarios por el gobernador y por la gobernadora electa de la provincia,[36] en paralelo el vicegobernador Pedro Pesatti criticaba con contundencia al macrismo,[37] en un juego doble entre gobernador y vice destinado a concitar para JSRN voluntades y adhesiones múltiples.

De todas formas, estaba claro que el objetivo era la lucha legislativa por el voto no peronista y que en las duras negociaciones previas entre el debilitado poder nacional y el creciente poder provincial, este último había obtenido mejores posiciones. Un buen escenario para una  joven fuerza provincial que, consolidada en la provincia, aspiraba a tener recursos legislativos nacionales propios desde los que fortalecerse. En el Frente de Todos, con buena proyección electoral, Martín Soria lideraba finalmente la lista de diputados. Tras el fracaso y salida partidaria del viejo senador Pichetto, este nuevo enfrentamiento con Soria promete ser solo un episodio más de una larga saga.        

En las elecciones de agosto, como puede apreciarse en el cuadro n° 2, no se reiteró el resultado de las provinciales  y esta vez JSRN se colocaba en segundo lugar tras el peronismo holgadamente triunfante, tanto para Diputados como para Senadores, categoría esta última en la que razonablemente sumaba diez puntos más. En octubre y pese al esfuerzo y al notable aumento de votos de Juntos por el Cambio, el Frente de Todos alcanzaba la presidencia sin necesidad de segunda vuelta: Río Negro aportó también a este triunfo. En el terreno legislativo el Frente de Todos ganó con autoridad la elección sumando dos de los tres diputados nacionales en juego y lo mismo ocurrió en senadores, en tanto el macrismo no alcanzó ningún representante legislativo en la provincia.[38] JSRN, que se había despegado notablemente pos PASO del gobierno nacional, accedió con un representante a la Cámara de diputados y colocó a su líder partidario en el Senado. De esta manera, el joven partido provincial siguió la tendencia de este tipo de organizaciones, ganando la provincia y teniendo, aún sin victoria, representantes legislativos nacionales, espacios que sirven para negociar mejor con el gobierno nacional.

En suma, los recientes procesos electorales han consolidado la opción provincialista al frente de la gobernación de Río Negro y con representación en el Congreso de la Nación. Lo que supone para Juntos Somos Río Negro haber superado el desafío provincial de la reelección y seguir acumulando recursos de poder también en la esfera nacional.

 

Consideraciones finales

La historia política de la provincia de Río Negro desde el retorno de la democracia en 1983 ha estado dominada por excepcionalidades, comenzando por el exclusivo predominio radical durante casi tres décadas, mayoritariamente en convivencia con gobiernos nacionales de signo peronista. Esta realidad parece haber sufrido un cambio abrupto en los últimos ciclos electorales en los que accedió y se consolidó en el poder una fuerza política provincial, Juntos Somos Río Negro. No obstante, una mirada más profunda ofrece una realidad más compleja y diversa, y sobre todo, la presencia permanente de provincialismos desde diferentes opciones políticas. Esta presencia y otros factores coyunturales e incluso accidentales, se combinaron para facilitar la aparición de un nuevo partido provincial dominante en el concierto político argentino.

JSRN ofrece un predominio provincial que si bien tiene corta edad, expresa un provincialismo de larga data que podemos rastrear en el PPR y el MPP, en la provincialización del FG e incluso en la propia práctica de la UCR en el distrito. Del provincialismo forzado pero exitoso del radicalismo pasamos a uno explícito  y ya exitoso también que recoge este testigo. El peronismo fue poder en el ejecutivo sólo unas pocas semanas tras su histórico triunfo de 2011 y no volvió a ocupar ese lugar. Precisamente y en perspectiva histórica, esta fuerza política es la que más acercamiento a la nación ha tenido y menos propia ha hecho la bandera de la identidad provincial rionegrina. Parece no ser casual. En varias ocasiones el pueblo de la provincia ha acompañado sus legisladores nacionales y sobre todo sus candidatos a presidente, pero no le ha confiado los destinos de la provincia. Es decir, el peronismo en Río Negro, a diferencia primero de la UCR y ahora del reciente partido provincial, no ha sido capaz de provincializarse, lo que se ha visto reflejado en su desempeño electoral en la competencia por el poder ejecutivo de la provincia.  

Juntos Somos Río Negro recoge y, por primera vez en la historia rionegrina, une las aspiraciones provincialistas presentes en diferentes subregiones. Sumó localismos en lugar de permitir la disgregación que éstos en numerosas ocasiones presentaron en la historia de la provincia. El antiguo enfrentamiento entre Roca y Cipolletti en el Alto Valle mutó en unión en 2011, permitiéndoles al peronismo interrumpir el largo predominio radical. Uno de sus protagonistas de esta unión, el ex intendente de esta última ciudad fundaría cuatro años más tarde la nueva fuerza provincial.

Como expusimos, Alberto Weretilneck había iniciado su actividad en el PI, la continuó en el MPP y luego en el FG para fundar finalmente su partido provincial desde el poder. Si hay un hilo conductor del provincialismo a la vez que de la práctica política ejecutiva, sobre todo desde uno de los dos grandes territorios del influyente Alto Valle rionegrino, es sin dudas el actual senador. Supo retener el aparato pragmático del radicalismo y la defensa de los intereses provinciales que supuestamente abanderaban, pero dándole lo que una UCR desgastada y devaluada no podía ofrecer hacía mucho tiempo: incentivos colectivos reales, perspectiva de futuro y conexión con cierto federalismo antiperonista presente en la cultura política de la provincia. En este sentido, JSRN no inventó el provincialismo sino que representa la expresión exitosa y unificada de aquél.

En una relación con los gobiernos nacionales que no es novedosa para Río Negro, y menos aún para su modelo provincialista, Neuquén, los juegos recíprocos de intereses se imponen por sobre el signo político provincial siempre que no perjudique las opciones a nivel nacional. Así ha sido con las administraciones nacionales dominantes de matriz peronista. El macrismo intentó lo propio, con un resultado positivo inicial que se fue diluyendo junto con los fracasos de su gobierno. Esto fue así a pesar de la mayor cercanía original del gobernador de JSRN.  

La ciudadanía rionegrina, en un comportamiento similar al de otros distritos del país, se ha permitido en numerosos comicios desdoblar su confianza, entregando el poder provincial a una fuerza de signo político distinta a la que respaldó a nivel nacional, e incluso hacer lo mismo en municipios de envergadura. Pero Río Negro, en este particular, ofrece demasiados ejemplos, obligando a repensar las razones provinciales del fracaso de los diferentes peronismos. El radicalismo primero y JSRN en la historia reciente, se han adueñado de la confianza de la ciudadanía para materializar los intereses rionegrinos en tanto constructores estatales. El “Plan Castello” no es más que un intento de síntesis de esta construcción y de una nueva promesa de solución de los males genéticos de la provincia.

Como hemos dicho, JSRN no es solo fruto de una necesidad electoral, sino un proyecto político de largo aliento que tiene un sustento en la propia historia política provincial y que ya ha triunfado en dos elecciones ejecutivas consecutivas. En un distrito de dobles mandatos de gobernadores y de largos predominios, Weretilneck ya logró lo primero y parece encaminar lo segundo.

 

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[1] Esta excepcionalidad ha sido analizada en Gabriel Rafart, Juan Quintar y Francisco Camino Vela (2004), Rafart (2005) o Camino Vela y Rafart (2009), entre otros trabajos.

[2] Importante localidad rionegrina, entre las cuatro más pobladas de la provincia, situada en el extremo oeste del Alto Valle, frontera con la capital de la vecina provincia de Neuquén.

[3] El surgimiento y subsistencia de partidos provinciales es un rasgo destacable de la Patagonia misma, como lo señala Ernesto Bohoslavsky (2008). Fuera de la Patagonia norte podríamos mencionar al Movimiento Popular Fueguino, al Partido Social Patagónico o al Partido de Acción Chubutense, entre otros.

[4] En relación a la prensa se han consultado diversos medios regionales, caso de ADN, LMCipolletti, El Cordillerano y sobre todo el Diario Río Negro. Este último es el más relevante por su permanencia en el tiempo, el nivel de su tirada y distribución, y por su carácter de actor político permanente. También se han consultado páginas web oficiales de la Provincia y redes sociales de Juntos Somos Río Negro.

[5] Un análisis profundo puede encontrarse en Camino Vela (2011) y una versión reducida en Camino Vela (2014). Sintetizamos aquí en extremo las conclusiones de esos trabajos.

[6] La complejidad de este proceso ha sido puesta de manifiesto en forma muy clara con la colocación del centenario partidario bajo el liderazgo de Mauricio Macri entre 2015 y 2019, y los problemas actuales de esta histórica fuerza política. 

[7] Diario Río Negro, 2/09/2003.

[8] Hay que señalar que no tuvo un sólido discurso federalista anticentralista, ni pudo oponerse a la mayoría de las políticas nacionales justicialistas. No obstante, en una interesante lectura, Pedro Dall' Armellina y Hernán Pose (2014, p. 7) atribuyen la permanencia del radicalismo en el poder a “… la construcción de un discurso político cuya alteridad estuvo marcada por la frontera entre provincia y nación; es decir, el radicalismo, paulatinamente se empezó a presentar como el representante de los intereses de los rionegrinos”.

[9] Desde la Historia y/o la Ciencia Política consultar, entre otros, Rafart y Camino Vela (2003), Orietta Favaro y Graciela Iuorno (2005), Silvio Winderbaum (2005), Pose (2009); en profundidad en Camino Vela (2011); y usos más recientes en Dall’ Armellina y Pose (2017), Julieta Sartino (2017) y Pablo Palermiti, Luciano Raggio y Brian Richmond (2020).

[10] Para analizar la reforma y el impacto del sistema electoral consultar Marcelo Escolar y Julio Villarino (2004), Pose (2007) y Daiana Neri (2012 y 2015).

[11] Sobre la construcción de poder político en estados multinivel, enfocando los vínculos coalicionales de elites políticas entre las arenas nacional, provincial y municipal, en la provincia de Río Negro desde la última recuperación de la democracia, existe un trabajo de tesis doctoral en curso de Daiana Neri. Para Argentina entre 1995 y 2015, consultar Facundo Cruz (2018).

[12] Cabe señalar que hemos dejado de lado las fuerzas políticas de desempeño exclusivamente municipal. 

[13] Sobre el Frente Grande en Río Negro, como una fuerza política de liderazgos territoriales, y su desarrollo político desde los años noventa y hasta el 2011, consultar Camino Vela (2013).  

[14] Nos referimos al MPN que ha ganado las diez elecciones a gobernador de la provincia entre 1983 y 2019. Anteriormente y desde su fundación, había ganado también todas las elecciones para esta categoría en los años sesenta y setenta.

[15] A medidos de los ochenta condujo los destinos de la localidad rionegrina de Sierra Grande, y desde ahí ha tenido una extensa carrera política legislativa dentro del peronismo, primero en la legislatura de Río Negro, posteriormente en los noventa fue diputado nacional y desde el 2001 en adelante senador. En elecciones ejecutivas ha cosechado solo fracasos, tanto para la gobernación de Río Negro como en su reciente intento de ser vicepresidente de la Nación con Mauricio Macri. 

[16] Sobre los efectos del kirchnerismo en el radicalismo rionegrino consultar Dall' Armellina y Pose (2014).

[17] Propuesta de declaración de disponibilidad por 180 días hábiles para todo el personal de planta permanente, del Poder Ejecutivo y Legislativo, excepto la Justicia rionegrina, docentes, policías y agentes penitenciarios. “Impulsan proyecto de `disponibilidad´ para empleados públicos”, Diario Río Negro, 26 de diciembre de 2011.

[18] No podemos dar cuenta aquí del desarrollo de las tensiones dentro del peronismo entre el sector que apoyaba a Soria, liderado ahora por su hijo, y el que respaldaba a Pichetto, presidente del bloque del Frente para la Victoria en el Senado desde 2003. Las mismas surcaron la vida institucional y electoral del partido, favoreciendo sus destinos legislativos nacionales pero entorpeciendo la recuperación provincial del ejecutivo. 

[19] Entendemos que el exitoso gobierno del partido provincial de Neuquén, que el ex intendente de Cipolletti siguió de cerca desde la vecina localidad, ha sido una guía de la cual ha tomado nota. Prácticas político partidarias y decisiones en materia de políticas públicas económicas, productivas y de acción social sostienen primariamente estas ideas que deberán confirmarse con profundidad por posteriores estudios.

[20] “Las razones del FG para expulsar a Weretilneck”, Diario Río Negro, 27 de octubre de 2014.

[21] Consultar Camino Vela y Lucia Gadano (2013).

[22] “Para Massaccesi `sopló el huracán Alberto´”, Diario Río Negro, 15 de junio de 2015.

[23] https://www.facebook.com/JSRNOficial/

[24] En este particular coinciden con la propuesta de Sartino (2017) que le atribuye a JSRN recoger las estrategias del hegemonismo radical previo pero desprovisto de contenidos ideológicos y de enraizamiento partidario.

[25] Adrián Pecollo, “Efecto PASO: Weretilneck rechazó la instalación de la central nuclear”, Diario Río Negro, 25 de agosto de 2017.

[26] Es necesario recordar aquí el asesinato en la provincia del joven mapuche Rafael Nahuel, en noviembre de ese año en el lago Mascardi, a manos de Prefectura Naval Argentina, dependiente del Ministerio de Seguridad a cargo de Patricia Bullrich. La misma ministra que cargaba también con la represión, desaparición y muerte de Santiago Maldonado en la Provincia de Chubut con la intervención de Gendarmería Nacional en agosto de ese mismo año. Ambos hechos formaban parte de una de las peores políticas articuladas por el gobierno nacional. Palermiti et al. (2020, pp. 63-64) señalan la contradicción entre el discurso público educativo provincial de inclusión de los pueblos originarios y el posicionamiento favorable del gobernador con la política de criminalización y represión al pueblo Mapuche del estado nacional.

[27] Puede consultarse en https://www.rionegro.gov.ar/download/archivos/00008937.pdf

[28] No podemos ocuparnos aquí de analizar el desarrollo real del plan, el nivel de deuda contraída o el uso de los fondos, así como tampoco de las críticas realizadas, sobre todo durante la campaña electoral. Es un plan en curso que ameritaría otro trabajo.  

[29] Palermiti et al.  (2020, p. 58) resumen esta convicción y práctica en el propio slogan “en cada lugar siempre”, como parte de un tópico de la gestión de JSRN de gobernar en toda la Provincia al mismo tiempo.

[30] Es relevante destacar que desde 1983 a 2019 hubo nueve períodos de gobierno provincial, ocupados por siete gobernadores electos. Tres de estos gobernadores, que obtuvieron en total cinco triunfos electorales y estuvieron dieciséis años al frente del gobierno, habían sido previamente intendentes de Roca.

[31] Durante el año JSRN accedería a las intendencias de Bariloche, Viedma, Cipolletti y Choele Choel. Control territorial muy relevante para el crecimiento y la estabilidad de la fuerza. 

[32] Para analizar la construcción de esta fuerza política consultar Gabriel Vommaro (2014) y Vommaro; Sergio Daniel Morresi; y Alejandro Nicolás Bellotti (2015).

[33]Weretilneck definió y competirá con la boleta corta”, ADN, 17 de junio de 2019.

[34] Existieron otras motivaciones de Pichetto, caso de su disputa con el radicalismo rionegrino, de la que no podemos dar cuenta aquí en profundidad pero fueron recogidas por la prensa. Diario Río Negro, 1 de julio de 2019. ADN, 14 de julio de 2019. 

[35] Adrián Pecollo, “Weretilneck y Pichetto cruzaron fuertes apoyos a sus candidaturas”, Diario Río Negro, 19 de julio de 2019.

[36]El respaldo a Pichetto es una decisión personal de Alberto”, ADN, 2 de agosto de 2019.

[37]Pesatti: `Me siento lejos del macrismo, gracias a Dios´”, LMCipolletti, 7 de septiembre de 2019.

[38] El diputado Sergio Wisky no logró renovar su banca y por pedido de Mauricio Macri fue contratado como asesor para el Ministerio de Salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Diego Llorente, “Sergio Wisky asumió como asesor en el Ministerio de Salud de Capital”, El Cordillerano, 9 de enero de 2020.