CRECER EN DOS PATRIAS

LAS COLONIAS DE VERANO PARA NIÑOS ÍTALO-ARGENTINOS DEL FASCIO GIULIO GIORDANI” DE BAHÍA BLANCA (1934-1936)

 

 

BRUNO CIMATTI

Centro de Estudios Regionales “Prof. Félix Weinberg” (CER)

Depto. De Humanidades, Universidad Nacional de Sur (UNS)

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas

y Técnicas (CONICET)

Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, Argentina

 

 

PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,

Año 13, N° 26, pp. 153-184

Junio- Diciembre de 2020

ISSN 1853-7723

 

Fecha de recepción: 30/6/ 2020- Fecha de aceptación: 21/8/2020

 

 

Resumen

La variedad de mecanismos de propaganda desplegados por el fascismo en Argentina formó parte del programa de acción que la diplomacia cultural del gobierno italiano llevó adelante de cara a sus connacionales y a la opinión pública en general. Nuestro trabajo se centra en el desarrollo de una iniciativa original de los fascistas ítalo-argentinos: la creación de colonias de verano propias, particularmente en las organizadas por el Fascio “Giulio Giordani” de Bahía Blanca (Provincia de Buenos Aires).

Tales colonias, que luego se expandirían por el resto de América del Sur, buscaban dar respuesta a las dificultades existentes para la participación en las colonias italianas por parte de los niños ítalo-argentinos. Por su condición de creación local, las colonias representaron un espacio de relativa autonomía para los fascistas bahienses, que se valieron de ellas para articular discursos y prácticas políticas que, sin rechazar el modelo fascista, le añadieron sus aportes particulares.

 

Palabras Clave

Fascismo - Diplomacia cultural – Infancia – Instrucción - Bahía Blanca

Growing up in two motherlands. The summer camps for Italian-Argentinian children ran by Bahía Blanca’s Fascio “Giulio Giordani”

Abstract

The variety of means of propaganda deployed by fascism in Argentina were part of the action program the cultural diplomacy of the Italian government pursued as regards the Italian community and the public opinion. Our work focuses on the development of an original initiative by Italian-Argentinian fascists: the creation of their own summer camps, particularly in those organized by the Fascio “Giulio Giordani” of Bahía Blanca (Buenos Aires Province).

Such summer camps, which would therefore spread throughout the rest of South America, looked forward to facing the existing obstacles to Italian-Argentinian children’s participation in Italian summer camps. Due to their condition of local creation, summer camps represented a space of relative autonomy for the fascists from Bahía Blanca, who made use of them in order to articulate political discourses and practices that, without rejecting the fascist model, added their particular contributions.

 

 

Keywords

Fascism – Cultural diplomacy – Childhood – Education – Bahía Blanca

 

Crecer en dos patrias. Las colonias de verano para niños ítalo-argentinos del Fascio “Giulio Giordani” de Bahía Blanca (1934-1936)

 

 

Los diversos mecanismos de difusión y propaganda empleados por el gobierno fascista en la Argentina, con el objetivo de encuadrar políticamente a los inmigrantes italianos instalados en el país e influir en la opinión pública nacional, han sido objeto de distintos trabajos que han abordado estas prácticas desde diferentes puntos de vista (Gentile, 1986; Newton, 1994; Zanatta, 2003; Scarzanella, 2007; Prislei, 2008; Finchelstein, 2010; Aliano, 2012). En los últimos años, se han realizado exhaustivos análisis de conjunto al respecto, fundamentalmente a partir del concepto de diplomacia cultural (Fotia, 2015; 2019).

Es en este marco que desarrollamos nuestro análisis de las colonias de verano establecidas por el Fascio “Giulio Giordani”, fundado el 15 de mayo de 1926.[1] El fascio representó la primera institución fascista en Bahía Blanca, y su presencia en la ciudad, tanto por la posición estratégica de la misma en el sudoeste bonaerense y en el área norpatagónica como por la envergadura de la colectividad italiana que allí residía,[2] revistió una gran importancia para las autoridades diplomáticas de ese país, lo que le permitió un rápido desarrollo: en los años sucesivos, se fueron conformando una serie de instituciones satélites tales como el Dopolavoro “Ugo Quintavalle” en 1929[3] y el Instituto Ítalo-Argentino de Cultura “Umberto di Savoia” en 1930.[4]

En este trabajo, nos centraremos en las tres colonias infantiles que, entre los años 1934 y 1936, el mencionado fascio organizó en diferentes espacios del sudoeste bonaerense: la Base Naval Puerto Belgrano (1934), Sierra de la Ventana (1935) y Monte Hermoso (1936). Mediante nuestro análisis de las mismas, buscamos entender los matices que la diplomacia cultural fascista en Argentina revela si se la analiza en una escala reducida y prestando atención a la acción de sus organizadores. Guiamos nuestro enfoque a partir de la hipótesis de que las colonias de vacaciones para niños ítalo-argentinos representaron iniciativas propagandísticas que seleccionaron y resaltaron aquellos elementos que pudieran ser aceptados en el marco de la sociedad bahiense. En otras palabras, planteamos un análisis de la diplomacia cultural centrado en sus gestores finales, esto es, quienes llevaron efectivamente a la práctica acciones vinculadas a la promoción cultural del fascismo, pero no como meros transmisores de políticas diseñadas en Roma, sino en función de sus propios intereses y mediante el aporte de particularidades inherentes a su inserción en su ámbito de residencia.

La noción de diplomacia cultural alude a la consideración de la cultura como un componente de importancia en el marco de la política exterior, mediante la cual los distintos Estados buscan promover una visión positiva de ellos mismos en el escenario internacional a través del mantenimiento de una imagen prestigiosa y de la construcción de simpatías en la opinión pública de otros países, lo que a la larga persigue un aumento de su influencia externa (Rodríguez Barba, 2015, p. 34). Así, tal estrategia implicó la promoción de la cultura nacional mediante actores públicos y privados (Fotia, 2019, p. 1).

Italia no escapó a esta regla y fue una de las primeras naciones europeas en llevar adelante campañas de propaganda cultural en el extranjero, centrándose fundamentalmente en los grandes países receptores de su población emigrada, y dotándose de distintos instrumentos institucionales, entre los que destacan la Società Dante Alighieri, fundada en 1889, y el ordenamiento y promoción de las escuelas italianas, sancionado ese mismo año por el gobierno de Francesco Crispi (Ferrarini, 2017, p. 7).

En el caso particular del fascismo, y específicamente durante la década del ’30, se produjo un marcado avance en la centralización de la propaganda dirigida al extranjero a partir de la creación de la Direzione Generale per i Servizi della Propaganda, dependiente del Ministero della Cultura Popolare y encargada de “coordinar e implementar las iniciativas promovidas por el régimen para influenciar la opinión pública internacional” (Fotia, 2019, p. 141).[5] Desde esta óptica, el accionar de las instituciones políticas (Fasci y Fasci Femminili), educativas (escuelas italianas e institutos de cultura) o recreativas (Dopolavoro y colonias de verano), así como las visitas de representantes oficiales y emisarios culturales del gobierno italiano, las giras navales y los vuelos transatlánticos, y la vasta serie de películas, conferencias, transmisiones radiales, revistas y periódicos que se difundieron por el territorio argentino se entrelazaron con el objetivo de construir una imagen benévola del gobierno fascista y de su obra en Italia.

No obstante, cabe destacar que, en este conjunto de actividades, las colonias de vacaciones de los Fasci en la Argentina implicaron un espacio de relativa autonomía para sus organizadores. Al respecto, Fotia (2015, p. 369) sugiere que las mismas surgieron como una iniciativa desarrollada a partir de la imposibilidad que la inversión de las estaciones entre los hemisferios Norte y Sur generaba para que los niños ítalo-argentinos participaran de las que en Italia se organizaban para los hijos de emigrados. En otras palabras, creemos que el desarrollo de esa iniciativa por fuera de las directivas emanadas desde Roma, e independientemente de las oficiales desarrolladas en Italia, le brindó a los fascistas locales (que mayoritariamente residían en la ciudad desde antes de la Primera Guerra Mundial) la oportunidad de adecuar sus estrategias para la difusión del fascismo, adaptándose a las pautas socioculturales de la sociedad de destino.

Se ha sostenido que la principal preocupación del gobierno fascista fue la de evitar la desnacionalización de sus connacionales emigrados como resultado de su integración a las sociedades receptoras, tarea en la que fracasó (Aliano, 2012, p. 6) debido a un proceso de declinación de la italianidad (Devoto, 2006, p. 364). Mediante el caso analizado, pretendemos demostrar que no existió una relación mutuamente excluyente entre la preservación de la italianidad y la incorporación de los emigrados (y fundamentalmente de sus descendientes) a la sociedad argentina. Por el contrario, la imbricación de ambos procesos dio lugar a una identidad ítalo-argentina que las propias autoridades peninsulares buscaron utilizar en su favor durante los años ’30. De hecho, Il Mattino d’Italia, órgano de prensa oficioso del fascismo italiano en el país,[6] estableció como segundo punto de su programa el desarrollo de la ítalo-argentinidad como expresión de una misma latinidad.[7] Así, puede afirmarse que el gobierno italiano no consideró que la asimilación de los inmigrantes o de sus hijos a la sociedad receptora fuera un impedimento para sus proyectos de penetración en la colectividad, sino que buscó utilizarla en el largo plazo como un medio para influir en la opinión pública argentina en su propio beneficio.

Desde esta óptica, destacamos el concurso de la red diplomática fascista (vicecónsules, cónsules y embajadores) y de autoridades argentinas (civiles, militares y religiosas) en la organización de las colonias de verano del Fascio “Giulio Giordani”, lo que da cuenta de los intereses en común que compartieron ambos sectores, al menos hasta que el temor a la infiltración del nazismo, hacia fines de la década, llevara a la sanción del decreto presidencial 31.321 de regulación de las actividades políticas extranjeras el 15 de mayo de 1939,[8] que desestructuró de manera irreversible el organigrama institucional del fascismo en la Argentina.

En cuanto a esto último, consideramos que la noción de ítalo-argentinidad trajo beneficios durante los años ‘30 a los fascistas bahienses para trabar vínculos con distintos sectores de la sociedad receptora (Cimatti, 2019). Por ello, creemos que prestar atención a los sentidos que se buscó dar a las colonias para niños ítalo-argentinos permite dar cuenta de que fue esa asimilación e imbricación de identidades (fascista, italiana, argentina) la que ofreció un vehículo para la transmisión de valores propios del fascismo a la sociedad local que se materializó, en el caso estudiado, en los vínculos establecidos con autoridades municipales de la región, órdenes religiosas y representantes de las Fuerzas Armadas.

Cabe destacar que la cuestión de la infancia no ha sido un tema de interés por sí mismo en los estudios sobre el fascismo italiano en la Argentina, más allá de menciones a las Organizzazioni Giovanili Italiane all’Estero, reconstituidas en 1937 como Gioventù Italiana del Littorio all’Estero (Fotia, 2019, p. 131). Al respecto, deben resaltarse las contribuciones realizadas por Fotia (2015, pp. 366-370; 2019, pp. 131-134), en el marco de su enfoque más general sobre la diplomacia cultural del fascismo, así como el trabajo realizado por Katharina Schembs (2013), aun cuando este último tampoco profundice mayormente en un análisis de las actividades de tales agrupaciones. Esto implica que no exista producción historiográfica que ponga el foco en las colonias que se organizaron en distintos espacios del interior del país, no obstante lo cual hemos identificado algunas de ellas, que mencionamos más adelante.

Al igual que en otros espacios, las fuentes con que contamos para estudiar las colonias bahienses son acotadas e incluyen los informes publicados por Il Mattino d’Italia y  la información presentada por el principal diario local, La Nueva Provincia, y el bisemanario socialista Nuevos Tiempos. En este sentido, analizamos en base a la producción periodística la organización, el desarrollo y los resultados obtenidos por las colonias prestando especial atención a cuáles fueron los elementos que tanto Il Mattino d’Italia como La Nueva Provincia eligieron destacar y presentar a sus lectores como deseables en la instrucción de quienes las frecuentaron. Asimismo, se ha consultado el archivo del Ministero degli Affari Esteri e della Cooperazione Internazionale (Roma, Italia), en el cual se encuentran disponibles los informes que las autoridades de las organizaciones juveniles y las escuelas italianas en la ciudad elevaban a ese ministerio.[9] En este punto, los silencios que dicha documentación presenta con respecto a las colonias, en comparación con la actividad realizada durante el año en las escuelas, ha resultado de vital importancia para nuestra hipótesis de que las mismas representaron un espacio de relativa autonomía para los fascistas locales.

En resumen, y en un nivel general, esperamos que nuestro aporte sirva para complejizar el análisis de las relaciones entre identidad, cultura y política en el marco la colectividad italiana en la Argentina de entreguerras a través del caso particular de las colonias. A su vez, y de manera específica, buscamos dar un primer paso en el abordaje de la infancia bajo el fascismo en dicha colectividad. Por último, cabe destacar que hacerlo desde una perspectiva local nos permite centrar la mirada en los actores históricos que organizaron y llevaron a la práctica la política exterior fascista en el territorio. Es por ello que el estudio de las colonias de verano resulta útil, fundamentalmente si se las considera como un espacio que brindó a los fascistas locales una autonomía con la que no contaban en otros aspectos de la organización del fascismo en el país.

 

Las colonias como espacio de autonomía al interior de la diplomacia cultural fascista

La creación de las colonias de verano para niños ítalo-argentinos, ideada para dar una solución al problema generado por la inversión de las estaciones del año respecto a Italia, surgió de las autoridades fascistas locales, y pronto se extendió a las colectividades de Uruguay y Brasil (Aliano, 2012, p. 72; Fotia, 2019, p. 134). La iniciativa original, surgida del Consulado de Córdoba, tuvo como resultado la organización del primer campamento, en el verano de 1933, en las zonas serranas cercanas a esa ciudad (Fotia, 2019, p. 134). En el caso bahiense, se hizo lo propio un año después, en enero de 1934, constituyéndose así el segundo campamento de este tipo en el país. De igual modo, los Fasci de Mendoza y Rosario las imitaron en los veranos de 1935 y 1937 respectivamente, organizando sendas colonias en Barranca y Casilda.[10] Hacia fines de la década, la Secretaría de Zona de La Plata organizó dos campamentos (uno serrano en Tandil y uno marítimo en Mar del Plata), para niños platenses y porteños.[11]

Las actividades realizadas en estos espacios, según constatamos, no variaron fundamentalmente de las que tenían lugar en la península. Al respecto, Giuseppe Fanelli, un famoso autor de textos para niños de la época, establecía que su objetivo no se limitaba a la instrucción física sino también moral, apuntando a la inculcación de la disciplina y la solidaridad, a la unión de los connacionales y, por consiguiente, al desarrollo de un sentimiento de nacionalidad (McLean, 2018, p. 44).

En este sentido, es posible situar las colonias infantiles en el marco del proyecto de regeneración moral que el fascismo decía estar llevando adelante, al inculcar a los sectores más jóvenes toda una batería de valores asociados a su ideología. Sin embargo, la preocupación por la instrucción física y moral de los elementos más jóvenes de la sociedad no era exclusiva del fascismo. De hecho, y para centrarnos en el caso argentino, desde fines del siglo XIX pueden rastrearse las deliberaciones que la élite gobernante mantuvo sobre la cuestión de la infancia, las cuales pueden asimismo categorizarse en función de dos preocupaciones principales: por un lado, aquellas vinculadas a los sectores infanto-juveniles vulnerables por sus condiciones de pobreza que las élites miraban con fines de control social, y hacia los cuales se desarrolló una red de políticas públicas de asistencia (Billorou, 2010; 2011; 2017; Lionetti 2009), que también tuvieron por objeto a aquellos niños y niñas considerados “débiles” (Carli, 2002: 156-157; Di Liscia, 2005; Bruno, 2015). Por otro lado, existió la preocupación por favorecer la argentinización de niños y jóvenes, proceso en el cual la escuela pública y el servicio militar jugaron un rol clave (Bertoni, 2001; Lionetti, 2005; 2007), y en el que los discursos de la época insistieron “sobre la importancia que los menores de edad tenían para la sociedad por ser los hombres y mujeres que encarnaban el futuro de la república” (De Paz Trueba, 2018, p. 242).[12]

Asimismo, y para el período que nos ocupa, el formato de la colonia de verano tampoco representaba algo inusual. Tal modelo fue aplicado en la provincia de Buenos Aires por el gobernador Manuel Fresco (Cammarota, 2011; Bruno, 2015), persiguiendo objetivos asistencialistas y de socialización que apuntaron fundamentalmente a los hijos de la clase trabajadora o a los niños “débiles”, y que por lo tanto pueden interpretarse dentro del primer tipo de preocupación delineado más arriba, esto es, aquella vinculada a los sectores desfavorecidos. Instancias similares se pueden registrar para el caso del Consejo Nacional de Educación, que contó en la segunda mitad de los años ‘30 con colonias para niños y niñas de 8 a 12 años localizadas en las provincias de Buenos Aires (Mar del Plata, Baradero, Tandil y San Antonio de Areco) y Córdoba (Alta Gracia y Huerta Grande) (Billorou, 2010). En 1921, refiriéndose a este tipo de iniciativas, el mencionado Consejo destacaba “los beneficios morales, intelectuales y físicos que reporta[ba]n para el futuro vigoroso del pueblo argentino” (citado en Carli, 2002, p. 157).

En este punto, nos interesa insertar la experiencia de las colonias del fascio bahiense en el marco general de las preocupaciones de las élites gobernantes argentinas de cara a las infancias. En cuanto a la primera de ellas, concerniente a la mirada sobre niños en condiciones de pobreza, resulta difícil realizar una caracterización detallada de los asistentes a las colonias en función de la situación económica de sus familias, más allá de la afirmación realizada desde la prensa fascista de la iniciativa tenía por objeto a hijos de obreros italianos.[13] No obstante, consideramos que es en función de la segunda preocupación de las élites que la experiencia analizada cobra más relevancia, puesto que los campamentos fueron presentados por sus organizadores no como un mecanismo de asistencia social sino como un espacio en el que la cuestión de la nacionalidad revistió un papel central, aunque los discursos vinculados a la vigorización física y moral de los asistentes también ocuparon un rol preponderante, quizás por formar parte del formato elegido para la realización de las actividades, esto es, una colonia de vacaciones.

En efecto, a la luz de la preocupación por la argentinización (de los hijos de inmigrantes italianos en este caso), así como por la tensión que esta pudiera traer frente a la voluntad de preservación de la italianidad en el marco de las instituciones italianas, el Fascio “Giulio Giordani” imprimió a su iniciativa un sello identitario que apuntaba a eliminar las diferencias entre una y otra tendencia nacionalizadora: la inculcación de una interpretación ítalo-argentina del fascismo que, como veremos más adelante, equiparaba ambas lealtades diferenciando sus esferas de influencia. En otras palabras, la idea de ítalo-argentinidad buscaba la preservación de una italianidad lingüística-cultural que conllevara la simpatía y el apoyo al gobierno italiano, pero que asimismo no obstaculizara la inserción de los niños a la sociedad argentina. Este hecho pudo verse favorecido por el mayoritario origen argentino (91,09%) de los niños ligados al  Instituto Ítalo-Argentino de Cultura “Umberto di Savoia”.[14]

En cuanto al modo de organización de dicho proyecto identitario, esto es, la implementación del formato de una colonia de vacaciones, puede pensarse que su desarrollo como forma de sociabilización infantil se dio no solo en función de su similitud con otros modelos similares desarrollados por el Estado argentino (como las mencionadas colonias en la provincia de Buenos Aires), sino también por estar inserta en un modelo que hacia los años ’30 estaba ampliamente difundido en Occidente más allá de las fronteras político-ideológicas, y que enfatizaba la relación entre ejercicio y progreso (Vigarello, 2006, p. 184). Esta relación se hizo particularmente extensiva a la infancia durante los años de entreguerras, cuando “la utilidad de la movilización y de la participación de los niños en la política, generó que la temática entrara en la agenda de los partidos, movimientos y asociaciones que apelaban ante los niños, de manera ahora, directa” (Bisso, 2014, p. 219).

Resulta fructífero, entonces, atender a otras formas de sociabilización infantil no organizadas desde el Estado que en ese período operaban en la Argentina. Nos centraremos en dos de ellas que, por sus características, posibilitan un análisis comparativo con el caso de las colonias fascistas: el scoutismo argentino y los Exploradores Argentinos de Don Bosco. Ambos sistemas de movilización e instrucción infantil habían surgido durante la primera mitad de la década del ’10 y compartían en gran medida los mismos métodos, aunque desde entonces habían competido entre sí por la atracción del mismo grupo etario.

En efecto, la creación de la Asociación Nacional de Scoutismo Argentino en 1912, y su posterior patrocinio por parte del gobierno de Hipólito Yrigoyen, signó el inicio del desarrollo del scoutismo en el país, que en lo sucesivo fue apoyado indistintamente por radicales y conservadores, ya fuera por sus finalidades cívicas y pedagógicas como por su potencia para favorecer el agrupamiento y la movilización infantil (Bisso, 2016, p. 32). Los scouts, reclutados a partir de los 8 años, tuvieron como forma privilegiada de acción los entrenamientos y campamentos, aunque también participaron regularmente de ritos cívicos y conmemoraciones históricas tendientes a “la demostración y el cultivo del patriotismo” (Bisso, 2016, p. 39). Con todo, hacia la década del ’30, sus dirigentes se cuidaron de destacar las raíces liberales del nacionalismo profesado por los scouts, a fin de no ser identificados con los regímenes de derecha antiliberal (Bisso, 2016, p. 41).

Por su parte, los Exploradores Argentinos de Don Bosco, fueron creados en 1915 en el marco de la reacción de la Iglesia católica a la implantación del scoutismo en el país, al cual consideraban expresión del avance del laicismo en la educación de la niñez argentina (Scharagrodsky, 2009, p. 61).[15] La iniciativa consistió básicamente en la adopción de la matriz scout dotándola de un marcado contenido religioso,[16] lo cual terminó por consolidarse en 1937 con la formación de la Unión de Scouts Católicos Argentinos (Bisso, 2016, p. 44). Se produjo entonces la combinación entre los principios doctrinales del catolicismo y distintas prácticas corporales que formaban parte de un acervo compartido con el scoutismo, tales como ejercicios físicos, excursiones y deportes, entre otros, que eran desarrollados con clara impronta militar (Scharagrodsky y Cornelis, 2013, p. 132).

Como veremos, existieron profundas similitudes entre el modelo de las colonias fascistas y la matriz que unía al scoutismo y a los Exploradores Argentinos de Don Bosco. En este sentido, podemos apreciar que la implementación de las primeras no implicó, como mecanismo de organización de la instrucción y la sociabilidad infantiles, la introducción de un elemento que fuera extraño a la sociedad local, sino que se adecuaba a un formato socialmente aceptado en la época para la socialización de los niños, que articulaba vida al aire libre y la instrucción física y moral. Además, en cuanto al caso específico de Bahía Blanca, resulta provechoso tener en cuenta la fuerte presencia salesiana en la ciudad,[17] así como los vínculos que se establecieron entre los fascistas y la congregación, probablemente propiciados por el origen italiano de la orden. Así, la presencia de sacerdotes en la organización de las colonias da cuenta de la relación existente entre ambos proyectos, lo que resalta si se tiene en cuenta que el Batallón de Exploradores de Don Bosco “Manuel Belgrano” de Bahía Blanca se creó el 29 de abril de 1934,[18] pocos meses después de la organización del primer campamento. El origen del scoutismo salesiano en la ciudad se remontaba hasta 1928, cuando para el centenario de Bahía Blanca fue creado el Batallón “Coronel Ramón Estomba”, que pronto recibió el nombre de “Don Bosco” por decisión de su dirigente Raúl Entraigas.[19] Si bien el acercamiento al inicio del scoutismo salesiano es todavía superficial, es posible suponer que tras la renuncia de Entraigas, por ciertas irregularidades en la gestión,[20] la existencia de un grupo scout salesiano en la ciudad se postergó, como vimos, hasta 1934, cuando la revista del Colegio Don Bosco señaló que había “resurgido el glorioso nombre” de la Compañía “Don Bosco”.[21]

En el caso específico que analizamos, las colonias buscaban transmitir los beneficios de la instrucción fascista, fundamentalmente en base a los valores del orden, la disciplina y el respeto a las jerarquías, los cuales se postularon asimismo como deseables y provechosos para la propia nación argentina. En este sentido, no se dio a la vida en las colonias una imagen exclusivamente italiana sino que se la buscó plantear en términos de ítalo-argentinidad, argumentando que los niños educados bajo los preceptos del fascismo eran un valioso aporte para la sociedad argentina. En este sentido pueden recuperarse las declaraciones del cónsul de La Plata, Giovanni Barone, quien en 1935 señaló que a través del encuadramiento de sus hijos, sus connacionales de Argentina contribuían a formarlos “en la disciplina, el respeto y el orden que … llevar[ían] consigo en su vida como ciudadanos de la noble República Argentina”.[22]

En este punto, es preciso señalar que las colonias se dirigieron exclusivamente a los niños varones pertenecientes a la categoría balilla (entre 8 y 14 años),[23] a diferencia de sus homólogas italianas, en las que también participaron niñas aunque en espacios geográficos separados (Dogliani, 2008, p. 182).[24] Es posible en este punto reconocer que se cultivó una concepción de la masculinidad que, centrada en la fuerza y la potencia físicas, planteaba una identificación con el nuevo Estado italiano y sus valores de virilidad y militarismo, lo que se enmarca en las interpretaciones fascistas del cuerpo humano, que “apoyaban la metáfora apologética que veía al cuerpo como un modelo de Estado” (Clark, 2001, p. 38). No obstante, creemos que los valores transmitidos por las colonias del fascio bahiense también entroncaron con elementos como el sentido del honor y el patriotismo que se habían asignado a la identidad nacional masculina en la Argentina entre fines del siglo XIX y comienzos del XX y que se habían materializado en el servicio militar obligatorio (Valobra, 2011, p. 11).

Otro elemento a destacar es que, a partir de la consulta del archivo del Ministero degli Affari Esteri, puede concluirse que la iniciativa no fue tutelada ni seguida con detalle por el gobierno italiano. En efecto, en contraste con los largos informes sobre los avances de las escuelas italianas, las fuentes revelan la ausencia de reportes sobre este tema. En lo respectivo al caso bahiense, la única mención fue realizada por el director del Instituto Ítalo-Argentino de Cultura “Umberto di Savoia”, Andrea Di Silvestro, en el marco del informe escolástico del año 1934. Al analizar las dificultades que atravesaba para aumentar el número de niños inscriptos en las escuelas del Instituto y en las Organizzazioni Giovanili, este lamentaba: “ni siquiera la colonia de verano, que tuvo un gran eco en la ciudad, ha logrado atraer nuevos elementos … a las escuelas y al Doposcuola”.[25] De esta manera, no brindaba ningún tipo de información sobre los detalles de su realización o sus resultados, sino que la ponderaba únicamente en función del interés específico de la Direzione Generale delle Scuole Italiane all’Estero, esto es, el desempeño de las escuelas y los Doposcuola.

Es por ello que desarrollamos nuestra visión de las colonias como resquicios de autonomía en un contexto de centralización de la acción propagandística fascista en el extranjero, en tanto se trató de la única iniciativa vinculada a los sectores más jóvenes cuyo desarrollo no fue informado pormenorizadamente a la jerarquía diplomática, cosa que sí sucedía en el caso de las escuelas italianas o del programa de actividades durante el año escolar de las organizaciones juveniles. Consideramos que esto pudo deberse a que, como vimos, las colonias no surgieron de manera generalizada fuera de Italia por voluntad del régimen fascista, sino que fueron un fenómeno particular argentino, exportado luego a Uruguay y Brasil, y generado más por una demanda de los representantes locales del fascismo que por una decisión política del gobierno de Roma.

En base a dicha autonomía, los organizadores locales buscaron trasmitir ciertos valores ideológicos y culturales del fascismo hacia la sociedad argentina, pero no solo en función de su lealtad al gobierno italiano y su política exterior, sino también (y fundamentalmente) en función de su inserción en el espacio y la sociedad bahienses. Así, otorgaron en las colonias un rol a lo argentino, en posición de paridad frente a lo italiano, que sus homólogas en la península lógicamente no detentaban, en lo que a priori pareció contradecir los mandatos fascistas de preservación de la italianidad de la población emigrada pero que, como veremos, apuntaba a que tal objetivo no fuera puesto en riesgo por una postura que obstaculizara la integración de los niños a la que en la mayoría de los casos era su sociedad de origen.

Al hacerlo, como veremos, los fascistas locales dieron a las colonias un sello identitario distintivo con respecto a las que el gobierno de Mussolini llevaba adelante en las playas y montañas de Italia para los hijos de italianos en el extranjero, en las que se hacía referencia exclusiva a la identidad italiana de la descendencia de población emigrada.

 

La Colonia “Roma” del Fascio “Giulio Giordani” Bahía Blanca

Hacia 1934, las organizaciones fascistas para niños bahienses contaban con más de cien inscriptos,[26] y ese año funcionaron en la ciudad y la región cuatro Doposcuola dependientes del mencionado Instituto (Bahía Blanca-centro, Bahía Blanca-Villa Mitre, Punta Alta e Ingeniero White).[27] Asimismo, en septiembre de ese año se había aprobado el estatuto de las Organizzazioni Giovanili Italiane all’Estero para regularizar la situación de los niños y niñas ítalo-argentinos en función de las reglamentaciones peninsulares.[28]

Fue en ese mismo año que, por iniciativa del vicecónsul Cesare Afeltra, se conformó una colonia de vacaciones destinada no solo a los niños hijos de italianos residentes en la ciudad sino también a sus pares de la ciudad de La Plata.[29] Al llegar, los pequeños balilla platenses fueron recibidos por las mujeres de la comisión femenina del Fascio “Giulio Giordani”, quienes los “adoptaron” hasta el momento de la partida a la colonia. En este sentido, puede apreciarse una similitud con el modelo italiano, en tanto se enfatizaba la profunda estrechez del vínculo existente entre los connacionales más allá de las distancias.

La colonia, que reunió a un total de 60 niños,[30] tuvo lugar entre enero y febrero de 1934 en la Base Naval Puerto Belgrano, ubicada a casi 30 kilómetros de la ciudad, por concesión de su comandante, el almirante Abel Renard.[31] Resulta interesante constatar en este punto la colaboración con las autoridades locales, militares en este caso, que cedieron el espacio para la realización de una actividad organizada por una colectividad inmigratoria. De hecho, desde los orígenes del fascismo italiano en Bahía Blanca puede darse cuenta de la participación, en diversas ocasiones, de la jerarquía castrense, especialmente del Ejército Argentino. Por ejemplo, tanto durante la inauguración de la Casa del Italiano, en octubre de 1927, como en la del Instituto Ítalo-Argentino de Cultura “Umberto di Savoia”, uno de los principales invitados fue el teniente coronel Juan Carlos Estivill, comandante del Regimiento 5to de Infantería.[32] En lo relativo a la Armada Argentina, si bien la primera colaboración que pudimos rastrear fue la cesión del espacio para la realización de la colonia, los vínculos se mantuvieron al menos hasta 1939, cuando la Base Naval Puerto Belgrano fue la sede de las actividades fascistas para el recibimiento de la VII División Naval Italiana.[33]

Por su parte, La Nueva Provincia, recibió positivamente el establecimiento de la colonia. Entre sus principales características, el diario valoraba que, además del ocio y de la vida al aire libre, se ocupaba de “la parte espiritual, cultivando la mente y el alma de los pequeños veraneantes con oportuna instrucción educativa, impartida por profesores especializados en la materia”.[34] En este contexto, la única voz que denunció su puesta en funcionamiento fue el bisemanario socialista Nuevos Tiempos, que criticó la exhibición, por parte de La Nueva Provincia de una fotografía que mostraba a los niños recibiendo entrenamiento de tiro [Figura 1]. Asimismo, se aseveraba: “si esas fotografías en lugar de exhibir las actividades fascistas, se refirieran a agrupaciones proletarias ya estarían las autoridades poniendo el grito en el cielo y a sus componentes en la cárcel”.[35] En este sentido, la denuncia se articulaba con la que en la década previa se realizara al scoutismo por la práctica del tiro, la cual, no obstante, se hallaba ampliamente difundida y se practicaba incluso en las escuelas secundarias (Bisso, 2014, p. 204).

 

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Durante el verano, la primera colonia recibió dos visitas de importancia. La primera fue la del crítico de arte Pietro Maria Bardi, quien tras brindar conferencias en la Biblioteca Popular “Bernardino Rivadavia” y en el Dopolavoro “Ugo Quintavalle”, se hizo presente en la colonia, situación que fue aprovechada para dar publicidad a los resultados allí obtenidos. En este sentido se remarcó que, al arribo del tren, los niños se formaron instantáneamente, a la par que se afirmaba que los mismos “hubieran besado inmediatamente a sus madres que se habían acercado a visitarlos, pero la disciplina lo prohibía, y permanecieron firmes en el lugar para rendir homenaje al ilustre visitante”.[36] El fragmento recuperado permite apreciar de qué manera se buscaba presentar los supuestos efectos benéficos de la instrucción en los niños, que lograban dominar incluso sus impulsos emocionales.

Para recibir a Bardi, un balilla pronunció un discurso en nombre de los “voluntariosos fascistas en cierne”, agradeciendo la visita y solicitándole que le transmitiera a Mussolini que los balilla “de Bahía Blanca y La Plata lo [querían] mucho, que le [pedían] al Señor que lo conserv[ara] por muchos años por el bien de Italia y por la luz del mundo”.[37] Por su parte, el visitante resaltó la puesta en marcha de una de las colonias más lejanas con respecto a Italia y señaló haber vivido una jornada de “verdadera sanidad fascista”,[38] elogiando los ejercicios gimnásticos y las actividades corales desarrolladas por los niños.

La segunda visita de carácter oficial fue la del embajador de Italia Mario Arlotta quien se encargó de pasar revista al funcionamiento y a las facilidades del emprendimiento. El embajador recorrió las instalaciones para deportes (fútbol, tiro, atletismo), las de la “escuela de italiano y moral”, y el área de juegos, en la que destacaba una calesita a la que podían acceder los niños distinguidos por su conducta y por su desempeño en los ejercicios físicos o en el estudio del italiano.[39] Asimismo, Arlotta pronunció un discurso exaltando los “vínculos de sangre y de cultura indisolubles e indestructibles” que unían a ambos países y que se perpetuaban y reforzaban de generación en generación al inculcar a los más jóvenes el amor y el respeto a ambas patrias.[40]

En 1935, la experiencia volvió a realizarse, esta vez en la localidad de Sierra de la Ventana, en el partido bonaerense de Tornquist. La primera reseña aparecida en la prensa fascista consistió en un informe realizado por Di Silvestro, director del campamento, que relataba las actividades realizadas desde el amanecer, cuando los pequeños balilla realizaban el saludo fascista a las banderas italiana y argentina, hasta el arriado de las mismas al atardecer, cuando se invocaba la bendición de Dios para ambos países. Al finalizar el texto, que enfatizaba continuamente la disciplina tanto en los momentos de ocio como en los de instrucción, el director aseguraba que los niños darían a su “generosa patria la contribución de su inteligencia y su trabajo”.[41] En esta ocasión, la visita del cónsul de La Plata Giovanni Barone representó otra oportunidad para poner de relieve los vínculos de ítalo-argentinidad y el apoyo de la sociedad bahiense a la iniciativa. En efecto, se postuló que tal ocasión se había convertido “en un rito de fraternidad ítalo-argentina por la numerosa participación de personalidades y periodistas de Bahía Blanca, que [seguían] con simpatía e interés la proficua y noble obra de las autoridades locales para la educación de la juventud”.[42]

La tercera y última colonia tuvo lugar en las playas de Monte Hermoso, localidad por ese entonces perteneciente al partido bonaerense de Coronel Dorrego, en el verano de 1936. En esa oportunidad, se contó con el concurso del gobierno italiano, quien proveyó tiendas de campaña iguales a las utilizadas en los campamentos peninsulares, así como del gobierno municipal, quien se hizo cargo de los costos y la organización del transporte desde la ciudad homónima hasta el campamento.[43] El apoyo de las autoridades dorreguenses se materializó también en la asidua presencia y colaboración del intendente conservador Gabriel Claverie, así como de otros funcionarios municipales, para garantizar su “correcto” desarrollo.

La vida en la colonia no difirió de las experiencias previas, alternando el ocio con la instrucción del italiano y de educación moral y religiosa a cargo del padre salesiano de origen italiano Calisto Schincariol, profesor en el Colegio Don Bosco de Bahía Blanca, quien ya se había encargado de ello 1934.[44] La participación del sacerdote permite abordar los lazos existentes entre el fascismo local y la congregación salesiana. En efecto, si bien no son objeto central de este trabajo, cabe destacar que las relaciones fueron fluidas desde los inicios de la actividad fascista en la ciudad. Por ejemplo, en el marco de los festejos por la bendición del gallardete del Fascio “Giulio Giordani”, a pocos meses de su fundación, el director del Colegio, padre Feliciano Pérez, cedió gratuitamente el Teatro Colón, propiedad de la congregación, para la realización de las actividades.[45] En cuanto a Schincariol en particular, además de colaborar en la Colonia “Roma”, tuvo recurrentemente a su cargo la celebración de la Giorno della Madre e del Fanciullo, festividad que, instaurada por Mussolini el 24 de diciembre de 1933, se celebró desde ese mismo año en Bahía Blanca.[46]

En ocasión de la tercera colonia, se destacó el testimonio de una madre que, en una visita familiar dominical, dijo que al ser invitada por sus amigas a enviar a sus hijos lo había hecho “más por condescendencia que por convicción”, pero que habiendo constatado lo que era una colonia marina se había vuelto “sumamente entusiasta”.[47] La recuperación de este testimonio, así como la publicidad que se había dado en 1934 a la “adopción” de los balilla platenses por parte de las mujeres de la comisión femenina del fascio local o la presencia de las madres (sin mención a la de los padres) en las visitas, puede entenderse como una búsqueda de legitimación por parte de los organizadores, sobre todo si se tiene en cuenta el énfasis que desde el fascismo (aunque por supuesto no únicamente) se había hecho de la preponderancia de la maternidad en la vida de las mujeres, encargadas por excelencia de la crianza (Sassano, 2015, pp. 265-267). No obstante, cabe destacar que a diferencia de las colonias que tenían lugar en la península, en las cuales las directoras y asistentes eran reclutadas entre las mujeres que conformaban los Fasci Femminili (Dogliani, 2008, p. 181), en el caso bahiense los instructores fueron varones en su totalidad. Si se considera que también la asistencia a las colonias fue únicamente de niños, constatamos que las colonias del Fascio “Giulio Giordani” fueron exclusivamente masculinas, limitándose la participación de las mujeres en los roles secundarios mencionados más arriba, pero cuyo apoyo a la iniciativa pudo haber representado un elemento que buscara consolidar ante la opinión pública la labor de estas instancias en la formación de los niños ítalo-argentinos.[48]

En síntesis, las tres colonias organizadas por el Fascio “Giulio Giordani” mantuvieron a grandes rasgos un formato básico que se caracterizó por una organización cronométrica de la jornada de los niños. La misma comenzaba al amanecer con un llamado de trompeta para la higiene personal y el desayuno, dando lugar a las sesiones matutinas de juego y natación. Tras el almuerzo se procedía a la instrucción religiosa, las clases de italiano y de educación física.[49] Además de publicitarse los supuestos beneficios morales que la participación en ellas traía a los niños, se hacía énfasis en los efectos corporales de la vida al aire libre y la práctica del deporte, que los dejaban “radiantes y exuberantes de salud”.[50] Todo ello nos permite insertar al emprendimiento en la matriz scoutista abordada más arriba y, de manera más directa, relacionarlo con las prácticas de instrucción y movilización infantil de los Exploradores Argentinos de Don Bosco.

Creemos que las similitudes presentadas con ese formato, así como la insistencia en la complementariedad entre el culto a ambas patrias, materializada en la imagen presentada por los hijos argentinos de emigrados italianos que abrazaban el fascismo, fueron los elementos que les permitieron a los fascistas locales llevar adelante las colonias con el apoyo de las autoridades civiles, militares y religiosas (cuestión que no se replicó en otros lugares del país),[51] así como del principal órgano de prensa de la ciudad. En otras palabras, consideramos que el énfasis puesto en el origen argentino de esos niños y su futuro desempeño como ciudadanos del país representó uno de los atractivos fundamentales para los actores locales mencionados.

 

Consideraciones finales

A lo largo del período analizado, un grupo variable de entre 50 y 60 niños ítalo-argentinos pasó los veranos en un ambiente creado para inculcarles los valores y las normas organizativas del fascismo. Durante su estadía, recibieron educación física, religiosa y cívica, entonaron himnos patrióticos y canciones fascistas a la par que el himno argentino, y realizaron diariamente el saludo fascista a ambas banderas. Sus docentes fueron, a excepción de Schincariol, miembros del Fascio “Giulio Giordani” o de sus instituciones dependientes. Recibieron, en suma, todos los valores del aparato cultural que el fascismo local buscaba impartir a la colectividad italiana en nuestro país que difirió en algunos aspectos del formato original.

Así, por ejemplo, y a diferencia de las colonias peninsulares, que buscaban generar un sentimiento de italianidad que uniera a todos los hijos e hijas de sus connacionales en el mundo, las realizadas en Bahía Blanca complementaron su énfasis en este componente emocional identitario con un compromiso manifiesto con la República Argentina. En los casos que analizamos, pudimos apreciar cómo la noción de ítalo-argentinidad, encarnada en el doble origen de los niños, implicaba la indisoluble unión entre ambas naciones. Quizás por ello tales actividades contaron con el apoyo de autoridades e instituciones argentinas, tales como la Armada Argentina, el Colegio Don Bosco o el Municipio de Coronel Dorrego.

De esta manera, y aunque hacia fines de la década, ante el avance de las actividades nacionalsocialistas en el país, el Estado argentino fue progresivamente limitando las posibilidades de organización política de las colectividades inmigrantes hasta llegar al decreto de prohibición de actividades políticas extranjeras en 1939, puede afirmarse que durante gran parte de los años ’30 este tipo de iniciativas fue acompañado por las jerarquías políticas, religiosas y militares locales, fundamentalmente en función de que los niños eran instruidos en una versión del fascismo adaptada a valores y formatos ya asociados a la infancia en la sociedad argentina.

Es por esto que planteamos la posibilidad de hablar de un fascismo ítalo-argentino (Cimatti, 2017, pp. 95-98), esto es, la de un fascismo que esbozó ciertos aspectos constitutivos de su variante originaria dejando de lado otros a fin de adaptarse al medio. En este sentido, la recurrencia a nociones como las de disciplina, orden o trabajo, así como de su inculcación a los niños, se manifestaron entrelazadas con lo esperable por la opinión pública argentina y se presentaron como beneficiosas para el desarrollo del país. Después de todo, en ningún momento se intentó italianizar a los niños que participaron de los campamentos sino que simplemente se buscó mantener sus lazos culturales/emocionales con la patria de sus padres, para que los acompañaran en su proceso de conformación en ciudadanos de la República Argentina y, en todo caso, en promotores de una postura pro-italiana de la nación en el futuro.

Asimismo, las prácticas físicas y los contenidos impartidos a los niños (con la lógica excepción de la enseñanza de la lengua italiana y la transmisión de los valores del fascismo), se inscribieron en una matriz scoutista, que contaba con dos décadas de trayectoria en el país, de un modo muy semejante al que desde un inicio lo habían hecho los Exploradores Argentinos de Don Bosco, ya que también en el caso analizado se hacía presente una impronta religiosa. En Bahía Blanca, como vimos, la vinculación con la experiencia salesiana fue incluso más allá de una semejanza en cuanto a formas y contenidos y se materializó en la participación de Schincariol.

Por todo lo anterior, consideramos que las colonias del Fascio “Giulio Giordani” oficiaron para el fascismo local como una ventajosa vidriera donde mostrar a la colectividad y, en general, a la sociedad bahiense, los supuestos beneficios de una crianza a la luz de los valores del fascismo ítalo-argentino. De esta manera, en su aplicación a otros contextos sociales y geográficos, el fascismo debió dotar a su proyecto en el exterior de una flexibilidad que le permitiera adaptarse a las diferentes pautas culturales imperantes en otros lugares. Contar con el apoyo de instituciones de prestigio en la ciudad, tales como los salesianos o la Armada Argentina, o de municipios de la zona, representó una fuente de legitimidad para las actividades desarrolladas por el fascio local de cara a los niños.

El devenir del fascismo y su participación y derrota en la Segunda Guerra Mundial no permitieron conocer el éxito o no de la implementación de su programa para los niños ítalo-argentinos (o, en un nivel más general, para los hijos de italianos en todo el mundo). No obstante, experiencias como la bahiense se desarrollaron en una multiplicidad de contextos socio-espaciales diversos. Con todo, el trabajo realizado representa un primer paso en el abordaje de las infancias en el marco de las colectividades inmigrantes y su articulación con la política a comienzos del siglo XX.

 

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[1] “Fascio Giordani. Ha quedado definitivamente constituido habiéndose designado sus autoridades”, en La Nueva Provincia, 21 de mayo de 1926, p. 8.

[2] Podemos dar cuenta del importante impacto migratorio italiano a partir de las cifras presentadas por el Tercer Censo Nacional, realizado en 1914. De las mismas se desprende que en los centros urbanos del partido de Bahía Blanca residían un total de 62.191 habitantes de los cuales un 19.71% (12.257) eran italianos. Si se tiene en cuenta que la ciudad de Bahía Blanca reunía a 44.143 del total de los habitantes urbanos, puede estimarse que la proporción de italianos fuera similar. Tercer Censo Nacional, Tomo II, pp. 155-156; y Tomo IV, p. 469.

En un informe estadístico del año 1936 enviado por el consulado de La Plata (del cual dependía el viceconsulado de Bahía Blanca) al Ministero degli Affari Esteri se establecía que en la ciudad de Bahía Blanca residían aproximadamente 17.000 italianos. Archivio Storico Diplomatico del Ministero degli Affari Esteri e della Cooperazione Internazionale, Dir. Personale, Serie II, Argentina: L/16, f. 1.

No se contabilizaba a los hijos de italianos que eran igualmente portadores de la cultura de ese origen y, en muchos casos, participaban activamente en la vida de la colectividad.

[3] “En la Casa del Italiano. Realizóse ayer una interesante fiesta”, en La Nueva Provincia, 22 de abril de 1929, p. 16.

[4] “Fue inaugurado ayer el Instituto de Cultura Ítalo-Argentino”, en La Nueva Provincia, 28 de abril de 1930, p. 12.

[5] Todas las traducciones son nuestras.

[6] Para más información sobre Il Mattino d’Italia ver Fotia y Cimatti (2020).

[7] Il nostro programa”, en Il Mattino d’Italia, 21 de mayo de 1930, p. 5.

[8] Decreto n. 31.321, 15 de mayo de 1939. Anales de legislación argentina, 1920-1940, Editorial La Ley, Buenos Aires 1953, p. 1192.

[9] Dichos informes constituyen los únicos registros realizados por las propias instituciones fascistas que se encuentran disponibles para su consulta en el mencionado archivo. En otras palabras, no hemos tenido acceso a la documentación interna (libros de actas, libros de socios, etc.) del Fascio “Giulio Giordani” o del Instituto Ítalo-Argentino de Cultura “Umberto di Savoia”.

[10] En ambos casos la colonia también era exclusiva para niños varones. “La partenza dei ‘balilla’ per il 1º Campeggio di Barranca”, en Il Mattino d’Italia, 29 de enero de 1935, p. 8; y “La colonia estiva dell’O.G.I.E. Sorta per iniziativa del Console Generale a Casilda”, en Il Mattino d’Italia, 1 de febrero de 1937, p. 8.

[11] “L’arrivo dei partecipanti alla colonia della G.I.L.E. di Tandil”, en Il Mattino d’Italia, 6 de febrero de 1939, p. 6; y “Visita del R. Console d’Italia di La Plata al primo scaglione dei colonialisti”, en Il Mattino d’Italia, 19 de febrero de 1939, p. 10.

[12] Si bien somos conscientes de que no agotamos en estas pocas líneas los necesarios y prolíficos debates historiográficos sobre los discursos asociados a las infancias en la Argentina durante un período de tiempo prolongado que abarca desde fines del siglo XIX hasta el siglo XX, con las variaciones y evoluciones en los discurso asociados a las infancias que ello conlleva, creemos que el panorama presentado permite situar la experiencia de los niños ítalo-argentinos en el marco de las preocupaciones de las élites gobernantes por el proceso de argentinización de la población.

[13] “Notizie da Bahía Blanca. Terza colonia marina ‘Roma’”, en Il Mattino d’Italia, 8 de enero de 1936, p. 8.

[14] De los 101 niños varones que frecuentaban los distintos niveles de las escuelas dependientes como el doposcuola, 92 eran argentinos mientras que tan solo 9 eran italianos. ASMAE, Archivio Scuole 1936-1945, b. 57, f. “Bahía Blanca 1936-1937”, Relazione finale sull’andamento delle Scuole de Andrea Di Silvestro del 14/12/1937.

[15] Si bien el proyecto original de Robert Baden-Powell presentaba un fuerte contenido religioso, resumido en su lema de “Dios, Patria y Hogar”, las reinterpretaciones que se realizaron del scoutismo en varios países occidentales le habían impreso una imagen crecientemente laica (Scharagrodsky, 2009, p. 62).

[16] En este sentido, a manera de ejemplo, cabe señalar que los preceptos del explorador eran una versión cristianizada del propio código de honor del scout (Scharagrodsky y Cornelis, 2013, pp. 125-126).

[17] Para esa época, la congregación salesiana tenía cuatro colegios en la ciudad, dos de ellos para varones (Colegio Don Bosco y Colegio La Piedad) y uno para mujeres (Colegio María Auxiliadora). Asimismo, la congregación disponía de la Parroquia San Juan Bosco, que reunía a niños y niñas de barrios bahienses de clase trabajadora ligados al ferrocarril (barrios Noroeste y Maldonado).

[18] “Historia”, en Carácter, agosto de 1934, p. 198. La revista Carácter era el órgano de prensa del Colegio Don Bosco de Bahía Blanca.

[19] “Scouts bahienses. Acción de la Compañía “Don Bosco”, en Carácter, noviembre de 1928, p. 24.

[20] Archivo Histórico Salesiano ARS (sede Bahía Blanca), Crónica del colegio Don Bosco, agosto de 1929.

[21] “Historia”, en Carácter, agosto de 1934, p. 198.

[22] “Visita del Regio Console in La Plata al Campeggio ‘Roma’”, en Il Mattino d’Italia, 8 de febrero de 1935, p. 6.

[23] Lamentablemente, no se ha podido identificar la edad específica de cada participante, como así tampoco ningún dato individual.

[24] En dos oportunidades se contó con la participación de integrantes de las organizaciones infanto-juveniles en las colonias italianas. En 1937, un grupo de cinco varones y dos mujeres pasó el verano en Italia, a cuyo regreso una de ellas, Lucia Fusco, pronunció un discurso en el Dopolavoro local narrando las experiencias del viaje. Ver: “Notizie da Bahía Blanca. Dopolavoro ‘Ugo Quintavalle’”, en Il Mattino d’Italia, 4 de octubre de 1937, p. 6. Por su parte, en el verano europeo de 1938, la única participación bahiense en las colonias realizadas en la península fue de una mujer. Etna Silvestrone visitó, junto a cientos de hijos de italianos asentados en Argentina, Uruguay y Brasil, los principales centros urbanos de Italia. En ese viaje, el contingente argentino estuvo compuesto por 18 niños y 36 niñas (esto es, el doble de mujeres), lo que contrasta con la exclusividad masculina de las colonias organizadas por los Fasci en el país. Ver: “Il mio sogno”, en Il Mattino d’Italia, 26 de agosto de 1938, p. 4; e “Impressioni e ricordi di una crocerista della G. I. L. E.”, en Il Mattino d’Italia, 8 de octubre de 1938, p. 6.

[25] Archivio Storico Diplomatico del Ministero degli Affari Esteri e della Cooperazione Internazionale, Archivio Scuole 1929-1935, c. 780, f. “Bahía Blanca 1934-1935”, reseña sobre el funcionamiento de las escuelas en Bahía Blanca para el año 1934, enviada por Andrea Di Silvestro a la Direzione Generale delle Scuole Italiane all’Estero el 11 de marzo de 1935.

[26] Spinardi, Francesco, “Nella collettività italiana di Bahía Blanca. Le Organizzazioni Giovanili italiane”, en IlMattino d’Italia, 25 de diciembre de 1933, p. 10.

[27] Archivio Storico Diplomatico del Ministero degli Affari Esteri e della Cooperazione Internazionale, Archivio Scuole 1929-1935, b. 780, f. “Bahía Blanca 1934-1935”, reseña sobre el funcionamiento de las escuelas en Bahía Blanca para el año 1934, enviado por Andrea Di Silvestro a la Direzione Generale delle Scuole Italiane all’Estero.

[28] Archivio Storico Diplomatico del Ministero degli Affari Esteri e della Cooperazione Internazionale, Archivio Scuole 1929-1935, b. 780, f. “Bahía Blanca 1934-1935”, reseña sobre el funcionamiento de las escuelas en Bahía Blanca para el año 1934, enviado por Andrea Di Silvestro a la Direzione Generale delle Scuole Italiane all’Estero.

[29] Spinardi, Francesco, “Nella collettività italiana di Bahía Blanca. Le Organizzazioni Giovanili italiane”, en IlMattino d’Italia, 25 de diciembre de 1933, p. 10.

[30] La cifra no se revelaba demasiado elevada si se tiene en cuenta el hecho de que, como vimos más arriba, residían en la ciudad alrededor de 17.000 italianos, a cuyos hijos se suponía que la colonia estaba destinada. Por su parte, si se presta atención a la proporción de asistentes por sobre el total de alumnos de las escuelas dependientes del Instituto Ítalo-Argentino de Cultura “Umberto di Savoia”, los asistentes a las colonias representaron aproximadamente un tercio de aquellos, que hacia 1935 totalizaban 160. Archivio Storico Diplomatico del Ministero degli Affari Esteri e della Cooperazione Internazionale, Archivio Scuole 1929-1935, b. 780, f. “Bahía Blanca 1934-1935”, Informe sull’andamento delle Scuole in Bahía Blanca de Andrea Di Silvestro, enviado por el vicecónsul Afeltra al Ministero degli Affari Esteri en 11/03/1935

[31] “Vita italiana a Bahía Blanca. L’arrivo dei Balilla di La Plata”, en Il Mattino d’Italia, 11 de enero de 1934, p. 9.

[32] “Arribó a nuestra ciudad el diputado italiano señor Ciarlantini”, en La Nueva Provincia, 10 de octubre de 1927, p. 3; y “Fue inaugurado ayer el Instituto de Cultura Ítalo-Argentino”, en La Nueva Provincia, 28 de abril de 1930, p. 12.

[33] “Echi della visita in questa cittá della VII Divisione Navale”, en Il Mattino d’Italia, 29 de enero de 1939, p. 10.

[34] “Colonia marina del Fascio Giordani”, en La Nueva Provincia, 4 de enero de 1934, p. 9.

[35] “Cuevas fascistas”, en Nuevos Tiempos, 21 de febrero de 1934, p. 1. Consideramos que el comentario hacía alusión a los gobiernos nacional y provincial más que al municipio, que por esos años era gobernado por el socialismo (Cernadas, 2013).

[36] “P. M. Bardi a Bahía Blanca”, en Il Mattino d’Italia, 20 de enero de 1934, p. 6.

[37] “P. M. Bardi a Bahía Blanca”, en Il Mattino d’Italia, 20 de enero de 1934, p. 6.

[38] “P. M. Bardi a Bahía Blanca”, en Il Mattino d’Italia, 20 de enero de 1934, p. 6.

[39] “La visita di S. E. l’Ambasciatore a Bahía Blanca”, en Il Mattino d’Italia, 1 de febrero de 1934, p. 8.

[40] “La visita di S. E. l’Ambasciatore a Bahía Blanca”, en Il Mattino d’Italia, 1 de febrero de 1934, p. 8.

[41] “Il Campeggio “Roma” a Sierra de la Ventana”, en Il Mattino d’Italia, 25 de enero de 1935, p. 8.

[42] “Visita del Regio Console in La Plata al Campeggio ‘Roma’”, en Il Mattino d’Italia, 8 de febrero de 1935, p. 6.

[43] “Notizie da Bahía Blanca. Terza colonia marina ‘Roma’”, en Il Mattino d’Italia, 8 de enero de 1936, p. 8.

[44] “Colonia marina del Fascio Giordani”, en La Nueva Provincia, 4 de enero de 1934, p. 9.

[45] Archivo Histórico Salesiano ARS (sede Bahía Blanca), t. 5.5.4, c. 0031, Correspondencia de Silvio Begni y Riccardo Gerardi a Feliciano Pérez, 30 de septiembre de 1926.

[46] “Vita Italiana a Bahía Blanca”, en Il Mattino d’Italia, 30 de diciembre de 1933, p. 6.

[47] “Colonia marina ‘Roma’”, en Il Mattino d’Italia, 2 de febrero de 1936, p. 4.

[48] Esta ambivalencia frente al rol femenino en las colonias, excluido en cuanto a la participación de niñas o docentes mujeres pero central a la hora de legitimar el proyecto, puede vincularse a la postura del fascismo italiano, en tanto dicha centralidad se asoció a una maternidad que el fascismo buscaba entronizar como supuesto destino biológico femenino (Dogliani, 2008, p. 124). Desde esta perspectiva, el apoyo de las madres italianas a la iniciativa se presentaba como garantía del beneficio que la misma producía a los niños, máxime si se tiene en cuenta que la idoneidad de aquellas en lo relativo a la educación de sus hijos. En este sentido, en el plano local resultaron representativas las conmemoraciones del Giornata della Madre e del Fanciullo (Día de la Madre y el Niño), instituido por el fascismo en diciembre de 1933, en las que se remarcaba la “eficacia insustituible” de las madres italianas para la educación de los niños. Ver: “Notizie da Bahía Blanca. Celebrazione della ‘Gioranata della Madre e del Fanciullo’”, en Il Mattino d’Italia, 28 de diciembre de 1934, p. 8.

[49] “Il Campeggio ‘Roma’ a Sierra de la Ventana”, en Il Mattino d’Italia, 25 de enero de 1935, p. 8; y “Colonia marina ‘Roma’ – La partenza dei Balilla”, en Il Mattino d’Italia, 23 de enero de 1936, p. 4.

[50] “Fra i connazionali di Bahía Blanca. S. E. l’Ambasciatore d’Italia ai Balilla di Bahía Blanca”, en Il Mattino d’Italia, 10 de febrero de 1936, p. 6.

[51] Por ejemplo, en los campamentos organizados por los Fasci “Giuseppe Galliano” de Mendoza y “Carlo Del Prete” de Rosario o por la Secretaría de Zona de La Plata, no se contó con la participación de instituciones argentinas, por lo que la organización y puesta en práctica de los mismos corrieron por cuenta exclusiva de las autoridades de ambos fasci o de las autoridades consulares respectivas. Resta sondear el caso de las colonias implementadas por el Fascio “Giorgio Moriani” de Córdoba. La ausencia de ejemplares de Il Mattino d’Italia disponibles en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional para el período que va del 24 de agosto de 1931 al 23 de septiembre de 1933 no nos ha permitido reconstruir su etapa fundacional. Con todo, este es un punto que buscaremos profundizar en el futuro, a fin de realizar un abordaje comparativo de las actividades desarrollada por las decenas de Fasci que operaban en el interior del país.