Río Negro y la construcción histórica de un
nuevo partido provincial en
consolidación desde 2019
Francisco Camino Vela
Facultad de Humanidades,
Universidad Nacional del Comahue
Universidad Nacional de Río Negro
Río Negro, Argentina
PolHis, Revista Bibliográfica Del
Programa Interuniversitario De Historia Política,
Año 13, N° 26, pp. 309-340
Junio- Diciembre de 2020
ISSN 1853-7723
Fecha
de recepción: 21/09/ 2020- Fecha de aceptación: 06/11/2020
Resumen
La provincia de Río Negro se ha
destacado por el extenso predominio de la Unión Cívica Radical (UCR) y
recientemente por el doble triunfo consecutivo en el poder ejecutivo de un
partido político provincial, Juntos Somos Río Negro (JSRN). El objetivo de este
artículo es explicar el triunfo y consolidación de este partido provincial
desde una perspectiva temporal extensa que lo haga comprensible y muestre sus
auténticas raíces históricas. En particular, la existencia de un permanente
provincialismo, expresado por un conjunto de fuerzas políticas creadas antes o
durante la democracia y con presencia constante, aunque desigual, en el
desarrollo político rionegrino, incluyendo aquí a filiales provinciales de
partidos nacionales, como el Frente Grande. Para
ello analizamos la dinámica política rionegrina durante el predominio de la
UCR, el proceso de ascenso al poder de Alberto Weretilneck y la creación de
JSRN, y la consolidación de esta fuerza provincial en el ciclo electoral de
2019.
Palabras Clave
Elecciones
- Río Negro - Partido provincial – JSRN - Democracia
Río Negro and the historical construction of
a new provincial party since 2019
Abstract
The
province of Río Negro stands out for the extended predominance of the Radical
Civic Union (UCR) as well as the recent, second consecutive victory of the
provincial political party Juntos Somos Río Negro (JSRN) to lead the executive
branch. The aim of this article is to explain the victory and consolidation of
this provincial party from an understandable, extensive temporal perspective
that shows its authentic historical roots. We focus on the existence of
permanent provincialism, expressed by a group of political forces that were
created before or under democracy and with a constant, though unequal, presence
in Río Negro's political development, including provincial branches of national
parties, such as Frente Grande. We analyze the political scene of Río Negro
during the predominance of the UCR, Alberto Weretilneck's rise to power, and
the creation of the JSRN, as well as the consolidation of this provincial force
in the 2019 electoral cycle.
Keywords
Elections -
Province of Río Negro - Provincial party - JSRN - Democracy
Río Negro y la construcción
histórica de un nuevo partido provincial
en consolidación desde 2019
Las provincias de Río
Negro y Neuquén se han destacado por mantenerse alejadas del “país peronista” aunque desde signos políticos diferentes.[1] Neuquén no ha conocido la alternancia en el poder, controlado
hace décadas por el Movimiento Popular Neuquino (MPN). Partido de origen
neoperonista, el MPN ha regido los destinos provinciales. Neuquén ha sido el
único distrito que ha combinado el predominio absoluto de un partido provincial
y la ausencia del justicialismo al frente del ejecutivo hasta la actualidad.
Río Negro, con una matriz
más antiperonista, ostentó entre 1983 y 2011 el predominio exclusivo de la
Unión Cívica Radical (UCR), incluso superando la crítica coyuntura del 2001,
hasta la llegada del primer gobierno peronista desde la restauración
democrática. Pero a veinte días de la asunción en el poder, el gobernador
peronista Carlos Soria fue asesinado por su esposa y el poder recaló en su vicegobernador,
Alberto Weretilneck, líder del Frente Grande (FG). Weretilneck terminó creando un nuevo partido
provincial, Juntos Somos Río Negro (JSRN), con el que ganaría las elecciones de
2015 y 2019. El ejemplo de Neuquén sin dudas estuvo presente en la mente del
creador de esta fuerza provincial. Fue durante años funcionario e intendente de
la ciudad de Cipolletti[2], gobernador y posteriormente Senador nacional. El exitoso modelo
neuquino de predominio provincial, economía rentable de enclave petrolero y
política de transacción de intereses con el gobierno nacional resulta sin dudas
atractivo. Sin embargo, su sustento rionegrino no radica solo en la voluntad de
un líder o un grupo político, sino en la existencia histórica de condiciones
previas para su formación. Entre ellas, la presencia de un conjunto de fuerzas
provinciales que dirimieron parte de la vida electoral democrática en un plano
secundario pero son trascendentes en esta coyuntura (Camino Vela, 2011).[3] En este sentido, Río Negro ha tenido, antes de la llegada de
JSRN, varios partidos provinciales creados antes o durante la democracia y con
presencia constante.
El objetivo de este
artículo es explicar el triunfo y consolidación en la Provincia de Río Negro de
un partido provincial relativamente nuevo, pero desde una perspectiva temporal
extensa que lo haga comprensible y muestre sus auténticas raíces históricas.
Para ello se necesita un análisis más profundo de la dinámica política de la
provincia desde hace cuatro décadas. Además, y en línea con los objetivos del dossier, pretendemos contribuir al conocimiento de la política provincial en
Argentina y su relevancia en la política nacional.
Para cumplir con nuestros
propósitos utilizaremos un conjunto amplio de investigaciones previas propias,
los aportes de la literatura regional publicada, así como diversas fuentes de
prensa y los datos electorales necesarios.[4]
En este marco,
dedicaremos las primeras páginas a analizar la dinámica política rionegrina
durante el extenso predominio de la UCR. A continuación recorreremos el proceso
de ascenso al poder de Alberto Weretilneck y la creación de JSRN, para
dedicarnos por último a la consolidación de esta fuerza provincial en el ciclo
electoral de 2019. Unas breves consideraciones finales cerrarán el artículo.
La dinámica política rionegrina bajo el largo predominio radical
En un sistema político
signado por el bipartidismo o por la competencia entre dos grandes coaliciones
lideradas por el radicalismo y por el justicialismo, la UCR mostró un predominio
histórico en la provincia de Río Negro, salvo en las elecciones presidenciales.
Es posible adjudicar este
predominio, como lo hace Daniel Ayala (2008, p. 58), a que las propuestas
electorales de cambio surgieron del propio partido gobernante y que el electorado
lo haya considerado como un gestor y administrador eficaz, no encontrando
alternativas políticas efectivas. También es posible pensar en una cultura
política rionegrina de base radical ligada a la historia socio productiva de la
provincia, o también en el despliegue de estrategias modernizadoras y prácticas
de tipo clientelar, a través del desarrollo de políticas sociales donde el
Estado tenía un rol destacado. No obstante, hay una serie de factores, propios
de la dinámica intra e interpartidaria, que contribuyen a explicar este
predominio.[5]
La UCR supo adaptarse a la
mayor transformación de la política argentina del período a partir de su
“desnacionalización” o la capacidad de aprovechar el nuevo valor de las
estrategias localistas que ofreció el proceso de territorialización o
“provincialización” de la política pública (Calvo y Escolar, 2005).
Progresivamente el partido se fue “provincializando”, lo que se aceleró, como
afirma Juan Carlos Torre (2003), con la caída del gobierno del presidente Fernando
De la Rúa (1999-2001).[6] Esta tendencia fue facilitada aún más desde el gobierno nacional
a manos del presidente Néstor Kirchner (2003-2007) que consideraba a la UCR no
como un partido nacional sino como un conjunto de partidos provinciales con los
que era necesario realizar alianzas.[7] La UCR rionegrina supo combinar su carácter de partido
tradicional, convertido en profesional-electoral, con una práctica
territorializada de sostenimiento del poder, más que una estricta conversión en
un partido provincial.[8]
En Río Negro, la UCR se
consolidó como una auténtica coalición regional o de agregación de liderazgos,
no siempre permanentes, en estrecha dependencia y control del aparato estatal
provincial. A estos efectos fue relevante la conquista de los gobiernos locales
y el reclutamiento de figuras con poder de convocatoria que emergieron en esos
territorios y que no pertenecían a sus filas. Esta práctica se entiende desde
una característica estructural de la provincia, reconocida por los líderes
políticos y que ha sido recogida en la mayoría de los autores que escriben
sobre la región, la desintegración o fragmentación provincial en varias
unidades claramente diferenciadas.[9] Nos referimos a la región andina, con San Carlos de Bariloche a la
cabeza, la ciudad más poblada de la provincia; el Alto Valle, con Roca y
Cipolletti; la región este con la capital, Viedma; y la débil línea sur. Como
ya afirmáramos en otros trabajos, más que una provincia, Río Negro funciona
como una confederación de ciudades y subregiones.
El radicalismo logró una
eficaz distribución territorial del voto vinculado al control de más
intendencias, a una penetración más homogénea en el territorio y a un mejor
aprovechamiento de los liderazgos surgidos de las terceras fuerzas provinciales
y de las fuerzas locales. Para ello resultó central la reforma del sistema
electoral a fines de los ochenta que con su sesgo mayoritario distorsionó la
traslación de votos a representantes, fomentando la bipolaridad del sistema.
Con ello perjudicó a otro componente central de la política provincial, las
terceras fuerzas de matriz provincial o regional.[10]
La UCR implementó una
exitosa política de alianzas desde principios de los años ‘90 basada en la
atracción de numerosas organizaciones políticas de tamaño considerablemente
inferior y con una corta trayectoria ejecutiva, que se concentraban en el nivel
municipal. Esto le permitía garantizar una rápida satisfacción política con
poca pérdida de poder general. Nunca pretendió alianzas con las terceras
fuerzas más importantes, sino que su estrategia fue ir desagregándolas,
sumándolas por partes, o aliándolas cuando la pérdida de su caudal electoral ya
no las convertía en una fuente suficiente de desgaste del justicialismo sino en
un riesgo de desgaste propio.
Las inconsistencias y
conflictos internos del propio justicialismo aportaron lo suyo a los triunfos
radicales. A ello se suma la versatilidad y el pragmatismo radical para
convivir y negociar con gobiernos nacionales mayoritariamente de signo adverso.
En ocasiones, fruto de la necesidad mutua de estabilidad provincial y nacional,
o de concepciones políticas más profundas como la transversalidad política
pretendida por el primer kirchnerismo, o por acuerdos absolutamente pragmáticos
en la lógica anidada del poder en un sistema político de estado multinivel, el
resultado fue siempre el mismo: el sostenimiento del poder radical provincial.[11] Esta eficacia del radicalismo rionegrino también se replicó para
el gobierno nacional. Las dos provincias del norte de la Patagonia, Neuquén y
Río Negro, le han sido útiles al gobierno nacional en materia de apoyo a sus
políticas centrales, quizás más incluso que si hubiera contado con gobiernos de
su propio signo político. Ello explica la tendencia a negociar de los gobiernos
peronistas nacionales y su menor esfuerzo en alcanzar la conducción de estos
ejecutivos provinciales. El pragmatismo, llevado a cabo en Río Negro por la UCR
y en Neuquén por el MPN, ha sido bien aprendido y replicado por JSRN.
Se debe resaltar también
para el análisis la existencia de una serie de terceras fuerzas y/o de partidos
y alianzas provinciales con repercusión permanente en la dinámica política
rionegrina, sobre todo desde fines de los ochenta.[12] Esto puede apreciarse en el cuadro N° 1, en el que a través de
las elecciones desde 1983 a 2015 se constata la presencia y relevancia de estas
fuerzas políticas, que se fueron sucediendo en el tiempo hasta el triunfo de
JSRN.
El primero fue el Partido
Provincial Rionegrino (PPR), nacido en 1972 de la mano de un gobernador de
facto, Roberto Requeijo para establecer una continuidad democrática posterior y
competir con los dos partidos históricos. Con un bajo desempeño en la
recuperación democrática de los años ochenta, logró una posición importante a
fines de esa década, lo que le permitió subsistir a través de alianzas con los
dos partidos principales hasta convertirse progresivamente en un sello
partidario a disposición de las disputas de otras fuerzas o de la coyuntura
política de la provincia. Su principal eje territorial fue el Este rionegrino.
Lo sucedería en importancia el Movimiento Patagónico Popular (MPP), fundado a
principios de los noventa y que irradió su provincialismo desde el Alto Valle,
y con mayor fuerza desde la localidad de Cipolletti. La familia fundadora del
partido aportó dos intendentes, uno en los sesenta y su hijo a fines de los
ochenta. Pese a su origen progresista vinculado al Partido Intransigente (PI),
entre otros afluentes, fue acentuado paulatinamente su pragmatismo, aunque con
conductas aliancistas más estables que el PPR, y mantuvo un apoyo estable en el
Alto Valle.
Cuadro Nº 1: Porcentaje en
votos obtenidos y posición lograda por los partidos provinciales (*) en las
elecciones a Gobernador desde 1983 a 2015
|
1º |
3º |
4° |
5° |
1983 |
- |
- |
- |
PPR (2 %) |
1987 |
- |
PPR (21.3 %) |
- |
- |
1991 |
- |
MPP (a) (14.3 %) |
CREER (b) (9 %) |
- |
1995 |
- |
FPO (9.3%) |
- |
- |
1999 |
- |
FG (7.9 %) |
- |
- |
2003 |
- |
ER (c) (20.3 %) |
MARA (d) (10.3 %) |
PPR (e) (8.1 %) |
2007 |
- |
PPR
(f) (11.2 %) |
- |
- |
2011 |
- |
PPR (g) (7 %) |
- |
- |
2015 |
JSRN (52.8 %) |
- |
- |
- |
(*) Se han tenido en cuenta
fuerzas políticas de origen y/o pretensión provincial, más allá de su
denominación. No se han desagregado
fuerzas políticas en alianzas, salvo las que se aclaran en las referencias
correspondientes por ir como colectoras.
Partidos: PPR (Partido Provincial Rionegrino); MPP (Movimiento
Patagónico Popular); FPO (FREPASO); FG (Frente Grande); ER (Encuentro por los
Rionegrinos); MARA (Movimiento de Acción Rionegrina); JSRN (Juntos Somos Río
Negro).
Referencias: (a) En esta elección Alianza Movimiento Popular; (b)
Alianza que contenía al PPR; (c) Alianza entre el FG y ARI; (d) Alianza que
incluía al MPP; (e) Colectora del PJ que quedó segunda; (f) Colectora de la
fórmula radical que ganó las elecciones; (g) Colectora del radicalismo que
quedó segundo.
Fuente: Rafart y Camino Vela (2018, pp. 133-134 y 138-139).
Elaboración propia.
Una mención especial merece
el Frente Grande, partido que nació con todas las características de los
partidos profesionales electorales, como lo muestra la fuerte autonomía de las
subunidades del partido. En Río Negro el Frente Grande provocó fuertes
contradicciones aliancistas con el nivel nacional a fines de los años noventa.[13] Con la desintegración nacional del partido, la organización quedó
vigente en escasos distritos. En Río Negro absorbió dirigentes de los partidos
provinciales lo que posibilitó la formación de una alianza circunstancial
denominada “Encuentro por los rionegrinos”. Su esquema ideológico inicial en
los noventa, más claro y consistente que los partidos anteriores y asociado al
peronismo progresista, se diluyó con el cambio de siglo y a través de los
dirigentes allí incorporados. En particular, con la llegada del intendente de
Cipolletti, Julio Arriaga, integrante del MPP y que por su pragmatismo político
sostuvo una amplia política de alianzas a lo largo de su carrera. En su equipo
de gobierno incluyó a Alberto Weretilneck, que como intendente posterior de la
misma ciudad, sería cofundador del frente electoral con el peronismo que derrotó
finalmente al radicalismo.
Durante las tres primeras
décadas desde la recuperación democrática, el permanente provincialismo
político irradiado desde diferentes subregiones, aunque especialmente desde el
Alto Valle, y desde diferentes opciones políticas, tuvo cierto éxito municipal,
alguna injerencia en el legislativo y en segundas líneas de funcionarios
provinciales. Sin embargo, no logró construir una alternativa política
independiente de peronistas y radicales, como sí habían logrado desde hacía décadas
en la provincia de Neuquén.[14]
En Río Negro, el control de
recursos políticos municipales constituyó lo que hemos definido en otros
trabajos como “liderazgos de
negociación”, es decir, dirigentes carismáticos y personalistas que se
sirvieron de sellos partidarios o de débiles estructuras organizativas. A
partir de sus trayectorias políticas municipales obtuvieron estabilidad y
ascenso político en el ámbito provincial (Camino Vela, 2011). Estos liderazgos
territoriales cayeron en forma permanente bajo la absorción centrípeta de los
dos principales partidos y sus políticas de cooptación y alianzas. No lograron
coagular en una unión provincial común. Las elecciones de 2011 confirmaban
temporalmente esta situación.
Así se observa un largo
predominio radical bajo una dinámica política bipartidista, liderada por
radicales y peronistas. Sin embargo, el sistema provincial contaba con la
presencia de fuerzas políticas que expresaban un provincialismo aún sin
posibilidades de consolidar una expresión electoral con opciones claras de
alcanzar el poder ejecutivo.
Alberto Weretilneck y el camino hacia la creación de Juntos Somos Río
Negro
En las complejas
elecciones presidenciales del año 2007, el radicalismo provincial en el poder
apoyó a nivel nacional al kirchnerismo. Para las elecciones de gobernador
sumaba en su alianza rionegrina al MPP y como lista colectora al PPR. El Frente
para la Victoria (FpV) presentaba para el ejecutivo provincial al senador
nacional justicialista Miguel Ángel Pichetto,[15] secundado por el cipoleño Julio Arriaga,
en una coalición con el Frente Grande que prometía posibilidades de triunfo.
Pero el peronismo fue derrotado una vez más, y en esta ocasión fue clave la
falta de apoyo interno en la propia coalición. El intendente de Roca, el peronista
Carlos Soria, y el intendente de Cipolletti, Alberto Weretilneck del Frente
Grande, recibieron fuertes críticas por parte de los candidatos y de los
sectores dirigentes de las dos fuerzas políticas aliadas por no apoyar
fuertemente a la fórmula. De hecho, ambos dirigentes habían postergado las
elecciones municipales en sus respectivas ciudades, en las que fueron
ampliamente reelectos. Al controlar las dos intendencias más importantes del
Alto Valle rionegrino empezaron a construir una alianza más sólida con el
objetivo de arribar al gobierno provincial en 2011.
El radicalismo intentó,
sin suerte, la incorporación en su alianza de Weretilneck, por ese entonces la
figura más convocante del Frente Grande y de Cipolletti, que sería el candidato
a vicegobernador en la fórmula liderada por Carlos Soria, representante del
peronismo más clásico. El poderoso intendente cipoleño tenía la función de
sumar el control de un distrito electoral importante, pero también, de
equilibrar la fórmula peronista con su perfil asociado a cierto provincialismo
equidistante del radicalismo y del peronismo. Esta cualidad devenía necesaria
en un distrito esquivo claramente al justicialismo.
Tras 28 años de
predominio ininterrumpido y de fuertes liderazgos, el radicalismo afrontaba los
comicios de 2007 con sus propias señas de identidad dañadas por la política
pragmática de los dos períodos del gobernador Saiz y su cercanía al
kirchnerismo.[16] Sin un liderazgo fuerte, había acumulando
el desgaste de décadas de control estatal y de sostenimiento de una maquinaria
que había recurrido a todas las opciones disponibles para preservar el poder.
En las elecciones de 2011, el partido centenario entregó finalmente el poder a
manos del peronismo y su alianza con el Frente Grande, organización que
alcanzaba una vice gobernación, dato relevante dado el pobre desempeño de este
partido en el país. El Frente Grande confirmó su carácter de sello al servicio
de los intereses de los liderazgos territoriales.
El peronismo volvía al
poder ejecutivo de la provincia tras 38 años, de la mano de un gobernador de
carácter fuerte, con mala relación histórica con el kirchnerismo y dispuesto a
barrer en cuatro años la estructura estatal largamente construida por el
radicalismo para sostenerse en el poder. Una de sus primeras decisiones tomada
por el nuevo gobierno, el proyecto de pase a disponibilidad de los empleados de
la administración pública central, daba notable cuenta de ello.[17] Pero todo su proyecto político y el ansiado
retorno peronista al poder se frustró tan solo veinte días después de su
asunción cuando el gobernador Soria fue asesinado por su propia esposa. Esto
llevó, en forma absolutamente inesperada, a que Alberto Weretilneck llegara al
ejecutivo provincial.
Desde el principio el
peronismo, descontento con entregar el poder a un vice no peronista, ejerció
fuertes presiones desde el partido, acompañado por el gobierno nacional.[18] Pero Weretilneck sorteó todas las
tensiones, construyó alianzas, modificó el proyecto político original y
aprovechó la oportunidad para diseñar y conformar una fuerza política propia
con lo que ningún provincialista había tenido anteriormente en sus manos: la
disposición de los recursos estatales de la provincia. Las elecciones de 2011
prometían un cambio de rumbo abrupto para la política rionegrina y así fue,
pero por una fatalidad hacia un destino imprevisto.
El nuevo gobernador
enfrentó la breve herencia conflictiva dejada por su predecesor en relación a
los empleados estatales, los fuertes cuestionamientos provenientes del
peronismo, el posterior fallecimiento de su propio vice gobernador, y la
complejidad de administrar un estado provincial tras décadas de control
radical. Las presiones del sector del peronismo conducido por el hijo de Carlos
Soria, Martín Soria, aumentaron. Por ello, Weretilneck trabó alianzas con el
otro sector en disputa dentro del peronismo, el liderado por el senador Miguel
Pichetto, convertido en puente con la Nación, y garante de la gobernabilidad en
momentos de tormenta. Ya en ese entonces Weretilneck conducía la provincia de
forma similar a los gobernadores neuquinos del MPN, su auténtico modelo, en una
relación de intercambio de apoyos entre provincia y nación.[19]
En las elecciones de
medio término de 2013, Pichetto había
renovado su banca de senador por la provincia y María Emilia Soria, la hermana
de Martín, se convirtió en diputada nacional con el apoyo también del
gobernador rionegrino. No
obstante, y en el clima del fin de ciclo del kirchnerismo a nivel nacional,
esta relación se deterioró en 2014 por los realineamientos preelectorales de
cara al 2015. Los principales dirigentes peronistas, Martín Soria y Pichetto,
acordaron brindarle a este último una nueva oportunidad de competir por el
ejecutivo provincial. Las opciones de Weretilneck para disputar un segundo
mandato dentro del peronismo eran nulas. En la disputa nacional, el gobernador
decidió su apoyo al Frente Renovador liderado por Sergio Massa, apoyo inicial
que no duraría finalmente hasta las elecciones pero que lo desmarcaba del
gobierno nacional. Esta decisión motivó la intervención del FG y el pedido de
expulsión del gobernador del partido en octubre de 2014.[20]
El peronismo restó apoyo
provincial en el legislativo y retiró funcionarios del gabinete, mientras que
el gobernador construía apoyos a través de algunos sectores del justicialismo,
se apropiaba de la estructura radical y fortalecía sus bases de cara a un
proyecto político de renovación de su mandato desde otra estructura. Juntos
Somos Río Negro ya estaba en la cabeza de Weretilneck como opción inmediata.
Durante su gestión, el
gobernador reeditó los viejos pactos corporativos de gobierno que había
utilizado el radicalismo desde los noventa: los acuerdos con los fruticultores
del Alto Valle y con los empleados públicos.[21] Fortaleció sus vínculos con el mundo
sindical y también con los empresarios. Entendiendo la historia y la morfología
política provincial, así como las claves del radicalismo para permanecer en el
poder, desplegó una fuerte política territorial-municipal y de absorción de
dirigentes. Práctica comprensible siendo él mismo un ejemplo de los liderazgos de
negociación y conocedor de la necesidad de construir alternativas políticas
sobre redes de liderazgos territoriales. Consciente además del histórico
problema de desintegración provincial, recorrió permanentemente la provincia,
garantizando mayor presencia y lazos con el núcleo poblacional más importante,
la ciudad andina de San Carlos de Bariloche.
Sus políticas y
discursos apuntaron también a capitalizar desde el Estado el voto histórico
mayoritariamente adverso al peronismo, presente en la ciudadanía rionegrina,
pero sin descuidar al mismo tiempo los apoyos y votos de esta opción política
con los que ya contaba. Como bien expresaría tras las elecciones de 2015 el
ampliamente derrotado ex gobernador y candidato radical, Horario Massaccesi, “el radicalismo hace una clara fuga de gran parte de su dirigencia
y de su voto a un sufragio no peronista que evidentemente lo interpretó mejor
el gobernador Weretilneck que nosotros”.[22] En las cercanías de las
elecciones Weretilneck reforzó además el discurso federal y provincial,
interpretando correctamente la construcción exitosa de Neuquén.
Con el objeto de
competir en las elecciones ejecutivas y legislativas provinciales de junio de
2015, precedidas en mayo por la mayoría de las municipales, en febrero de ese
año nació Juntos Somos Río Negro, alianza conformada por Unidos por Río Negro,
Renovación y Desarrollo Social (REDES), Partido de la Victoria Popular y el
viejo conocido Movimiento Patagónico Popular. Surgió así una fuerza política
independiente formalmente de radicales y peronistas, aunque integrada por
miembros de ambas, que recogía las aspiraciones provinciales así como líderes
de diferentes extracciones políticas. Esto no era solo fruto de una pragmática
necesidad electoral, sino un proyecto político de más largo alcance, con la
política neuquina como modelo y con la historia política provincial como
sustento. Su líder, Alberto Weretilneck, había sido integrante del Partido
Intransigente y funcionario del municipio de Cipolletti a fines de los ochenta.
Estas experiencias le permitieron fundar el MPP a principios de los noventa,
núcleo que luego se denominó Frente Grande. Construyó en ese recorrido
sociedades con sectores del radicalismo y con el peronismo, teniendo siempre
relaciones con las fuerzas provincialistas.
La posibilidad de
controlar el ejecutivo durante cuatro años le permitió finalmente consolidar un
viejo proyecto de pervivencia en el poder capitalizando una identidad
rionegrina fragmentada, centro conservadora, localista y dispersa, pero con convicciones
provincialistas. El antiperonismo y el hundimiento nacional y provincial del
radicalismo, le abrieron posibilidades para formar su propia fuerza. El clásico
entramado de negociaciones con el gobierno nacional en un sistema político
multinivel le proveyó también de recursos y de cierta independencia bien
administrada. También debemos recalcar que en una mirada de larga duración
sobre el accionar de los gobiernos nacionales con las provincias del norte de
la Patagonia, su objetivo prioritario no ha sido alcanzar el poder desde el
mismo signo partidario sino el intercambio de intereses y apoyos cruzados entre
los dos niveles. De ello ha hecho buen uso el MPN para negociar los intereses
neuquinos y conciliarlos con las necesidades nacionales. Lo mismo hizo el
radicalismo rionegrino “provincializado” y acostumbrado a convivir con
gobiernos nacionales en manos peronistas. Weretilneck, consciente de estos
modelos, no hizo más que perpetuarlos.
El gobernador asumió un
riesgo importante al constituir una fuerza provincial y poner a prueba la “legitimidad de reemplazo” (Serrafero,
2013) construida en su mandato. Este fenómeno vale la pena analizarlo a través
de los resultados de las elecciones de 2015. Los comicios se polarizaron: el
peronismo ocupó un extremo del arco político, y JSRN el otro, partido que
recogió la unión del voto provincialista y no peronista, aunque sumó sectores
del peronismo no kirchnerista. La UCR, rememorando los resultados nacionales
del partido tras la crisis del 2001, obtuvo en la provincia un bajísimo 3,1%.
El Frente Progresista por la Igualdad y la República, alianza liderada por la
Coalición Cívica ARI e integrada por un sector del radicalismo, obtuvo el
10,1%. El 86% restante se repartió entre las dos opciones polarizadas. JSRN
obtuvo un aplastante 52,8% de los votos, y ganó en todas las grandes ciudades
de la provincia, a excepción de Roca. Como rezaba en las propias redes sociales
del partido, “Somos el primer partido provincial elegido por la ciudadanía de
Río Negro para administrar la provincia”.[23]
La nueva derrota de
Pichetto lo alejó definitivamente de la competencia por el ejecutivo
provincial. En tanto el radicalismo, con su estructura de pervivencia electoral
ahora en manos de Weretilneck, se covirtió en un partido de representación
local, afincado en algunas intendencias, situación que esta fuerza política ya
venía sufriendo en otros distritos del país. La “reelección” de Weretilneck
perpetuaba además la tradición de los dobles mandatos a gobernador, que salvo
el primer gobernador electo en 1983, se había producido con los siguientes tres
gobernadores radicales.
Por último, es
importante señalar que el triunfo anticipado de JSRN en Río Negro supuso una
derrota del kirchnerismo de cara a las elecciones nacionales, pero suavizada
por el hecho de que no podía ser capitalizada ni por Sergio Massa ni por
Mauricio Macri. De hecho, el nuevo gobernador había recibido también un buen
porcentaje de votos que luego desembocarían en el Frente para la Victoria, que
se impuso en el distrito rionegrino en las elecciones Primarias Abiertas,
Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto, en las generales de octubre y en
la segunda vuelta de noviembre. Este comportamiento del electorado
diferenciando el nivel provincial y acompañando la tendencia general de lo
ocurrido en la nación, no es nuevo y ya había ocurrido varias veces durante el
predominio radical, con la diferencia de que en esta ocasión, y en la segunda
vuelta, se impuso la opción Cambiemos en
el país.
Las elecciones de 2017 y 2019. Hacia la consolidación de Juntos Somos
Río Negro
En los comicios
legislativos de 2017, Río Negro debía elegir dos diputados nacionales. Se
ponían en juego dos bancas del Frente para la Victoria, entre ellas la de María
Emilia Soria, quien se presentaba para la reelección de su cargo. En las PASO
el FpV se impuso claramente por el 41,27% de los votos válidos, lejos del
segundo lugar de Cambiemos con el 19,54% y del tercero de JSRN con el 18,48%.
Con estos resultados y en una decisión poco común, JSRN retiró su candidatura
para las elecciones de octubre, en las que a nivel país Cambiemos obtuvo un
triunfo generalizado (en particular en los cinco distritos más importantes del
país confirmando su base territorial afincada en la zona centro y litoral).
La estrategia provincial
de JSRN fue poco entendible. En las elecciones de octubre, el FpV ganó
claramente con el 49,3% de los votos pese al incremento de Cambiemos que
alcanzó el 31,9%: entre ambos se
partieron las dos bancas en disputa.
Palermiti, Raggio y
Richmond (2020) intentan explicar el descenso de sufragios de la nueva fuerza
provincial en estos primeros dos años teniendo en cuenta varios elementos que
restaron eficacia al original discurso provincialista e integracionista. En
primer lugar, señalan el vacío programático e ideológico, el exceso de
pragmatismo y de cambios de rumbos, en el marco de un fuerte acercamiento al
gobierno nacional de Mauricio Macri.[24] En segundo lugar, remiten a la
desaceleración económica y, en particular, al sector de la extracción
hidrocarburífera, cuyo desarrollo el
gobierno provincial había apostado fuertemente, especialmente en el Alto Valle.
Esto provocó una mayor emisión de deuda pública. Y en tercer lugar, destacan el
conflicto que se produjo con la decisión de establecer una central nuclear en
la costa rionegrina, apoyada por el gobierno nacional, y que cosechó un
contundente rechazo popular. De hecho,
Weretilneck desistió de este proyecto como consecuencia directa del resultado
electoral de las PASO, el cual suponía una inversión de 8.000 millones de
dólares y para el cual el gobernador había acompañado al presidente Macri en su
viaje a China tres meses antes.[25]
La retirada de JSRN de
las elecciones puede explicarse también como fruto de un acuerdo con el
gobierno nacional o, sobre todo, comprenderse por el desgaste y la baja
eficacia de las fuerzas provinciales en las elecciones legislativas nacionales
de medio término en un contexto de polarización. Reafirmando esta última
explicación, el caso de la vecina provincia de Neuquén era más que ilustrativo.
Allí el MPN quedaba segundo tras Cambiemos y lograba uno de los tres cargos en
juego con el 21,4% de los sufragios, sólo un par de puntos porcentuales por
encima del tercero. Posiblemente Weretilneck prefirió una mejor relación con
Nación a mitad de su primer mandato como fuerza provincial y no dilapidar
esfuerzos y recursos en unas elecciones de antemano perdidas. De hecho, la
negativa a recibir la planta nuclear había creado ya cortocircuitos con el
gobierno nacional, que criticó el abandono del compromiso asumido por el
gobernador, aunque las relaciones se mantuvieron estables, en particular en
temas muy sensibles para la administración Macri.[26]
Como bien saben los
partidos provinciales que han logrado sostenerse en el poder, las legislativas
nacionales son importantes pero secundarias frente a las elecciones
provinciales. El auténtico objetivo era la renovación en el cargo en 2019. A
ello apuntó la novel fuerza y la gestión provincial. El instrumento fue el
diseño y puesta en ejecución del denominado “Plan Castello”, considerado por el
propio gobierno como “El plan de integración y desarrollo más importante en la
historia de la provincia”.[27] Un completo y ambicioso plan de obra
pública, integrado por obras de energía, de desarrollo, hídricas, de
saneamiento y viales, y aportes a municipios, con cobertura provincial y
financiado a través de la colocación de bonos de deuda pública.[28] Obra pública y buena comunicación ya
habían sido claves ensayadas con éxito por Weretilneck en su paso por
Cipolletti. A esto hay que sumarle la vocación de recorrido permanente por la
provincia, a modo de gobernador itinerante,[29] parte de las características reconocidas
a los mejores gobernadores de la historia rionegrina en su etapa como territorio
nacional y luego como provincia.
Palermiti et al. (2020) conectan el discurso
autonomista de JSRN con la necesidad histórica de integración provincial,
significante nodal de la política rionegrina. En este marco, se comprende la
apelación al nombre del primer gobernador de la provincia, el radical
intransigente Edgardo Castello en 1958, que pretendió desde el desarrollismo
reconstruir la provincia y resolver sus deficiencias genéticas. De esta manera,
JSRN se insertaba en la larga historia provincial y proponía soluciones a un
problema estructural, al que apelaron recurrentemente gobernadores previos,
pero ahora y por primera vez desde una fuerza provincial.
Así llegamos al 2019,
tras cuatro años de crisis socioeconómica a nivel nacional crisis en permanente
aumento en un escenario de buscada polarización. El año estuvo jalonado de
elecciones ya que, como suele pasar con varios distritos, especialmente en
aquellos conducidos por partidos provinciales, la separación de las elecciones
provinciales de las nacionales es un recurso eficaz, del que por motivos
diversos hicieron uso las maquinarias provincialistas de Neuquén, en marzo, y
de Río Negro, en abril. La ciudadanía rionegrina, además de a las elecciones
municipales, concurrió tres veces en el año al cuarto oscuro, incluyendo las
PASO de agosto y las nacionales de octubre.
La segunda disputa
formal de JSRN por la gobernación tuvo desde el inicio un problema central que
remitía al liderazgo de su propia fórmula. La Constitución rionegrina impide la
presentación de una tercera candidatura consecutiva al frente del ejecutivo.
Weretilneck intentó hacer valer su elección en 2015 como primera presentación,
excluyendo su integración en la fórmula de 2011 y sobre todo el ejercicio como
gobernador durante casi todo el mandato, salvo los veinte días iniciales. Estas
pretensiones, además de ilegales, no tenían un futuro promisorio. El gobernador
utilizó y forzó el marco provincial presentando una fórmula en la que
acompañado por Arabela Carreras como vice, aspiró hasta último momento a su
reelección. Pero la Corte Suprema de Justicia de la Nación inhabilitó su
presentación a dieciséis días de las elecciones, lo que suponía entregar la
candidatura a dirigentes con mucha menos raigambre y conocimiento público. No obstante, debemos señalar que la perseverancia del gobernador
en su candidatura le permitió inundar la provincia con su imagen en la campaña,
la que permaneció hasta las mismas elecciones. Incluso, la prohibición le
permitió amplificar públicamente su discurso provincialista.
La inhabilitación
representaba un gran problema para JSRN a la hora de competir contra Martín
Soria, quién en las elecciones municipales de mayo de 2015 había logrado en
Roca un rotundo triunfo con el 71% de los votos. Ya por
ese entonces el joven intendente era el candidato más importante del peronismo,
con territorio, gestión y pasado familiar. La fracasada candidatura de Pichetto
a la gobernación en ese año había sido un acuerdo temporal que no hizo más que
reforzar el liderazgo de aquél. En 2019 no quedaba duda alguna de quien debía
liderar la candidatura para la gobernación.[30] Con María Emilia Soria reelecta diputada con holgura dos años
antes y la crisis del macrismo, la elección parecía tener una alta complejidad
para JSRN.
Finalmente y por
decisión de Weretilneck, su inicial compañera de fórmula lideró la candidatura,
lo que permitió que por primera vez en la historia política de la provincia una
mujer sea electa gobernadora. Como puede apreciarse en el cuadro n° 2, el triunfo
no tuvo discusión alguna y prácticamente reeditó los porcentajes de cuatro años
antes. El Frente para la Victoria volvía a perder y Soria solo sumaba un punto
porcentual a lo obtenido por Pichetto en 2015. Cambiemos logró un magro 5,6% de
los votos. La ciudadanía convalidaba así la primera gestión de JSRN y volvía a
cerrarle la puerta al peronismo.[31] Parecía que la historia neuquina de éxitos
de un partido provincial empezaba a reeditarse también en Río Negro.
Cuadro
N° 2: Porcentajes de votos positivos obtenidos en las elecciones 2019 en las
categorías de Gobernador y Vice y Diputados provinciales, Diputado Nacional,
Senador, y Presidente y Vice, en la Provincia de Río Negro.
Partido/alianzas |
Gb |
DP* |
DN PASO |
DN Gen. |
SN PASO |
SN Gen. |
Pr PASO |
Pr Gen. |
Frente de
Todos** |
34,97 |
34,61 |
51,13 |
45,1 (2 C) |
56,33 |
50,38 (2 C) |
56,76 |
57,23 |
Juntos por el
Cambio *** |
5,66 |
6,38 |
16,58 |
18,98 |
- |
- |
23,85 |
28,58 |
Consenso Federal |
- |
- |
- |
|
- |
- |
7,57 |
6,35 |
Juntos Somos Río
Negro |
52,63 |
51,68 |
27,19 |
32,05 (1 C) |
38,25 |
45,51 (1 C) |
- |
- |
Aclaraciones: Las elecciones provinciales a Gobernador y Vice (Gb)
y a Diputados Provinciales (DP) se realizaron el 7 de abril; las de Diputado
Nacional (DN), Senador Nacional (SN) y Presidente y Vice (Pr) en las Primarias
Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) el 11 de agosto de 2019; para estas
mismas tres categorías, las Generales (Gen.) el 27 de octubre. Se resalta en
negrita y con sombreado el porcentaje ganador y solo con resaltado en negrita
el segundo.
* Datos de representación poblacional.
** Para las elecciones provinciales “Frente para la Victoria”,
integrado por el partido Justicialista, Frente Grande, Kolina y Socialista.
*** Para las elecciones provinciales “Cambiemos Río Negro”,
integrado por Propuesta Republicana, Coalición Cívica Afirmación para una
República Igualitaria y Unión Cívica Radical.
Fuente: Poder Judicial de la Provincia de Río
Negro y Atlas Electoral Andy Tow.
De cara a las PASO, la
imprevista decisión de la ex presidenta Cristina Fernández de acompañar una
fórmula presidida por Alberto Fernández, descolocó el escenario previsto por el
oficialismo, ya que corría el eje de la polarización, permitiéndole a la ex
presidenta retener su alto porcentaje de votos propios y sumar apoyos y votos
de otras extracciones o de convicción no kirchnerista. Esto repercutió en
Cambiemos, ahora Juntos por el Cambio, que presentó una inesperada fórmula con
alto impacto en Río Negro: el vigente presidente de la nación decidió ir
acompañado con Miguel Pichetto como candidato a vicepresidente. Pretendía con
ello atraer al peronismo no kirchnerista, dado el abierto enfrentamiento del
senador con la ex presidenta y sus décadas de conducción partidaria
legislativa. Esta incorporación del peronismo era algo ya conocido por Macri,
como bien lo muestra la propia composición original del PRO en sus inicios en
la ciudad de Buenos Aires,[32] pero no como un arriesgado recurso de
emergencia.
Si bien no podemos
analizar en profundidad aquí esta definición, el conocimiento provincial de la
figura de Pichetto y su carácter de oficialista permanente del justicialismo en
el Senado, no lo hacían precisamente referente del cambio ni ofrecía garantía de
éxito en disputas ejecutivas. Su duro discurso en materia de seguridad e
inmigración o su enfrentamiento ideológico con los candidatos provenientes del
kirchnerismo, en realidad sintonizaban con la estructura profunda del PRO y no
sumaban más voluntades, como mostró el resultado de los comicios de agosto. El
Frente de Todos obtuvo casi el cincuenta por ciento de los votos positivos,
dieciséis puntos por encima de la fórmula oficialista. Sorpresa nacional que en
Río Negro duplicó la brecha, tal como lo muestra el cuadro n° 2.
Pese a los intentos de
atracción del oficialismo nacional, en JSRN se impuso la decisión de ir con
boleta corta a estas elecciones, es decir, sin acompañar oficialmente a ningún
candidato a presidente y presentando legisladores propios.[33] A ello contribuyó el debilitamiento de
Consenso Federal, representantes de la vía del medio no polarizada, horadado
permanentemente por el macrismo, sobre todo con la absorción de Pichetto. Sin
la opción intermedia de Consenso Federal, las opciones se reducían a acompañar al oficialismo en una jugada de
alto riesgo por la polarización y la mala evaluación general de su gestión, o
ir solos, como finalmente se definió, con el propio Weretilneck como candidato
a senador.
Hay que señalar que como
parte de la estrategia de tener el apoyo formal, o finalmente informal, del
líder de JSRN, el oficialismo nacional no presentó lista de candidatos a
senadores por la provincia, lo que dado el sistema electoral prácticamente
garantizaba el acceso de Weretilneck a la cámara alta.[34] Más que una devolución de cortesías por
la retirada de 2017, en una maniobra que se hizo familiar entre JSRN y
Cambiemos pero que no es común en el sistema argentino, la no presentación de
senadores fue fruto de la relación y los acuerdos entre Pichetto y el
gobernador rionegrino. Este último tuvo durante la campaña manifestaciones y
gestos claros de apoyo a la fórmula Macri-Pichetto para la presidencia,
participando incluso en la ciudad de Viedma de un acto de campaña que contó con
la presencia del candidato a vicepresidente por el oficialismo y el gobernador
con su gabinete, y en el que ambos declararon el apoyo mutuo y deseos de
triunfos, y que incluso contó con la presencia de los candidatos rivales de
ambos partidos para la cámara baja.[35] Si bien estos apoyos fueron definidos como
personales y no partidarios por el gobernador y por la gobernadora electa de la
provincia,[36] en paralelo el vicegobernador Pedro
Pesatti criticaba con contundencia al macrismo,[37] en un juego doble entre gobernador y vice
destinado a concitar para JSRN voluntades y adhesiones múltiples.
De todas formas, estaba
claro que el objetivo era la lucha legislativa por el voto no peronista y que
en las duras negociaciones previas entre el debilitado poder nacional y el creciente
poder provincial, este último había obtenido mejores posiciones. Un buen
escenario para una joven fuerza
provincial que, consolidada en la provincia, aspiraba a tener recursos
legislativos nacionales propios desde los que fortalecerse. En el Frente de
Todos, con buena proyección electoral, Martín Soria lideraba finalmente la
lista de diputados. Tras el fracaso y salida partidaria del viejo senador
Pichetto, este nuevo enfrentamiento con Soria promete ser solo un episodio más
de una larga saga.
En las elecciones de
agosto, como puede apreciarse en el cuadro n° 2, no se reiteró el resultado de
las provinciales y esta vez JSRN se
colocaba en segundo lugar tras el peronismo holgadamente triunfante, tanto para
Diputados como para Senadores, categoría esta última en la que razonablemente
sumaba diez puntos más. En octubre y pese al esfuerzo y al notable aumento de
votos de Juntos por el Cambio, el Frente de Todos alcanzaba la presidencia sin
necesidad de segunda vuelta: Río Negro aportó también a este triunfo. En el
terreno legislativo el Frente de Todos ganó con autoridad la elección sumando
dos de los tres diputados nacionales en juego y lo mismo ocurrió en senadores,
en tanto el macrismo no alcanzó ningún representante legislativo en la provincia.[38] JSRN, que se había despegado notablemente
pos PASO del gobierno nacional, accedió con un representante a la Cámara de
diputados y colocó a su líder partidario en el Senado. De esta manera, el joven
partido provincial siguió la tendencia de este tipo de organizaciones, ganando
la provincia y teniendo, aún sin victoria, representantes legislativos
nacionales, espacios que sirven para negociar mejor con el gobierno nacional.
En suma, los recientes
procesos electorales han consolidado la opción provincialista al frente de la
gobernación de Río Negro y con representación en el Congreso de la Nación. Lo
que supone para Juntos Somos Río Negro haber superado el desafío provincial de
la reelección y seguir acumulando recursos de poder también en la esfera nacional.
Consideraciones finales
La historia política de
la provincia de Río Negro desde el retorno de la democracia en 1983 ha estado
dominada por excepcionalidades, comenzando por el exclusivo predominio radical
durante casi tres décadas, mayoritariamente en convivencia con gobiernos
nacionales de signo peronista. Esta realidad parece haber sufrido un cambio
abrupto en los últimos ciclos electorales en los que accedió y se consolidó en
el poder una fuerza política provincial, Juntos Somos Río Negro. No obstante,
una mirada más profunda ofrece una realidad más compleja y diversa, y sobre
todo, la presencia permanente de provincialismos desde diferentes opciones
políticas. Esta presencia y otros factores coyunturales e incluso accidentales,
se combinaron para facilitar la aparición de un nuevo partido provincial
dominante en el concierto político argentino.
JSRN ofrece un
predominio provincial que si bien tiene corta edad, expresa un provincialismo
de larga data que podemos rastrear en el PPR y el MPP, en la provincialización
del FG e incluso en la propia práctica de la UCR en el distrito. Del
provincialismo forzado pero exitoso del radicalismo pasamos a uno
explícito y ya exitoso también que
recoge este testigo. El peronismo fue poder en el ejecutivo sólo unas pocas
semanas tras su histórico triunfo de 2011 y no volvió a ocupar ese lugar.
Precisamente y en perspectiva histórica, esta fuerza política es la que más
acercamiento a la nación ha tenido y menos propia ha hecho la bandera de la
identidad provincial rionegrina. Parece no ser casual. En varias ocasiones el
pueblo de la provincia ha acompañado sus legisladores nacionales y sobre todo
sus candidatos a presidente, pero no le ha confiado los destinos de la
provincia. Es decir, el peronismo en Río Negro, a diferencia primero de la UCR
y ahora del reciente partido provincial, no ha sido capaz de provincializarse,
lo que se ha visto reflejado en su desempeño electoral en la competencia por el
poder ejecutivo de la provincia.
Juntos Somos Río Negro
recoge y, por primera vez en la historia rionegrina, une las aspiraciones
provincialistas presentes en diferentes subregiones. Sumó localismos en lugar
de permitir la disgregación que éstos en numerosas ocasiones presentaron en la
historia de la provincia. El antiguo enfrentamiento entre Roca y Cipolletti en
el Alto Valle mutó en unión en 2011, permitiéndoles al peronismo interrumpir el
largo predominio radical. Uno de sus protagonistas de esta unión, el ex
intendente de esta última ciudad fundaría cuatro años más tarde la nueva fuerza
provincial.
Como expusimos, Alberto
Weretilneck había iniciado su actividad en el PI, la continuó en el MPP y luego
en el FG para fundar finalmente su partido provincial desde el poder. Si hay un
hilo conductor del provincialismo a la vez que de la práctica política
ejecutiva, sobre todo desde uno de los dos grandes territorios del influyente
Alto Valle rionegrino, es sin dudas el actual senador. Supo retener el aparato
pragmático del radicalismo y la defensa de los intereses provinciales que
supuestamente abanderaban, pero dándole lo que una UCR desgastada y devaluada
no podía ofrecer hacía mucho tiempo: incentivos colectivos reales, perspectiva
de futuro y conexión con cierto federalismo antiperonista presente en la
cultura política de la provincia. En este sentido, JSRN no inventó el
provincialismo sino que representa la expresión exitosa y unificada de aquél.
En una relación con los
gobiernos nacionales que no es novedosa para Río Negro, y menos aún para su
modelo provincialista, Neuquén, los juegos recíprocos de intereses se imponen
por sobre el signo político provincial siempre que no perjudique las opciones a
nivel nacional. Así ha sido con las administraciones nacionales dominantes de
matriz peronista. El macrismo intentó lo propio, con un resultado positivo
inicial que se fue diluyendo junto con los fracasos de su gobierno. Esto fue
así a pesar de la mayor cercanía original del gobernador de JSRN.
La ciudadanía
rionegrina, en un comportamiento similar al de otros distritos del país, se ha
permitido en numerosos comicios desdoblar su confianza, entregando el poder
provincial a una fuerza de signo político distinta a la que respaldó a nivel
nacional, e incluso hacer lo mismo en municipios de envergadura. Pero Río
Negro, en este particular, ofrece demasiados ejemplos, obligando a repensar las
razones provinciales del fracaso de los diferentes peronismos. El radicalismo
primero y JSRN en la historia reciente, se han adueñado de la confianza de la
ciudadanía para materializar los intereses rionegrinos en tanto constructores
estatales. El “Plan Castello” no es más que un intento de síntesis de esta
construcción y de una nueva promesa de solución de los males genéticos de la
provincia.
Como hemos dicho, JSRN
no es solo fruto de una necesidad electoral, sino un proyecto político de largo
aliento que tiene un sustento en la propia historia política provincial y que
ya ha triunfado en dos elecciones ejecutivas consecutivas. En un distrito de
dobles mandatos de gobernadores y de largos predominios, Weretilneck ya logró
lo primero y parece encaminar lo segundo.
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[1] Esta excepcionalidad ha
sido analizada en Gabriel Rafart, Juan Quintar y Francisco Camino Vela (2004),
Rafart (2005) o Camino Vela y Rafart (2009), entre otros trabajos.
[2] Importante localidad rionegrina,
entre las cuatro más pobladas de la provincia, situada en el extremo oeste del
Alto Valle, frontera con la capital de la vecina provincia de Neuquén.
[3] El surgimiento y
subsistencia de partidos provinciales es un rasgo destacable de la Patagonia
misma, como lo señala Ernesto Bohoslavsky (2008). Fuera de la Patagonia norte
podríamos mencionar al Movimiento Popular Fueguino, al Partido Social
Patagónico o al Partido de Acción Chubutense, entre otros.
[4] En relación a la prensa se han
consultado diversos medios regionales, caso de ADN, LMCipolletti,
El Cordillerano y sobre todo el Diario Río Negro. Este último es
el más relevante por su permanencia en el tiempo, el nivel de su tirada y
distribución, y por su carácter de actor político permanente. También se han
consultado páginas web oficiales de la Provincia y redes sociales de Juntos
Somos Río Negro.
[5] Un análisis profundo puede
encontrarse en Camino Vela (2011) y una versión reducida en Camino Vela (2014).
Sintetizamos aquí en extremo las conclusiones de esos trabajos.
[6] La complejidad de este proceso ha
sido puesta de manifiesto en forma muy clara con la colocación del centenario
partidario bajo el liderazgo de Mauricio Macri entre 2015 y 2019, y los
problemas actuales de esta histórica fuerza política.
[7] Diario Río Negro, 2/09/2003.
[8] Hay que señalar que no tuvo un
sólido discurso federalista anticentralista, ni pudo oponerse a la mayoría de
las políticas nacionales justicialistas. No obstante, en una interesante
lectura, Pedro Dall' Armellina y Hernán Pose (2014, p. 7) atribuyen la permanencia
del radicalismo en el poder a “… la construcción de un discurso político cuya
alteridad estuvo marcada por la frontera entre provincia y nación; es decir, el
radicalismo, paulatinamente se empezó a presentar como el representante de los
intereses de los rionegrinos”.
[9] Desde la Historia y/o la Ciencia
Política consultar, entre otros, Rafart y Camino Vela (2003), Orietta Favaro y
Graciela Iuorno (2005), Silvio Winderbaum (2005), Pose (2009); en profundidad
en Camino Vela (2011); y usos más recientes en Dall’ Armellina y Pose (2017),
Julieta Sartino (2017) y Pablo Palermiti, Luciano Raggio y Brian Richmond
(2020).
[10] Para analizar la
reforma y el impacto del sistema electoral consultar Marcelo Escolar y Julio
Villarino (2004), Pose (2007) y Daiana Neri (2012 y 2015).
[11] Sobre la construcción
de poder político en estados multinivel, enfocando los vínculos coalicionales
de elites políticas entre las arenas nacional, provincial y municipal, en la
provincia de Río Negro desde la última recuperación de la democracia, existe un
trabajo de tesis doctoral en curso de Daiana Neri. Para Argentina entre 1995 y
2015, consultar Facundo Cruz (2018).
[12] Cabe señalar que hemos dejado de
lado las fuerzas políticas de desempeño exclusivamente municipal.
[13] Sobre el Frente Grande en Río
Negro, como una fuerza política de liderazgos territoriales, y su desarrollo
político desde los años noventa y hasta el 2011, consultar Camino Vela
(2013).
[14] Nos referimos al MPN que ha ganado las diez elecciones a gobernador de
la provincia entre 1983 y 2019. Anteriormente y desde su fundación, había
ganado también todas las elecciones para esta categoría en los años sesenta y
setenta.
[15] A medidos de los ochenta condujo los destinos de la localidad rionegrina
de Sierra Grande, y desde ahí ha tenido una extensa carrera política
legislativa dentro del peronismo, primero en la legislatura de Río Negro,
posteriormente en los noventa fue diputado nacional y desde el 2001 en adelante
senador. En elecciones ejecutivas ha cosechado solo fracasos, tanto para la
gobernación de Río Negro como en su reciente intento de ser vicepresidente de
la Nación con Mauricio Macri.
[16] Sobre los efectos del
kirchnerismo en el radicalismo rionegrino consultar Dall' Armellina y Pose
(2014).
[17] Propuesta de declaración de disponibilidad por 180
días hábiles para todo el personal de planta permanente, del Poder Ejecutivo y
Legislativo, excepto la Justicia rionegrina, docentes, policías y agentes
penitenciarios. “Impulsan proyecto de `disponibilidad´ para empleados
públicos”, Diario Río Negro, 26 de
diciembre de 2011.
[18] No podemos dar cuenta aquí del
desarrollo de las tensiones dentro del peronismo entre el sector que apoyaba a
Soria, liderado ahora por su hijo, y el que respaldaba a Pichetto, presidente
del bloque del Frente para la Victoria en el Senado desde 2003. Las mismas
surcaron la vida institucional y electoral del partido, favoreciendo sus
destinos legislativos nacionales pero entorpeciendo la recuperación provincial
del ejecutivo.
[19] Entendemos que el exitoso gobierno del partido provincial de Neuquén, que
el ex intendente de Cipolletti siguió de cerca desde la vecina localidad, ha
sido una guía de la cual ha tomado nota. Prácticas político partidarias y
decisiones en materia de políticas públicas económicas, productivas y de acción
social sostienen primariamente estas ideas que deberán confirmarse con
profundidad por posteriores estudios.
[20] “Las razones del FG para expulsar
a Weretilneck”, Diario Río Negro, 27
de octubre de 2014.
[21] Consultar Camino Vela y Lucia
Gadano (2013).
[22] “Para Massaccesi `sopló el
huracán Alberto´”, Diario Río Negro,
15 de junio de 2015.
[24] En este particular coinciden con
la propuesta de Sartino (2017) que le atribuye a JSRN recoger las estrategias
del hegemonismo radical previo pero desprovisto de contenidos ideológicos y de
enraizamiento partidario.
[25] Adrián Pecollo, “Efecto
PASO: Weretilneck rechazó la instalación de la central nuclear”, Diario Río
Negro, 25 de agosto de 2017.
[26] Es necesario recordar aquí el
asesinato en la provincia del joven mapuche Rafael Nahuel, en noviembre de ese
año en el lago Mascardi, a manos de Prefectura Naval Argentina, dependiente del
Ministerio de Seguridad a cargo de Patricia Bullrich. La misma ministra que
cargaba también con la represión, desaparición y muerte de Santiago Maldonado
en la Provincia de Chubut con la intervención de Gendarmería Nacional en agosto
de ese mismo año. Ambos hechos formaban parte de una de las peores políticas
articuladas por el gobierno nacional. Palermiti et al. (2020, pp. 63-64) señalan la contradicción entre el discurso
público educativo provincial de inclusión de los pueblos originarios y el
posicionamiento favorable del gobernador con la política de criminalización y
represión al pueblo Mapuche del estado nacional.
[27] Puede consultarse en https://www.rionegro.gov.ar/download/archivos/00008937.pdf
[28] No podemos ocuparnos aquí de
analizar el desarrollo real del plan, el nivel de deuda contraída o el uso de
los fondos, así como tampoco de las críticas realizadas, sobre todo durante la
campaña electoral. Es un plan en curso que ameritaría otro trabajo.
[29] Palermiti et al. (2020, p. 58) resumen
esta convicción y práctica en el propio slogan “en cada lugar siempre”, como
parte de un tópico de la gestión de JSRN de gobernar en toda la Provincia al
mismo tiempo.
[30] Es relevante destacar que desde
1983 a 2019 hubo nueve períodos de gobierno provincial, ocupados por siete
gobernadores electos. Tres de estos gobernadores, que obtuvieron en total cinco
triunfos electorales y estuvieron dieciséis años al frente del gobierno, habían
sido previamente intendentes de Roca.
[31] Durante el año JSRN accedería a
las intendencias de Bariloche, Viedma, Cipolletti y Choele Choel. Control
territorial muy relevante para el crecimiento y la estabilidad de la
fuerza.
[32] Para analizar la construcción de
esta fuerza política consultar Gabriel Vommaro (2014) y Vommaro; Sergio Daniel
Morresi; y Alejandro Nicolás Bellotti (2015).
[33] “Weretilneck definió y
competirá con la boleta corta”, ADN, 17 de junio de 2019.
[34] Existieron otras motivaciones de
Pichetto, caso de su disputa con el radicalismo rionegrino, de la que no
podemos dar cuenta aquí en profundidad pero fueron recogidas por la prensa. Diario Río Negro, 1 de julio de 2019. ADN, 14 de julio de 2019.
[35] Adrián Pecollo,
“Weretilneck y Pichetto cruzaron fuertes apoyos a sus candidaturas”, Diario
Río Negro, 19 de julio de 2019.
[36] “El respaldo a Pichetto
es una decisión personal de Alberto”, ADN, 2 de agosto de 2019.
[37] “Pesatti: `Me siento
lejos del macrismo, gracias a Dios´”, LMCipolletti, 7 de septiembre de
2019.
[38] El diputado Sergio Wisky no logró
renovar su banca y por pedido de Mauricio Macri fue contratado como asesor para
el Ministerio de Salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Diego
Llorente, “Sergio Wisky asumió como asesor en el Ministerio de Salud de
Capital”, El Cordillerano, 9 de enero
de 2020.